jueves, 28 de noviembre de 2013

Alicia Álvarez. El título, como siempre, al final (III).

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(Instrucciones de uso: escucha esto mientras lees esta entrada.)

Tengo una maleta extraña que no recuerdo cómo encontré. A veces llega antes que yo a los sitios y me espera abierta de cualquier manera ofreciéndome un remolino de telas de colores con las que pretende que me vista... o se queda seria y formal aguardando que yo escoja cuidadosamente aquello que necesito... o asoma misteriosa y medio escondida en un rincón y no sé lo que puede salir de su interior porque tambien, a veces, mi maleta me asusta. 

Nunca me permite que la vacíe, jamás. 

Cuando aún no lo sabía, intenté sacar de su interior el calzado, la ropa, los libros para colocarlos y entonces ella se cerró tan violentamente ofendida, mordiendo mis dedos, que debí llevarlos vendados una temporada. Despues tampoco permitía que yo la preparase. Permanecía cerrada, obstinada, nada podía incluir en su interior, del que salía un ronroneo como de artefacto en construcción. Es ese misterio el que me hace llevarla conmigo cada vez más y no sólo para los viajes. Parece tener sus propias ideas acerca de lo que necesito en cada momento y sus propuestas sobre lo que debo hacer, como aquella noche en la que me ofrecía, terca, una linterna cuando yo pretendía sacar mi bolsa de aseo, una y otra vez... hasta que se fué la luz. 
Poco a poco ha ido volviéndose más atrevida, me ofrece libros raros sobre paises remotos a los que termino viajando por invitación suya, perfumes que, una vez puestos, provocan en la gente que se cruza conmigo risas descontroladas, bailes descompasados, miradas ardientes. Y, así, mi maleta es mi mayor fuente de emociones en este momento, esta maleta tan corriente que pasa desapercibida. Hoy, pensativa, cargando con ella, sentí el impulso de entrar en este parque, de sentarme bajo este árbol inmenso. La he mirado llena de ansiedad, ya siempre esperando su inspiración, una señal, la sorpresa. Esta vez se ha abierto sola muy poco a poco... En su interior, solitaria, ha aparecido una cuerda, una larga soga. La miré durante un rato en el que vi pasar toda mi vida y, enseguida, supe qué debía hacer. Una hora más tarde, me balanceo, arriba y abajo, en este columpio improvisado en el árbol, cada vez más y más alto, feliz como una niña...

Mi maleta jamás me defrauda.

EXTRAÑAS COMPAÑÍAS

lunes, 25 de noviembre de 2013

Chemi Sánchez. Fin (al principio).

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Te fuiste sin decir adiós. Vacilaste un instante, pero te habías cansado de mí como se cansa un niño de su juguete favorito, y por eso hiciste lo mismo: guardarme en un baúl junto al resto y apartarme de tu vida. Nunca me tiraste a la basura por si acaso debieras luego recuperarme fugazmente para revivir los viejos tiempos, y yo hubiera preferido un portazo en las narices a una palmadita en la espalda. La esperanza es una compañera peligrosa que se bebe tu copa de gin-tonic cuando estás distraído, y el verde siempre fue un color difícil de combinar.

A pesar de ser una gran urbe, Madrid nunca será lo suficientemente grande. Me cruzo contigo frecuentemente. De eso estoy seguro. En un paso de cebra de Princesa, buscando discos en las estanterías de la FNAC de Callao, husmeando en unas perchas de Preciados, tomando un vino en Huertas. Paseando por la acera de Gran Vía siento tu presencia en la estela que deja un autobús que va hacia Atocha, en el interior de un taxi que se dirige a Goya, en la línea 1 de camino a Plaza de Castilla... Resulta que ahora todas llevan tu perfume y hacen sonar sus tacones con tu mismo compás.

Confieso que me costó un tiempo regresar a esos lugares, pero ahora vuelvo a sentarme a ver pasar gente en la misma terraza, a pasear por el mismo parque, a fumar un cigarro en la misma esquina y a tomarme un chupito con el mismo camarero. Quiero que lo sepas porque un día de estos puede que nos crucemos de verdad, y entonces me gustará contarte que no tengo nada que decirte, encontrarme con tus ojos para ignorarlos, compartir contigo cuánto tengo por vivir sin ti. Me gustará recibir el portazo en las narices que no recibí entonces para volver a ser libre.

