miércoles, 21 de diciembre de 2011

JUNTALETRAS. CAPÍTULO VII

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Llueve. Sí, ya sé que es un recurso fácil para empezar cualquier cosa, pero en este caso es verdad. De buena mañana está jarreando a base de bien, pero de otra manera a la de allí. Incluso aquí el olor es diferente. Allí huele a campo, aquí huele a coche nuevo. O al menos, eso me parece a mí. Aunque también a mí me parece a veces que esto es una mierda y no huele a estercolero, por lo que no se si soy de fiar. Y menos hoy. Supongo que es uno esos días en los que te preguntas que haces en este lugar de rotación y traslación, para que alguien te puso y porque. Veo la City desde mi ventana. Otro recurso fácil, la lluvia cae sobre el cristal en un día gris y el sonido del tráfico me llega de lejos. No es preciso abusar tanto, pero me siento como el guionista de mi única novela, esa que siempre gano y me caso con la buena. Citando a los maestros, sin vergüenza y con dos cojones. La guitarra acústica en un rincón, muda y esperanzada en poder hablar. No tengo ganas de octavas ni ejercicios. Conociéndome, puede que me dé por tocar canciones tristes, acordes grises, nostalgia del emigrante, así que mejor dejarla ahí para mejor ocasión. Y además, esta noche canto, aunque estos medicamentos locales son igual que efectivos que un caramelo de menta y, como me toque subir igual que estoy ahora, puede que se me vaya el gallo por peteneras y la liemos parda. Tendré que activar el plan B del whisky sin hielo. Joder, pensando en beber y solo serán las 5 de la tarde en aquel rincón del mundo llamado Australia. O igual ni eso. Con el café a punto de salir, abro la ventana al mundo, que no tiene cristales y sí pantalla liquida de ocho pulgadas. Trajes, banquillos, cambio de collares para los mismos perros, estatuas de cera que vienen y van, los creativos de la chispa de la vida provocando una sonrisa al mundo y colas para dejar de ser inquilino de la del paro en todas las “Doña Manolita” del país. Tampoco parece que haya cambiado mucho la cosa. Me río con el correo que me ha mandado M, con su nueva imagen de Cindy Lauper, contesto a las chorradas divertidas de B, que sabe arrancarme el hollín con la gracia de las tablas que da la escena y el tercer sorbo del café ya no sabe tan amargo. Vaqueros gastados, las Sendra y la lengua de los Stones debajo del tres cuartos azul oscuro es mi uniforme de hoy. Y una gorra, que paso de paraguas, entre otras cosas porque no me lo dejaron pasar como equipaje de mano y esta lluvia me ha pillado en bragas. Ya sé que es difícil de creer, tanto como volver de Mallorca y no probar la ensaimada, pero soy así, así seguiré y nunca cambiaré. Salgo a la calle, ya no llueve como para llamar a Noé, pero la cortina de agua es suave, incluso es hasta agradable. Pronto escampará. Los tabloides hablan de política y de Torres, por lo que leo, mientras paso sin pararme delante de un kiosko. Van quitando las protecciones de las paradas ambulantes de fruta y ropa. Osvaldo, uno de los tenderos, me saluda con un ‘buen día’, a lo que respondo con una reverencia ligera y con sus mismas palabras. No se llama así, pero me recuerda a un tipo que salía en un anuncio de Quilmes, así que eso es lo que hay. Manzanas, zanahorias, patatas y unas cosas amarillas que no sé muy bien que son salen relucientes y un poco mojadas tras sacudir los plásticos que las cubrían, cayendo gotas por las pieles. Un grupo de turistas de ojos rasgados se acercan en tropel siguiendo a su particular flautista de Hamelín, una hija de Merkel cuadriculada con un abanico oriental como elemento de localización visual, así que es buen momento para cruzar la calle, siguiendo la estela de una belleza local que camina pausadamente mientras habla por el móvil. Para de llover del todo y asoma con miedo el Sol entre dos hastiales de un edificio victoriano, como peleándose con las nubes y un mimo vestido de estatua de bronce sonríe al verme. Suena ‘Creep’ en manos y boca de una estrella callejera que no la conoce nadie, a la que le caen unos peniques por parte de una mujer que tiene agarrado de la mano a un pequeño Santa Claus, que me saca la lengua de manera burlona, lo que hace que me ría y le responda con una mueca. Paso por Candy Cake y me encanta el olor a pastelería recién hecha que sale de allí y aprovecho para que mis pituitarias se den un festín aspirando profundamente, como si fuera Carpanta con aquel huele que alimenta, y el día ya no es tan gris. Giro la esquina y llego a la plaza, donde todo se mueve orquestadamente, los Routemasters, los estudiantes con sus dedos volando en sus blackberry y alguna viejita moderna con sus labios bien perfilados. El Sol ya ha ganado la batalla con las nubes y reina sin calentar, que para eso estamos donde estamos, pero reina que es lo importante. Escucho la melodía de la mejor canción del mundo, al menos estos días, y suelto una carcajada. Y me paro, busco entre mis bolsillos otro caramelo de farmacia y le digo a mis adentros que esta noche voy a cantar de puta madre, porque soy una rock ‘n roll star y siempre que llueve, escampa.

