viernes, 29 de junio de 2018

Ciao Joao.

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Fumata blanca. Mendes cogió su fusil y definió una venta escandalosamente escandalosa. Al final, si miramos los números, la operación Cancelo ha salido bien para todos. Para el jugador, que va a uno de los equipos más grandes de Europa, para el Valencia CF, vendiendo a un activo con el que no se contaba inicialmente para la temporada que viene y casi cuadrando balance y para el representante que ha vuelto a hacer su trabajo de manera impecable. De hecho, cuenta desde Twitter @VCForever que va a sacar del Primavera de la Juve a un chaval por 20 kilos. El chaval, Andrea Favilli, lleva jugados 14 partidos, 12 en Serie B y dos de Coppa, y fue comprado por el club dueño de Cancelo por 7,5 kilos. 

Esto es el fútbol moderno. Cantidades escandalosas por jugadores que ni conocemos. Pero claro, lo fácil es lanzar la pelota y decir que es caro. Ahora la opinión la marca una visita a Transfermarkt y dar por buenas sus cifras como si de un acta notarial se tratase. Cuñadismo futbolero. Pero hay un matiz que se os escapa, caballeros con palillo. Recuerdo que allá por mayo se largaron a Singapur aquellos que mandan en la planificación deportiva del Valencia CF. Y no fueron de turismo. Fueron a presentar la hoja de ruta al dueño. Y el dueño se supone que aprobaría los planes. O si no todos, sí los que se están ejecutando ahora mismo. Y en estos planes puede que hablaran de cifras para reforzar posiciones y, a partir de ahí, traer jugadores del agrado del cuerpo técnico o de jugadores concretos con sus cifras correspondientes. Que parece lo mismo pero no lo es. Por tanto, si Diakhaby ya es uno di noi es por alguna de esas variables. 

Pero claro, ya caemos en aquello del precio. Que ha sido toda la vida igual, ojo. No es cosa de Twitter. La losa del precio pagado por un jugador es grande. Y si es joven, más. En aquellos tiempos, cuando el Athletic Club fichó a Joseba Exteberria por 500 millones de pesetas parecía una barbaridad. Si no les vale el ejemplo por aquello del mercado acotado de los vizcaínos, el Madrid firmó a Ramos con 19 años por 27 millones con menos de cincuenta partidos en Primera. Incluso la llegada de Cancelo era una barbaridad. ¿Por qué? Porque no lo has visto jugar, no sabes quien es y en aquella operación parecía que la cosa era más un 'Show me the money' de Mendes que no una oportunidad que le ofrece un amigo a otro. El tiempo, ese juez que pone a cada uno en su lugar, colocó a Cancelo como un jugador correcto, bastante mediático por sus arrestos juveniles y una de las mejores ventas del club. La cuarta, para ser más exactos.

Por eso, la marcha de Cancelo y la llegada de Diakhaby solo las puedes valorar en perspectiva. Y no hoy, ni mañana ni dentro de un año. La única diferencia que existe entre la llegada de uno y otro es que con el segundo hay un trabajo de seguimiento previo por parte de un departamento que ha firmado a un tipo para eso mismo. Adelantarse a la Juventus de turno para que, cuando llegue el momento, sean ellos los que paguen cuarenta millones por un tipo al que tú firmaste por diez o quince. Y que llega a Turín para firmar por la Vecchia Signora con una camiseta de lo más alegórica con la situación y quizá premonitoria.

Lo dicho, el tiempo nos dirá si Cancelo y Diakhaby han sido buenos para la historia del Valencia CF. Lo único malo de todo esto es que ya no estará Jaime Hernández Perpiñá para documentarlo y archivarlo. Esperemos que todos seamos un poquito como él para intentar llenar su vacío.

viernes, 22 de junio de 2018

Cancelo sin billete de vuelta.

