miércoles, 27 de junio de 2012

Bien nacidos a la Kraken Roll Band

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El botín del concierto, regalo de David.


Comes rápido. Más bien, guarreas sobre la marcha. Vamos, que solo te alimentas para no caer en mitad de batalla para la que te has preparado. Has intercambiado previamente mensajes, llamadas y diferentes maneras de comunicación y los nervios, tendrá cojones la cosa, se te alojan en el estómago, como aquella vez que fuiste a encontrarte con ella tras las cortinas de un cine de verano. El sistema nervioso es muy listo, el jodido, y te mantiene alerta por si te confías y no pones los cinco sentidos en la cosa que has de estar. Y el viernes pasado por la noche, ni Fórmula 1, ni leches. El viernes por la noche, tocaba estar, sudar, reír, brindar y disfrutar con la Kraken Roll Band. Y así fue.
El ambiente de la sala Wah-Wah en la puerta es el de las grandes ocasiones. Mucha gente, apurando su vicio humeante, como toca después de cenar bien, con mesa y mantel, cosa que nosotros no hicimos. Ni un Peggy Sue, ni nada. Solo un guarreo. En fin. En la puerta están ellas, guapas, radiantes y nerviosas, según me dicen. Sorprendente. Ellas son Monty y Belen, de The Sheenas, aunque más bien podría decir que son dos artistas multifaceta tan grandes como Mestalla, que lo mismo tatúan una frase impresionante en un sobre de azúcar, como son el sueño húmedo de la señora de rojo. Aunque, ahora que lo pienso, ese cosquilleo previo al cualquier exposición delante de gente es lo más normal del mundo. Mala señal si no lo tuviésemos todos los que alguna vez hablamos, actuamos o intentamos cantar ante la marabunta.
Tomamos posiciones en la sala. Conmigo viene Paco, a quien el rock nos debía una que el destino no nos quiso dar y con la primera amarga de las muchas que vendrían, brindamos por las camareras guapas, por la mesa de sonido y porque esta es una noche de rocanrol.
Músicos cabrones impuntuales. Pregonando que la cosa iba a ser o'clock y no lo ha sido. Lastima de entrecot y botella de Esera. Aprovecharemos para saludar a la crew de Los Perros del Boogie, con el gran Adri Rock Runner entre ellos, la Leyenda y Sonia la bonita, David Lobo, Pau de Uzzhuaïa, Isma Romero y la hija pródiga recién llegada de la ciudad olímpica para oler y tocar a su madre y dar caña esta noche con alguna versión de los Led Zeppelin.
Como si de un concierto de Elvis se tratara, suena Así hablo Zaratustra, pero una versión, claro. Un robot molón nos dice que vamos a ver a la mega banda y con la presentación a cargo de Pol, empezamos a sangrar con el rocanrol a ritmo de If you want blood de AC/DC.
Ahora es el momento en el que yo podría teclear los temas uno a uno y tratar de demostrar que tomé notas, que me porté bien y que las gafas no se me empañaron mientras duró el concierto. Notas si, las justas y necesarias, como mi amigo Chemi, que es más bonito guiarse por los latidos. Me porté fatal y las botellas de Sapphire pueden dar cuenta de ello. Y gafas no llevo. Así que, podría contarte que si me hubiese tocado cantar después de la exhibición vocal de Monty, finjo afonía para no hacerlo y usar el truco para susurrar al oído a alguna de las chicas, muchas, que habían en la sala, camareras incluidas. Que Adri tiene anguilas en el cuerpo cada vez que toca la pandereta o que Janis vuelve para vestirse de Merche cada vez que agarra un micro.
También podría hablarte de Romero, que va para grande, de las rodillas dislocadas de Belén y que sigue enamorando(me) encima del escenario. Que con David y Ernesto estando en forma, su banda va a seguir siendo grande. Que el Lobo aulla de muerte. Que los Babylon Rockets son la banda con más pose, con permiso de Uzzhuaïa. Que James Brown estuvo.
Te podría contar que hice las paces con Americano gracias a Gabrielle. Que las chicas y el Sapphire me descentraron y mezclé vientos con AC/DC y me sonrojo por ello. Que bravo por Cash, Elvis y Morrison, casi nada. Que sí a las secciones de viento en el rock. Y a los coros de las Krakenettes en A Girl, también. Que por Valencia anda suelto un cabrón llamado Micky que se merece que brinde con mi mejor whisky, porque su voz huele a humo y bar. Y que la versión de Nino Bravo me llegó hasta muy adentro.
Y podría seguir diciéndote que la Kraken Roll Band, no es una banda, es una pandilla con miles de historias de sexo, drogas y rocanrol y un vínculo muy fuerte. Y que cuando llegamos al bar donde todos conocen tu nombre, solo podían sonar los Guns 'n Roses para completar la noche, y sonaron. Podría contarte muchas cosas, pero eso sería como desvelarte el final de una novela. Y quizá, solo quizá, sí no estuviste sudando, riendo brindando y disfrutando de mismo aire que nosotros, la vida te de una segunda oportunidad y puedas ver grabaciones de lo que pasó el veintidós de junio en Wah-Wah. Pero eso es, como espero ver pronto en un sobrecito de azúcar, como coger aviones solo por visitar aeropuertos.
Es de agradecidos descubrirse, aplaudir y sonreír por Pol, su local y la banda de sus amigos, la Kraken Roll Band.

