lunes, 26 de septiembre de 2011

Maxitweets. La leyenda del indomable

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Si me dijeran que, reencarnándome, viviría su vida, cambiaba de fe al mismo tiempo que de camisa. Camisa a medida, por supuesto. Firmaría ser daltónico, pero con ojos azules, correr en una gran guerra y ser superviviente. Vivir en primera persona el método Stanislavski en el inicio del Actor’s Studio, con Dean y Brando. Y ayudar a hacerlo mítico. Y hacer castings y pruebas de cámara con ellos. Y ser uno de los que no obtuvo el papel de ‘Al Este del Edén’. Ser Rocky Graziano. Y Eddie Felson, que es una de las cosas que sí. Comerme cincuenta huevos duros. Dar el castañazo. Resisitirme, con whisky y lisiado, a los ojos violeta de una gata en el tejado de zinc. Ser forajido con mi colega Sundance Kid. Y dar El Golpe con la eterna y reconocida banda sonora. Pero también trabajar para los demás, de manera desinteresada, con sus fundaciones. Y Globos de Oro. Y Emmys. Y nominaciones para el Óscar. Y uno honorífico. Y otro, al fin, de verdad. Y ser amante furtivo de Joanne en un largo y cálido verano, para pasar cincuenta años junto a ella. Y coches. Y Cars, de Pixar. Y las salsas para ensaladas y para pasta. Por todo esto, y por muchas más razones que espero que descubras tú, honrando su memoria, hoy que hace tres años que se fue, con 83, quiero ser Paul Newman.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Thursday night fever with Madame Blues.

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O fiebre del jueves noche, en román paladino. Esta claro que la vida empieza a ser más agradable cuando el jueves asoma por nuestro calendario. Ya bulle la mensajería o llamadas telefónicas entre los sospechosos habituales, los locales se aprovisionan de víveres sólidos y/o líquidos, según especialidad de la casa y al día siguiente es mejor la cara cuanto menos malo y noctámbulo has sido. Está claro que en otros lares toman como bueno aquello que ‘el miércoles es el nuevo jueves’, pero bueno, eso es para cuatro privilegiados vividores de la capital del Reino. En fin, las cosas aquí van suaves y con la agenda preparada y milimetrada, el jueves noche me ofrecía cultura y rock. Pinta tostada por la garganta y al lío.
Con unas vistas de la ciudad, que prometo enseñar a quien venga a degustar un buen arroz en Duna o Marrasquino, presentaba Paco Roca, vestido con un recién estrenado traje de noche, en la terraza del Hotel Astoria, “Memorias de un hombre en pijama”, el recopilatorio de sus viñetas que, semanalmente, durante un año y medio, ha aparecido en Las Provincias todos los domingos. La mesa prometía, con la tropa que los viernes desparrama en “Abierto a Mediodía” el magacine dirigido por Ramón Palomar en LP Punto Radio (92.0 Valencia), a saber, el homenajeado Roca, Modesto Granados, Mac Diego, el propio Ramón y el toque de Ismael Quintanilla, introducidos por Pablo Salazar. Y bueno, esperaba una cosa, y la encontré. Una píldora de chascarrillos, chistes explícitos y demostraciones circenses aderezaron el acto público, apoyando al amigo que presentaba. Y estos cuatro son el Rat Pack valenciano, quizá sin el bello glamour de aquellos, pero con más mérito por haber llegado a altas cotas en sus respectivos trabajos. Mucho más admirable. Feos, fuertes y formales, como canta Loquillo. Estos chicos transmiten buen rollo y son capaces de convocar en el mismo acto trajes con corbata, camisetas de Nick Curran y leyendas del rock valenciano. Y sí, mujeres. Bastantes, he de añadir. Confieso que los pañuelos fucsia de las azafatas y sus simétricas e interminables piernas me despistaron más de una vez, pero alguna mirada furtiva vi desde la mesa, así que el pecado, al ser compartido, es menor. Y también entre el público, ninguna sola para mi pesar, cosa que llena de valor aquello del mérito. En esta sociedad, notas que has triunfado si tienes palmeros alrededor y mujeres dispuestas. Y el Russafa Rat Pack va por buen camino. Glosas al trabajo, tebeos, tebeos, historias increíbles a pesar de ser reales, atención a los medios y firma de ejemplares por parte del autor, completaron una perfecta tarde noche con la que prepararse para el colofón rockero en uno de los locales míticos de la ciudad. Aprovisionamiento ligero y mis botas me llevan al Black Note para el último vals de ella. O mejor dicho, el último rock de Madame Blues con la banda residente del local. Primero se fue Mata, y ahora ella. La City será su destino, para buscarse la vida y volver en fechas señaladas, que prometerán gloria y derrame de licores, provocadores de la consiguiente resaca. Lo dejó todo en la escena. Por su garganta pasaron Janis, siempre Janis, Aretha, Tina, The Black Crowes y Robert Plant, con mejor aspecto y más sexy cuando el ‘Whole lotta love’ sale de sus ovarios. Y seguro que algunos más, pero la atención se me desvió a una pin-up con un precioso vestido azul y sus contoneos al ritmo de la música. Con las emociones a flor de piel, que no se mitigaron con nada, nos presentó a quien ocupará su lugar, que con una voz rota a lo Joe Cocker, también me dejó buenas sensaciones. Pero yo soy de Janis, de Madame Blues, de la rockera, la artista, la colega, la prima. De esa que, en un futuro no muy lejano, cuando esté en el lugar que le toque por justicia, que será arriba del todo, podré decir ‘yo la recuerdo cuando cantaba como un jodido coro de ángeles las versiones de la Joplin, que lamentaba, desde donde estuviese, no poder hacer un dueto con ella’. Good luck, baby, la ciudad será un poco más triste, digna de un blues, Madame!