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Pues parece que la cosa está más que hecha. Como 'cosa' definimos al fichaje de Cancelo por el otro grande blanquinegro de Europa. Y esta vez parece que el billete va a ser cerrado de ida, sin opción remota de retorno. Por lo que en el imaginario valencianista quedará como despedida aquellas lagrimas en Mestalla, con el torso medio descubierto, mostrando esa especie de sujetador deportivo que mide los esfuerzos de los futbolistas para que nadie se escaquee del sudor verdadero.

Este que les escribe ha hilvanado unas cuantas palabras en Plaza Deportiva sobre Joao. Comparándolo a un caballo desbocado, hablando de su tupé y poniéndolo enfrente de Carlos Soler para valorar las dos caras de una misma moneda. Incluso recuerda, vagamente citar a modo de sentencia que del futuro de Cancelo iba a depender en gran medida el futuro del Valencia CF en cuanto a su modelo deportivo se refiere. Pues bien, parece que esta vez, acerté. Con la venta de Cancelo se abre un abanico de opciones en cuanto a cuadratura de caja que permitirá encontrar un mar en calma cuando volvamos a mirar al Valencia CF en el momento acabe el Mundial.

No me han de negar que no es meritorio que Mendes haya conseguido sacar ese pastizal por un no mundialista. Y que no será menos meritorio que, una vez se cierre el trato al cien por cien, entre en escena el CEO Alemany para pedir corta flexibilidad en cuanto a los pagos para disponer de pasta fresca y gestionarla como le plazca, es decir, como toque según balance.

Todavía recuerdo con nostalgia los capítulos de los silbidos a la grada tras marcar un gol. Ese debate, tan nuestro, con dos bandos enfrentados dialécticamente. O cuando lo de sus lágrimas. Con aquellos que hablaban que era aprovechable. O, más cercano, este mercado de invierno pasado, buscando un lateral y sonando en las quinielas para volver, volver, volver a nuestros brazos otra vez. Nada. Fum. Humo. A cojón visto, macho. Lo único que nos quedará para la duda siempre será que hubiera pasado con el potencial de Cancelo con un entrenador con rigor, con un club calmo en terremotos y con una planificación deportiva marcada de antemano. Donde va, Juventus. parece que va a encontrar todo eso. De donde viene de préstamo, Internazionale, por ahí andaba la cosa. De donde sale en propiedad, Valencia CF, lo tiene ahora con Marcelino, Alemany y toda la estructura creada a tal efecto. Pero serán otros los que estén para comprobar lo sólido que es este nuevo Valencia CF que vuela firme de camino al Centenario, con el músculo marcado como el murciélago dorado del logotipo, hacía noches tranquilas donde suena el himno de la Champions y nos permite soñar con alegrías.

viernes, 15 de junio de 2018

Una semana de Mundial en cinco asaltos.

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Es imposible resistirse. Imposible no dejar de mirar. En parte, porque en Valenciastán tenemos una calma digna de siesta y sandía de merienda. De hecho, nos ha venido un bigardo de casi dos metros para el centro del campo del que casi nadie ha oído hablar. Pero no importa. Lean a Álex Martínez para ponerse al día y estén preparados para cuando la bacanal de fútbol de cada cuatro años acabe. Pero vamos al ring.

Primer asalto. Floper se ha marcado un Castor balompédico. Le da igual los movimientos sísmicos que deje a su paso. Se la sopla la Selección, Rubiales, el Mundial y cualquier otra cosa que no sea el equipo de las mocitas madrileñas alegres y risueñas. Supongo que es el precio a que te digan que no. Zidane, al que fichó firmando en una servilleta le dijo au revoir y a Floper le rompieron los esquemas. Tiro cañas para poder soltar aquello de 'Hay entrenadores que han nacido para...', pero no sonaba la flauta. Por coherencia de los candidatos, véase Low, o por renovaciones recién estrenadas, véase Pochettino. Pero, ay amigos, para un roto siempre hay un descosido. Y se llama Lopetegui. Compresible la reacción del vasco. Esos equipos solo pasan una vez en la vida. Pero mal gestionado por su entorno. En el momento que recibes la llamada has de avisar a tu jefe, Rubiales, de todo lo que hay. Y si aceptas sin avisar, largarte dos minutos antes. Pero si vamos a las conspiraciones con pinzas, como las de los detractores de nuestra nueva tele valenciana que las ven por todas partes, Rubiales es un grano en el culo para Tebas y los intereses de los grandes, principalmente uno. Y es una manera de incomodar al nuevo con su cargo y avisar que las gallinas viejas siguen dominando el corral.