Parece que la necesidad de olvido en este caso está ligada al resentimiento pero no es así. Sólo es el instinto de supervivencia, que me invita a soltar lastre innecesario y seguir hacia adelante. Terminar esta novela para centrarme en la siguiente. La vida no es un libro sino unas obras completas.

Nada más que añadir. Sin rencor. No obstante, si necesitas suerte, amor, amistad, cariño, apoyo o respeto por mi parte, ya tuviste en su día. Ahora ya da igual.

Pues eso: FIN

Salud.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Happy birthday, mister Wah-Wah.

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A mí me encantan los cumpleaños. 

Pero no esos en plan fiesta postiza y preparada con familia de la que no puedes hablar más de dos minutos sin citar el tiempo, ni compañeros de pupitre de los que pegan mocos y tiran de las coletas a las niñas. 

Me refiero a fiestas de cumpleaños de las de verdad, en las que no es necesaria ni una tarta, ni la manida cancioncita. Hablo de esas espontáneas donde, reunidos sin aviso previo extraordinario, alguien te suelta algo parecido a 'caballeros, a esta ronda invito yo, que es mi cumpleaños', sin ser necesariamente esas mismas palabras. Automáticamente la francachela se multiplica, el tintineo de las copas es más alegre y es el punto de salida a una buena jarana en la que no sabes bien cual va a ser el final. Normalmente siempre dicen que las mejores juergas son aquellas que no se programan, excepción hecha de las bodas gitanas, un verdadero tour de force que ríete tú de las correrías de Charlie Sheen. 

He vivido situaciones de esas a diferentes horas del día en almuerzos, comidas, meriendas, en ese maravilloso híbrido tan nuestro de las meriendas-cena, o en cenas directamente, donde la posición del Sol era lo menos importante y sí las risas, batallitas y la cantidad de peso que pudieses llevar en los bolsillos.

Y no deja de ser un bonito requiebro hablar de fiestas de verdad ahora, cuando la Navidad asoma furtivamente por las esquinas, y pensar que antes, embardunado con la canalla vitola del rock y las chicas alegres de tacón y falda, llega un cumpleaños de ese amigo que te ha dejado escuchar sus discos, te ha grabado a casette sus descubrimientos y has visto con él aquellas revistas subidas de tono para aprender un poco más de las mujeres. Nuestro amigo mayor, por su sabiduría, en forma de sala rock, donde aprendimos a imitar ser estrellas del negocio y ser más chulos que un ocho, la Wah-Wah, cumple años. Unos cuantos, doce más uno, que no es más que una cifra cojonuda, para llevar con orgullo y ser referencia de la programación cultural en esta ciudad. Lugar ineludible para conciertos, fiestas de disfraces, excesos y manchas de carmín en el cuello de nuestras camisas, donde secretos inconfesables se quedarán para siempre entre las paredes de sus baños, o en sus camerinos. 

Por eso, por las fiestas de verdad, por más conciertos, por su plantilla, por sus sospechosos habituales, por los locales de alrededor que han crecido y crecen gracias a su estela, brindo por Wah-Wah, nuestro hermano mayor, nuestro canalla JFK.
Que corra el vino y los besos.

martes, 19 de noviembre de 2013

Los salvajes Perros del Boogie. Valencia, 17 de noviembre de 2013.

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Los Perros del Boogie en concierto. 
 
La noche olía a grande. 
 
Solo había que ver como estaba el Let's Go, con la peña disfrutando de la genial cocina que allí se prepara. Hasta la bandera. Noche grande. 
 
Era la primera vez que la banda iba a poner en juego toda su nueva artillería. Sí, han pisado algún escenario playero y han hecho acústicos en tiendas de discos, pero tocar en casa Jose, en la pronto cumpleañera Wah-Wah, donde el sudor se nota que destila rock y las camareras siempre sonríen, es la verdadera piedra de toque. 
Me habían chivado, en los gérmenes de lo que después ha sido un discazo llamado 'Salvaje', que nos íbamos a encontrar con un trabajo maduro y con unos textos llenos de matices y, porque no decirlo, literatura. Por eso, mientras me metía en vena todos y cada uno de los temas, citaba, por redes sociales, alguna de las estrofas de las canciones para pulsar indirectamente el sentir del personal. Y bueno, la respuesta fue brutal. Proposiciones honestas, proposiciones deshonestas, búsqueda de anillos y una demostración palpable que el material era bueno. Creo en espaldas de mujer, en los desayunos del sábado en la cama y en la fuerza de la palabra, tanto para lo de desnudar espaldas como para la música. Tienen mucho ganado aquellas bandas de rock que cantan en castellano, o español, y además transmiten cosas con estilo, verso y mojoY estos, Los Perros del Boogie, lo han conseguido.
 
