viernes, 13 de diciembre de 2019

Adiós a la temporada.

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Si la copa del Villamarín parece que fue cosa de la década pasada, la inmediatez del fútbol nos hace ver que la gesta milagrosa de Amsterdam sea de hace un año. O, por lo menos, eso le pasa a servidor. Más de mil canas en la testa y un corazón a prueba de casi todo susto valencianista. Como intimidad les cuento que, muchas veces, en los partidos de visitante, la panda de Café Mestalla comentamos los aspectos del encuentro casi en riguroso directo. Por compartir frustraciones y nervios principalmente. Y la catarsis en el pitido final fue la leche. Como la de usted, supongo. Con esa demostración de talento, one more time, de Ferran. Con el caché de Soler, que va camino de convertirse en un todoterreno. Con Gayà y su cara de viejoven. Con Jaume y sus gemelos castigados. Épica para un pase. Imaginen un gol del Ajax en el alargue. Ruina total y a jugar en jueves.

Nadie lo hubiese imaginado. Cuando se despidió a Marcelino y a su equipo técnico, la sensación era de barco perdido. No fueron pocos los medios que hablaron de desbandada en enero de jugadores. Algo lógico, por otra parte, vistos los antecedentes con Neville, Ayestarán y el desgobierno general de aquel entonces. Estoy seguro que se comentaría la cuestión en vestuario y llegaría a medios con su correspondiente difusión. Otro escenario no lo contemplo. Y la marcha de Mateu tampoco ayudaba a calmar las aguas. Pero Celades, el que va en chandal, el que habla bajito, el que tiene el pelo raro, el que no se exterioriza, el enchufado, tacita a tacita ha conseguido conectar con el vestuario. Un vestuario ganador. Con fortuna, pero ganador al fin y al cabo.

Y ahora el barco del club lo llevan los jugadores, dicen. La plantilla ha tomado el poder en el club, creo que son las palabras exactas. Imagino a Parejo y Garay gestionando la venta de las parcelas de Mestalla mientras se toman un cremaet, a Rodrigo coordinando los viajes de Champions para el equipo y a Kang In Lee hablando con Asia para abrir mercado allí. Todos en chandal en la oficina, colgados de teléfono fijo. Con los JASP gestionando las redes sociales y los canteranos leyendo teletipos para tener una revista de prensa. Suena bizarro, ¿verdad?

Lo bien cierto es que el técnico andorrano ha demostrado ser más que Gary y Pako. Incluso más que Cesare. Detectó el problema, analizo las oportunidades, reforzó las fortalezas y sigue trabajando para minimizar las debilidades. Gestión de crisis prácticamente impecable. Y todo eso, con el más difícil todavía de tener un lesionado casi por partido. Noble labor la de Albert. Hoy, el equipo está en octavos de Champions y a un punto del cuarto puesto. Es un buen camino para seguir andando en él. Nada se ha conseguido, pero de pequeños impactos de ilusión se construyen los proyectos.

Adiós a la temporada. El titular que en diciembre no leerán. Afortunadamente. 

viernes, 29 de noviembre de 2019

Delanteros desesperantes

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Ustedes no han vivido lo que es un delantero desesperante. Sí, sí, les hablo a ustedes, aunque quizá se encuentren más cómodos con el próximo vosotros. Porque quizá vuestro primer mundial con conocimiento no fue el del 82. Ni trasnochasteis en el del 86. Quizá nuestra primera pena moderna, la final del agua, os pilló con otras cosas. Pero sí, es cierto que el otro día Rodrigo pudo llegar a desesperar. Servidor es de los que piensa que Rodrigo es un delantero como la copa de un pino, pero no es un goleador. ¿Pueden existir esas dos cualidades? Pueden. Rodrigo sabe vivir fuera del hábitat del área sin ningún problema. Hay otra clase de delanteros que fuera del área se sienten extraños, pero dentro de ella te rematan hasta una silla de enea lanzada desde la grada. Rodrigo es más de llegar que de estar. A la hora de la cena del miércoles pasado, finalizado el partido, las cuentas básicas con la oferta fantasma del Atleti más los ingresos por pasar la fase de grupos de Champions daban más de 70 millones de beneficio para el Valencia CF. Cuentas irreales, claro. Pero ya sabemos el mundo de las pantallas como es.

Escuchando el último podcast de "El Valencia canalla" esa maravilla parida por mi admirado Paco Gisbert para Plaza Radio, recordé a Iglesias y tirando del hilo de la memoria, Welzl, Lucho Flores, Toni, Jon Garcia, Rommel, Cuxart, Pizzi, Sabin Ilie, Diego Alonso, Salva, Carew e incluso Adrian Ilie cuando se dedicó a sestear, me parecen más desesperantes que el hispano brasileño. Cierto es que algunos, como Rommel, Pizzi o Salva en otras partes se hincharon a goles. Y algunos destellos de los citados acercaron a la gloria al valencianismo. Pero hasta incluso Mista tuvo su perfecto idilio con el gol y luego no daba una a derechas. Cierto es que en el deporte se vive el presente pero seis meses atrás celebramos cosas gracias al acierto de Rodrigo y su maravillosa clase en el Villamarín. Probablemente si el miércoles Wass no se viste de Goikoetxea en el Mundial USA 94 (gracias por el apunte, @laesculli), con los errores de Rodrigo, Maxi y Parejo, el viaje a Amsterdam sería solo para ver los canales y comprar tulipanes. Pero cierto es que grandes goleadores en el club hubo pocos y todos los tenemos en la memoria. Este Valencia CF, como todos los de la historia, no ha sido fuerte con individualidades destacadas. El grupo era la fuerza. Los goles, si no llegaban de primera línea, venían de segunda. Como hacía Fernando más de cien veces. O Baraja y Vicente. Como comienza a hacer Soler. Como hará Guedes, Kondogbia y demás ausentes.

Porque ser del Valencia es desesperarse. Es sentarse en la butaca de Mestalla pensando "A vore que ens faran estos hui", con resignación. Y pasar de la nada al todo. Como en aquella eliminatoria de Copa. Casi como el miércoles pasado. Bendito desespero este nuestro, xiquets.

viernes, 22 de noviembre de 2019

Repartos audiovisuales a golpe de tuit

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Pues nada. Parece que ha llegado, ahora de verdad, el fútbol moderno. Dejemos la noticia en barbecho un poco, pero vayamos haciéndonos a la idea. Pronto habrá un porcentaje que medirá las interacciones de las redes sociales que influirá en el reparto televisivo. O sea, que las audiencias sociales se añaden a las audiencias de televisión. Esto es, respuestas, favoritos, retuits y demás interacciones tendrán peso específico en la pasta que reciba su equipo, querido lector.

Por lo que, trasladando a terreno nuestro, la cuestión tiene su gracia. Si estuviese ya el reparto así, por ejemplo, las recientes interacciones que se han hecho en la cuenta en inglés del Valencia CF referentes a la bandera y el lema "Valencia CF. Paella. Fallas." y todas aquellas peticiones amistosas pidiendo por favor que el presidente abandone sus quehaceres de manera correcta y formal, no harían otra cosa que computar positivamente para el reparto televisivo del club. Incluso aquellos de otros equipos, fundamentalmente madridistas, que se han sentido ofendidos por ese tuit. Recuerden que era una versión propia de aquella bandera que Bale mostró con Gales después de clasificarse para la Eurocopa, atizando a Pedja en particular, como comentarista y a la prensa madridista en general, que rezaba "Wales. Golf. Real Madrid." por aquello que decían de sus prioridades. Pues incluso ellos, sumarían con su bilis y cabreo desde el sofá a la caja valencianista.

Si en las redes sociales del club se cuelga alguna cosa y los trolls o los perfiles anónimos o las cuentas falsas que pululan por el entorno, descarten el concepto asentado de 'bots', porque es erróneo, ya que un bot solo hace respuestas automáticas a determinadas palabras, entran a dar candela de la suya, la caja registradora del club sonará en positivo. Por lo que, aquí es cuando revienta la cabeza, cada vez que alguien quiera putear, insultar o cualquier otra cosa relacionada con la raza, sexo, religión o alopecia contestando a los perfiles oficiales del club, no hará otra cosa que aportar su granito de arena para que el Valencia CF se asiente en la quinta plaza de interacciones e intente acercarse a la cuarta, que tiene el Real Betis.

Particularmente, me parece maravilloso. Por la infinidad de posibilidades que eso ofrece. Ya ven, estamos acostumbrados a protestar desde el sofá, a golpe de pulgar, o índice, según gustos. Pero ahora, en aquello de la cosa más importante de las cosas menos importantes, podemos ayudar desde el mismo sofá. Cada interacción significará una monetizarización para el club. Aunque esto tiene la otra cara de la moneda. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad, que diría Spiderman. Y si desde las redes sociales se busca el clic fácil, el chabacano, lo garrulo y no se tienen en cuenta toda la serie de valores y entidad de un club centenario, el Valencia CF parecerá más OKdiario y Eduardo Inda que un club serio. Parece que primará la cantidad, pero es importante la calidad.

Espero que, si finalmente se confirma la noticia, sea una oportunidad de crecimiento y de contenido de calidad. Me consta que dentro del departamento de Comunicación del Valencia CF hay gente con mucha calidad, con muchas ideas y, sobre todo, con mucha ilusión. Y tanto los contenidos propios, como los contenidos de campañas concretas, como la de Vicent y su estatua en la grada de Mestalla, suelen llegar a esa parte del cuerpo en la que el vello se nos eriza y se activan los lagrimales. Vayan con cuidado, por favor.