viernes, 2 de septiembre de 2011

Maxitweets, despiértame cuando septiembre finalice

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Septiembre es para algunos, la inmensa mayoría, el principio del año. Lo asociamos al final del verano, al comienzo del cole, a los nuevos fichajes de la liga, a la vuelta definitiva al gimnasio para quitarnos los excesos estivales y practicar el corpore sano, a los buenos propósitos, a aprender idiomas, o a aquello de plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Es la treintena de días que necesita con más urgencia todo un departamento de publicidad y relaciones públicas para lavar su imagen. Esos mismos genios que ya lo intentan con el lunes, pero que solo lo consiguen en los puentes o días de asuntos propios. Septiembre es tu novia preguntándote por qué no le cogiste el teléfono. Septiembre es un condón roto. En un día de septiembre hace diez años comenzó realmente el siglo XXI y el mundo como lo conocemos ahora. Septiembre es un mes maldito, donde puedes estrenar corbata o dormir hasta que finalice, pero es el mes Cero. Donde todo huele a buenas ideas y mejores propósitos. Es el inicio de esos grandes planes paridos tras una tarde de brisa marina y whisky de importación. Todos querremos ser mejores, más productivos, perfectos conversadores y excelentes amantes, aunque quizá el último de nuestros deseos sea el primero en nuestras preferencias. Y nos miraremos en nuestro particular espejo encantado para que el reflejo sea lo más de todo lo que no somos. Nos esperan once meses para que nuestro agosto vuelva a nuestras vidas de nuevo, con esos planes y esas cuestiones irrelevantes al Sol. Gritaremos, reiremos, soñaremos, alguna vez también lloraremos, maldeciremos. Alguien se irá de nuestro lado, a otra ciudad o para no volver, pero también alguien vendrá con intención de quedarse para siempre. La vida nos cogerá de la pechera y nos zarandeará, nos llevará de bailes sin fin, nos hará latir aceleradamente nuestro corazón, vibraremos con los goles, sean del color que sean, almorzaremos con los sospechosos habituales, conspirando socarronamente contra inútiles, nos enfadaremos por estupideces que en ese momento nos parecerán vitales en importancia. Y todos estos detalles se irán diluyendo en el tiempo, se nos acabarán las ganas de ser perfectos porque las urnas no han cambiado nada y tendremos que hacer de tripas corazón para buscar cualquier motivo que nos empuje a levantarnos por la mañana, esos ojos, esa voz en la radio, esa película que quieres ver o ese grupo que quieres oír tocar. Y vendrán los días en rojo, no los del período, sino los festivos, con brindis vacíos, deseando estar en otro lado y demostrándolo a través del estado de nuestras redes sociales. Descubriremos nuevos maridajes con caldos increíbles, viajaremos al pasado las veces que nos haga falta, se nos caerán mitos eróticos otra vez, estaremos más cerca de saber quien es la madre de los hijos de Ted, soñaremos con los números que nos permitan ir al verano eterno, dormiremos resacas, quemaremos hogueras cuando asome el azahar… No es pesimismo, ni depresión vacacional, es que vengo del futuro y se lo que va a pasar. Pero por eso me encanta. ¡Bienvenido septiembre! ¡Os espero en la barra del bar de siempre tomando lo de siempre!