miércoles, 28 de agosto de 2013

De francachela con Vincent Cassel (que anda jodido el pobre).

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Amigo, lo siento. He leído lo tuyo con Monica en LA Internet y luego habéis sido portada de los corrillos catódicos del colorín, esos que endulzan la previa de las hostias de las noticias de la vida real. Supongo que andarás pelín jodido, porque tu señora es eso, una Señora con mayúsculas. Pero míralo por el lado positivo. Tu legado está a salvo en este mundo, y has sido capaz de tenerla catorce años a tu vera y tener el lujazo de verla despertar cada mañana con la cara lavá, que dice la copla. Que si, que se levantaba con un humor de perros y hasta que no se tomaba su café no te decía 'Bonjour Vin', pero, chico, eso pasa en casi todas las alcobas del planeta, así que no me seas tiquismiquis.
Ahora igual tendrás que aguantar un poco el babeo, y alguna faltada, del personal, pero es algo normal. No te has separado de Rosie O'Donnell, que si, muy maja y todo eso, pero ni punto de comparación. Tú sabes perfectamente a lo que me refiero. Pero nada, tú, oídos sordos, que esos mendas no te llegan a la suela del zapato, y sí, aunque hay cosas sinceras por ahí, eres the real madafaca.

Algo no iría bien en vuestro nidito porque, según me cuentan, las separaciones por trabajo eran cada vez más largas. Pero bueno, luego los reencuentros son más molones, con más pasión, en plan gel To Play y tal. También es cierto que las hipotéticas canitas al aire y los filtreos hayan podido ser más frecuentes por tu parte y, aunque se que eres un caballero, hay momentos en que no dejamos de ser primates ligeramente evolucionados. Y jugando un pelín a Celestina, igual eso a ella le haya podido mosquear un poco. Tú por ahí rodando y ella en la casa de Roma - la casa se la queda ella, ¿no? - con la pata quebrada, tomando capuccinos hasta el hartazgo y Fontana di Trevi arriba, Piazza de Spagna abajo. Que oye, caminar es bonito, pero lo mucho cansa.

Te decía que vas a tener que aguantar correa con esta movida. Y tus colegas fijo que sueltan su retranca. Seguro que alguna chufla por parte del cabrón de Matt ya te ha llegado vía WhatsApp Golden Premiumm, esa aplicación que solo tenéis unos cuantos elegidos, con los muñequitos en color dorado en vez de verde, donde el double check SI significa que el destinatario ha leído el mensaje. No seas muy borde con el pobre Matt, necesita un poco de cariño después de rodar el truño de 'Elysium' y ha ido hecho unos zorros jugando a los marines modernos, con una especie de calculadora en el pecho o algo así y rapadito al uno. Rollo Waterworld y eso, no te digo más.

Con quienes si has de tener cuidado es con Daniel y con George. Sobre todo con George. Anda un poquito ocioso con sus movidas, y ahora ha soltado el bulo que es un tío con muchas inseguridades y todas esas gaitas poniendo cara de cordero degollado, para que todas que se le acerquen, (Rosie, tú no) suelten un suspiro y un mohín como cuando ven gatetes en Instagram o cachorritos de cerdo vietnamita y les salga el rollo madre para luego ser Electras en potencia. Daniel va de Bond todo el rato, como con cara de reflexivo después de montar un mueble de Ikea con la luz apagada y sin mirar el plano. No te fíes del gatito de Chesire, pero tampoco le hagas tampoco mucho caso si te dice que ha quedado con una morenaza en el Palazzo Manfredi, - porque decías que se quedaba al final en Roma, ¿verdad? - que seguramente será su Rachel, que en fondo, está muy calzonazos, con emoticonos con corazoncitos en los ojos, por su mujer.

Así que, igual lo mejor es que le pidas a George el llavero de Playboy que abre su casa del lago Como para que estés allí unos días o, mejor, te pires para Croacia y sus playas azules y modelos eslavas.
Tú tranquilo, que una mancha de mora con otra se quita. ¿Estos billetes de avión para Roma dices? No hagas caso, es que nos vamos Nada Importa y yo a ver si nos compramos unas Lambrettas vintage, que nos hemos hecho ultra hipsters.

Cuidate Vincent, eres sangre de mi sangre, hermano.

Paz y amor.

lunes, 26 de agosto de 2013

La cocina de los helados. Año VII.