martes, 29 de noviembre de 2011

Nueve Tragos con Ariel

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En esta vida es cuestión de elegir. Puedes decidir cenar comida rápida de franquicia o disfrutar de una buena mesa y mejor mantel en Vuelve Carolina, por ejemplo. Puedes celebrar las victorias propias, o derrotas de tu enemigo, con alguna absurda combinación de especias y colores con alcohol, o dar buena cuenta y deleitar a tus papilas gustativas con un Isla de Jura, sin hielo, por supuesto. Y puedes salir de noche a cualquiera de los locales abiertos en la ciudad del Turia de sonido repetitivo y ritmo gaga, o puedes dejarte caer por un lugar lleno de historia, con rincones a la gran música que estuvo allí un día y no se marchará jamás, donde el saber hacer y profesionalidad de sus gentes te hacen sentir como en casa. Es decir, puedes salir, beber, el rollo de siempre o puedes ir al Nueve Tragos.
El Nueve tiene un encanto especial. Te reciben sus luces de neón y un coche de choque, de esos de la feria, del que luego averiguas su historia y te deja con la boca abierta. Perdón. Antes de las luces y el coche, primero te recibe el boss, el barman, el alma mater del local, Andrés Albert, don Andrés, un tipo con una bendita locura por la música de verdad, con gusto por el cine de antes, el buen vino, amigo de sus amigos y que destila rocanrol por todos los poros de su piel, al que un buen día se le ocurrió hacer de todo aquello, que bien podría ser su habitación adolescente, un local. Puedes darte una vuelta por sus paredes y ver fotos, algunas tatuadas con rubrica, de gentes como Carlos Segarra, Jaime Stinus, Burning, Jaime Urrutia o Carlos Tarque. Puedes ver el particular y personalísimo muro de la fama y reconocer a Leiva, Bunbury, o Igor Paskual, entre muchos más. Puedes pasar, de camino al fondo a la derecha, por la Plaza Elvis, con discos de oro de El Rey y un busto de la bella Marilyn, mientras Humphrey Bogart te vigila de cerca, flanqueado por dos hombres y un destino. Puedes imaginar que al espíritu de Dino alguien le ha chivado que hay un local con encanto en la tierra de las flores, de la luz y del amor y está comiéndole la oreja a una bella corista en este mismo momento. Y sigues paseando por sus paredes y ves chaquetas enmarcadas, un par, recuerdo. Una de ellas de Loquillo, que por algo es su sede oficial y está omnipresente en muros, imágenes y sonidos, aunque igual eso ya lo habías deducido por el nombre del local. Y si no era así, te lo digo. Nueve Tragos es la sede oficial en Valencia de Loquillo, lugar de reunión y encuentro de todos aquellos que alguna vez hemos vibrado o creado un pedacito de nuestra historia vital a ritmo de sus canciones.
Y como punto de ensamblaje entre el rock español y sus consumidores, esos que están fuera de las modas y que saben beber de las fuentes, algunas de ellas colgadas de la pared del local que te hablo, al bueno de Andrés no se le ocurre otra cosa que provocar a nuestros culos a salir y pasar noches o tardes en el Nueve. Bien con las meriendas y fiestas para pequeños rockeros, con la magia, con la emoción del balón valencianista o con conciertos íntimos llenos de delicatessen, savoir faire y soberbio catering. Y dentro de estos, ayer fue Igor Paskual y hoy es Ariel Rot.
No voy a definir a estas alturas quién es el señor Rot, creo que ser parte de dos de las mejores bandas de rock español que han viajado por el tiempo, como Tequila y Los Rodríguez, es más que suficiente, así que la ocasión merecía la pena. Amigos que te reciben con un abrazo y un gracias sincero, son más que suficientes. Una visita rápida para ver el montaje, sin las habituales mesas donde hemos pasado horas hablando con la Dama de Elda y Madame Blues acerca de historias del rock, y una cena rápida en el Yesterday, con buen vino y mejor atención por parte de sus dueños, son el prólogo perfecto para disfrutar de una leyenda viva y activa por mucho tiempo. Vemos la vida color de rosa echando 20 centavos en la ranura y empezamos a disfrutar.
Ariel viene a pelo, es decir, sin acompañamiento musical ni vocal. Lo flanquean dos guitarras, más la que tiene en la mano, y un teclado que seguro que a lo largo de la noche irán adquiriendo su debido protagonismo. Me sitúo en un lateral del escenario y asisto a una imagen que haría la delicia de una photo rock shooter como mi amiga María Bittersweet: Ariel Rot cobra vida desde el primer acorde, mientras impertérrito e inexpresivo, un Calamaro congelado en una foto asiste sin reacción alguna.
Van cayendo los temas, tienes el inexacto listado más abajo, cazado al vuelo como las primeras ediciones de la lista de premios del Sorteo de Navidad, mientras sonrío al pensar la suerte que tengo. El tipo que me ha acompañado por la carretera en mis viajes con destino a lugares mejores con su En directo mucho mejor está a escasos cinco metros, para mí y un centenar de personas, sin ningún atisbo ni mueca de estrella. El señor que sienta cátedra musical, con otro grande como Jaime Urrutia, una tarde a la semana por la radio, está haciendo un repaso a su reciente carrera en solitario. Y yo, en ese momento justo cuando cambia de guitarra y le canta a Felicidad, me acerco a la barra para que Sheila, que no acusa el cansancio y la rapidez con la que dejó esta misma tarde, y en tiempo record, de ser una peluquera para convertirse en una pin-up con los labios rojos como el fuego y sonrisa preciosa, me sirva una cerveza que me refresque al tomar mis primeras notas jeroglíficas apoyado junto al tirador.
Veo algunos flashes y me evado ligeramente de la música para ver las caras de la gente. Denotan satisfacción, nadie sale a fumar, buena señal para el artista. Cualquier hombre puede llegar a ser feliz con una mujer, con tal que no la ame, cita Ariel citando a Wilde. Buena introducción para que Te busqué y Sin saber que decir nos den paso a una bella canción, inédita pero cantada varias veces, La huesuda, a mil años luz de aquella flaca de jarabe.
Los seis grados de separación aparecen a la segunda cerveza, con Juani de Jérica, amiga común de familia mientras en la mesa desfilaban los millones del As de corazones, eso que nadie, incluido el propio Ariel, quiere que le pase a Andrés con su casa. El piano entra en escena, calentando los dedos con I will survive, pocas notas, no creas que nos va a dar esa rareza, para darle a los dedos con Una casa con tres balcones y Pólvora mojada. Nos estrena con la acústica un foxtrot, del que no pillo el nombre porque la diversión en la charla con Juani me distrae divinamente. Manos expertas y la versión tango de Hace calor dan paso a la presencia entre las manos de la última guitarra que falta por entrar en escena, heredera de las que tocó Chuck Berry, para afinarla con Una canción para La Magdalena de Sabina y lucirse con la divertida e italianesca Confesiones de un comedor de pizza, para después rendir homenaje a la Castellana y su bruma. El maestro nos despide con su Milonga a la que cerramos con una gran ovación y las ganas de más, quizá un baile de ilusiones que se quedará en eso, en un deseo pero con la satisfacción de haber vivido una bonita noche y poder compartir unos minutos con una parte importante del rock en español. Gracias Charly Garcia, gracias Rolling Stones, gracias Sergio Makaroff, gracias a todos aquellos que hacen de Ariel Rot un gran artista. Y gracias a todos los Andrés de este país, que luchan por el rock desde su trinchera y por sus clientes, que son más que amigos para ellos.