Ya hablé en su día lo que me pareció la ruptura de la formación original. Y coño, pues que con ello hemos ganado todos. Tenemos, en la tierra que es lo más, mínimo, dos grandes bandas. Y no se trata de elegir, sino de disfrutar lo que nos puedan ofrecer estas y todas las demás bandas, que calidad hay por arrobas como naranjas en los campos.
 
A veces me siento un Elder cualquiera en esto de la evangelización por el rock. Y esta vez le tocó a mi 'hermano' Román, que en otra vida quiere ser Freddy Mercury pero en mojabragas, ser bautizado con el veneno de la perrera. Ayudó la entrada triunfal, con un par de golpes de licor para ese calor postizo que otorga el alcohol. Rueda de reconocimiento de parroquianos. Rock vestido de mujer con forma de Montiel, que anda cocinando un pelotazo -la calidad por arrobas de antes-, que ya nos llegará cuando tenga que hacerlo. Y tacones. Y primeras filas llenas de ellos, sexy as hell.
 
Sale la banda. Clavijas en posición y abrimos el disco. La gente quería ladrar bien alto. Y con el estribillo de 'Johnnie Cadillac', los brazos en alto del respetable demuestra que están entregados a la banda y sus nuevos temas. Lo comento con Adri, el séptimo hombre, justo al lado del escenario, que es el lugar que hemos elegido hoy para ver el concierto, cerca de la barra y de un par de chicas que se abrazan y se tocan como si fuesen una canción de Mecano y que me despistan por momentos. Todo el mundo sabe que el mejor lugar es cerca de la mesa de sonido, pero que diablos, necesitaba ver de cerca sus caras, notar como la tensión, como la de aquel novio primerizo en su primera entrada a casa de los suegros, se diluye solo por el mero hecho de ser uno mismo, auténtico, de verdad. Ximo se mete a todos en el bolsillo desde el primer castigo a sus cuerdas vocales. Y la banda suena como un tiro. Beto revienta la caja con una nota alta, con esa segura eficacia de pistolero a sueldo que disfruta de su trabajo. 'La leyenda del jugador' es una herencia directa de Johnny Cash. En este concierto, volamos a Australia con el inicio de 'La ley' con Ángel Vela marcándose unos pasos a lo Angus, nos metemos en la America del bourbon, country y rockabilly con el deslizar de los dedos de Gabriele por las teclas o buscamos con deseo una oreja para cantarle (susurrarle) al oído las estrofas que más queman de 'Vivir sin miedo' o 'Reglas de aproximación'.
Y el clásico front-row original, es decir, Ernesto 'La leyenda' y David 'Lobo' al primer sonar de cuerdas dejaron claro que no han dado un paso atrás. Simplemente, bajaron el ritmo, cogieron impulso, trabajaron y refundaron una banda en la que has de darlo todo porque, muy probablemente, si eres parte de ella, te va a cambiar la vida.
 
Cierre. Clavijas en off. La banda recibe los aplausos, abrazados como si fuesen campeones del mundo del balón. Tercer tiempo. Abrazos, besos con aquellas de las primeras filas, autografos comprometidos y sabrosos, confesiones inconfesables, licores de la victoria, brindis, más besos y un colofón en casa de Pablo, el Kraken, donde todos conocen tu nombre. Las otras cosas que pasaron se quedan entre las paredes de donde sucedieron. Así ha sido siempre y así será. Porque aquí, somos canallas, pero antes somos caballeros.
Por cierto, me parece una declaración de intenciones cojonuda que abriesen el concierto con 'Maldita adicción' y lo cerrasen con 'Buenos tiempos para el rocanrol'. Es lo que hay. Somos adictos a esta mandanga. El resto de sustancias, incluso las ilegales, no son más que un vano intento de ocupar el espacio cuando la guitarra se queda muda.
 