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Hay cosas de las que uno se muestra agradecido. Que te roben un beso, que te provoquen un orgasmo, que te aconsejen no ver 'Elysium' o que no le entres a la morenaca del final de la barra del after en Jávea que te hace ojitos porque es más bien morenaco, merecen el respeto y el aprecio de las personas que te han proporcionado esos placeres o evitado aquellos dolores.
El que le abran las puertas a uno de la casa donde viven, lloran y aman los moradores de la misma y darle cobijo, alimentos y charlas bien regadas, es para ofrecer la más sincera de las reverencias desde el fondo de nuestros adentros. Esta claro que toda regla tiene su excepción en esto de la hospitalidad, pero, si esto pasa, es tan fácil como arrojar un 'gracias por todo' y poner arena de por medio.
La casa de uno, les decía. Pues bien, imaginen a un cocinero y su casa, que no es más que su cocina, y todo aquello de la hospitalidad honesta. Y a un bulto sospechoso en ella, como si de un 18th Man de America's Cup se tratara. Pues eso mismo fue lo que pasó en aquel lejano, largo y cálido verano de hace un par de semanas.

Presentaban las gentes de La Matandeta, maravilloso lugar y buenos arroces, sus Jornadas Gastronómicas de la Cocina de los Helados, un loco invento que ya va por la séptima edición, donde el helado deja de ser el rush finale en el postre para mutar en un complemento y acompañamiento perfecto de carnes, verduras y pescados. Y con esas nos plantamos en el Balneario de Chulillacon su albornoz molón, vacile piscinero y mesa puesta a cargo de Toni Fernández, jefe de cocina del balneario y Rosalía su mujer, excelentes anfitriones de una previa al gran estreno, con la ginebra como perfecto conductor de la francachela veraniega de sobremesa nocturna a la luz del candil de su terraza.
Se notaban los nervios de Rubén Ruiz, jefe de cocina de La Matandeta ante el estreno. Si Loquillo necesita su innegociable calma antes de salir a escena, la propuesta atrevida de este maridaje con los helados del maestro Llinares, no iba a ser menos. Y mal andamos si no hay cosquilleo en el estómago, compañero. Menos mal que de subalterno tenía el lujazo de Toni y su equipo, generando una tranquilidad budista que permitía el chascarrillo entre montajes de los platos, cerca de cincuenta comensales esperaban, y un casi seguro tiro hecho por lo innovador y divertido de los platos. Así que, aunque tenía mandil con mi nombre en cocina, me dispuse a zorrear - por el bien de ustedes, no se crean -, un poco entre los comensales y sentarme a la mesa como el que se sienta a ver un monólogo de Raquel Sastre, esperando la diversión y la sorpresa.

Y muy bien, oiga. Vericuetos de la Ciudad de las Artes, por un lado, interesantes notas de los vinos a cargo de Toni Arraez, anécdotas afrancesadas divertidas de Maria Dolores, la mamma del clan Matanda y mucho Instagram, Twitter y momentos compartidos por los comensales. Y vino. Mucho vino. Arraez mola, arriesga y divierte con la Verdil que da gusto.

De los platos, imposible quedarse con uno. Por diversión, me quedo con la zanahoria de la menestra, con el carpaccio y con el maravilloso codillo, por nombrar algo que raya la - muy personal - nota más alta de un fenomenal servicio de siete platos, y que recibió el aplauso de los comensales cuando los cocineros y sus ayudantes se presentaron en la sala a agradecer nuestro buche.

Para degustar este menú, tienen todo el tiempo que les permita mantener la hoja del calendario que marca Agosto, aunque, siendo justos, debería permanecer hasta el equinoccio de otoño, por aquello de respetar a la única estación que existe: el verano.

Coda: Si son de los que profesan lo de la comparativa de las imágenes y los miles de palabras, dos visiones del evento, a cargo de Arantxa Tarrero (las damas primero) y Ximo Manglano.

Coda 2: Lo de las imágenes es aquí.

viernes, 23 de agosto de 2013

La ley innata del viento.

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Una racha de viento nos visitó
y al árbol ni una rama se le agitó.
La canción de que el viento se parara
donde nunca pasa nada. 
(Extremoduro. La ley innata.)