Ariel Rot. Nueve Tragos, Valencia, 24 de noviembre de 2011

ECHE 20 CENTAVOS EN LA RANURA
HISTORIA INCOMPLETA
ESPÍRITU DE VERTIGO
ADIÓS MUNDO CRUEL
FELICIDAD
TE BUSQUÉ
SIN SABER QUE DECIR
LA HUESUDA
LOS TIPOS DUROS NO BAILAN
LO SIENTO FRANK

AS DE CORAZONES
I WILL SURVIVE (intro) UNA CASA CON TRES BALCONES
POLVORA MOJADA
FOX-TROT (ESTRENO)
MANOS EXPERTAS
HACE CALOR (versión tango)
UNA CANCION PARA LA MAGDALENA (intro)
CONFESIONES DE UN COMEDOR DE PIZZA
BRUMA EN LA CASTELLANA
MILONGA DEL MARINERO Y EL CAPITÁN

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Esto SÍ es la crónica de Garaje Jack

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GPS. Seguro que te suenan estas siglas. Sistema de Posicionamiento Global (Global Positioning System), el cacharrito que te conduce a todas las Romas sin saber ninguno de los caminos. Pues precisamente en la búsqueda de ese posicionamiento global, pero en el mundo de la música, el Ministerio de Cultura, ha gestado el proyecto GPS, que en este caso es Girando Por Salas, un circuito para facilitar a los artistas emergentes conciertos y salas más allá de su propia comunidad autónoma y potenciar la música en directo. La idea me parece de lo más acertada, todo lo que sea que la gente pueda tocar en directo y darse a conocer, me parece de cine. Ahora, señores responsables, señor o señora futuro o futura ministro o ministra, un poco de promoción en los lugares donde van a llevar a las bandas no vendría nada mal. Pues eso, que gracias a GPS, a los dos, pude por fin ver, escuchar y sentir a Laura, Jorge, Óscar y Trujo, es decir, Garaje Jack.
No es excusa, pero llego tarde, según la hora del cartel, por eso me dirijo directo a la puerta. Hola, ¿es aquí para entrar al concierto? Sí, pero la taquilla está allá a la derecha. Gracias. Voy a la taquilla. Hola, quería entrar al concierto, estoy en lista, cortesía de Pepe Cortés Montero, por supuesto. No, pero la lista está en puerta, aquí solo entradas. Disculpe, gracias. Hola, aquí estoy otra vez, es que estoy en lista. Sí, aquí es. Pase, buenas noches. Pero una vez dentro parece que llegué más pronto que la mayoría, por lo que me pongo a curiosear la sala, muy bonita por cierto, con enormes carteles colgados de leyendas del rock que van de Elvis a Slash, de Angus a Dio. Incluso hay una cartelaco de una rubia que me recuerda a Monty, (Sheenas, ¡fuera de mi cabeza!). No, de momento la estrella del Camden no está, pero tiempo al tiempo.
Salen los cuatro garajes. Espera. Se han sacado de la manga un quinto jack, Dani, de Soho, que arropa con su hacer con las seis cuerdas a don Óscar, un monstruo con su Telecaster y que sabe mucho de eso de rocanrol actitud. Sorprendidos inicialmente por la afluencia, sueltan varias coñas acerca de ello, pero les resbala tocar para ocho que para ochocientos. Me da en la espina que va a ser un buen espectáculo, quizá lejos del calor que pudieron brindar las gentes de Madrid al grupo en la Joy hace poco menos de un mes, pero una banda que lleva diez años en el escenario y que ha salido airosa de tocar en cárceles, como hizo en sus tiempos Johnny Cash, ante un público no demasiado fácil y que, por su ascendencia, prefiere cualquier ritmo reggaeton a un riff de rock setentero, seguro que no va a defraudar. Así que le pido a la amable camarera su teléfono y una cerveza y, dándome solo lo segundo, excusándose de lo primero con un no-se-que de su novio que está en la puerta, con un ‘buenas noches Valencia’, la banda le da leña al mono con Lo que quieras.