Ah, y ya puestos, creen una cuenta en Snapchat del Valencia CF. El potencial es inmenso. Y puede que una de Tik-tok también sería interesante estudiarlo. Pero Snapchat, sí, por favor. 



viernes, 15 de noviembre de 2019

El hombre del traje gris

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Habló Mateu Alemany. Con traje gris y su casi eterna corbata aflojada. Para decir adiós a todos. Casi sin importar el reloj. Con refrigerio para la prensa. Con turno de preguntas. Con casi todas las respuestas. Casi todas. Dijo que todavía no sabe porqué ya no trabaja en el Valencia. Pero parece que para decir "¡Con Dios!", a Lim le sobran los motivos.

Coincido plenamente con Vicent Molins que, en su columna de Plaza Deportiva de ayer jueves, dice que Alemany no es Colina ni Peris. Ese papel en la historia deberían haberlo tomado todos y cada uno que, desde el ADN de aquí, tuvieron nómina en el Valencia CF y lo usaron hasta casi el destrozo. Ese plus que el aficionado exige al futbolista autóctono, ese sentir el ferro, se quiere también de quienes gestionan el club. Por eso, cuando viene un profesional con todas las letras y hace el trabajo de manera correcta, duele la marcha y comienza el rasgado de vestiduras por el futuro soñado que nunca será. El aficionado valencianista está tan apaleado por culpa de los giros sin timón a lo loco que, en el momento ve que se busca la cordura, lanza una pizca de locura para querer más al club y lo que representa. Pasó con Marcelino, después de entrenadores con carnet pero sin hechuras y pasó con Alemany, poniendo orden en la casa. Y estos giros dramáticos no son exclusivos de Meriton. Puede que, desde Arturo Tuzón, no haya vuelto la sobriedad a la dirección administrativa del Valencia CF. 

Parece que Alemany deja su particular Sagrada Familia, versión Valenciastán. A medio hacer. Con muchas incógnitas en el camino. Si usted, o yo mismo, tenemos dudas, imaginen en las oficinas. En el campo pueden haber, claro. Pero es más cuestión que entre la pelotita y se solventen los temas satélites que puedan llegar a despistar a jugadores, como puedan ser las renovaciones pendientes. Celades, blanco de mofa por su tono pausado, parece haber conseguido establecer un vínculo correcto con la plantilla y se está vislumbrando una calma después de la tormenta que provocó la salida de García Toral y su equipo. Y ya es mucho. Y puede que con cierto fastidio por quienes estas cuestiones torpedeen su línea editorial. Pero esto va por ciclos, diales, hojas y decisiones personales de consumo.

Ahora tenemos las cuentas, leídas conforme intereses. Como los resultados electorales. Si tienes un diputado y sacas dos, evidentemente has aumentado un 100% tu presencia, pero no conviene sacar pecho de ello, por el listón bajo del que partes. Si se ha tenido que realizar ingeniería financiera para respetar las reglas del juego de La Liga y seguir haciendo rodar el molino, lícito y correcto. Si ahora parece, otra vez, que se van a tener que realizar ventas por 25 o 30 millones de euros, no hay que lanzar el grito al cielo. Ya lo dijo el propio Alemany en su día. Ya se sabe la salud económica del club y puede que ahora aquella venta no producida de Rodrigo tenga un poco más de sentido. No es tanto las ventas como las compras acertadas lo que va a mantener y hacer escalar, poco a poco a este Valencia CF. Recuerden a Gerard López, dueño y presidente del Lille y su política de entradas y salidas. Tengamos memoria larga. Seamos viscerales en la grada, en la animación, pero reflexivos en las cosas de caja. Porque no seremos nunca clubes estado o el Chelsea, que quizá es el problema mental que tiene buena parte de la masa valencianista, pensar que se iban a atar perros con longanizas. Eso mismo le pasó a Soler, Juan Bautista. Y miren.

viernes, 8 de noviembre de 2019

Día uno d.M. (después de Mateu)

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Sobre el papel, es un problema. Porque el papel dice que cuando el control deportivo de los despachos ha sido llevado directamente por Meriton, no ha funcionado. El segundo año de Nuno y todo lo que vino detrás. Aquella travesía en el desierto, que comenzó con lo de la plata de Otamendi y el efecto dominó. Vacío en despachos, desastre en banquillo y jugadores fuera de toda pertenencia, abrazándose a la vida fácil. Con Enzos y Diegos comportándose como matones de tercera, mandando callar a una grada que, en su inmensa mayoría, es agradecida a la mínima que les haga sentir orgullo por su equipo. Y Voro, casi siempre Voro aportando cordura del terreno. Trellat. Con Prandelli, un entrenador de verdad, huyendo por piernas al ver el desaguisado. Por adelantarse al desastre o por comodidad, quien sabe. Pero huyendo, al fin y al cabo. Muchos cadáveres deportivos está dejando la propiedad a su paso. Layhoon, Rufete, Ayala, Salvo, Negredo, Alcácer, Abdennour, Piatti, Siqueira o García-Pitarch son algunos ejemplos. Nunca sabremos si, con el orden que se le supone a una entidad seria, el rendimiento de todos hubiese sido diferente. Probablemente.

Y de repente, llega Mateu Alemany. Unos dicen que recomendado a Lim por Tebas. Otros que por Laporta. El caso es que viene y comienza a mandar. De director general, es decir, de controlador de casi todo. Impone su criterio de elección de entrenador frente a la idea de Alexanco, en aquel entonces director deportivo por accidente. Y llega Marcelino. No sin antes escuchar el ruido de los portadores de la verdad con aquello de dudar de todo por el mero hecho de hacerlo. Alemany tampoco se libró de ello. Ambos, con su trabajo, cambiaron las tornas. Y el camino llegó al final con un campeonato de copa. Ante el Barça de Messi. Casi nada. El resto de la historia ya la conocen.

Ahora no sabremos que va a pasar. Pero hay intuiciones. Y el ambiente está más enrarecido que nunca. Con un problema social con la grada de animación, en la que hay más aristas que lo que parece. Con una gran parte, mucho, de la parroquia a la que, en realidad, le importa bien poco si ponen lonas en Paterna, en Mestalla o donde sea. La cosa es que entre la pelotita. Pero claro, es difícil que entre si no hay orden. Requiere de un ejercicio de aislamiento fuerte por parte de los jugadores y cuerpo técnico bastante complicado y sencillo a la vez. No leer prensa ni redes sociales. Y luego está el ruido. Ruido de caretas con el rostro de Lim tachado, pancartas entrañables pidiendo auxilio a Bankia, #LimGoHome porque no gusta como gestiona. Disconformidad con el dueño. Y barra libre porque los que mandan son chinos, indios, calvos, tontos y otros adjetivos. Cuando es una cuestión de dinero. Cuando ese grandilocuente 'Quiero ejercer el derecho a manifestar mi opinión' mutará en ser discípulos de Marcelo Safont en celebraciones ligueras al lado de 'Manuel' Benítez, el entrenador con mejor cartel de la historia moderna del club.

Lo bien cierto es que el club seguirá. Más despacio, quizá con menos potencial deportivo e institucional, pero seguirá. Murthy tiene una patata caliente. A la luz pública, transmite la misma confianza que el sobrino sin habilidades del dueño de la tapicería. Con más opciones de clavarse una grapa que de forrar a la perfección un sofá. El tiempo dirá. No queda otra. Parece más que demostrado que eso de rodearse de gente competente para parecerlo tú más no cuaja en el ideario. Pero, ahora que no nos escucha nadie, ojalá Mateu hiciese lo mismo que Hiddink, Suso, Ranieri, Juan Sánchez o Mangala. Tener una segunda oportunidad y que le dejen hacer de verdad. Y puestos a ensoñar, ojalá Tebas descolgase el teléfono para decirle a Lim que se ha equivocado y que La Liga, como producto, necesita un Valencia CF fuerte, competitivo y respetado. Esas cosas suelen ser más efectivas que pancartas, tuits y editoriales de quienes buscan en río revuelto para su ganancia.

Y ya ven, es el final y no les he hablado del partido del Granada. Que va de lo mejorcito. Que bonito sería seguir con la dinámica y ganar. Y salir en El Día Después. Tú tan de la Alhambra y yo tan de la Lonja y el Micalet. Y sonreír. Porque el fútbol es esto, sonreír con los tuyos.

viernes, 25 de octubre de 2019

Valencia CF vs Lille OSC en los despachos

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Es muy nuestro. El sant, quan més lluny, més miraculós. Esta semana, en el serial 'Vamos a compararnos con...' tocaba el Lille. En capítulos anteriores estuvieron el Borussia Dortmund, Chelsea, Real Sociedad, FC Rangers o Valencia Basket. El Lille que, sobre el papel, tiene una estructura parecida en el ámbito presidencial al Valencia CF. Con un presidente millonario. Con ideas claras. Que escoge Francia por ser liga continental, en la que está representada África. Y que Gerard López, que así se llama el dueño y presidente del Lille, busca en el fútbol invertir pensando en el futuro. La verdad es que la entrevista de Conrado Valle es bastante interesante. Habla de jóvenes jugadores y de plantillas dinámicas en lo que respecta a entradas y salidas. Y también habla de negocios. En el fútbol y en la Fórmula 1. Sale a la palestra el Big Data a la hora de captar jugadores. En el Lille estaba Leao, que sonó este verano para el Valencia CF por si se marchaba Rodrigo y acabó en el Milan por 23 millones de euros tras marcar ocho goles con el Lille. Con gestión de Mendes. A casi tres kilos el gol. Y con 20 años. Y por lo que le cuenta López a Valle, tiene una buena red de ojeadores, todos comandados por Luis Campos, el hombre del momento por lo que parece en este preciado nicho de encontrar mirlos blancos a buen precio. Su Longoria particular, con una relación que va más allá del propio Lille. Posteriormente, Cañizares, en la retransmisión televisiva del partido, habló que ese equipo que conforma la secretaría técnica, o como quieran llamarlo, estaba externalizado. La verdad es que pinta todo bastante bien, visto desde fuera. Pero, ¿qué hubiera pasado si López y sus millones recalasen en València?

