domingo, 5 de abril de 2020

Cualquier tiempo pasado

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Sí, lo sé. No es normal asomar por aquí en domingo. Pero en estos tiempos donde nada es normal, una licencia no viene mal del todo. Y así pueden usar esta entrada para que sus ojos caigan poco a poco en la siesta tonta y placentera del domingo, después de darle a la mandíbula con lo que hayan tenido en la mesa. O quizá en esas horas bobas, antes del aplauso de las 8, sin nada que hacer más que mirar la parte de dentro de la nevera o la ventana que, a veces, parecen lo mismo.

Siguen los medios cubriendo la ausencia de deporte en directo con gestas del pasado. De todos los pelajes, de todas las disciplinas. En una matinal de domingo puedes revivir la goleada a San Marino con camiseta del Real Madrid. Y pegados a la tele sin rechistar. Matinal de domingo, ojo. Ese horario del demonio de Tebas. Pero claro, no es lo mismo estar en casa por narices que poder salir a tomar el sol en cualquier terraza y que las nanas correteen por los parques. Nada que ver, Javier. No te flipes.

En esta vida futbolera que nos toca vivir, el Valencia CF sigue en Champions. Sigue sonando el himno. Siguen moviendo la lona los recogepelotas y Cañizares sigue saliendo en la tele, pero con guantes y pelo oxigenado. Y Gerard también sale. De corto. Quizá un poco más fino. Y nos vuelve a despertar la pasión. Aquellos tres contra la Lazio, que era un equipazo a base de talonario. Galácticos antes de la apropiación indebida por parte de Floper. Con Salas pidiendo casi perdón al marcar. Que pena no haberlo tenido en el bando. Pero Gerard dejó sin garganta al valencianismo. O por lo menos a servidor. Cuando las décimas de fiebre no eran sospechosas de nada más, allí estaba, gritando gol. Castigando la garganta. Gritando desde la distancia a mi hermano el nombre del jugador, una, dos, tres veces. Y el muy cabrón, en lugar de subirse a la ola de la euforia, se marcó un Ayala en Sevilla pidiéndome calma y que pensará en la garganta. Nos ha jodido mayo. Si no se grita ese gol, no merece gritarse ninguno.

Siempre fui de Gerard. Carlos Bosch, en Superdeporte, cuenta la historia de su fichaje por parte de Paco Roig al más puro estilo Lendoiro, de madrugada. Y, en su día, imaginé como sería ese Valencia CF de Gerard, con Valdano en el banquillo y Romario en el ataque. No salió mal del todo la cosa, aun sin Romario ni Valdano. Y el jugador demostró ser inteligente. Viniendo de Barcelona, se adaptó al medio y a la lengua, valencianizándose hasta alcanzar una perfección con el 'apitxat' que ya quisieran muchos.

Pero los sueños, sueños son. Aunque sean malos como este. El problema, volviendo al presente, es que los actuales del Valencia CF tienen un marrón. Y gordo. El aficionado se ha vuelto sibarita del esfuerzo y la garra. Y va a exigir, más si cabe, eso mismo cuando los Gayà, Parejo, Soler y companía se vuelvan a calzar los borceguíes. Espero que en el grupo de WhatsApp de los jugadores, después de comentar los TikTok de Garay, -bien por esa diversión sana, con ajo y agua para los amargados- comenten el nivel al que han de llegar para poder vivir otras tardes, otras noches, siendo ellos protagonistas. Con Mestalla vibrando y riendo. Gritando hasta romper la voz. Por usted. Por nosotros. Y por ellos. Para que cuando pasen veinte años, que no es nada, la piel se les vuelva a erizar.