domingo, 22 de julio de 2012

Malos tiempos, buenos tiempos.

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Malos tiempos para la lírica, cantaban aquellos. La gente sale a la calle a pedir un poquito de por favor, que el refrán de Dios apretando pero no ahogando va a ser solo una licencia poética, porque los cabrones siguen apretando, estrangulándote (nos) de manera que nuestro color pasa de ser azul pitufo a morado vino crudo. Malditos. Por vuestra culpa, cabrones, igual tenemos parte nosotros también, no podemos estar pendientes con nuestros cinco sentidos del próximo chiringuito dominguero de martes en el que cocernos al vino blanco, balbucearle a la guiri de turno y pensar en que nombre bautizarnos cuando estemos cerca de la Riquelme.
Gracias a vosotros, nuestras maletas, quien pueda hacerlas, estarán un poco más vacías de alegría y despreocupación. No sabemos si volveremos a ver a nuestros amigos en nuestra tele, porque la habéis secuestrado y mutado de vaca suiza a vaca africana como un cirujano plástico chapucero y ahora que no la queréis, le metéis hachazo y santas pascuas. Vais a darnos más cera para hacernos más complicado el escuchar jazz, rock y todo aquello que nos pone, con el drama que supondrá esto para alimentar las páginas de este rincón. Vais a conseguir que Batman tenga que esperar a tiempos mejores, perdiendo la mano esta vez y no poder ver a la Hathaway hacer miau si no me la ofrecen mal grabada entre refrescos de terraza.
Pero tengo malas noticias, caballeretes. Esto sigue rodando y cerrando alguna puerta se abren muchas ventanas. Viene un hijo de Alex y Natalia, que no escuchará nunca a Justin, la gente se sigue declarando a la luz de la Luna, descubrimos sitios fantásticos como Pandora donde nos dan de comer bien y nos tratan mejor, aún con nuestras borracheras de disfrutones, que es como decir foodies pero en castizo, princesas irán a Graceland a soñar con los movimientos de cadera más famosos de la historia, el humo volverá a las barras de bar cuando estemos solos y nuestras yemas de los dedos seguirán rozando cuerpos de mujer, mientras el Animal Social seguirá rugiendo como nunca, a pesar de las tumbonas de verano. Alena nos enseñará a base de vodka, cambiaremos a Aladdin De Colo por el Pitbull Rafa, a Alba por El Pintita y a ti por cualquiera que me caliente esta noche, aunque me arrepienta cinco minutos después de la petite mort. Y nos espera London, que nos llama a ritmo de The Clash, y Sa Roqueta, y Denia y algún lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme. Y está El Lobo, el Italiano y la rubia Montiel, que tiene nombre de amontillado, y sus guitarras al once. Y que cojones, estás tú y estoy yo, y seguro que como esta lista de cosas que me pasan a mi, tendrás las tuyas propias, robadas y prestadas. Y no nos quitaran las ganas de vivir como si no hubiera un mañana y tratar de no morirnos nunca. Y si así fuera, un placer habernos conocido.