miércoles, 25 de abril de 2012

El nuevo hombre, de nuevo.

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Ya me gustaría que se pagarán algo los de Old Spice, pero no.

Vale. Toca revisar el armario. Y no me refiero a este, ni al vuestro, ni al del arco iris con premio extra de trabajo en las teles del espectáculo. Ni siquiera al de la ropa, aunque igual en parte sí. Hombres, compadres, potenciales rivales en las noches de amor, copazos y lujuria entre sabanas de blanco satén. Olvidad todo aquello que habéis aprendido, romped vuestros automatismos y tretas para que os compren la luna como crápula vividor en el gimnasio, barra de bar preferida o banco de la iglesia, que sé que algunos lo hacéis. Ellas nos han calado, se han cansado de su antiguo juguete y nos van a volver a hacer bailar como una peonza. El ciclo ha vuelto, vuelve Jacq's y su jaca enseñando muslamen. Porque al jodido Jacq’s no nos lo imaginamos de oficinista, café de máquina y socio del club geek. No, el tipo ha de ser de Santos Trinidad para arriba. Caballeros, ahora ellas quieren que seamos hombres con todas las letras. Manda huevos, ahora que me había aprendido el PH de mi piel.
Atrás han quedado los hombres silvestres y un poco más cerca, pero atrás también, los metrosexuales, con el bonico David mendigando ir a los Juegos Olímpicos y jugando pachangas de soccer californiano, con el consiguiente cabreo de su señora estupenda. A George le vacilan las consumidoras de café y ni le piden su facebook, ni teléfono ni nada para un quítame allá esas capsulas, Malkovich pasa de historias y es Dios directamente, a Rusell parece que se lo haya tragado una ola, y Brad anda de lo suyo con la tropa.
Y ellas, las que mandan, no lo olvidemos, las que nos manejan a su antojo, las que te desesperan si no te contestan enseguida al WhatsApp que mandaste hace 3 minutos, con sus biblias de cabecera, sus canales temáticos y sus gurús de la igualdad mal entendida que solo usan en el sexo, teniendo así la coartada perfecta para no ser señaladas como zorrupias con ínfulas, han dicho que se acabó. Mariconadas las justas. Y cremitas, menos. Menos flores y más cunnilingus. Tienen nuevos machos alfa. Nos obligaron a coger perfectas resacas con los mojitos, le hemos puesto pétalos, pepino y cosas más raras al gintonic, nosotros, que somos más clásicos que los Castellanos de El Vedat y siempre hemos mojado el hielo con whisky. Beben los vientos por un par de nuevos, y nos toca ser, sí queremos mantener el nivel o iniciarnos en él, ratones y seguir la flauta de Hamelín parida en las cabeceras americanas de Conde Nast, Hearst y las colinas de California, donde guionistas, putas y jugadores le dan a la tecla para arrimarse al árbol que toca y que su sombra haga sonar la caja registradora. Y nosotros pendientes de la guerra mundial de las galaxias del balón, sin ver las señales de los advenedizos que nos indican el camino a seguir.
Los pozos de la sabiduría, agujeros de temores y manuales de instrucciones, aquí y aquí.

Y mientras, estos cabrones que se las saben todas, descojonándose en el sexto infierno, porque ya lo sabían. Sí es que nada mejor que volver a los orígenes.

PD: ¿Y qué pensará de esto Sònia Valiente?

miércoles, 18 de abril de 2012

Maxitweets. El agua moja, el cielo es azul y las mujeres mienten

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Mujeres. Nunca una palabra pudo abarcar tanto. O quizá sí, pero no tengo el google para algoritmos. Y además, en una semana de patadas al balón, vamos a darle un poco de cancha al segundo, primer, único tema que nos interesa de verdad a los hombres. Y es que, la verdad, son de lo que no hay. Hielo, licor y al lío.

El agua moja, el cielo es azul y las mujeres mienten. Eso es así. Y mienten tan bien que incluso ellas se pueden llegar a creer sus propias mentiras, convirtiéndolas en una verdad. Verdad en su mundo, claro. Hay que joderse. Y su maestría es tal, que si te has calzado alguna copa de más, picas el anzuelo y todo. Que se lo digan al rey Robert lo de calzarse copas, mujeres y sus mentiras.