jueves, 21 de junio de 2012

Nuestra movida de los 80 y la Kraken Roll Band

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No todo el monte es orégano, ni para bien, ni para mal. Y eso, en el mundo de la tele, también vale. A aviso por la página de Facebook de Nueve Tragos, que se había grabado parte del documental sobre la movida valenciana de los 80 en el precioso local regentado por don Andrés Albert, no pude evitar sentarme frente a Canal 9, sí, la tele del ERE, y ver Dossiers, una especie de Informe Semanal, con solo una pieza por entrega. En este documental, muy recomendable su visionado, se hacía un viaje por lo que fue Valencia a principios de los 80, los grupos que salieron, su repercusión y su final, algunos como base de nuevos proyectos posteriores, porque los artistas, parece que no se creen ni se destruyan. Se transforman, como la energía.
En esas andaba yo, a ritmo de Rebeldes y La Frontera de bolo valenciano y rellenando la memoria con Video o Glamour, cuando los paralelismos con la actualidad pasaron sin avisar. Una ciudad llena de inquietudes, gran actividad musical, movimiento y ganas de hacer. Pues vaya, tampoco parece que haya cambiado mucho Valencia. Y esto, en este caso, es bueno.
Me vienen a la mente la gente que pisa las mismas aceras que yo hoy. Actrices, músicos de todos los instrumentos y estilos, diseñadores, escritoras, publicaciones, portales web, conquistadoras de la Pérfida Albión... Todos luchadores natos, fuera de los convencionalismos y el camino fácil, gentes honestas y canallas al mismo tiempo, usando como armas sus instrumentos o cualquier trozo de papel donde plasmar, rasgar o rabiar pequeños pedazos de su mundo y que te hacen palpitar aceleradamente, con un verso, un riff o una actitud. Náufragos en esta ciudad marcada por escándalos a cascoporro de los señores demócratas de las corbatas, que se dejan llevar por la marea y el oleaje les hace tocar playa en forma de barra de bar. El bar. En todas las buenas historias siempre hay un bar. Y un camarero.
Ya os hablé de este tipo hace un año, poco más o menos. Pablo, Pol Kraken y su local. Pero es que este año, lo ha vuelto a hacer y la secuela, tiene pinta de ser mucho mejor. El tío va a meter a cincuenta fulanos en un escenario, arriba o abajo, para montar una juerga como Dios manda, pasar un rato dándole caña a las canciones de cabecera y que han derivado en temazos de los grupos de ahora de la Baja California y que no voy a citar ejemplos porque luego los no citados me pueden dar de hostias en los camerinos después del concierto. Y no es plan de llegar a casa hecho un Tyler.
Pues la movida kraken aterrizará efímeramente, como el hielo de nuestras copas, el viernes 22 en la sala Wah-Wah, cuando el calorcito aprieta y promete ser un castañazo en toda regla. Aprovecharé para saludar a los amigos de correrías, a la Leyenda (nexo de unión clarísimo de esta paranoia entre la movida de los 80 y la que vivimos ahora), al señor Lobo, a mi italiano favorito de las teclas y a todos y cada uno de los que me han dejado compartir sus historias de barras de bar. Y, por supuesto, saludaré a ellas. Porque el rock no sería lo mismo sin ellas. Ni el rock, ni nada, que leches.