Algo tiene que tener el agua cuando la bendicen, y no puede ser casualidad que el último disco de estos chicos llegue al nº 1 en ventas de iTunes el día de su lanzamiento, hace ahora exactamente un año, por encima del lanzamiento en esa misma plataforma de la discografía completa de esos chavales poco conocidos de Liverpool, The Beatles. Y está clara la bendición del agua por donde va. No hay más que ver la energía que trasmite Laura Rubio, la manera en que se castiga las caderas a cada golpe de pandereta, la suficiencia con la que maneja todos los registros vocales que salen cuando hace mover sus labios, su encanto, su charme. Pon en una coctelera musical a Luz, Aurora Beltrán y el duende de Lola Flores y Morente y tendrás lo que es Laura. Vas a parecer tonto sí no cierras la boca. Y los pedazos de músicos que la rodean, o más bien, la complementan, no se quedan atrás. De Óscar, que toca sin aparente esfuerzo, de Jorge, con solvencia y perfecta sincronización rítmica con Trujo, que aporrea con maestría y con el tempo preciso, no puedes añadir más que quitarte el sombrero. Sí, son una banda de rocanrol, le comento a Isma, alma mater de Piso16, ¡ojo con este grupo! Mientras empezamos a mover el pie al ritmo de Valiente, Heroes, No te veo y la bonita Domador.
El show sigue y Laura nos confiesa que ha pasado un mal día por culpa de los bichitos de la gripe, que la han atacado con fiebre y dolor de garganta. Pues no se le nota nada. Óscar sigue haciendo coñas acerca de donde vamos a ir luego todos juntos a celebrar este concierto, Jorge también se une a la distensión de la noche que queda muy de reunión de colegas, de concierto privado, que en definitiva, es lo que parece ser, para placer nuestro. Tras asistir a una nueva exhibición vocal de Laura en Di que sí, debe ser un placer oír a esta chica en la ducha, viene su pelotazo, Sin red, con su estribillo pegadizo que suelta a la peña asistente y provoca el canto a coro de los ¡eo, eo!, haciéndome recordar lo fresco y divertido que es el video de este tema. Ahora ya vamos a favor de corriente. Los músicos están a gusto en el escenario, nosotros también, y para celebrar este arcoíris musical, me pido otra cerveza. Óscar dedica uno de sus temas a una ex, con el dedo corazón en alto. Laura se viste de Chris Robinson en una versión de Only a fool. Los bises, pedidnos los bises, cabrones o nos vamos, nos dice con socarronería Telecaster boy. De eso nada, aún queda traca. ¡Y que traca! Si antes Laura se vistió de Chris Robinson, ahora lo hace de Robert Plant y nos deja con una sonrisa en los labios con la versionaza de Whole Lotta Love, con conversación con la guitarra de Dani, incluida, que acaba con grandes carcajadas. Se despiden con una ovación merecida. Mi espina tenía razón, ha sido una gran noche de rocanrol, con tintineo del hielo de las copas incluido. Pero eso, como siempre, es otra historia.

Epílogo: Escucha esta joya, extraída del DVD, y entenderás porque les juro amor eterno.


Garaje Jack. Gira GPS (Girando Por Salas) Rock City, Almassera, Valencia. 17 de noviembre de 2011

LO QUE QUIERAS
VALIENTE
HEROES
NO TE VEO
DOMADOR
DI QUE SÍ
SIN RED
SABOR A SAL
BULEVAR
VOY A DISPARAR
ONLY A FOOL (igual fue antes, o después)
TU DIRÁS
DAME MÁS
TÚ Y YO
A FLOR DE PIEL
WHOLE LOTTA ROSIE

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Simpatía por el relato. El concierto

