En el día del cumpleaños de Axl Rose, sus 55 me pesaban a mí más que a él. Recordé cuando mis paredes estaban llenas de pósters de la Metal Hammer o de la Heavy Rock. Recordé la humedad crecer en esas paredes, casi al mismo tiempo que mi melena. Y las camisas de franela. Y las gorras puestas del revés. Y aquellas Martens con punta de acero. Nunca me atreví con el pañuelo en la cabeza, pero sí con esa mezcla de grunge y rock perfectamente desaliñado.
Y los olores a resaca que tenían los domingos. De los de dormir a pierna suelta hasta lo que ahora es la hora del aperitivo. De contar al levantarse las monedas, en pesetas, en la mesilla de noche. Del olor a tabaco de la ropa de la noche anterior.
En el día del cumpleaños de Axl Rose recordé las batallas con sabor a futbolín, Reincidentes y Platero. Y las disertaciones con las letras de Extremoduro cuando la parte trasera del coche nos servía de barra improvisada. Y las inspiraciones etílicas donde se hilvanaban unas letras para unas canciones que, afortunadamente para el mundo, nunca vieron la luz. Porque de noche, todos los gatos son pardos y la mayor cagada puede parecer una obra de arte.
En el día del cumpleaños de Axl Rose no recordé a mujeres porque no habían. Siempre fue difícil para los melenudos aquello de ligar, en un mundo donde los clichés de vestimenta no permitían licencias amorosas a los de las tribus urbanas. Y cuando se daban, era para tener a un malote en la lista de ligues adolescentes de una noche o de dos, a lo sumo. Y eso nos hacía más mártires del amor y del sexo. Ya ves que imbecilidad.
En el día del cumpleaños de Axl Rose, él seguirá más gordo que cuando era el amo del mundo. Pero a ver quien tiene cojones de compararse veinte años atrás y salir ganando ahora. Ni esos corredores a los que llamáis runners. Porque no. Porque cada cosa tiene su momento, su lugar y sus excesos.
En el día del cumpleaños de Axl Rose, me he vuelto a poner Paradise City y me ha seguido emocionando. Y he maldecido por un momento no tener entradas para ver a los Guns 'n Roses este verano. Pero se me ha pasado rápido. Mejor vivir en la nostalgia que en la actualidad, when the grass is green and the girls are pretty.
Y los olores a resaca que tenían los domingos. De los de dormir a pierna suelta hasta lo que ahora es la hora del aperitivo. De contar al levantarse las monedas, en pesetas, en la mesilla de noche. Del olor a tabaco de la ropa de la noche anterior.
En el día del cumpleaños de Axl Rose recordé las batallas con sabor a futbolín, Reincidentes y Platero. Y las disertaciones con las letras de Extremoduro cuando la parte trasera del coche nos servía de barra improvisada. Y las inspiraciones etílicas donde se hilvanaban unas letras para unas canciones que, afortunadamente para el mundo, nunca vieron la luz. Porque de noche, todos los gatos son pardos y la mayor cagada puede parecer una obra de arte.
En el día del cumpleaños de Axl Rose no recordé a mujeres porque no habían. Siempre fue difícil para los melenudos aquello de ligar, en un mundo donde los clichés de vestimenta no permitían licencias amorosas a los de las tribus urbanas. Y cuando se daban, era para tener a un malote en la lista de ligues adolescentes de una noche o de dos, a lo sumo. Y eso nos hacía más mártires del amor y del sexo. Ya ves que imbecilidad.
En el día del cumpleaños de Axl Rose, él seguirá más gordo que cuando era el amo del mundo. Pero a ver quien tiene cojones de compararse veinte años atrás y salir ganando ahora. Ni esos corredores a los que llamáis runners. Porque no. Porque cada cosa tiene su momento, su lugar y sus excesos.
En el día del cumpleaños de Axl Rose, me he vuelto a poner Paradise City y me ha seguido emocionando. Y he maldecido por un momento no tener entradas para ver a los Guns 'n Roses este verano. Pero se me ha pasado rápido. Mejor vivir en la nostalgia que en la actualidad, when the grass is green and the girls are pretty.