Segundo asalto. La prensa. En general y de Madrid en particular. Pocos del centro geográfico del país se atreven a decir en voz alta que es una muestra de caciquismo del Real Madrid. Supongo que para no cortar las prebendas o los accesos al palco. Lo que da lástima es la manera de arrastrase de algunos. Si hoy España mete cuatro, sacarán pecho. Si le meten tres, también. Win-Win. Pero luego está José María García, libre de cualquier atadura, que suelta las verdades del barquero del que se siente libre, con la luz pagada y sin deber nada a nadie. Y deja a los de ahora a la altura del betún.

Tercer asalto. Hierro. Para mí, desde ya, uno di noi. Servidor es de esos a los que España siempre le ha gustado. Desde Saura y Tendillo en el 82, por lo menos. Me gusta el fútbol y, mientras no se diga lo contrario, por geografía, nacimiento y coherencia ya saben como bancamos en equipo y en combinados nacionales. Y Hierro fue despedido, junto a Del Bosque, por el presidente del Madrí. El mismo que está ahora. Y si animaba con la España de Clemente y la de los principios de Aragonés, con el ardor que provocaban los mismos del segundo asalto, no voy a bajar del barco ahora.

Cuarto asalto. Que ganas que sean las ocho de la tarde. A pesar de tener que negociar citas con dentistas, con presentaciones de libros o con cualquier otra cosa en este mes que viene. Todos somos Jero Freixas. El Mundial es el 'Breaking Bad' de las series.

Quinto asalto y KO. El traductor de Google para hacer una pregunta en francés en una rueda de prensa internacional. Pedro Ruiz, en su primera aparición en televisión, se aprendió de memoria una o dos, preguntas para entrevistar a un japonés, con pausas dramáticas incluidas, sin tener ni idea del idioma del Sol Naciente. Sírvanse las diferencias.

viernes, 8 de junio de 2018

La Selectividad del Valencia CF.

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Por si ustedes no lo saben, en estos días se celebra la Selectividad. Quizá ahora se llame de diferente manera pero, en esencia, es lo mismo. Exámenes a cascoporro en un corto intervalo de tiempo. Como esas 24 horas de futbito que jugabas en verano. A tope, a tope, a tope. Luego ya, si eso, dormiremos. Lo suyo es haberse preparado previamente, tacita a tacita, para que el arreón final del estudio y las pruebas sean más llevaderas. Y en su propia Selectividad se encuentra el Valencia. Solidificando un proyecto, amortizando al máximo este año de adelanto que otorga el salto de ser décimosegundo a ser cuarto y con un entrenador al que se le ve cómodo en el cargo y la ciudad, con ganas de hacer más cosas y sin intenciones de largarse a otro sitio, aunque no le llamen.

Recuerden hace un año por estas fechas. Si pueden. Los rumores no eran gran cosa. De hecho, se gestaba nerviosismo ante los tiros al aire y ninguna pieza en el zurrón. Tan solo la llegada de Marcelino como primera piedra. Y ya saben la leyenda urbana. Que si dijo no al Valencia, que si las excusas con el riego del campo y alguna que otra más. Y ahora, a toro pasado, se puede decir sin rubor que la manera de proceder de Marcelino, Alemany y el resto de implicados fue la correcta. Marcando los pasos. Estudiando poco a poco. Tacita a tacita. Pues servidor intuye que este año la cosa va parecida. Hay refuerzos, como Longoria, que trabajan con celo para reforzar el único punto por el que se puede adelantar, fichar antes que exploten. Por eso entiendo su enfado. El sigilo es fundamental para no despertar otros intereses y, sobre todo, para no subir innecesariamente el precio del fichable. Aunque bien es cierto que el club debe saber usar a los medios para su propio beneficio, lenguas largas existen en todos lados, deportes y sectores. Quizá, poniendo un señuelo, Pablo, tengas a tu garganta profunda.