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El rock y los libros siempre han estado unidos, de alguna u otra forma. No me refiero a los grandes y megaventas, planetas y cosas así. Más bien mis letras van dirigidas a los autores malditos, a los hijos del pulp, a Poe, a Cohen antes de ver que Dylan follaba por castigo y se puso un micro debajo de sus fosas nasales para vivir lo mismo, a Bukowski, Shepard y toda la retahíla de lisérgicos, alcohólicos y puteros con clase de su mismo palo, a los de la generación beat, a Loriga, a Prado, a Robe, a todos aquellos que han sabido, y saben, transmitir a través de sujetos, verbos y predicados lo que corre por las venas de los luchadores del escenario, esos que no lo tienen fácil cuando empuñan una guitarra y ponen el micro en mode on, muy lejos de los focos y entrevistas glamurosas. También sucede que escritores se mezclan de manera bipolar y no sabes donde empieza las letras y acaban las notas, o leyendas vivas musicando poemas a ritmo de lo que te salga de los cojones, que por algo eres uno de los putos amos. Y para presentar un proyecto de esta carretera de dos carriles en el que rock y literatura se dan la mano, no hay mejor título, con requiebro a sus Satánicas Majestades, que Simpatía por el relato, una bendita locura con gentes del rock patrio que aparcan sus partituras y ensayos para posar unas letras y unos pensamientos solo por el placer de crear. Hubo literatura y, por supuesto, hubo rock.
Sala Paberse Matao. Sedaví. Valencia. La tira de lejos del Camden de Londres. Rock de vagina para finalizar la presentación del libro. Cinco chicas que se marcan una sesión de espiritismo para ponerse en la piel de The Ramones. O lo que es lo mismo, The Sheenas. Alabadas sean las fuerzas ocultas porque ellas son más guapas, o están más buenas, elige. Y luego Lilith, banda catalana, con rodaje, maridaje y varias muescas en el revólver. Vengo a ver a las primeras, sigo una recomendación. Me encuentro a Pablo, de Uzzhuaïa, que me da las gracias sinceras por la crónica de Pennyroyal Tea. También anda por aquí Sergi, de la crew de Los Perros del Boogie. Y seguro que más gente importante, pero con mi despiste perpetuo no acierto a enumerar. Suenan silbidos de película del oeste. Y van subiendo ellas. Ellas son Belén, Monty, Violeta, Isabel y Raquel, aunque quienes suben realmente son Belencé, Nasty, Violenta, Sable y Teen Teen para darle cera a la sala con Blitzkrieg Bop, tema que enloquece a un tipo que hace diez segundos parecía un helecho. En la barra se estaba de cine, con las cervezas mejicanas como compañía, hasta que al tipo de delante mía no se le ocurre otra cosa, después de ser tan mezquino de pedir precio por todos los combinados de la barra con su chica delante, que alzarse sobre el taburete. A grandes males, grandes remedios, por lo que me pongo detrás de la mesa de sonido, más lejos de la barra, pero más cerca del escenario. Van cayendo los temas como el vuelo del tu-tu que luce Belencé, con un aire mezclado entre el aspecto de Winehouse y la rabia de Nina Hagen que soporta el rol de frontwoman con sobrada solvencia y esa pinta de inocente niña mala que tanto gusta. Suena el conocido I wanna be sedated y musito una sonrisa por toda la RRR family, que la tiene adoptada como himno de inicio del fin de semana. Confirmado. Gran nivel en la sala, tanto arriba como abajo del escenario. Dejémoslo ahí. The Sheenas cantan todas ellas. Se cambian instrumentos como si nada. Arreglan los afinadores a base de simpatía, tacos y rocanrol actitud. Y se ríen al recordar que será cosa de las pilas. Belencé con corsé y pinturas de guerra. La melena de Nasty le hace tocar sin ver las cuerdas, mientras provoca tocando y censura cierto acartonamiento de la parroquia. Otra cerveza suave para mí. Malditas resacas de jueves que aparecen sin ser invitadas. Violenta, Sable y Teen Teen castigan sus cuerdas vocales a porta gayola. Es el momento que pidáis otra, cabrones, el viejo truco del rocanrol. Falta Sheena, debe de ser. Y lo es, después de Psychoteraphy. Con una versión divertida, con un final muy burlesque, que me encanta. Mejor esto que los neoyorkinos feos aquellos, ¿cómo se llamaban? Besos, aplausos y gintonics con tónica azul para Violenta.

Pausa. Baño. Guiño y cerveza. Toca Lilith. Voy a ciegas de oído, sin haber escuchado nada, pero algo tendrá el agua cuando la bendice AC/DC. Me da mal rollo ver que la sala se queda medio vacía, supongo que la nicotina aprieta tan fuerte que supera al rock de esta banda, que suenan muy bien y potentes. Agnesy su voz me recuerdan a Courtney Love, la viuda del grunge, sobre todo en Casada, donde menta a la bicha que se voló la sesera. Tocan canciones coreadas por los seguidores, tienen verdaderos himnos y revitalizan a un joven rockero, que antes se estaba echando un sueñecito con un ejemplar de Simpatía por el relato como almohada, llamado Ramses, de unos once años, del que me hice coleguita. La dinastía sigue su curso. Me quedo con El amor duele, porque me deja flipado el video que he visto antes del inicio del concierto y porque en directo sube de octanaje. Veo correr a Eva, el encanto de chica que lleva el merchandising de la banda, para tener su momento de gloria, dar dos saltos y gritar su estribillo favorito. Y me encanta su Házmelo otra vez versión en castellano de You Shook Me All Night Long de AC/DC, y el Porque te vas de Perales y hecha famosa por la voz de Jeanette, que parece que tiene menos de seis grados de separación con el rock, por las versiones de sus temas que rondan por ahí. Se lo que me va a pasar con esta banda. Este será el principio, luego me volveré loco buscando videos y empapándome de ellos porque me desprenden muy buenas sensaciones, conectan con el público y sus estribillos son pegadizos. Nadie quiere a las niñas muertas ni las recuerda. Na-na-na-na. Cierran un gran concierto con una declaración de intenciones, coreando a los cuatro vientos que el rock no está muerto. Por supuesto que no. Recojo mi botín, mi libro tatuado por varios autores, reparto besos, abrazos, varios recuerdos en la retina y en el pecho. Definitivamente me descubro ante Lilith, pero The Sheenas tienen algo especial, The Sheenas son guerreras.

Esta humilde visión está dedicada con el más grande de mis cariños a ‘Román’, porque tarde o temprano seguiremos rockeando.