Pues probablemente, se le hubiese visto con recelo. ¿Un gallego dueño del Valencia? Ya ves, con los empresarios locales que sí sienten el club tiene que venir uno que se marchó a Francia con siete años. Además, estará más pendiente de la Fórmula 1 que del fútbol, que es lo que le interesa y le da dinero para sus negocios. Con los horarios no habría problema, al vivir en el mismo huso, hora arriba, hora abajo, por lo que la inmediatez fluiría. Va a ser el presidente y, seguramente, tomando decisiones en las entradas y salidas. De hecho, en Lille firmó a Bielsa, una aspiración totalmente personal que le duró menos de una temporada, en una mezcla de decisiones deportivas yMenudo sacrilegio. Eso que lo hagan los profesionales. Dinamismo en la plantilla en las entradas y salidas. Desde luego, ¿quién se ha creído que es? Si todo el mundo sabe que las plantillas se han de consolidar para que logren sus frutos. ¿Secretaría técnica externalizada? Pero bueno, eso será un chiringuito montado para sacar pasta y dejar tieso al club. ¿Putin y Mendes amigos suyos? Buah, va a usar el Valencia CF para sus negocios particulares y para sacar réditos. Cuando se canse, lo venderá. ¿Les suenan algunas de las escenas?

Claro, hay matices. Por cantidad, y demostrada calidad, Luis Campos tiene todo el crédito del mundo. Y tiene bien tejida su red. Puede que sea la diferencia más sustancial con respecto a Meriton. Todo tomado desde la perspectiva del papel. El mismo Luis Campos se puso a los mandos del Mónaco que llegó a ser campeón de Ligue 1. Y, de momento, su andadura en el Lille va en alza. Longoria tenía ese perfil, teniendo solo el pecado de venir de la mano del anterior entrenador y las sospechas por parte de la propiedad, según cuentan, de poner el cazo.

Al final, todo es cuestión de trabajar con profesionalidad, sin cabrear al dueño con declaraciones altisonantes y en la misma línea que lo que quiere el dueño. Que por algo es el que manda. Pero nunca lloverá a gusto de todos. Como hemos visto en estos últimos cinco años, de luces y sombras, de Meriton al frente del club.

viernes, 18 de octubre de 2019

El LinkedIn del Valencia CF

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Y, a todo esto, mañana hay un partidazo. De esos que te dan ganas de soñar ser Rodrigo y marcar un gol decisivo, mirando de reojo al palco por aquello que no hicieron el pasado verano. Partido de esos que sueñas de pequeño. Y encima, les puedes meter mano a los del Atleti porque tampoco están para tirar muchos cohetes.

Pero no, seguimos con la cuestión de la planta noble. Con el presidente de viaje a Singapur. Algo pasa. Si viajan allí, después pasan cosas. Probablemente la despedida y cierre de Mateu Alemany. Y nombres para cubrir el gran vacío que dejará la marcha del balear. Dirección General, Dirección Deportiva y alguien capacitado para hablar con la prensa son las vacantes que podría colgar Meriton en las ofertas de trabajo de LinkedIn. Otra cosa es que los candidatos las acepten. Por aquello de la supuesta inestabilidad y esa sensación que Lim, o más bien Murthy, es El Sombrerero Loco en el País de las Maravillas. Recuerden que, según la versión oficial, la comparativa del dueño con un cangrejo fue el detonante. Aunque se focaliza mucho en la gota que rebosa el vaso, las anteriores son igual de importantes. Lo del cangrejo, anecdótico, aunque haya dado juego en la prensa. Lo bien cierto es que Marcelino se pasó de frenada. Con o sin cangrejo de por medio.

Quien aceptará la oferta de LinkedIn del Valencia CF es un misterio. Se habla de dos Fernández, Luis y Robert, el primero más por ofrecimiento y el segundo más por encaje de necesidades. El francés animaría el cotarro si le dan micro y cierto mando mediático en el club, si sigue igual a sus sesenta tacos. El de Betxí tendría el conocimiento del entorno y antecedentes. Sobre el papel, mejor el segundo que el primero. Pero saber las funciones y la capacidad de mando se antoja fundamental en este asunto. Desde fuera, da sensación que la cuestión deportiva está en un segundo plano, más allá de la Champions no hay nada, nexo que hilamos por la destrucción de un proyecto deportivo con éxito final salvado en invierno por los pelos. Pero esto nos lleva a la pasada de frenada de García Toral.

No lo van a leer, o quizá sí, pero lo correcto visto que se quiere prescindir, por desgaste o desconfianza, de un buen gestor como Alemany es encontrar una persona con ese perfil y con ascendencia en el club. Con preparación pero que lo quieran de verdad. Como usted o como yo. Que le duelan las derrotas y que sienta nervios con las victorias. Nada nuevo bajo el sol. Nada que no se haya dicho ya. Es difícil encontrar la fórmula. Alguien de fuera puede caer en el acomodamiento, en no sentir ni padecer porque no le duela. Que la motivación de aceptar trabajar no sea porque en Valencia se vive bien. Algunos hay, a los que les costaría decir no al club de sus amores. Puede que la clave sea trabajar como si se fueran a quedar toda la vida, aunque sean solo dos años o tres.

Y, a todo esto, mañana hay un partidazo. De esos que te dan ganas de soñar ser Rodrigo y marcar un gol decisivo, mirando de reojo al palco por aquello que no hicieron el pasado verano. Partido de esos que sueñas de pequeño. Y nosotros hablando de corbatas y despachos. Ya ni disfrutar las previas nos deja este fútbol moderno, maldita sea.

viernes, 11 de octubre de 2019

La salvamización del Valencia CF

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Visto desde fuera, es bastante triste. Nadie se salva en esta alineación de equipo directivo, aficionados y medios de comunicación. Se han pasado muchas barreras. De ser el puto Valencia campeón a muñeco de trapo. Tampoco es que sea el Valencia CF un equipo al que la prensa en general le trate con cariño. Supongo que el cariño va para los dos de siempre. Los que venden por ir bien. Los que venden por ir mal. Hay excepciones, según la sardina y el ascua. Y, sobre todo, por el rival que tengan delante. Recuerden a De La Morena dando calorcito rararadiofónico al presidente del Getafe por aquello de los amaños, pidiendo arcoiris navegables con unicornios. O el trato que tienen equipos españoles cuando juegan contra el Floperteam, pareciendo alemanes o uzbekos sin rubor alguno.

Estos días, semanas ya, el valencianismo parece un cuadro de Goya. A garrotazo limpio. Fotos, memes, amenazas, bandos postulados y todo aquel enfrentamiento dialéctico que provoca un cisma. Que lejos queda la marcha cívica de aquel 18 de marzo de 2019. Kempes, Cañizares y todos los demás pisando Mestalla. Recibiendo cariño por lo que fueron con la casaca. Conviene recalcar este matiz para no caer en el error autocomplaciente. Si a Mestalla van cuarenta mil, seguro que hay cuarenta mil formas de defender al Valencia de buena fe. Por eso tan difícil todo. A Cañizares le puede parecer bien que se pinten las paredes de blanco. Y a Kempes de negro. Incluso a Sol le puede parecer bien que se queden como están. Pero no dejan de ser opiniones, desde prismas particulares buscando la respuesta ante la pregunta en cuestión. El haber lucido la casaca no otorga verdades absolutas. Maradona no manchó la pelota nunca de jugador y ahora lo hace todos los días, mal que me pese.

Y, ¿qué se puede hacer? Mostrar descontento por la gestión del club ya se hace. Como se hizo con años anteriores, con Roig, Soler, Tuzón y muchos otros. Pero tampoco recuerdo que ninguno de ellos contara con la afición para la hoja de navegación deportiva o económica, salvo para comprar acciones. ¿Poner a empresarios o gente afín al valencianismo en el Consejo de Administración para que sean una especie de voz local? En contraria sintonía con el consejo de aquel entonces, Paco Roig metió a Safont. Y todos sabemos la vergüenza ajena que daba cada vez que hablaba. Su función era la de informar y pocas luces más tenía, sabiéndolo los redactores y buscando con sus canutazos el titular.

Y luego tenemos cuestiones inexplicables, como las de un jefe de prensa no dejando hablar a un consejero. Los pájaros disparando a las escopetas. Flaco favor al club y quienes lo gestionan ese tipo de escenas. Bien, hace su trabajo, el que le indican. Nada de declaraciones de los miembros del Consejo. Y solo habla Sol. Por tanto, no dejar hablar a Sol es la táctica. Mateu Alemany, como Director General de nada, por lo que parece, remite al Departamento de Prensa. ¿Es Juan Cruz Sol una amenaza para la estabilidad del consejo? Es un rodillo, poco creo que pueda hacer, aparte de mostrar un poco de sentido común ante el desaguisado de una gestión a todas luces incomprensible.