Los Perros del Boogie. Si pasan cerca de tu casa, no te lo pienses. Tendrás algo que contar y serán la banda sonora de una noche cualquiera de esas de dos calaveras. Que le vamos a hacer, somos más de infierno, y nos venimos arriba, con fuego y gasolina.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Alicia Álvarez. El título, como siempre, al final. (II)

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Toda la tarde estuvo preparando una tarta y la cocina rebosaba de aromas y cacharros. Un bizcocho crecía en el horno, esponjoso. Lo sacó con cuidado, dejó que se enfriase, untó el mascarpone, muy batido, en su interior. Probó una de las láminas de chocolate que, al fin, había conseguido hacer y cerró los ojos…. Entre dulce y amargo, el sabor se extendió hasta sus fosas nasales y le hizo salivar de inmediato. Recordaba el chocolate hecho en la cocina de carbón de su abuela, ella intentando meter la cuchara de madera para probar, la yaya haciendo como que no miraba…. Sonrió mientras vestía por fuera el bizcocho con la crema de vainilla de color tenue y lo forraba después con las láminas. Se volvió cuando terminó el disco y decidió volver a ponerlo, la voz de Malia, pastosa y cálida sobrevoló de nuevo su cabeza, algo manchada de azúcar. Se mordió el labio… salió a la terraza, había anochecido, debía darse prisa, se guió casi por el olor y cogió unas hojas de hierbabuena…. Buena mezcla. Rió en alto al recapacitar en lo extraño de la situación, pero le divertía y, en realidad, no era tan raro…. no para ella. Tachó alegremente la fecha en el calendario de la pared, 9 de noviembre, puso un pequeño mantel, la tarta, la bebida casi traslúcida y encendió el ordenador.
CUMPLEAÑOS AQUÍ Y ALLÍ.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

#RTVVNoEsTanca

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Es una putada. De las gordas. De esas en las que te imaginas todas las metáforas posibles para tratar de poner una imagen al sentimiento, a lo que tienes en las entrañas. Te echa humo el teléfono, mensajes, alertas, preguntas acerca de gentes que andan a otras cuitas, pero que sienten el hierro como tú.
Y quieres que no sea así. Que sea un sueño, un mal sueño, y que mañana, o la semana que viene, volverá a despertarte la repe de 'La Taula' con el último tango del Valencia o, si te has dormido, con el 'Comença Bon Matí' de Majo Castillo. Tú, que duermes toda la noche con la radio pegada a la oreja.
Pero no. Se cargan la tele y la radio de aquí. La de la lengua de tus abuelos. Así, en plan cobarde. Con nocturnidad, y sin dar la cara. Y la pólvora corre. La redacción se mueve, late y, supongo, que las decisiones se toman con mayor responsabilidad, si cabe en las mesas de la radio y la tele valencianas.
Rabia, llanto, resignación y recuerdos desagradables para los santorales de los verdugos. Sin estar, sin ser, ese habrá sido el panorama. Y huevos. Muchos huevos y coños grandes como Mestalla. Así, sin paños calientes ni retórica literaria. Un comunicado lleno de calor y de verdades del barquero. Aplausos de todos. Caras conocidas y admiradas. Germà, Susana, Josep, Àngel, por nombrar algunos metiendo a todos, los más reconocibles por el menda.

Ellos se la han cargado. Los que pusimos nosotros con nuestro ejercicio democrático. Los que nos dijeron, y nos enseñaron en el cole, que venían a servirnos y no a servirse.

Empezaron mal. Todos. Da igual el color. Antes, en las familias de la Edad Media, el primogénito se quedaba con todo, al segundo le tocaba ser militar y al tercero de los hijos, le tocaba ser clero para subsistir. Ahora, los herederos de aquellos, los señores que engendraban por cantidad, colocaban a los hijos en los chiringos públicos. Cargos de medio pelo con compromisos del sobrino, del hijo o del nieto que no sabe hacer la o con un canuto. Han hecho como Homer, en aquel capítulo donde le daban poder y un sello. Pero la realidad ha superado a la ficción, salvo por el traslado del pueblo.

