miércoles, 4 de enero de 2017

Año nuevo de calendario.

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Como el anuncio de la tele, parece que sea necesario decir lo del año nuevo, lucir palmito la noche del 31 y levantarse a la mañana siguiente con ese dolor de cabeza que se desprende de la belleza de una noche de alcohol, que canta Loquillo. Pero hace tiempo que la cuestión es comenzar el año en septiembre, cuando el ciclo vital realmente comienza. Y para mí, las noches locas es acostarse en el sofá, con la tele escupiendo cualquier cosa y acariciar tu ombligo por debajo de la manta, mientras apuramos cualquier Priorat a tragos exagerados.

Pero siempre, por aquello del folclore de las campanadas, no está mal pensar en el año nuevo como un apetitoso Roscón de Reyes. Para escupir con rabia el haba de los malos cuerpos, de los dolores de espalda que atraviesan como una patata brava de Rausell sin bocado dulce. Para saborear las cremas de un futuro mejor, más coloreado, menos gris y monótono. Para valorar más las cosas verdaderamente importantes, porque las otras solo nos dan disgustos sin sentido. Ya ves, todo eso al son de las campanadas, cuando realmente se puede hacer cada mañana, cada tarde y cada noche.

Iniciando el año con un paseo en la playa sin resaca a champán que para eso están el resto de los días del año. Para beber y para las resacas, que cada vez son menos y más menos siempre serán. Y contando con la mente las cosas por hacer, entre las que no está pisar ninguna sala de muscular los biceps, si acaso las salas de Pol, el Kraken, y de Andrés, el Nueve, tan descuidados que van a olvidar mi nombre y mis gustos. Y las montañas, siempre las montañas. Esa cuenta pendiente, solapada a comer más con cuchara. Y marcar cruces en los 55 mejores restaurantes de la Comunidad Valenciana, esa maravilla supervisada por el jefe Cruz Sierra, donde hacemos senda. Y reír más. Y llorar menos. Aunque sé, intuyo, que al volver aquí 365 días después, alguien me faltará. Ojalá me equivoque.

Aunque en realidad, nada cambiará más cerca de septiembre. Los Perros del Boogie, Los VicentesCapitán Booster y Corazones Eléctricos nos podrán la piel de gallina a cada golpe de riff, brindaremos por la memoria de Rockonut y Verlanga una y mil veces, el Valencia nos llenará de muchos disgustos y pocas alegrías, nos enfadaremos por cosas sin importancia y tendremos más plazos 'lo quiero para ayer'.

Ya ves, nada nuevo bajo el sol de invierno.

¿Qué esperabas si el año nuevo empieza en septiembre?