Las nubes empezaban a asomarse mientras el viento soplaba intentando ser una calima africana a este lado del Mediterráneo. Sí, ya se que Elmore Leonard decía que no había que empezar una novela hablando del tiempo que hace. Pero esto no es una novela, al menos de momento, y la absurda, estúpida y típica realidad es que ese fue el comienzo.

Del fin.

Porque ambos sabíamos que no iba a ser eterno. Que las charlas arreglando el mundo al calor del vino tinto en días de pantalón viejo, mientras dejamos el reloj en la nevera, no serán lo mismo.
Ni mojarse bajo la lluvia, embriagados de gintonic. Ni corear a viva voz 'Rock & Roll Star' con tu olor a Light Blue, sin Instagram que nos asista, ni perra falta que nos hace. Que para eso ya tenemos a nuestra nariz, para lo bueno y para lo malo ilegal.

Porque nuestra nariz tiene memoria. Nuestro olfato, más bien. Que nos llevará, - en hora punta del suburbano en cualquiera de las frías mañanas que, como las golondrinas, volverán - a las tardes de ayer, con quesos y jereces, oliendo tu sonrisa.
Sonrisa de tu boca. Como nuestra boca. Que también tiene memoria. O nuestro gusto, más bien también. Que nos sirve tanto para reblancecer al más estirado de los críticos, como para comparar los besos que robaré, sin dudarlo, y que serán igual, pero distintos, a los de aquella vez.

Porque el rodar de verdad del balón, nos marca el fin del recreo, aunque nosotros seamos de jugar y besar el escudo de Nunca Jamás. Y aquellas nubes asustadizas, malditas masas de agua, nos indican que es hora de relativizar de verdad, de cumplir aquellas promesas, camufladas en nuestros brindis a la Luna, mientras viajamos a mil ciudades y bodegas solo con descorchar alguna de sus botellas, viajando al centro de sus tierras, como si fuéramos juliosverne de las viñas, laderas y puertos con mar o montaña, con sus barras de bar que nos reciben con los brazos abiertos.

Preparemos el champagne, las uvas o las tellinas. La guerra es mañana, prepárate hoy, porque suena música para traicionar.

Feliz año nuevo.

Porque el año empieza en Septiembre.

lunes, 12 de agosto de 2013

Actitudes de Agosto.

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Pues cada uno se solaza como puede. O como le dejan, que pareciendo lo mismo, no lo es. Se puede permitir el poder remolonear en la cama, en el sofá o en la hamaca. Puede comer cuando le marque la gana, que es una manera muy del terreno de hablar del hambre, sin ningún tipo de horario más que el de las tripas. Las sobremesas son maravillosas, con temas variados e intrascendentes, salvo al tercer gintonic, en el que nos ponemos en plan estadistas de puro y oronda tripa y solucionamos en cuatro tragos todos los problemas, desde los de nuestra comunidad de vecinos hasta los millones de los mafiosos de corbata y sobre. Y nos sale el Robespierre de guillotina fácil que llevamos dentro.

Es época de enamorarnos furtivamente de chicas color caoba, de paseos a la luz de la luna, de decirle 'hasta mañana' al Sol con no más ropa que nuestro bañador y la toalla, de licores caseros, anises dulces, de echarte de menos, de muchas muertes de uva cocinada, sin más armas que un sacacorchos, disfrutando de ellas con cada lagrima que corre por las mejillas del cristal de las copas, de bailar como si no hubiera un mañana. De vivir, de sentir. De ponerse de pie y volverse a sentar, porque a los oficios vamos a jugar. De eso, de jugar. De volver a hacerlo.

De volver a disfrutar del chocolate, del acné juvenil, de los buenos días a las doce de la mañana, de las buenas noches a la madrugada, de hacer cara de viernes siendo lunes, de reír y llorar con la cantidad de 'eau de sobac' que circula por el mundo, de grillos y chicharras, de seguir llevando camisa, de carcajadas con Viviendo del cuento y los problemas del primer mundo del Animal Social.

De saber, otra vez, que fue Fredo. De comer helado en seis platos diferentes. De baños en agua fría que ponen el contador a cero. De porros de Tarifa o de más abajo. De refugiarse, nuevamente en brazos de la mujer madura a través de sus páginas.

De todas estas cosas que se pueden hacer en esta época, llamada Agosto, domingo o cualquier día de cualquiera de nuestros años de obra y gracia.

Supongo que poder hacerlo es el secreto.
Seguiremos investigando.