The Sheenas + Lilith, Paberse Matao. Sedaví, Valencia 11 denoviembre de 2011
The Sheenas
BLITZKRIEG BOP
THE KKK TOOK MY BABY AWAY
I WANNA BE SEDATED
ROCK N ROLL HIGH SCHOOL
53RD & 3RD
ROCKAWAY BEACH
CENSORSHIT
I BELIEVE IN MIRACLES
BEAT ON THE BRAT
DON’T BUST MY CHOPS
I’M AFFECTED
NOW I WANNA SNIFF SOME GLUE
POISON HEART
I JUST WANNA HAVE SOMETHING TO DO
I WANNA LIVE
SOMEBODY PUT SOMETHING IN MY DRINK
PSYCHOTHERAPY
SHEENA IS A PUNK ROCKER

Lilith
HIJAS DE LILITH
CASADA
MENTIR
MERCEDES BENZ (COVER JANIS JOPLIN)
LA EDAD DE LAS MUJERES
EL HOMBRE DEL SACO
VESTIDO
EL AMOR DUELE
Y YO
HAZMELO OTRA VEZ (COVER AC/DC)
THE GRANGE (COVER ZZ TOP)
NO
DIOS
GUAU
PELIS PORNO
PORQUE TE VAS (COVER PERALES/JANETTE)
MUÑECAS
ROCK IS NOT DEAD

lunes, 31 de octubre de 2011

Larga vida a los muertos del grunge

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El pulso que se le toma a la ciudad, su viveza, su actividad cultural, y entiéndase la palabra en toda su extensión, viene por la oferta que ofrece a sus habitantes, visitantes y turistas ocasionales. Exposiciones, performances con saltos al vacío, solo por el mero hecho de crear, y cualquier tipo de expresión artística, desde el body painting hasta la música, pasando por los comics, tiene su particular fiebre del oro a la ribera del parcialmente seco y domesticado rio Turia. Es un principio para estar al nivel de grandes urbes, no diremos nombres para evitar las odiosas comparaciones, pero principio gustoso al fin y al cabo, por la gran cantidad de camino que se hace al andar por donde la escena sabe a trabajo, a pasión, a cerveza o vino y, sobre todo, a música en directo, a rocanrol. Ayer la esencia estaba en el Carmen, hoy en Ruzafa y quizá mañana esté debajo de tu casa, pero lo importante es que no decaiga, que lata, que respire. Y lo que hoy es Valencia, puede ser, por momentos Seattle, y volver a los noventa y alcanzar el Nirvana con Pennyroyal Tea.

Sala Wah-Wah, donde siempre se vuelve. Camisas de leñador en las camareras, que siguen siendo bellas. Han vuelto las barbas, las rebecas de lana talla XL, los pantalones rotos, la estética grunge. Sí, también chicas, las hippies de sentimiento, las nostálgicas y las niñas bien de las que quieres que te digan que las cuides sin saber que ya te lo han dicho y has picado. Un coctel musical con 2/3 de Uzzhuaïa, más 1/3 de The Stone Circus Band, o lo que es lo mismo, Pablo y Álvaro Monteagudo, y Rafa Fernández, para quitarnos años, hacernos ingenuos, no tener resaca, follar furtivamente en el baño y filtrear con la química que crece en las esquinas. Hemos vuelto a los noventa, que seguro que tuvieron cosas malas, pero ya no nos acordamos de ellas. Ven cómo eres, come as you are.

Para empezar, la imagen. Están en el papel, Pablo tiene semblazas físicas y vocales a Kurt, y Rafa al primer rompeparches que era Grohl, antes de ser el líder de The Foo Fighters. Entiendo que sea difícil buscar a un tipo de casi dos metros para que se ponga en la piel de Novoselic, pero no hace falta teniendo a Álvaro, del que siempre he dicho que es la viva imagen de Nikki Sixx, porque le da una cera a las cuatro cuerdas que da gusto. El concierto fue un show sobrio, sin estridencias, sin concesiones ni charlas, como eran los de aquellos que pegaron la patada a la industria de la música con su rock alternativo y se colaron en la fiesta superventas de Michael Jackson sin pedir permiso. Poco se puede decir más que, si no fuera por las BB echando humo y los iPhones grabando audio y video para inmortalizar el momento, nos trasladaron de manera viva y con nostalgia al rock contestatario, a ese soplo de aire fresco, a ese mundo dominado por los tipos feos y desaliñados que rescataban su vestuario de casa de la abuela, a los poemas con rabia y sus demonios, a maldecir aquella escopeta de caza…

Sonaron todos los temas esperados, tienes la lista más abajo. Y, sí, saltamos, nos empujamos y movimos nuestros pelos al ritmo del bajo de Álvaro ‘Novoselic’. Estos tipos incendiaron la sala, literalmente, lo que se solucionó con un poco de capella en About a girl. Pero no importaba, estábamos en el máximo estado, encantados, recordando nuestra vida a través de la banda sonora que nos pusieron estos tipos, algunos con los ojos rojos por el humo del local, o tal vez no. Pero gracias a estos tres tipos, me retiro cantando contento, porque hoy he encontrado a mis amigos, que están en mi cabeza, Pablo, Álvaro y Rafa, Pennyroyal Tea.

Pennyroyal Tea, Wah-Wah, Valencia, 29 de octubre 2011

BREED
ANEURYSM
DRAIN YOU
BEEN A SON
LOUNGE ACT
COME AS YOU ARE
RAPE ME
IN BLOOM
DUMB
SERVE THE SERVANTS
TERRITORIAL PISSINGS
SLIVER
FRANCES FARMER WILL HAVE HER REVENGE ON SEATTLE
SMELLS LIKE TEEN SPIRIT
PENNYROYAL TEA
SCHOOL
POLLY
NEGATIVE CREEP
ON A PLAIN
ALL APOLOGIES
ABOUT A GIRL
HEART SHAPED BOX
LITHIUM