Y no es una cosa de las chonis, de las pijas, de las bibliotecarias, de las galeristas o de la fauna de hembras que pululen por los lugares que uno frecuente. Mienten todas. Hasta las tuyas. Lo hizo tu abuela cuando preguntaste acerca de los Reyes Magos, lo hizo tu madre al decirte lo de ‘papa volverá, ha ido por tabaco’ y lo hizo la última a la que separaste las rodillas con sus veintitrés jadeos. En conclusión, estamos rodeados y solo nos quedan dos opciones, Butch.

Si no puedes con el enemigo, únete a él. Asiente, apostilla, repite sus últimas palabras y hazlas tuyas, mientras sorbes algo líquido, a ser posible de calidad. O espera pacientemente a ver el maquillaje corrido por su cara al dejar de creer en su mentira, como el que espera pasar el cadáver de su enemigo por la puerta de su casa. Es un poco tétrica la imagen, pero no deja de molar, si la imaginas bien, rodada por tu neurona Coppola.

Pero en realidad no haces nada. En el fondo, nos encanta que nos mientan. O eso les hacemos creer a ellas. Qué más da. Sin ellas, la vida sería aburrida y, por ejemplo, esta entrada nunca hubiese visto la luz. 

pd: Por cierto, la moza de la foto se la he tomado prestada a mi amiga del Formspring, LadyGuisante

miércoles, 4 de abril de 2012

Semana Santa de Tronos

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La gente llora en la Semana de Pasión. La sequía llama a su puerta, como las vendedoras de Avon, pero ahora no quieren lluvia. Lógico, normal y comprensible. A nadie le gustan las fiestas pasadas por agua, a no ser que sean en esos mastodónticos parques temáticos acuáticos horteras a los que uno ha de ir únicamente una vez en la vida, o no, por aquello de tener información de primera mano. Pero joder, ¿qué queremos sí la mentamos a todas horas en nuestro sabio refranero? Que llueva, que llueva, la vieja está en la cueva. Nunca llueve a gusto de todos. Ha llovido mucho desde entonces. Siempre llueve cuando no hay escuela. Cuando llueve y hace viento, cierra la puerta y estate dentro. Llueve sobre mojado. A mala lluvia, buen paraguas. Llover y cantar, todo es empezar (vale, este es inventado).
Conclusión: estos días toca calarse o estacionar, y visto que se acerca el invierno en su segunda temporada, y siguiendo consejos, a punta de pistola algunos, de asesinos en serie, Don Drapers del terreno y reyes godos varios, salvo invitación irrechazable por parte de alguna gata, a las que tengo menos miedo gracias al Woman Translator, bien mundial donde los haya, ustedes me podrán encontrar en las tierras del Norte, Invernalia concretamente, maldiciendo por no poder ponerle los cuernos al gordo del Rey, colega de Ned Stark, y rindiendo homenaje por supuesta proximidad geográfica a la isla de Jura y sus líquidos elementos. Lo que no quita que todos ustedes y ustedas hagan de sus días de asueto aquello que les plazca, ponerse morados a huesos de santo, torrijas, mistela, panquemados, monas de pascua, tofu o lo que les salga de las amígdalas, mientras los costaleros purgan los pecados del resto, en plan justos por pecadores.
Aunque ya saben, me encanta hablarles de usted, contable audiencia, puede que tenga algún tipo de revelación y se me cruce alguna María Magdalena y la liemos parda con brindis al sol de cócteles de fan de Sony Crocket y resacas con ibuprofeno y alimentos, que no comida.

PD: Por cierto, una cosita. Justo aquí debajo, hay un par de casillas para medir las reacciones. Sí lee esto, pero le da pereza comentar, o simplemente se la suda hacerlo, dele al sí o al no. Así, hace feliz al becario y las novedades que introduce, que se lo curra mucho. A sus pies.