Quizá pueda ser que aquello de 'ande yo caliente y ríase la gente' tenga algo de razón. Ver la fuga de agua y no achicar, sino aprender a nadar para no ahogarse. Y ser el mejor nadador, para que no te pille el tiburón, llámese ERE, llámese Director General, llámese acosador sexual o su puta madre.

En fin. Es un mal 5 de noviembre. Tiene cojones, que sea justo en este día, tan simbólico de boquilla, donde nos han callado un poco más como pueblo y nos han quitado la dignidad.

Puede que sea el momento de poner más retratos boca abajo. Y no solo en Xàtiva. Y abrir ventanas.

Ellos pierden un trabajo. Nosotros perdemos más como pueblo.

Mucho ánimo a todos los trabajadores de RTVV.

#RTVVNoEsTanca

martes, 5 de noviembre de 2013

Chemi Sánchez. Es lo que hay.

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Pido disculpas. En teoría yo aquí tenía que hablar un poquito de juerga y Rock & Roll -en la cuestión del sexo tanto Armario Desordenado como un servidor seguimos siendo un par de caballeros gilipollas, que no gilipollas caballeros-, pero, como siempre, las teclas me acaban conduciendo sin remedio hacia mi tema favorito: yo mismo. Yo esto, yo aquello y qué guay soy, ¿no? Pido disculpas pero es lo que hay. ¿Qué mejor forma de no equivocarte demasiado que usar el tema que mejor se conoce? Es el tercer escrito, pero hagamos una presentación como mandan los cánones.
Chemi es de José Miguel. Sí, soy consciente que a much@s este nombre les sonará un poco amariconado, pero si Chema es de José María, Chemi es de José Miguel. Es mi nombre y tengo que respetarlo, pero está visto que en el deporte de rebautizar a la gente soy un blanco fácil: me han llamado de todo. A pesar de todo ello, no vacilaré en corregirte cada vez. Gracias a mis padres por joderme la vida, por cierto.
De Chemi a Chema; conocí al Peris una noche en Madrid. El día sería un viernes y el motivo sería Rock & Roll, pero lo que recuerdo sin ningún problema es el lugar, porque muy pocos sitios me parecen más apropiados para conocer a un grande como él que el Museo del Jamón de la calle Atocha: una de esas sedes de la franquicia que aún no se conocen los turistas y quedan por tanto reservadas a los crápulas del Foro y la gente con buen olfato. Cañas a un pavo, algo suave para picar y la conversación pronto fluyó sin problema. Han pasado ya años, pero recuerdo un claro pensamiento en mi mente: ¿de dónde coño ha salido este tío?
Que el Sr. Peris y yo nos hiciéramos amigos a las primeras de cambio se debe a que los dos amamos hablar por los codos, escuchar para reír, el cachondeo, apoyarnos en una barra, las mujeres y bailar un rocanrol (además de ser jodidamente guapos, claro). Y estas cosas que amamos las amamos de verdad, porque no entendemos la palabra ‘amar’ de otra manera. El sibaritismo se extiende por muchos sitios así que da gusto encontrarte con gente auténtica, sin pose, con gustos sencillos y a la que no le da por imponerte su criterio basándose en sus conocimientos. Cuanta más música conozco, más desconozco. Y cuanto más conozco a Peris, más le quiero. Una cerveza y luego otra, y muchas visitas pendientes a Levante.
El Refugio es un local madrileño que respira rock por los cuatro costados: pequeño pero matón y que abre hasta las mil. Allí se va a beber cerveza y a aprender música. En sus paredes no falta ni uno de nuestros mitos y en la tele se pinchan sin pausa delicias de las buenas aún difíciles de encontrar en el youtube. Obligatorio después de un concierto. Fue allí donde acabamos y fue entonces cuando se selló la noche con flores para todas, y el inicio de una bonita amistad. En esas aparecieron los teloneros (o músicos o pipas, no recuerdo) de los GNR (esa gira con sólo Axl Rose y muchas más de arena que de cal), y no les sacamos unas entradas para el bolo porque no quisimos. Estando con gente así no me vendo tan barato ni de coña. Ni tan caro: Si Mick Jagger hubiera entrado esa noche en El Refugio habría sido él quien se hubiera acercado a nosotros, a ver si le ajuntábamos….
Lo siento por el dueño de este Armario. Sé que le jode la vaselina pero una vez más: Es lo que hay.