martes, 25 de octubre de 2011

Los Perros del Boogie 2.0

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Siempre es un placer ver a los amigos, a los conocidos, a las groupies y a todos los personajes de la escena rock de Valencia, que está más fuerte que nunca. Y si la ocasión es ver en directo, probablemente por última vez en 2011, a Los Perros del Boogie, el que cenes poco y mal es un peaje a pagar de manera gustosa. Y llegar treinta minutos antes del inicio del concierto, una torpeza perfecta para degustar una de las apetecibles cervezas antes que el frio se instale en nuestros cuerpos y la humedad se tatúe en nuestros huesos. Podría haber estado en mil lugares distintos, viendo a Javier Vargas en la misma ciudad, dos barrios más para abajo, o en Rivas-Vaciamadrid con los hermanos de Frutas y Verduras y evaluando a Sparkle Gross, ojo con este grupo que va a dar que hablar en breve, o simplemente dar buena cuenta de mi videoteca clásica de los Hermanos Marx o Paul Newman, con un buen tinto como compañía. Pero no, estaba allí, en la sala El Loco para ver y disfrutar de una buena sesión de rocanrol. Y la noche estuvo al nivel esperado, como no podía ser de otra forma.
Ser de los primeros en pisar la sala, concretamente el quinto, sin contar a los que trabajan allí, te permite observar con más detenimiento con quien vas a compartir platea. Y bueno, aristocracia cultural a las primeras de cambio. El autor de ‘Arrugas’, Premio Nacional del Comic, Paco Roca, compartía barra y marca cervecera verde con el autor de esta crónica, aunque sin llevar su famoso pijama. Llegan los chicos. Veo y saludo a Gabrielle, David y Ovidi, que se disculpa por no hablar para estar en forma vocalmente. También estaban por allí Carlos Tarque y Carlos Raya, que a estas alturas no necesitan presentación y Pau Monteagudo, que tampoco la necesita pero que es el cantante de Uzzhuaïa y que me puso al día de un bonito concierto homenaje a Nirvana que se hará en breve. Y, por supuesto, La Leyenda y Sonia, con la que siempre es un placer reír, hablar y rajar de las niñatas tontas, más pendientes de sus estados en Facebook y Tuenti que de la música y las mínimas normas de corrección y educación. Y con tan ilustre compañía, calentando tímpanos con Sex Track, la banda de versiones que preparan el ambiente de manera muy correcta, y siendo advertido que iba a ser una noche de novedades, con el brillo del pañuelo en la cabeza de Beto y los acordes de Álvaro de En esta ciudad como inicio del concierto, la banda empieza a descolocarme.
¿Pero qué pasa aquí? ¿El jet lag no me deja escuchar bien y con potencia? Imposible, no he tomado un avión desde agosto. Miro a la cabina, y Carlos, el técnico de cabecera de LPDB, me dice por señas que no es cosa suya. Limitador de potencia de la sala. Con los vecinos hemos topado. Vale, hasta sin sonar alto, la banda suena bien pero ¿y esos nuevos tonos de Ovidi? ¿Tiene la gripe, no puede castigar la garganta y por eso no hablaba mucho? ¿Ha sido el saber hacer y los consejos sabios de Raya? No lo sé, tampoco me importa, me gusta esta nueva manera de cantar, salvo por no poder corear al mismo tiempo los temas que van cayendo, Una vela encendida, Solos ante el rocanrol, Una noche cualquiera y No necesito nada, antes de la primera sorpresa de la noche. Tarque sube a escena, nada nuevo, pero cantar la versión de Pappo, Rocanrol y fiebre sí es novedad, con una solvencia como solo puede hacerlo la mejor voz de rock de España y destilando el buen rollo que hay entre él y la banda valenciana. Caen más temas, Los delincuentes, la grabada a fuego Buscando una luz, eres grande Beto, alguna versión de rock clásico imprescindible y De nada sirve hacerse mayor con la voz de Paco Luna, al que descubrí el último concierto de Madame Blues en el Black Note, y que tiene el don de Cocker en su garganta. Comento con Cristo, no el de la religión, sino un amigo de correrías rockeras que me provocó un lapsus imperdonable propio de mi despiste, que estamos ante un nuevo grupo, mucho más maduro, más trabajado si cabe, pero con la misma ilusión que el primer día. Claro, solo hay que ver a La Leyenda dándolo todo y siendo el entertainer puro y duro. Suben The Sheenas para hacer los coros, en ese momento indefinido y disperso en el tiempo en que visito la barra y me quedo embobado de una morenita preciosa de ojos claros. Deberé pasar por el lugar aquel de ‘perdóneme padre, porque he pecado de pensamiento’ aunque sea al ritmo de American girl, o Ahora eres mía, primer bis que se une a Las guitarras del ayer y Las chicas del Roxy con la que finalizan el concierto entre aplausos, guiños, besos, abrazos y la sensación de haber visto una cosa irrepetible, única y poder presumir de haber compartido con ellos mesa, mantel, copas y confidencias en Zaragoza, Madrid, Valencia y Catarroja, por ese camino empedrado recorrido antes que el gran mundo y los que saben de esto los pusieran en la parrilla de lanzamiento al estrellato. Como diría la hija de Frank, estas botas estánhechas para caminar y un día de estos caminarán sobre tí. Ahora toca hibernar, crear, pulir y volver más fuertes que nunca. Los chicos están preparados para ello. Querido planeta azul, ante ustedes, y listos para quedarse para siempre y ser la pesadilla de todos los padres con hijas veinteañeras, Los Perros del Boogie.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Maxitweets. La leyenda del indomable