A esta movida, habrá que ponerle un nombre para la historia. Mientras, nos quedamos con la Kraken Roll Band.

lunes, 4 de junio de 2012

Diez mil razones para apostar por el rocanrol

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Queridos amiguitos, en este mundo todo está bajo control. ¿Todo? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste ahora y siempre al invasor, con una poción mágica que los hace invencibles…

Nos sirve el principio de los cómics o tebeos, tal y como dice el gran Paco Roca, de Asterix y Obelix para meter la cuña y brindar con los caldos de la mejor añada que tengamos a mano, o con un Sprite, lo que te dé la gana, pero llena la copa porque toca celebrar. En este lugar llamado España, donde la música que sobrevive fuera de los circuitos de radiofórmulas al dictado de las discográficas tiene un duro y complicado camino por el lado salvaje. Aquí existen muchos garajes y antiguas fruterías llenos de chavales, algunos ya no lo son tanto, que cuentan sus historias, narran sentimientos y sienten emociones a través de una música que les hace sentirse vivos. Y elegir este camino los convierte en donquijotes peleando con las ruedas de molino y, en la mayoría de los casos, reciben mandobles en lugar de aplausos.

Pues bien, en este lugar donde sigue la búsqueda catódica del Número Uno, para deleite de mi madre, de la tuya, de la peluquera del barrio y de la dependienta del Berskha que te vas a intentar follar esta noche cuando le hayas metido una patada al listón de tu orgullo, zurrado de gintonic, aún hay un pequeño lugar para la esperanza. There's a place to stay. Y ese lugar se llama Rockrockradio.

No lo busques en el dial, que no lo vas a encontrar, ni falta que nos hace. Esta emisora online nació por necesidad, por un corte abrupto de una carrera y un proyecto genial tras una toma de decisiones que, a día de hoy, parecen más incomprensibles, si cabe. Con pocos recursos, imaginación y muchas, muchas fiambreras a la hora de comer, el señor Iván Guillén puso los cimientos de una emisora interactiva con los oyentes, con revisión y respeto a los clásicos, dando cabida a nuevas escuchas y un feedback real con los oyentes, retomando esa esencia pirata y canalla de las radios al margen de la ley, como la historia que se contaba en la magnífica Radio Encubierta.

Pero toda esta energía, como el principio termodinámico, cambió y se transformó en el proyecto de Rockrockradio, con sangre, sudor y quebraderos de cabeza que solo el señor Guillén y quienes conviven diariamente con él sabrán a ciencia cierta donde llegan. Pasito a pasito, sin prisa pero sin calma, volvió a andarse el camino y se volvieron a estrechar lazos de gentes dispares en principio como Alicante y Cuenca o Bilbao y Chamberí. Gentes a las que no les importaba plantarse dentro de un avión, o hacerse 400 kilómetros por carretera por tomar unas cervezas con una familia virtual y brindar por el rocanrol. Incluso se iniciaron historias de amor que aún perduran en el tiempo, aunque también se aprendieron lecciones acerca de las miserias del ser humano. Todos y cada uno de nosotros, volvimos a vivir en cierta manera nuestra nueva juventud musical a ritmo de bandas como Los Perros del Boogie, Garaje Jack, Eli Paperboy Reed o The Right Ons, por poner solo algunos ejemplos.

Y no me digas que eso de las mariposillas no mola un montón, porque no te creeré.

Y en este lugar nos encontramos ahora mismo, con una cifra redonda, diez mil. Diez mil personas a las que en Facebook les gusta rockrockradio, sus emisiones online, Little Steven y su Underground Garage, las lecciones de historia psicodélica de David y su HippieShow, el Blues Syndicate. Una emisora de Copa del Mundo, con una cifra simbólica que entraña el corazón, el alma y la actitud de aquel que un día se propuso aquello de 'el que la sigue, la consigue'.

Mis felicitaciones a todos los oyentes, followers y fans. Si leyendo esto, te has sentido aludido, es cierto, lo hice pensando entre otras personas, en ti, así que felicidades. Y en especial al padre del invento, don Iván Guillén, 'Youngie', que seguro que ya andará tramando algo para cuando llegue a otra cifra mágica, quizá un macroconcierto con sus AC/DC como hizo Howard Stern tras llegar al número uno en USA. No está nada mal empezando en un garaje y ya se sabe, the sky is the limit, ¿no Steve Jobs?