Al final, parece que todo se resume en torpeza por no saber, o no querer, sentir más el valencianismo. Layhoon Chan, con todas sus carencias deportivas, parecía que si veía importante ese nexo. Lastima no haberse aliado con un Mateu Alemany. Puede que ahora no estuviésemos salvamizados a más no poder. 

viernes, 4 de octubre de 2019

El fútbol y las cosas importantes

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El fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes. Salvo para Bill Shankly, pero eso es otro tema. Pero siendo de las menos importantes, es un excelente escaparate para promocionar o difundir cosas importantes. Fundaciones que crean escuelas de fútbol en lugares desfavorecidos, la inclusión social a través del deporte, partidos benéficos para comenzar a remontar catástrofes naturales o cualquier otro ejemplo que les pueda a ustedes venir a la cabeza. Y asociar un club, una marca deportiva, a determinado movimiento que es, a todas luces, blanco y altruista es un acierto de todas todas. Responsabilidad social corporativa, creo que se llama. Devolver a la sociedad parte de lo recibido antes. Disculpen si la definición no es correcta del todo. La iniciativa aquella de UN Women de la ONU puede ser un buen ejemplo. Y negarse a ir de la mano de un proyecto para luchar contra el cáncer infantil, un mal ejemplo. Y los dos son del mismo club, el Valencia CF.

Verán, con esta pausa que dan las canas, servidor ha aprendido a medir cualquier cosa que lee o escucha. Hay tanta información que muchas veces me siento como un viejo caballo a sueldo en los campos de arroz de los viejos años 50, separando el grano de la paja. Y en esto hay matices interesantes. Partiendo de la base que la noticia salta desde un medio que tiene una guerra abierta con el club, y personalmente con el presidente, puedes llegar a malpensar ciertos intereses. No me miren así, igual que hay buenos fontaneros los hay malos, igual que hay honrados, los hay piratas. Pues en prensa pasa igual. Y, desde fuera, la deriva que está llevando la redacción deportiva de la reputada emisora es poco menos que dudosa de entender. Seguro que hay razones y argumentos por su parte, pero los consumidores de información no acabamos de ver la necesidad de seguir con la linde. Luego está el proyecto, como se ofrece, quien lo ofrece y en el momento en que se ofrece. ¿Fue a principio de temporada, cuando la tormenta deportiva y los viajes a Singapur? En este caso sería entendible un aplazamiento en la toma de decisiones. No una cancelación, pero sí un aplazamiento. Y luego existe una tercera variable que, por mezquina, sería lógico obviarla pero que conviene mencionar: Cañizares como cabeza visible y el supuesto pago de facturas por parte de la presidencia del Valencia CF por sus opiniones contrarias a la gestión de Meriton en estos últimos tiempos. Y digo la vamos a obviar porque el presidente del club es diplomático de profesión y entiende el calado en negativo de decisiones impopulares y el club dispone de varios proyectos sociales en marcha, por no hablar de la sensibilidad de Peter Lim en obra social, como apunta Paco Polit en su cuenta de Twitter.

Lo bien cierto es que tiene pocas salidas Meriton para explicar esta polvareda, a no ser que se haga una comparecencia pública con todas las partes implicadas y dar las explicaciones convenientes de manera contundente. No con gritos, como le pide la parroquia a Celades, con datos, luz y taquígrafos. En cualquier caso parece que pocas salidas dignas le quedan al presidente Murthy y, al final, puede que le pase como a Capone, que fue detenido por cuestiones de fiscalidad y no por su entramado criminal, para algarabía del que lo ven como principio y final de todos los males.

O también puede quedarse la cosa tal y como está si ninguna de las dos partes aporta documentación sólida y queda como una, otra más, cháchara de patio de vecinas. Que vistos los antecedentes, no debería extrañar a nadie.

viernes, 27 de septiembre de 2019

Presidentes, Celades y directores generales

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Pues parece que estamos como hace un año. Salvo por las canas que tenemos de más y el título de Copa. Que no es poco. Lo del título, digo. Nunca una copa sin alcohol provocó tanta alegría. ¿Lo recuerdan? Parece que pasaron veinte años y solo fue hace cuatro meses. No resulta comprensible, una vez enfriado ligeramente el ambiente, la cantidad de despropósitos desde la zona noble del club. Y la imagen que con ello se proyecta al planeta fútbol. No sé con que cara va a ir Mateu Alemany, o quien sea, a buscar un director deportivo. O la cara de Murthy cuando salga al mercado a buscar un Mateu Alemany. Imagino a Roberto, el de Betxí, tirando de contactos para asegurarse si el marrón es morrocotudo de verdad. O a Fernando, deseado por varios, preparando la respuesta ante un supuesto contacto. Ya ven, los dos ejecutores de los tres minutos más excitantes del valencianismo reciente en las quinielas para volver a hacer sonreír a Mestalla. ¿Merece la pena tener la etiqueta de pelele para el valencianista de a pie por un buen sueldo de ejecutivo? ¿Compensa el jornal con los editoriales hirientes de las radios, teles o prensa que vendrían? ¿Lo haría usted? Respuestas complicadas ante tantas preguntas.

Y, mientras tanto, el equipo no carbura. O lo hace al mismo ritmo que la temporada pasada, mejor dicho. Con la salvedad que el libreto es nuevo por ser nuevo el entrenador. Aunque, de momento, a Celades se le critica su bajo tono al hablar y la calma que proyecta. De momento, no se le puede poner el dedo en el ojo de otra manera. Dicen quienes lo conocen que es así de tranquilo. Y parece ser que enerva a los nerviosos que tienen un micro delante. Confundiendo autoridad con alzar la voz. Puede que sea porque son especialistas en vocear. Relinchar es otro verbo de la primera conjugación que pueda servir. Pero bueno, la educación y la erección son cosas que no se pueden ocultar. En cualquier caso, ya lo saben, lo mejor es formarse opinión propia de diferentes fuentes. Aunque los extremismos siempre han arrastrado a las masas. La tibieza no vende. Nos gusta más un entrenador en banda que parezca un molino manchego. O mallorquín. Que alente a la grada. Como si la chica de la fila 14 fuese a rematar el córner centrado por Parejo. La presión de ser local. Cuando siempre el camino es el inverso. El equipo el que arrastra a la grada. Y de ahí, el doble canal de comunicación. Y no se si la cuestión que anda por las redes, con bandos, nuevamente, ayuda a remar todos a una, que es lo que se supone que hay que hacer cuando las cosas vienen mal dadas. La manada junta se siente más poderosa. Y los sensatos piensan que puede que vuelva aquella época de vivir en la media tabla. Y se tiene ese miedo balompédico tan insulso. Centrando esfuerzos, o desviando atenciones, en desprestigiar a comunicadores con toda la carrera hecha. La del desprestigio, digo. Por los hechos pasados.

En los cien años de historia han pasado muchos presidentes. Algunos buenos, otros malos y varios nefastos. Movidos por amor al club, aplazando su propia boda para hacer crecer al club o movidos por la envidia al no estar en palcos monegascos. Y, por lo que parece, los presidentes de Meriton, a pesar de la Copa, van camino de estar entre los cajones dos y tres. Y quizá no sea culpa de ellos. Quizá sea culpa del dueño y su manera de gestionar las cosas del balón, al verlo como una empresa, cuando es, todavía, un sentiment.

viernes, 13 de septiembre de 2019

DANA blanquinegra

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"Recuerda la regla de oro: Quien tiene el oro hace las reglas".

Esta frase, a todas luces contundente, la descubrí en el Twitter de Carl Caesar, un tipo de esos que vale la pena cruzarte por la vida y al que admiro por muchos motivos. Y podría resumir todo lo que ha pasado en estas últimas cuarenta y ocho horas en Valenciastán. No parece que sea buen momento prescindir de un entrenador que ha sido campeón hace poco más de tres meses y con una plantilla actual rendida a sus pies, por lo menos los pesos pesados. Y teniendo en el horizonte dos bicharracos como Barça y estrenar temporada Champions contra el Chelsea. Siempre pensaré que nunca es buen momento para destituir a un entrenador. De por sí, esa decisión denota un fracaso en planificación, confianza y un cambio drástico en automatismos, costumbres adquiridas y rendimientos. Porque esto influye en el rendimiento. En un negocio tan pasional como el fútbol, pasa. Y el jugador es, de por sí, fácil de despistar.

Las dudas saltan en los otros ámbitos del club. En las dos direcciones, la general y la deportiva. Que puede que sean comunicantes. Según diversas fuentes, ya habían matices en la relación Marcelino-Mateu. Incluso alguien ha comentado ya que Alemany había advertido al entrenador sobre sus palabras contra las decisiones del club. Si el entrenador es el eslabón más débil, el pulso estaba desvirtuado más todavía en este caso. Con un presidente más ejecutor que ejecutivo de una propiedad poco flexible. Pero la peligrosidad aumentaría de manera exponencial si se pegara una patada a la mesa de la organización realizada por Alemany y Longoria. Cierto es que el segundo vino de la mano del técnico asturiano, pero también es cierto que en el nuevo discurso del club, el de reforzar a los jóvenes valores, Pablo Longoria parece encajar por su vasto conocimiento del mercado emergente.

