miércoles, 16 de febrero de 2011

Buscando el equilibrio inestable con Igor Paskual

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Hoy nos toca música. Tarde o temprano tenía que llegar una entrada relacionada y que mejor día en el que nuestro Radio Gaga patrio entona su gallo del cisne para aprovechar esta ventana y lanzar un brindis al Sol por la música que se escucha por otros lares y canales alternativos de difusión, como desde casa de mi colega para el mundo, por poner un ejemplo de los muchos que hay en redes, sótanos y clásicos lupanares y con verdaderas enciclopedias ambulantes de la música desaprovechadas por completo. Así que, cornetas, clarines y al lío.
El final del paticorto mes del año coincidirá con muchas cosas. Rita dejará de lado sus movidas y sus listas para salir al balcón sonriente y anunciar con la bella Laura y su corte que la pólvora ya huele en Valencia, y las niñas, chicas y señoras, uno tiene una edad y ha ampliado su radio de acción, empezaran a mostrar los progresos de la hibernación en el gimnasio cuando la primavera llame a nuestra cara con los agradables rayos de Sol. Si todo esto no fuera suficiente motivo para seguir viviendo, si con esto no tuviéramos más de cien palabras y más de cien motivos, un asturiano nos va a dar una alegría. No, el ‘siete’ de España no vuelve a la ribera del Turia para rescatarnos del tedio, más quisiéramos. Igor Paskual, lanza su primer disco en solitario. ¿Igor qué? Niña, cerveza, que esto va a darme sed.
Babylon Chat fue una banda de glam-rock nacida por allá el 94 en Asturias que, aparte de beber sidra, saciaron su sed de gente como Lou Reed, Iggy Pop, Kiss, T-Rex, New York Dolls, y sobre todo, Bowie. Adoptaron una estética glam-rock, con mucha base, pose provocativa y letras que apuñalan, hacen esbozar una sonrisa y que son un canto al hedonismo, tanto en sus consecuencias buenas como en las malas del desamor y excesos. Evolucionaron del punk-rock al rock clásico con un toque, si quieres, de pop, pero con grandes composiciones y nos dejaron, en el ultimo disco de Igor con la banda, temas de obligada escucha como ‘El último brindis del año’,‘Días de vino y rosas’ o ‘Demasiado deprisa, demasiado salvaje’ entre otros, y la excepcional ‘Las chicas del Roxy’, junto con Loquillo, himno a las camareras de la mítica sala valenciana y que, con tan buena onda, versionean en sus conciertos Los Perros del Boggie.
Igor dejó la banda porque El Padrino le hizo una oferta que no pudo rechazar. El Padrino nació en El Clot y mide casi dos metros. O sin el casi. Loquillo le echó el ojo en un concierto en el que se dirigió al respetable mentándoles a la madre. Así, en crudo, sin una presentación formal ni nada. Rocanrol actitud. Se convirtió en el heredero de Puigdomenech, de aquellos antiguos Trogloditas. Y seguro que no les iría a la zaga en nada, en virtuosidad y en estragos en los rincones oscuros. Su complicidad con el Loco salta a la vista. Stinus, el otro guitarra, va más a lo suyo, pero el Loco e Igor son carne de la misma especie, rock en las venas, labios partidos por ello y más chulos que un ocho de copas.
Giró, creció y triunfó. Como una leyenda de la antigua Roma. Actitud. Sí. Otra vez. Boas y guiños a las primeras filas. Moja bragas con movimientos de cadera. Pero hay poso detrás. Hay artista. Ecléctico. Escritor con afición por la música. O músico con afición por escribir. Da igual el huevo o la gallina. Elige la música para sus viajes como el sibarita que selecciona un vino para según que plato. Profesa admiración y dolor por a partes iguales por los viajes con Caronte de Augusto Algueró y Gary Moore. Y entre medias, crea joyas audiovisuales como ‘El peor novio del mundo’ y se prepara para su puesta de largo con su ‘Equilibrio inestable’. Quiera o no, Igor está asociado para mí a marzo y todo lo que lleva en Valencia este mes. Un 16 de marzo de 2010, tras dos horas de acústico en solitario con su imaginaria banda futbolera, en compañía de David ‘perro’ Lobo y la alma alicantina del rock con la sonrisa más sincera y encantadora en casa de Andrés, el Nueve Tragos, me hicieron convencerme que quiero tener dinero y no trabajarlo. Soy lo peor.