¿Y cuándo saldrán las notas? Pues bueno, de inmediato con los anuncios y el primer pálpito de la gente. Aunque, como dijo el flamante Ministro de Cultura y Deporte, de fútbol, ni puta idea. Ni nosotros. Así que el caminar de la temporada nos dirá si los que vengan superan a los que se fueron o, por contra, volveremos a la nostalgia de los que ya no están.

Mientras tanto, vayamos sacando parte de esos 45 kilos para ir cuadrando la caja. Empezando por Joao Cancelo, que tendrá que esperar otra oportunidad para poder secar esas lagrimas que soltó en Mestalla una noche de agosto hace casi un año.

viernes, 1 de junio de 2018

Zaza.

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Díganme ustedes si no es de ser jugador mítico que un periódico de tirada nacional te realice un artículo en el que su principal hilo sea que te estés jugando poder participar en el Mundial con tu selección, cuando lleva eliminada para ello desde noviembre. Eso supera cualquier expectativa y convierte al bueno de Simone en un ser extraordinario. Vale, tienen razón. Puede que sea más culpa del zoquete que escribe, pero solo que se genere esa expectación ante todo lo que acontece con el italiano ya demuestra que es un jugador especial.

Puede haber corrientes que digan que no es jugador para el Valencia de Champions. Yo les digo que sí. Porque en la próxima Champions se va a tener que jugar con el corazón para suplir el talonario. Se va a tener que gritar hasta la afonía desde la grada para ser de verdad el jugador número 12. Y si hay alguien que defina esa comunión con la grada ya saben quien es. Los niños quieren ser Zaza. La venta de camisetas lo dice. Cierto es que un jugador no vale tanto como todos juntos, pero en partidos aletargados, el carácter latino te agarra por la solapa y te zarandea.
Y si tiran de hemeroteca, los delanteros con los que el Valencia se personó en la Champions de su debut no es que fueran de campanillas. Se llegó donde se llegó gracias a un bloque, gracias a una marea colectiva y a momentos de gracia de determinados jugadores, como Gerard, Mendieta o Farinós. O el Piojo López, que no era un killer de área precisamente. Tenía otras virtudes propiciadas por el espacio, pero matador no. Por eso, la duda me asalta ante Zaza. Y me resulta más barato vomitarles esta retahíla de sujetos, verbos y predicados a ustedes que no largarme al bar a sondear o escuchar fílias y fobias.

Hablan unos que es vehemente, que juegas siempre con el 'ay' en el cuerpo ante una mala acción, una mala patada que te deje en inferioridad. Vamos, igual que pasa con Diego Costa y todos dicen que juega con el corazón, como si de ganar cada pelota dividida fuese la vida de su familia en ello. Pues eso mismo pasa con el ex novio de Chiara. Aporta ese punto de locura ante el orden marcial de Marcelino (perdón). Fomenta la pasión, el alentar sin descanso. Y no hablemos de como aportan sus movimientos sin pelota para el desahogo del juego. Busquen estadísticas, busquen números, visionen los partidos que tiene guardados La Guarida del Valencia y podrán comprobar que Zaza es algo más que una calva bonita.

Pero, siempre hay un pero y lo dicho antes no es tan importante como lo que va después, esto es el Valencia. Es un club que sigue nadando a contracorriente económica para remontar un par de años de mucho gastar y poco ingresar. Negredo, que dolor todavía, Enzo Pérez, Nani, Santos, Abdennour y todos aquellos que no llegaron a las expectativas que prometían sus traspasos y sus rendimientos obligan a pensar no tanto con el corazón y sí con la cabeza. Y ponen en rampa a Simone y a otros. Y Marcelino ha de elegir. Ha de pensar como reinventarse en este Valencia de Champions para hacer lo que ha hecho en el noventa y cinco por ciento de los partidos de este año. Competir. Que al final es lo que cuenta.