Puede que esto dé lugar a la reflexión. A que, con el despeje de la ecuación del entrenador, problema para la propiedad, la calma vuelva. Reordenando objetivos, remozando conductas. Se debe tener la lección aprendida que acaparar poder no es bueno. La estructura deportiva y todos los elementos satélites iba de la mano del técnico asturiano. Bien por confianza profesional, bien por confianza personal. Nunca debe volver a pasar cosas como tener los servicios médicos donde el cachopo y la sidra. Puede provocar suspicacia. O insistir en un segundo entrenador del filial con el que se tiene estrecho vínculo. El entrenador de un equipo debe entrenar, no ser una ETT. Y si quiere sugerir para un puesto a determinadas personas, ya depende del club el aceptarlo o no. Porque se irá Marcelino, se irá Celades y el club permanecerá. La plenipotencia nunca es buena. Es personalista e implica cambios a marchas forzadas cuando la cabeza del engranaje se corta. En todo este tinglado, reconducir todo lo que se queda y suplir con garantías lo que se marche, clave para seguir siendo ninguneado por los medios nacionales en los méritos y recibir insultos por las redes.

No tiene más. Sí, nos han hecho campeones. Y ha sido una gozada. Pero, sin estar de acuerdo con las formas y tiempos, como decía Barricada, es el juego del gato y el ratón. Y, en esos duelos, ratones bien parados, solo conozco a Jerry, que siempre zurraba a Tom. Pero Marcelino no es Jerry. Y Meriton sí ha sido Tom.

Por último, mensaje en una botella para Singapur: con poco, esta afición es agradecida. Tocando el cielo, lo es más. Sigan confiando en el poder ejecutivo de Mateu Alemany. Fiscalicen más, si quieren. Pero no se disparen más al pie. Y si ese tiro ha sido aconsejado por algún amigo portugués, no tiene mucha pinta de ser amigo de verdad.

viernes, 6 de septiembre de 2019

Marcelino, a tus zapatos

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Este septiembre nos ha traído una Nochevieja y un Año Nuevo. Lo primero, con el cierre del mercado de fichajes que, para un futbolero, es una mezcla de emoción por las posibles llegadas de última hora y nervios por si eres el receptor de un rivaldazo. Lo segundo, sin nada que ver con el fútbol, por aquello de la vuelta al cole y las promesas bien intencionadas de buenos propósitos, comenzando por perder esas lorzas conseguidas con esfuerzo y tesón en el chiringo de la playa o la tasca del monte.

Como todas las Nocheviejas, hay euforia y fiesta desmedida. Hay palabras fuera de tono y prometer la luna con un capazo de estrellas, si hace falta. Y luego, a la luz del sol mañanero, puede aflorar la vergüenza ante el morreo o todo lo demás, por no ser cosas veredes aquello visto sobre las luces y la barra, mientras el twerking con el anillo pa cuando agotaba la pizca de dignidad. Ahora cambien ustedes la Nochevieja corriente y moliente con la del fútbol y puede que entiendan un poco la actitud de Marcelino en los días previos al cierre. Sobre todo en lo que respecta a sus ruedas de prensa y algunas actuaciones de gestión de vestuario.

El asturiano va mal por ese camino. Repitió automatismos delante de un micrófono con respecto a Rodrigo, como ya sucedió en Santander cuando Zigic estaba más fuera que dentro de El Sardinero, precisamente para venir a Valencia. Un jugador como peso en la balanza de objetivos. Decirlo demuestra desprecio al grupo. Y pensarlo denota ambición tibia. Es indudable que el mérito deportivo está ahí, en aquel 25 de mayo copero y los deberes hechos con la cuarta plaza. Pero la plenipotencia que parece exigir se antoja, desde fuera, excesiva para un entrenador que, con la mala racha de 2018, en el noventa por ciento de los casos, hubiera estado firmando finiquito. Mérito también suyo la remontada. Pero con menos brios delante del micro.

Aunque debe joder que las cosas que van bien, venga luego otro y lo toque. El problema es que ese 'otro' es el dueño, el jefe, el que pone la pasta. Y ha puesto mucha. Más que cualquiera nacido aquí, por ejemplo. Y si no coincide el criterio de uno con el otro a las primeras de cambio, se busca el consenso, que para eso está el Director General. Para poner orden en la casa, por encima de cualquier otra cosa. Pero también es cierto que mejor que en Valencia, Marcelino no va a encontrar otro lugar. Deportivamente, es plaza apetecible. Y dispone de guardia pretoriana en toda la parcela deportiva que le puede permitir trabajar con esa tranquilidad de no tener que mirar de reojo a nadie por si le hacen la cama. A pesar de todo, podrá estar aquí el tiempo que él quiera. Lo único que ha de hacer es ponerse a entrenar y sacar el máximo rendimiento de la plantilla que le pongan entre manos. Vengan de donde vengan y sea quien sea el representante que los traiga. Sigo pensando que no es malo tener de cara a uno de los mejores agentes del mundo. Aunque suene a que las ganas de vender a Rodrigo fuese por una promesa del verano anterior, que tendría todo el sentido si rebobinamos y recordamos el post en Instagram del internacional español, llenando de dudas la celebración copera. Y teniendo en cuenta la variable que la economía del club no es que sea muy boyante todavía. Hará falta cuatro o cinco años seguidos en Champions League y el espaldarazo definitivo a las parcelas de Mestalla para pensar en que se tiene músculo financiero para no estar con la garganta seca por si el último día se marcha uno de los buenos.

Marcelino, a tus zapatos. Saca rendimiento a una plantilla con juventud, experiencia y desparpajo. Seamos valientes. Otra vez.

viernes, 30 de agosto de 2019

Chanclas de pretemporada

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Pues, al final, ese mediados de agosto con el que les citaba el último viernes de julio ha sido casi a finales. Y servidor ha cumplido a pies juntillas aquello de no ver nada de pretemporada. De fútbol en general y del Valencia CF en particular. Desconectado. Solo escuchando ecos de cuentas de Platón, siguiendo sombras. Estando más pendiente de las olas del mar y los bikinis que de cualquier otra reunión en Singapur, Leverkusen o Massanassa. Sin oler el color del césped del balón más allá de ser testigo accidental del entusiasmo del Mallorca de Vicent Moreno en su puesta de gala en Son Moix, entre vinos y pa amb oli.

Por eso, cualquier vociferio que haya pasado en este tiempo me sabe a rancio por personal. Yo, que estaba pendiente del tiempo que pueda hacer en Granada, pasando por Palma y cumpliendo la promesa de no ver nada de pachangas de verano, si tuve ese click-off que citan los modernos. Y es recomendable al cien por cien. Que la primera imagen del nuevo curso sea la del pitido inicial del primer partido de Liga libera mucho lastre de juicios sumarísimos que, en realidad, tienen tanta perpetuidad como escribir en la arena.

Como le dijo Keith a Mick en algún lugar de Europa, las cosas hay que tomarlas con la misma tranquilidad con la que preparas un viaje. Y lo importante es llegar a destino. Sospecho que sería un viaje de esos de no moverse del sofá, pero nos sirve la comparativa. En esto de las competiciones es tal que así. Cargar pilas, energías o depósitos, elijan el símil. Observar, sin más ruido que los ojos inflados por la ilusión, quien de los nuevos puede ser ese jugador que la rompa. O derrochando optimismo, el que pueda marcar una época. Pero pasan tantas cosas que los tres meses de diferencia del levantamiento de copa parecen diez años. O más. 

Cierto es que quizá la dejadez de agosto igual obliga a recuperar opiniones. No sea que un día me llegue un burofax donde revocan mi sentiment valencianista. Pero relativizando, no hay excesivas diferencias entre lo que pueda hacer Lim con su club y lo que han hecho los que estuvieron antes. Directivos que marcharon a Argentina para traer a Aimar, Roig puenteando a Tuzón usando como punta de lanza a Romario y Hiddink o el propio Lim, estrechando la mano de Guedes, previo pago en diferido de 40 millonazos. Son las reglas del juego. Mandar, tocar y trastear. Es más divertido tener un equipo de fútbol que comprar una obra de arte. Con lo primero puedes hacer más cosas, sin duda.

Y todo esto sin contar que la economía sigue fastidiada. Buen camino este de ir remontando con la pasta Champions y demás. Pero hay que escuchar a Alemany en todo su discurso y no en el que interesa. Se respira, pero todavía hay ahogamiento. Y las decisiones ejecutivas se han de tomar con la cabeza fría. Y puede que sea mejor estar a chopocientos mil kilómetros de la Avenida Suecia, para evitar que te griten fill de puta.

Y el entrenador, ¿qué? Pues lo mismo que el párrafo anterior. Hay un dueño y el entrenador ha de entrenar. Si la memoria no me falla, entrenadores con cargo de managers han triunfado pocos. Ya podemos valorar si es porque han traído, aprovechándose de ello, a jugadores conocidos o de la misma cuerda de apoderados. Pero el modelo que ha triunfado siempre el del entrenador que trabaja en el césped y otro tipo decidiendo. Pasieguito, Subirats o Jesús Martínez. Y si de puertas para adentro ha de mostrar el desencanto, que lo haga. Pero delante del micro, incendios no.