domingo, 6 de febrero de 2011

Esto NO es la crónica de Garaje Jack

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Uno escribe por diversos motivos. Puede ser porque no hagan nada bueno en la tele y, al mismo tiempo, ser fiel a uno mismo. O hacerlo para celebrar la resurrección y posterior muerte de los Beatles. Y en mi caso, porque igual es más barato que ir de clínicas y porque aquí debíera estar la crónica de un concierto. Vale. No queda profesional, lo admito. Pero tampoco pretendía serlo. Al menos por ahora. La profesionalidad está en la promoción del 2010 de la Complutense. Y no con mucha suerte de momento, por cierto. Así que, después de ser el perfecto imitador de Phileas Fogg durante el primer mes del año, me rendí un autohomenaje. Porque yo lo valgo. Como en el anuncio. Y porque nadie me va a bailar el agua. Así que habrá que dejar a Oscar, Laura y ese grupazo que son Garaje Jack para otra ocasión, que será en breve, seguro, porque opciones no faltan. Y eso que saltamos sin red, como dicen ellos. Tocaban en la terreta pero la agenda manda y ya se sabe. Febrero, aparte de tener menos días que el resto de los meses, es el previo a las fallas de marzo y los actos sociales y eventos varios, con pólvora o sin ella, están a la orden del día. Y de la noche.

Inicio oficial de fallas. ¿La excusa? Era lo de menos, pero rendir homenaje a nuestros patrocinadores y amigos era un argumento perfecto para que granadinos repatriados, barraqueros, bellas de sant Pere y sospechosos varios se juntaran alrededor de una mesa y comenzaran a barruntar como, cuando, porque y con quien van a ver con un vaso salir el Sol en el fin de las noches de marzo. Y la realidad superó a la ficción. Voy que ni toco el suelo, y espantao hasta las nubes. Había ganas. Y frío, solventado con el calor del amor en un bar. Protocolario evento salvado con nota. Grandes clásicos de cuando fuimos los mejores o, al menos, cuando fuimos más jóvenes. En menos de lo que pensábamos, el frío no era más que un vago recuerdo y el índice solicitando otra copa era la imagen más habitual de todos los presentes. Retenciones en zonas de exterior y mingitorios. Normal. Humo y charla. Lógico. Al fondo, a la derecha, tras la barra del bar, conversaciones para cambiar el mundo a golpes de whisky. El AVE en el horizonte. Acabaremos en la puerta del Sol el 16. Lo veo. Hasta la ONCE lo ve. Precampaña, con divertidos sobornos alcohólicos y muchas risas. Lo que la amistad ha unido, que no lo separen las ideas. Y no lo harán. Destrozo de las canciones, gracias a ese maldito invento japonés. Lacasitos y almendras garrapiñadas. No preguntes como. Confesiones. Confidencias. Apariciones estelares. Trescientos noventa y un kilómetros solventados con una llamada que dibuja un entorno diferente pero con igual destino, la búsqueda de un lugar para dar de beber al sediento. Se pueden definir de muchas maneras, el camarote de los Hermanos Marx, la taberna del Buda, visite nuestro bar… Hay miles maneras de decirlo, pero mientras me preparo para el paseo y el aperitivo dominical enfundado con las gafas de sol, me quedo con una, tras comprobar que no tengo un tigre en el cuarto de baño. Lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas.

Banda sonora: Viva Las Vegas. Elvis Presley. Pelos de punta. Pereza + Burning. Salir. Extremoduro

sábado, 5 de febrero de 2011

JUNTALETRAS. CAPÍTULO V

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Las musas van por barrios, o por temas. Aquí os dejo este juntaletras, que no es más que un ejercicio realizado a raíz de que una lectora me retara con dos palabras para hacer un relato. Este es el resultado. Ah, las palabras están en las etiquetas de la entrada. Espero que lo disfruteís:

La cosa se complicaba. Tenía la respiración agitada, gracias a la carrera que le permitía seguir haciéndolo, pero le dolía todo el cuerpo. Las manos le temblaban, apenas era capaz de controlarlas. Se sentó en el suelo mojado del callejón. Dejó la bolsa de deporte a su derecha. Buscó en los bolsillos de sus vaqueros rotos. Estaba en alguna parte esa mierda. No es lo que hacen los ladrones de guante blanco, siempre impolutos y llevándose a la chica al final, pero eso está bien para las películas. Este callejón no tenía ni la luz adecuada para encuadrar una mísera escena. Pero esto era la vida real. Con dolor real. Con sangre real. Con miedo. Tensión. Lo encontró. Se mojó las manos en un charco para intentar limpiárselas. Se secó con la camisa y untó con el dedo índice el polvo y se lo puso en la boca. Tres veces. Como los bucaneros que daban por culo a los españoles cuando España era grande, esto era su ron. A veces, tenía esos momentos de listillo de biblioteca. Era prometedor, con buenos mimbres, pero se perdió en los cestos oscuros de camino fácil y hedonismo sin fin. Una cosa llevó a otra, hasta llegar al callejón. Rebelde sin causa. Y sin nada. Ahora no tenía ni a su colega de penas. Un mal cuelgue. Y de ella, solo conservaba un vago recuerdo y una foto arrugada de aquellos tiempos que, sin ninguna duda, eran mejores. O quizá su recuerdo no era tan vago. Muchas noches se preguntaba que sería de ella. No tuvo nunca los huevos de volver a pasar por su barrio, aunque lo deseara más que la mejor de las farlopas bolivianas. Le gustaba pensar que aún lo recordaba amable, limpio, sobrio y cabal, en esas noches eternas en las que la ayudaba a memorizar los temas de Medicina y recitar de carrerilla los músculos del cuerpo humano. Aunque, en el principio del fin, la sobriedad y la amabilidad despareció de un plumazo. Haciendo malabares con su doble vida, novio encantador de día, crápula vividor de noche. Era todo perfecto, hasta que se descubrieron los hilos de la marioneta. Llegaron las discusiones, las peleas, los enfados. Incluso le llegó a golpear. No se lo perdonó en la vida. Él tampoco se perdonó a si mismo. Y ahí se acabó. Luego, la espiral. Topicazo. Noches sin fin, hasta que la vaca deja de dar leche, el cajero se traga tus tarjetas y los que antes eran tus amigos y tus amantes, te dejan de lado y te tienes que buscar la vida porque quien decía que era tu hermano del alma, tu camello, ya no te fía. Y ya no es por diversión, es por necesidad. Te has de buscar la vida. Como sea. Y buscarse la vida te lleva al callejón. O un poco antes. A la puerta de la farmacia. Rápido. Palabras, ahora sí, de cine. Quieto todo el mundo, esto es un atraco, si hacen caso, nadie saldrá herido. Pero un mal gesto del dueño de la farmacia después de coger la pasta de la caja, hace sonar dos disparos, que van a parar al pecho del pobre diablo con bata blanca y a la estantería del Frenadol. Piernas. Como Renton, mientras suena ‘Lust for life’ de Iggy. Y el callejón. El charco, la bolsa, la pistola, el miedo en la cara del farmacéutico y un marrón de los gordos. Daría su vida por regresar a los repasos de anatomía. A ayudarla a recitar de memoria los músculos. Usando como base musical las canciones chorras pop de los ochenta. Y volver a oír su sonrisa al engancharse con el músculo del cuello, ese con nombre tan largo. Sirenas. Policía. Corre Renton, corre, que te va la vida en ello. Un tropezón fatal. Al suelo. Alto, tire la pistola, gritan ellos. Se levanta despacio. Le repiten lo de la pistola. Sonríe, como solo lo hace el diablo al saber que tiene una nueva alma. Apunta. Ellos, tres disparos. Él, ninguno. Cae al suelo. Sangre en la boca. Una palabra musita. Esternocleidomastoideo.

martes, 1 de febrero de 2011

Maxitweet. 1 febrero 2011

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Iniciamos una nueva sección. A las crónicas, la vida social y los Juntaletras, le sumamos una nueva: los Maxitweets. Como sus hermanos pequeños, medianas píldoras con reflexiones rápidas y de actualidad. Aquí os dejo la primera:

Me asomo a la ventana. Bueno, a las dos que tengo y uso. La primera me devuelve un frío que hace plantearse el darse media vuelta en la cama y cortarle la lengua al teléfono. La segunda, una vez descartada la idea de vegetar y que a mí me las traigan, con eso de la revisión de la prensa y las infinitas maneras de recibir la información, con redes sociales, portales y portadas. Hágase rico, apueste por el que tiene pinta de perdedor, maletines que llevan drogas con tías que actúan sin dilemas de vestuario en la fiesta de la estrella de la tele del momento, el Niño cambia los Beatles por The Clash y los nietos de las momias hartos de permanecer quietos como sus abuelos. Y en esas estamos, cuando aparece Ricitos de Oro con su herramienta multimedia. Y como me pasaría a mí si pusieran en mis manos al Chelsea o al Real Madrid, se armó el belén. O la pirámide, más bien. A saber. Como diría un castizo periodista de los de antes, corrieron chorros de tinta. Pero en este caso, de tweets, retweets, menéames y demás. La gente puede ser muy cabrona. Pero con sorna. Pero relativizar el problema egipcio a que hay menos gente en las pirámides, es pintar con trazo grueso. Alguna vez lo he dicho, escuchar música fuera del circuito fácil y habitual es síntoma de cultura. Hacerla desde dentro no parece, por las pruebas remitidas, bueno para la higiene mental de uno.