martes, 22 de abril de 2014

Sexo, torrijas y cintas de vídeo.

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Semana Santa. Las primeras vacaciones del año, excepción hecha sí eres un morador de las tierras árabes del califa Rus, y primeros brindis al sol, que ya no es de invierno, sino de la alérgica bonita primavera.
Costaleros y masajes, rompidas y capirotes. Bacalao en arroz, bacalao en migas, bacalao en croquetas y golpes en el pecho, como si de un Matthew McConaughey cualquiera se tratase.
Y mientras unos se enfundan capirortes de penitencia y respeto a aquel que gritó el abandono de su padre, aquí, que somos más dados al Carnal que a la Cuaresma, buscamos nuestro Via Crucis en la ligazón de la salsa, en el boletus y los calçots, en merendarnos nuestra mona de Pascua con huevo duro, mientras enseñamos a los nuevos el 'ací me pica, ací me cou i ací t'esclafe l'ou' y en estas cosas que harán gozar a los gusanos como si fuéramos parte de la carta del Noma. 
Y por las noches haremos lo de siempre, porque nos gusta y porque nos divierte. Y usar su espalda de escritorio, otra vez. Y revisar los cannoli de 'El Padrino', otra vez, y las que hagan falta. Y darnos al dulce vino, palo cortado por ejemplo. Y emborracharnos de todo, hasta de las letras, por si los tambores o las campanas tienen la tentación de tocar por nosotros.
Y nos atreveremos a saludar a nuestras zapatillas de running moderno con sorna y burla, como hacía Travolta a Lamas en Grease tras llevarse a Sandy, mientras doramos las torrijas, pensando que no hay mejor manera de librarse de la tentación que cayendo en ella.
Tambores, desayunos en la cama y vivir en la cocina. Dime que has hecho estas cosas. Cuéntame tu pura vida.

martes, 8 de abril de 2014

Cosas que hacer en un baño cuando estás vivo.

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Vale que el título es pelín garrulo y/o macarra. Vale que es una copia y/o adaptación de alguna pelicula. Vale que acabo de malgastar los comodines de y/o en la primera línea, pero todo eso da igual. El baño, esa estancia con multitud de utilidades más allá de las necesidades físicas y secarse el pelo, viene camino de convertirse en elemento indispensable de nuestras vidas golfas, glorias y eventos.

Todo el mundo sabe que las cosas más importantes de las cosas menos importantes pasan en los baños. De eso controla mucho tu vecina del cuarto, la de los aros grandes en las orejas, que lo utiliza como improvisado estudio fotográfico. Y en aspectos de jaraneo, el insulso, el alicatado baño, se convierte en sala de confesión, en ágora de debate, en cuarto oscuro, en complice de besos robados, en atalaya de la ilegalidad. Todas estas cosas pasan en el baño, salvo si el sarao es en una casa particular, donde este espacio lo ocupa la cocina, pero ya hablaremos de eso en otro capítulo.

Puedes hacer todas las cosas pensables, las que se puedan contar y las que no. Y de toda la vida de Dios, el baño se ha usado para cantar. Por la acústica, por la intimidad, por cualquier motivo, en seco o en mojado, sentado o de pie, uno canta en el baño. Ahora convierte esta cosa del cantar en un proyecto viral y convence a los grupos que más te gustan, o a los que más odias, en que se marquen una canción en cualquiera de los baños que tengas más a mano. Pues eso mismo es lo que se han marcado las gentes de Water Tapes, un grupo de gente que tuvo la idea en un bar y que desde entonces, han ido sembrando su leyenda baño a baño, como chaperos de Van Sant, hasta llegar a cuatro años de esta idea loca, que es de las más sensatas.

Y para celebrarlo, van a montar este viernes 11 del mes robado a Sabina, una fiestecita donde casi siempre, en Wah Wah, cuyos baños conocen bien, por haber perpetrado allí algunas de sus piezas. Es fácil, si conoces a los sospechosos habituales, verles desaparecer con el artista de turno una vez acabado el concierto. En un primer instante, puedes pensar que van a escribir una versión libre de cualquiera de los pasajes de los muchos libros que hablan de los excesos del rock. Nada más lejos de la realidad. Tan solo buscan un poco de intimidad con el artista, le explican el proyecto, en que consiste Water Tapes y le ofrecen la posibilidad de participar, atrancando la puerta para que curiosos como servidor - buscando placeres hedonistas, terrenales y de dos rombos-, no puedan ser la inoportuna interrupción, mientras se produce el acontecimiento del cante en el baño.

Así de simple. Así de fácil. Y todo comenzó, según dicen ellos, con unas cervezas espontáneas.

Quizá la próxima vez que sienta el palpitar del mal samaritano ante un vestido, unos tacones, una melena o una elegante forma de pedir una copa, quizá cuando después de las copas y la complicidad, me disfrace de valiente, solo entonces pueda atreverme a decir ¿Nos marcamos un Water Tapes en el baño, encanto?

miércoles, 2 de abril de 2014

Alicia Álvarez. El título, como siempre, al final. (V)

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Foto: Chema Madoz

(Instrucciones de uso: escucha esto mientras lees esta entrada.) 

Olvidarle no era tan difícil. Costaba más tropezarse con sus zapatos, que parecían huérfanos quietos en el suelo de la habitación. Costaba más cerrar el libro que permanecía abierto, como un futuro abrazo, sobre la mesa, costaba ver la taza con su nombre -una horterada, si- en el armario de la cocina. Costaba escuchar a los amigos hablar con él mientras la incluían en la conversación como si nada. Costaba encontrar de golpe su olor al mover la ropa en el armario. Oyó sus llaves en la puerta. No era difícil olvidarle, había empezado a hacerlo hace tiempo, sólo que él aún no lo sabía.

The Walking Dead