Pues ya está. Creo que, para ser la primera del nuevo curso, bastante completa ha quedado. Dita sea, todavía recuerdo el tacto de las chanclas en mis pies. Bienvenidos de nuevo. 

viernes, 26 de julio de 2019

Las pretemporadas del Colajet

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Tiene toda la razón Paco Gisbert. Las pretemporadas son un tostón. Y sí, eran mejores las de antes. O igual no. Pero idealizamos nuestro pasado y nuestra memoria hace una selección positiva. No teníamos 24 horas de información como ahora. A golpe de tuit. Con mucha paja, a veces. Casi siempre. Buscando clics, seguidores y cualquier otra interacción. La tiranía, ya saben. Una especie de Gran Hermano del balón. Gran novedad en el entrenamiento por parte de una de las estrellas del equipo. Suena bien, pero es tan solo que Rodrigo se ha cambiado el color de las botas. Es un ejemplo, inventado, pero podría pasar. Que eso sea bueno o malo ya depende de ustedes.

La idealización del pasado. El verano. En Siete Aguas. Cuando el Tour era Perico y se veía por la segunda cadena. Don Balón comprado del quiosco. Y un Colajet. De esos que podían tener premio en el palo. Y los reportajes de las pretemporadas. Sota, caballo, rey. Con los fichajes más que claros. Esperando la colección de cromos. Y recuerdos random. El Murcia a la cabeza. Y una foto de Moyano tomando un café. Ya ven. La recordé viendo el Instagram de Zaza grabando el buen ambiente y las bromas entre los compañeros del Torino. Puede que no recuerde que cené hace dos días, pero si recuerdo que una pretemporada el Murcia quería fichar a un marroquí y que, en las negociaciones, para que no se marchará donde los pimientos le ofrecían ser futbolista profesional en su país. Recuerdo esperar con emoción el debut del Valencia y poder escucharlo en la radio con el hype por Sixto por las nubes. Y claro, recuerdo, de otros veranos, el Naranja triangular y aquel partido entre los dos equipos extranjeros en el que apareció Arias por el sector 3-4 y se sentó como uno más a ver el partido. Todavía conservo el autógrafo de ese día en la entrada.

Ahora se sentencia con ligereza. Cuatro pases o cuatro carreras bien dadas y la masa decide si es bueno o no para el equipo. Y al contrario. Un desfallecimiento, una muestra de cansancio o un mal control sentencian, desde el pajarito, al chaval en cuestión. Por lo tanto, servidor se ha propuesto una cosa que, de momento, está cumpliendo. Nada de partidos de pretemporada. Ni un minuto. Nada de leer sentencias desde el sofá. Nada de opiniones de fichajes futuros. Nada de listas de entradas y salidas. Nada de sistemas. Por lo menos, lanzados a los cuatro vientos. Esperaré al Naranja, suspirando de nostalgia por aquellos triangulares donde los brasileños venían a pegar patadas y llevarse la pasta y recordaré a Giner decir un verano que al Valencia CF le falta un extranjero de nombre extraño que ilusione a la afición, teniendo toda la razón del mundo. Y luego trajeron a Toni Lambada, con un hat-trick contra el Celta y varios goles fuera de la cancha.

Sí, eso haré. Quien sabe, igual me miro al espejo y aparece aquel niño con su Don Balón, su Colajet y 100 pesetas en cromos. Les dejo descansar de esta cita semanal hasta mediados de agosto, cuando los días van camino de acortarse y septiembre afila sus cuchillos. Espero volverlos a encontrar.

viernes, 19 de julio de 2019

Kang In Lee y el fútbol del siglo XXI

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Ningún jugador es tan bueno como todos juntos. Lo dijo Alfredo Di Stefano. Supongo que quizá en Napolés estén ligeramente en desacuerdo todavía a día de hoy. Y esa frase de Don Alfredo es la que repetía el valencianismo antes de enfrentar el 25 de mayo a Messi y sus colegas de patio como dogma de fe. Y, en ese caso, fue así. En realidad lo es siempre, pero si es cierto que el equilibrio lo rompen individuos con alta capacidad de ser determinantes.

El problema viene cuando catalogamos como determinantes a jugadores que solo muestran destellos intermitentes. Quizá vivir en este fútbol del Big Data, los datos computerizados y los movimientos automatizados nos tiene tan lobotomizados que, al ver un regate rebelde o una finta inesperada, lanzamos las campanas al vuelo y pedimos oro, moro y lo que haga falta por ese jugador.

Cualquier club sueña con sacar un jugador de la chistera que cambie la historia de ese club. O adoptar a uno que sienta el escudo como algo propio. Son opciones que puede que pasen una vez en la historia, quedando para la misma si se pierde la oportunidad y el ejecutor de la decisión. Emery, por estos lares será recordado en este sentido por dejar marchar a Isco con la complicidad de aquella directiva. Por suerte, en el caso de Kang In Lee no tenemos a Manuel Llorente como directivo ejecutor del futuro del coreano. A estas alturas todos sabemos que el directivo de Picassent era más de pájaro en mano ya que de ciento volando a largo plazo. Que es una decisión igual de respetable que otra cualquiera. Pero al final el tiempo pone a cada uno en su lugar, por mucho que el protagonista tenga una versión diferente de la historia.

Cuentan que Kang In Lee es más que un futbolista. Es un reclamo publicitario para el mercado asiático. Ese que parece todo el mundo está empeñado en conquistar, vendiendo por dos reales las anodinas pretemporadas para intentar obtener una porción de ese pastel. A Draper, aquel gurú con camisetas de estrellitas, se le pedía presencia en ese mercado, donde poco menos que el Valencia CF era inexistente. Y siempre hablaba de jugadores que allí tuviesen tirón como un principio para enseñar la patita. Cierto es que poco tirón había en los jugadores de aquella época allí ni aquí, pero eso es otro tema. Pero el coreano es un proyecto hecho en Paterna. Crecido, forjado y modelado desde casa para el mundo. Activo que va más allá de lo que pueda hacer en el campo. Y que Mateu, Anil y Lim han de ver como una apuesta de futuro presente. 

Y la apuesta debe ser firme. No sirve ya ser de la primera plantilla y tener 80 kilos de cláusula. El Atleti ha fichado a un imberbe por 120 largos. Demostrar con hechos que se cree en el jugador, más allá de exigencias de su entorno. Evidentemente, no se puede hipotecar el trabajo del entrenador prometiendo minutos en la planta noble ya que, si eso sucede, en el césped se monta un pollo de los gordos. Pero sí un gesto. Y en el deporte profesional, los gestos se miden con dinero. Una mejora contractual. Mejora de verdad. De las que borran de un plumazo cualquier sirena cantarina. Y a demostrar el gen ganador y ambicioso que dicen que tiene. Que los detractores lo tachan de soberbia. A batirse el cobre con Cheryshev, que puso a Rusia a sus pies hace poco más de un año, Rodrigo, internacional absoluto con España y yerno perfecto del valencianismo, Guedes, Ferran, Soler, Maxi Gómez y todos los que vengan. En igualdad. Sin prebendas. Demostrando de la pasta que pueda estar hecho. Peleando cada minuto, empezando a pagar con sudor. La fama cuesta. Ser MVP en un Mundial sub-20 no garantiza una exitosa carrera. De hecho, es dar un paso más para llegar a ser una eterna promesa que no una realidad en el fútbol de los mayores. Y si no llega, a buscar opciones para convertir en realidad al jugador. Siempre bajo el amparo del club. Sin elementos externos que mareen. Bien amarrado. Bien gestionado. Bien asesorado. Por suerte, este tema lo va a tratar Mateu Alemany, uno de nuestros mejores jugadores en los despachos, no Llorente.

viernes, 12 de julio de 2019

Besar el escudo

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Les confieso que una vez tuve unos principios. Pero como Groucho, ahora tengo otros. En este caso, hablamos de fútbol. Servidor ha vivido diversas fases con eso del juego. Embelesado andaba con la línea menottista de tratar bien la pelota, Clemente y su pragmatismo de aprovechar al máximo los recursos tuvo un gran momento, Aragonés, Guardiola y su Barcelona, Benítez, por supuesto y, claro, la selección campeona de todo, que mezclaba el trato amable a la pelota y el compromiso de morder para recuperarla. También les digo que el juego de Marcelino, agazapados para salir a la contra ha dibujado varias alegrías. Evidentemente, son casi todo referentes de estilos de juego que ganaron cosas, excepción quizá de la etapa de Aragonés en el Valencia CF, donde solo, entre comillas, nos ganó el corazón.

Pues con el folclore futbolero me pasa lo mismo. Será la edad o vaya usted a saber. Quiero pensar que antes, cuando éramos más jóvenes, los que pululaban por el mundo del balón eran más serios. Serios en el sentido de caballerosos, de hombres de palabra. De honrados, si quieren. Quizá, de manera inocente, idealizo que todos los directivos del mundo eran como Vicente Peris. Y todos los jugadores como Claramunt, Fernando o Arias. Y la firma en un papel tenía el valor que en la Fira de Xàtiva un apretón de manos: sagrado e inviolable.

Ahora, la cosa viene diferente. Jugador X firma por equipo tal, subiendo el nivel deportivo y económico. Por supuesto, todo son palabras y buenas intenciones. Amor eterno a nivel "tú-hipoteca del banco". Material para tabloides con clausula estratosférica. Este se jubila aquí, dice el aficionado, pensando que si viene algún pez gordo con la chequera, por lo menos se puede rellenar el vacío con varios jugadores. Para reparar la marcha de Mijatovic, Roig se trajo a Karpin, Romário y Vlaovic, por ejemplo.