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Si me dijeran que, reencarnándome, viviría su vida, cambiaba de fe al mismo tiempo que de camisa. Camisa a medida, por supuesto. Firmaría ser daltónico, pero con ojos azules, correr en una gran guerra y ser superviviente. Vivir en primera persona el método Stanislavski en el inicio del Actor’s Studio, con Dean y Brando. Y ayudar a hacerlo mítico. Y hacer castings y pruebas de cámara con ellos. Y ser uno de los que no obtuvo el papel de ‘Al Este del Edén’. Ser Rocky Graziano. Y Eddie Felson, que es una de las cosas que sí. Comerme cincuenta huevos duros. Dar el castañazo. Resisitirme, con whisky y lisiado, a los ojos violeta de una gata en el tejado de zinc. Ser forajido con mi colega Sundance Kid. Y dar El Golpe con la eterna y reconocida banda sonora. Pero también trabajar para los demás, de manera desinteresada, con sus fundaciones. Y Globos de Oro. Y Emmys. Y nominaciones para el Óscar. Y uno honorífico. Y otro, al fin, de verdad. Y ser amante furtivo de Joanne en un largo y cálido verano, para pasar cincuenta años junto a ella. Y coches. Y Cars, de Pixar. Y las salsas para ensaladas y para pasta. Por todo esto, y por muchas más razones que espero que descubras tú, honrando su memoria, hoy que hace tres años que se fue, con 83, quiero ser Paul Newman.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Thursday night fever with Madame Blues.

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O fiebre del jueves noche, en román paladino. Esta claro que la vida empieza a ser más agradable cuando el jueves asoma por nuestro calendario. Ya bulle la mensajería o llamadas telefónicas entre los sospechosos habituales, los locales se aprovisionan de víveres sólidos y/o líquidos, según especialidad de la casa y al día siguiente es mejor la cara cuanto menos malo y noctámbulo has sido. Está claro que en otros lares toman como bueno aquello que ‘el miércoles es el nuevo jueves’, pero bueno, eso es para cuatro privilegiados vividores de la capital del Reino. En fin, las cosas aquí van suaves y con la agenda preparada y milimetrada, el jueves noche me ofrecía cultura y rock. Pinta tostada por la garganta y al lío.
Con unas vistas de la ciudad, que prometo enseñar a quien venga a degustar un buen arroz en Duna o Marrasquino, presentaba Paco Roca, vestido con un recién estrenado traje de noche, en la terraza del Hotel Astoria, “Memorias de un hombre en pijama”, el recopilatorio de sus viñetas que, semanalmente, durante un año y medio, ha aparecido en Las Provincias todos los domingos. La mesa prometía, con la tropa que los viernes desparrama en “Abierto a Mediodía” el magacine dirigido por Ramón Palomar en LP Punto Radio (92.0 Valencia), a saber, el homenajeado Roca, Modesto Granados, Mac Diego, el propio Ramón y el toque de Ismael Quintanilla, introducidos por Pablo Salazar. Y bueno, esperaba una cosa, y la encontré. Una píldora de chascarrillos, chistes explícitos y demostraciones circenses aderezaron el acto público, apoyando al amigo que presentaba. Y estos cuatro son el Rat Pack valenciano, quizá sin el bello glamour de aquellos, pero con más mérito por haber llegado a altas cotas en sus respectivos trabajos. Mucho más admirable. Feos, fuertes y formales, como canta Loquillo. Estos chicos transmiten buen rollo y son capaces de convocar en el mismo acto trajes con corbata, camisetas de Nick Curran y leyendas del rock valenciano. Y sí, mujeres. Bastantes, he de añadir. Confieso que los pañuelos fucsia de las azafatas y sus simétricas e interminables piernas me despistaron más de una vez, pero alguna mirada furtiva vi desde la mesa, así que el pecado, al ser compartido, es menor. Y también entre el público, ninguna sola para mi pesar, cosa que llena de valor aquello del mérito. En esta sociedad, notas que has triunfado si tienes palmeros alrededor y mujeres dispuestas. Y el Russafa Rat Pack va por buen camino. Glosas al trabajo, tebeos, tebeos, historias increíbles a pesar de ser reales, atención a los medios y firma de ejemplares por parte del autor, completaron una perfecta tarde noche con la que prepararse para el colofón rockero en uno de los locales míticos de la ciudad. Aprovisionamiento ligero y mis botas me llevan al Black Note para el último vals de ella. O mejor dicho, el último rock de Madame Blues con la banda residente del local. Primero se fue Mata, y ahora ella. La City será su destino, para buscarse la vida y volver en fechas señaladas, que prometerán gloria y derrame de licores, provocadores de la consiguiente resaca. Lo dejó todo en la escena. Por su garganta pasaron Janis, siempre Janis, Aretha, Tina, The Black Crowes y Robert Plant, con mejor aspecto y más sexy cuando el ‘Whole lotta love’ sale de sus ovarios. Y seguro que algunos más, pero la atención se me desvió a una pin-up con un precioso vestido azul y sus contoneos al ritmo de la música. Con las emociones a flor de piel, que no se mitigaron con nada, nos presentó a quien ocupará su lugar, que con una voz rota a lo Joe Cocker, también me dejó buenas sensaciones. Pero yo soy de Janis, de Madame Blues, de la rockera, la artista, la colega, la prima. De esa que, en un futuro no muy lejano, cuando esté en el lugar que le toque por justicia, que será arriba del todo, podré decir ‘yo la recuerdo cuando cantaba como un jodido coro de ángeles las versiones de la Joplin, que lamentaba, desde donde estuviese, no poder hacer un dueto con ella’. Good luck, baby, la ciudad será un poco más triste, digna de un blues, Madame!