Las clausulas no sirven, el jugador jugará donde quiera. Y si en el club se enrocan, el jugador, para forzar la salida, busca tretas, vídeos supuestamente robados mostrando su disconformidad o pildoritas en sus redes en las que traslada el descontento. Joaquín, antes de pasar de futbolista a comediante, lanzaba mensajes desde Florencia suspirando por volver al Betis. Y no es más que el circo mediático. Como besar el escudo.

Besar el escudo es el nuevo beso de la muerte. Como el de Michael a Fredo. Hemos asistido a bochornosas demandas nada más aterrizar jugadores. A llantos por la marcha y alegría, previo paso por la peluquería, en el nuevo destino. Y, como les dije arriba, una vez tuve unos principios. Esos en los que pensaba que para besar el escudo hay que ganárselo primero. Desconfío mucho de quien besa y abraza de buenas a primeras. Pero ahora, a fer la mà, quiero, preciso y demando espectáculo desde el primer día. Como dice Javier Aznar en su maravillo podcast Hotel Jorge Juan en Vanity Fair. Espectáculo desde el minuto uno. Show, foto, snaps, stories de Instagram y tuits que levanten polvareda. Luego, el rendimiento del campo dirá si es un dels nostres o un cantamañanas.

viernes, 5 de julio de 2019

La presentación que nunca falla

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Nunca falla. Con más o menos pomposidad estas cosas del fútbol moderno son la cita inexcusable del verano. Donde antes había trofeos veraniegos, ahora hay presentación de camisetas. La fanfarria puede ser mayor o menor, en directo o virtual, pero no hay inicio de pretemporada sin presentación de camisetas. Ya saben, hay que hacer sonar la caja registradora. Si la memoria no me falla, hubo años donde la presentación de camisetas coincidía con el primer fichaje. La típica foto sujetando la camiseta que era la nueva de la temporada, con modificaciones mínimas o incluso sin ellas y a correr. Que de eso se trataba. Correr y sudar la camiseta. Que sería más o menos bonita dependiendo de los éxitos o fracasos que se consiguieran.

Secretismo. Falsas filtraciones interesadas. Incluso un director de marketing con la camiseta fake presentando las camisetas de verdad. Todo vale en esta era de información superlativa, exagerada. Y, por supuesto, nunca hay unanimidad. Que si parecen pijamas, que la marca tal sí que molaba, que son copias de lo que lleva tal equipo que cobra más y varias disertaciones que nos convierten en refunfuñadores oficiales desde nuestros sofás. Y miramos hacia atrás con nostalgia. A Rasán, Ressy o Luanvi, cuando éramos jóvenes. A senyeras deconstruidas a partir del hombro o caídas en franja. Buscando, sin decirlo, aquella nostalgia de la final de copa de Kempes y Carrete.

Ahora se vuelve a vestir Puma, tras el paso por Adidas. Dos marcas alemanas con un principio común, que se separaron por lo de siempre. Con Puma se retiró Arias, Don Ricardo. Con la misma marca se puso por penúltima vez Kempes la camiseta del Valencia CF, en su partido homenaje, compitiendo en goles con Romário. En aquella época se jugaba bonito pero poco más si medimos la cosa por títulos, con Guus en el banquillo y su lucha contra el juego feo y los nazis. Desde ya se abre una nueva dimensión para el valencianismo. Parece que estos alemanes muestran más cariño que sus primos, con cuidadas campañas de marketing que pretenden contar una historia, que es la propia historia del club y su ciudad. Las camisetas, como en botica, para gustos colores. Nada de eso va a cambiar. Si no nos pusimos de acuerdo con Fernando y Arroyo, o con Parejo, no vamos a ser unánimes con los diseños de las equipaciones. Ni que fuéramos ingleses.

Al final, el debate queda para eso, para nada. Lanzamos al mundo la opinión personal como el que planta un árbol cuando no es más que un garabato en una pizarra que se borra casi al instante. La militancia, ya hace tiempo que no se usa esa palabra, te impulsa a comprar todo aquello que lleve el escudo del murciélago. Servidor cargó la del Centenario dorada, por aquello del talismán copero y fecha extraordinaria. Y alguna de Luanvi por casa habrá, de las finales del 99 en adelante. Antracita, creo recordar. Que no supimos hasta aquel día que era un color. Poco dado al merchan de camisetas que es uno. Más de libros, puestos a elegir. Pero, sin duda, Puma ha comenzado con buen pie su segunda etapa en el Valencia CF. Esperemos que, al final de todo, pasen a la historia. Entonces serán de las más bonitas, sin duda.   

viernes, 28 de junio de 2019

Porteros al peso

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Permítanme la expresión del título. Por aquello de frivolizar un poquito con el mercadeo y la carnicería. Pura mercancía en esto del balón. Si no han estado tocándose la entrepierna a dos manos en la costa española con desconexión total, sabrán ustedes que el Valencia CF tiene nuevo portero. Automático no, holandés. Titular en esa selección. Comprado, según cuentan los vendedores, por 35 millones de euros. Un tío que, a primera vista, parece simpático. Se ha dejado llevar con la presentación viral en redes, con sus zuecos holandeses y todo. Y sale de su zona de confort para intentar volver a ser protagonista cada semana en Liga, con permiso de Jaume, por supuesto. Cillessen llega en madurez futbolística, con 30 años, una edad perfecta para un portero. Cañizares llegó con 28 largos después de chupar banquillo a la sombra de Buyo primero e Illgner después, por si les puede servir como referencia alguna.

Neto toma el camino inverso. Los tabloides deportivos hablan de 26 millones fijos más nueve en variables. Y claro, allá arriba sacan pecho de vender a un suplente por 35 y comprar a otro por 26. Sí, está claro, se que piensan. Pero ellos no piensan. Están alienados y un poco rabiosos con aquello del mercadeo, donde el menú son refritos o reposiciones. Es normal, oigan. Floper compra bien y, sobre todo, vende de categoría. La marca, supongo. Y nosotros, comprando palomitas para ver como sacan espumita por la boca.

La verdad es que se avecina un poquito de desierto en este verano para los blaugrana. De Ligt prefiere a Ronaldo antes que a Messi, De Jong queda muy atrás en el tiempo futbolístico y han firmado a un portero brasileño que no es de los tres mejores de ese país, tomando como referencia las presencias internacionales. Lo ha jugado casi todo en el Valencia CF, pero Marcelino lo ha dejado marchar. El patidor blaugrana, no el soberbio culé, pensará mientras restriega el tomate en el pan tostado "¿Y si los del Valencia nos la han vuelto a colar?" Y encima, el tío sigue de vacaciones en Brasil, presentado en redes con un montaje trucado cutre-salchichero pegando escudo y publicidades del Barça que dejan a los cromos pintados de las colecciones de los 80 como verdaderas obras de arte. Y encima, parece que Denis Suárez no va a seguir los zuecudos pasos de Jesper, por lo que la caja no sonará.

Y aquí, recordando aquel verano del 99, resonando en nuestras cabezas aquel "Que maravilla. Lo que acaba de hacer Mendieta", de José Ángel de la Casa y brindando todavía por lo vivido hace un mes, tranquilos como el agua de una piscina en Les Barraques. Es lo que tiene la tranquilidad que da el haber rascado título y volver a ser equipo con estrella. Y bueno, ese calor que parece que aprieta pero no ahoga, de momento. Pero claro, la cabra tira al monte y ya nos encargamos de discutir airadamente con el aire acondicionado enchufado sobre la belleza de las camisetas de la nueva temporada. Si no fuese así, no seríamos Valenciastán, ¿no creen? 

Sigan con sus cosas del principio del verano, ahora que los días son más largos que nunca. Brinden por sus santos favoritos, servidor Sant Pere, y disfruten de las cositas molonas de la vida. El Valencia CF sigue estando en buenas manos y ahora no conviene tener acaloramientos. Recomendaciones contra la ola de calor, ya saben.

viernes, 21 de junio de 2019

Cambio de cromos

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Es lo que más mola del verano. De hecho, a servidor le sigue molando ese picorcillo de abrir los cromos. Más de cuarenta años tengo. Pero hace bastante tiempo decidí no aparcar del todo el niño que todos llevamos dentro para disfrutar de esas cosas que nos encantaban de nanos. Y comprar cromos y abrirlos es una de ellas. Rememoraría el jugar al PC Fútbol, pero es algo que no está al alcance por no haber actualizaciones recientes que sean solventes. 

Los cromos, decía. El mercadeo de los repetidos. Los cambios. Eso es. En estos días me imagino a un Mateu imberbe, con mirada de pillo, pantalones cortos y tirachinas en el bolsillo trasero del pantalón mercadeando, en la plaza del pueblo, con el chaval listillo que lleva un taco gordo de cromos como erróneo símbolo de poder. O, en cualquier caso, tan solo poder económico. Y el pequeño Mateu sacando rédito de un cromo repe, un poco gastado y que ya no tiene el valor de antes por aquello del desgaste. Te cambio este por estos tres, ya ves, para que los quieres, si mira el taco gordo de cromos que llevas, te hago un favor antes que se los coma el perro y, de paso, ganamos todos. Si no quieres no pasa nada, luego he quedado con otro chaval que también tiene. Cara de poker del que sabe que tiene buena mano.

Con el cambio de porteros, parece que se consigue beneficio en todos los puntos de vista. Una relación profesional enquistada entre portero y entrenador, por lo que cuentan, de esas que tarde o temprano llegan a interferir en la buena salud del grupo y un recambio de garantías, más por la trayectoria internacional del recién llegado que no por sus apariciones domésticas. Holanda, a pesar de la opinión que tenemos por aquí de su actual seleccionador, es una selección emergente que parece va camino de recuperar el espacio perdido en estos últimos años. Y, salvo sorpresa, el portero defenderá al Valencia CF. O, por lo menos, estará en nómina. Le tocará pelear con Jaume y quien alterne con el filial, por lo que la sana competencia puede volver a beneficiar al grupo.

De Neto y la percepción de bon xic a la vez que solvente portero poco se puede hablar que no se haya contado. Hizo grandes intervenciones salvadoras, demostró solvencia sin estridencias y podría, de haber querido, ser un portero que permaneciese en el recuerdo colectivo. Ser portero de Champions, con todo el escaparate que eso conlleva y su recuperación para la élite después de Turín. Ahora vuelve a la casilla de salida. A un gran club, uno de los mejores, pero con desventaja nuevamente en eso de ser titular. Los que no llegamos a profesionales nos cortocircuita el cambio del gusanillo previo a un partido por una nómina libre de preocupaciones. Seguimos siendo niños y priorizamos el jugar sobre todas las cosas. Pero ser profesional es otra cosa. Quizá por eso estamos donde estamos y ellos están donde están.

Por último, aunque no tenga nada que ver con los cromos, un recuerdo sentido al periodismo que anda pasándolo mal por aquello de decisiones empresariales. Desde fuera no se entiende que se debiliten redacciones por muchos planes estratégicos que se hayan trazado. Es como recortar en marketing cuando las cosas van mal dadas. Perdemos todos, los lectores y quienes hacen los periódicos, programas de radio y televisión. Seremos más fuertes si tenemos más buscadores de noticias que nos hagan pensar. Hoy es Levante-EMV, Levante de Castelló, Superdeporte y la 97.7 Radio. Mañana pueden ser otros. Ánimo y fuerza, muchachada. 

viernes, 14 de junio de 2019

Gayà, Tendillo, Silva y Kang In Lee

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Mañana hace tres semanas que Parejo levantó la copa. Y parece que haya pasado un mundo. Ya se piensa en la próxima temporada, ya se lanza la campaña de abonos para que los aficionados, calculadora en mano, vayan sacando sus cuentas sobre el gasto que les va a suponer este vicio llamado Valencia CF. Y, a falta de pan, tenemos dos Mundiales en marcha. El Femenino, donde hay partidos verdaderamente divertidos en el que se muestra la riqueza táctica y técnica sin mentiras ni postureos y el sub-20, donde Valenciastán tiene puestos sus ojos por obra y magia de la perla asiática, Kang In Lee. Ya saben, el chaval coreano del que se burlaban, dicen algunos, en las celebraciones de Copa.

Somos así, pobres de sentimiento. O viejos. O agoreros, tomen el nombre que les plazca. Cuando al pobre le van bien las cosas, se escama porque no sabe de que lado le va a llover el bofetón que lo vuelva a la miseria. Varios han sido los chavales que han protagonizado portadas cuando eran imberbes llevando la losa de promesa que viene. De esas que sacan de pobre a cualquier equipo. De esas que pueden ser bandera eterna del club, contando los años en 'Antes de Fulano/Después de Fulano'. Y con Lee vuelve a pasar. Ser finalista en un Mundial sub-20 no garantiza que vayas a ser una estrella, pero se prefiere ver el vaso medio lleno. Y salen verbos que abrazan el proteccionismo, como si fuéramos unos Trump de la vida. Proteger, cuidar, mimar. Como si durmiera en la calle futbolística. No hace mucho, cuando una cantinela parecida surgía con Ferran Torres, hablando con un directivo de la Federación Valenciana me decía que tenía hechuras para ser figura, pero que no es solo el talento lo que pesa para llegar, hay otras cosas. Y esas otras cosas son tanto del entorno del jugador como del propio club. El club sabe que lleva entre manos. Probablemente más que usted y yo. Y si no más, que seguro que sí, hay personas que toman decisiones y cobran por ello. Por lo que mientras usted está descartando otra vez la operación bikini dando buena cuenta al helado de vainilla con nueces de Macadamia, otros andarán valorando las opciones tácticas, las fases de crecimiento físico y la mejora de rendimiento para que la nueva perla de Paterna lo sea de verdad.

No podemos dejarnos cegar por los highlights, las mejores jugadas. Con vídeos Pasieguito no fichó a Kempes ni a Mijatovic. Probablemente Lee pueda tener buenos veinte minutos, treinta a lo sumo, en esa élite que marca un club como el Valencia CF. Y ya es, como demostró en la eliminatoria contra el Getafe. Pero hay que optar por mandarlo de Erasmus para que se curta o que aprenda al lado de Gabriel, Gayá, Soler, Rodrigo, Parejo o los que estén. Tanto allá como acá va a aprender, sin duda. Allá puede que viva el recelo del que se siente amenazado por el talento precoz, sin la manta de calor que proporciona el ser de la casa y de un paso adelante en competir de igual a igual. Acá puede que se empape de las virtudes de un vestuario campeón y un entrenador que sabe que es eso de la cantera, por venir de Mareo. Pero solo dependerá del propio jugador aprovechar las enseñanzas. Tendillo o Gayá no pasaron cesiones, siendo piezas clave en aquel y este Valencia CF. Silva tuvo que hacer rodaje en Eibar y Vigo para volver con galones. Y Alcácer salió para volver, golear, ilusionar y ser vendido por un pastizal. De todos lo colores y de todos los sabores, como en la Horchateria Paco con los helados.

Sea lo que sea, que se realice de manera consensuada. Preguntando al chaval. Con Marcelino presente. Dejar de ser promesa para ser, a todos los efectos jugador de primera plantilla. No a efectos contractuales, que ya lo es. Con mismo rasero, con misma exigencia. Que no es cuestión de talento nada más. Que hay sacrificio y reglones torcidos. Que aquí gusta lo bonito, pero más gusta ganar. Y talento sin sudor no sirve de nada. Por lo menos aquí.

Por cierto, dejen el helado. Que luego va a venir Puma con sus patrones estrechos y van a ser la comidilla del chiringuito y del Trofeo Naranja.

viernes, 7 de junio de 2019

El Valencia CF vende

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El Valencia CF vende, sin duda. No les hablo de jugadores ni parcelas, aunque eso también parece que se vaya a vender. Hablo en general, a los de acá y a los de allá. Vende en positivo e intentan, pasando Almansa, que vendan en negativo. Se hizo desde aquí una algarabía por una narración, espectacular, por parte de Miguel Ángel Román, de uno de esos minutos de locura que da el fútbol. Sin pretenderlo ninguna de las partes, los acontecimientos convirtieron esa narración en bandera del optimismo y, desde allá se cambió el traje para mostrarlo como una burla a un canterano azulón y, por extensión, a un equipo con un excelente rendimiento. Teléfono loco, parte uno.

El Valencia CF vende, sin duda. No tanto su victoria en la Copa, vestida más como una derrota de una de las niñas bonitas de la Liga y trasladando el foco a la final de Champions, su ambiente, sus cifras y su todo, no sea que alguien no se entere que se juega en la capital, ombligo informativo, deportivo e incluso meteorológico. Suerte hubo, en cierta manera, de no haber ganado la Copa ante la otra niña bonita, el Floperteam, porque quizá al valencianismo lo hubieran colocado en el tablón de enemigos públicos, junto con los lazos amarillos, las rastas de diputados y, porqué no, incluido dentro de alguna trama de corrupción de la Gurtel. Teléfono loco, parte dos.

El Valencia CF vende, sin duda. Colocando bien grandes los titulares en la investigación por el amaño de partidos relacionados con las apuestas. Poniendo en duda la legitimidad de la consecución del objetivo Champions cuando no era más que un convidado de piedra en el biscotto raulbravista. Rebotando ya noticias sin atisbo de contraste, en todas partes cuecen habas, de compra por parte de Marcelino, Parejo, Lim, Alemany y la Geperudeta para con los chicos pucelanos de Ronaldo, el bueno. Pasando de puntillas que cierto equipo de Madrid puede que haya ofertado pastuqui de la buena para que la plantilla entera del Valladolid se pegue unas buenas vacaciones pagadas. Pero esto no sale. Como tampoco que hay tres jugadores que han pertenecido al Real Madrid. Con cualquier medio centro bueno que hacía Raúl Bravo cuando jugaba se llenaban portadas y ahora, como si no existiese. Ni tampoco se cita a Borja Fernández y como engañó a todos, con esas lagrimas de cocodrilo manchadas de sucio dinero rompiendo, seguro, el mito de algún chaval pucelano por su, ya no, excelente capitán. Teléfono loco, parte tres.

Pero el Valencia CF vende, sin duda. Porque esa alegría de hace ya casi dos semanas va a durar, mínimo, hasta que ruede de nuevo el balón. Y este verano no hay competición de selecciones que despiste esa alegría. Campeones hay que decirlo más. Y bombo de la Champions. Y esa Copa, que va camino de tener más huellas dactilares que el picaporte de la puerta de los baños de una discoteca. Reactivando negocio con la Copa. Y la Champions. Usando Mestalla como escenario para que todo el tejido empresarial valenciano entienda que el Valencia CF está al alcance de todos. La Business Night, noche de los negocios, una excelente idea para asociar y tejer comunidad. Porque, a pesar de los teléfonos locos, ir de la mano del Valencia CF vende, pero en positivo.