sábado, 26 de mayo de 2012

Crisis, oportunidad y botellas de cerveza

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“Hijo mio, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…” Groucho Marx

Leer esta frase ahora suena frívolo y la sonrisa se puede transformar en congelada mueca, pero es que solo nos puede quedar el humor. Nos estamos bajando los pantalones y apretando el cinturón, cosa que es imposible hacer a la vez, pero aún así no está de más el acordarte que tenemos una canción,abuelos y cervecitas de los sábados.
Vamos, no me jodas.
Vente a mi barrio que te lo explico.
Los mercados ambulantes de pueblo tienen cierto encanto. Los alimenticios y los de moda y complementos. Sí son de urbe, las paradas tienen un palo definido, con profesionales de la venta ambulante de etnia gitana, herederos de aquellos mercaderes venecianos o de los que okuparon, sí con k, el templo de Dios, según aquel best seller. Un zoco, con menos encanto, pero con encanto, al fin y al cabo. Los cercanos a la playa son más molones y te permiten pasear con la mano de tu chica agarrada a la tuya, vestiditos de blanco ibicenco, con perroflautas y sus manualidades para buscarse la vida y aparente apertura de fronteras en cuanto a pulgas y liendres se refiere. Pero bueno, como diría aquel, más triste es robar.
Les decía que los mercados ambulantes de urbe tiene encanto. Ahora está la cosa tan apretada, que las que eran habituales clientas de La Catedral se parapetan en su gafas de sol XL para la búsqueda de la ganga en Delmer y soltarse el moco, mintiendo acerca del pedigrí del trapito, en las cenas en Masias, picaderos y similares tabernas.
Pero lo mejor no son los corners de ropa interior, colgada como si fueran jamones o terrazas del sur de Italia, que también. Lo mejor son las conversaciones cazadas al vuelo en las calles cercanas, comentarios de barrio, sinceros y sin milongas, que nos hacen ver y oír, otra vez, que la cosa está azuloscurocasinegro.
Dos señoras interrumpen casi al unísono su ruta para preguntarse mutuamente por la salud y todo eso. Una vez roto el hielo, pregunta clave, de 50x15, “¿Cómo está el tuyo?” Esta pregunta, hace poco tiempo se podía responder con un “Anda un poco resfriado” o “Le han caído tres al muy cabrón. Desde que va con la hija de la Antonia, no da un palo al agua” u otras frases por el estilo respondiendo de la vida, obra y milagros del futuro cani de turno, pokero en potencia y audiencia potencial de Telecinco o MTV Tuning.
Pero no.
En esta mierda de noria que es la vida, nos toca estar ahora abajo y estas abnegadas amas de casa hablaban y se preguntaban por sus respectivos maridos y el marrón que significa no poder trabajar de lo suyo, o de lo que sea, para una generación que solo ha sabido hacer eso, trabajar, con callos en las manos y vacaciones de fiambrera, lata de cerveza y playa dominguera. Y bien felices eran con ello, que cojones. Eso y celebrar los goles de Santillana, Hugo Sánchez o el macarra del momento, casquete a la parienta, si ella quiere, y la cuadratura del círculo. La vida es bella.
Ahora toca mucho sofá, horas en el SERVEF, SOIB o sitio de moda para parir, algún tercio a palo seco con sabor amargo en el bar de la esquina para comentar lo mal que está la cosa, los rescates a la peña de las corbatas y soltar algún que otro que perra es la vida que siempre jode a los mismos.
Pues no queda otra que remangarse y tirar para adelante. Nadie garantiza catorce pagas hoy en día con diplomas y orlas colgando de las paredes, pero estaréis conmigo que algo ayuda. Es como un deportivo y un buen nardo, uno ayuda a trabajar al otro.
Y las titis y el trabajo no van a llamar a la puerta de tu casa como un testigo de Jehova o la pizpireta comercial del Circulo de Lectores.
Los chinos, siempre los chinos, dicen que en cada momento de crisis se esconde una oportunidad. Nos tocará bajar al bar de la esquina a preguntar al dueño.
Ánimo.

Epílogo: Mientras esto sube y se reproduce en la red, se prepara la ultima función de la Sala Durango, que echa la persiana. Brindo por que el futuro le depare alegrías a su staff y al boss Javi Ramone, mientras suena en Grooveshark a todo trapo, en su honor, la versión de Danny Boy, cantada por el Hombre de Negro.

lunes, 7 de mayo de 2012

Leiva. Cuando te meta un gol.

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La noche tenía un buen traje. Asistir a un concierto, en los tiempos que corren, siempre es una bendición y motivo de fiesta y, en este caso, no iba a ser menos la cosa. Presentaba Miguel Conejo en Valencia su proyecto en solitario. Quizá este nombre no te suene mucho, así a bote pronto, pero te pongo sobre la pista diciendo que es uno de los músicos con más talento del país, reclamado por los mejores de los mejores, con más de diez años en escena y, como un hombre del Renacimiento, tocando todos los instrumentos, produciendo y pariendo todas las canciones de su proyecto en solitario, llamado Diciembre y que supone un paréntesis de giras, brindis y aplausos con su compadre Rubén Pozo. Tras comprobar con agrado y eterno agradecimiento que estamos en lista, buscamos el lugar correcto cercano a la mesa de sonido y a la barra y dejamos pasar el tiempo para disfrutar de Leiva y su banda reclutada para esta gira, bautizada como Leiband.
Llego pronto, lo que me permite poder detectar el ambiente que se respira antes de que el artista pise el escenario. He visto en los exteriores de la sala a niñas devorando sus bocadillos para entrar con tiempo y poder corear, suspirar y emocionarse con las letras de este trovador moderno, reclamado por grandes como Sabina y respetado por los profesionales de este país, muy por encima de que sus temas suenen en radiofórmulas y etiquetas molestas preconcebidas. De hecho, el que estén personas entre el público como el gran Carlos Tarque, con su económizada melena, y el entrenador de fútbol Jose Molina, dicen mucho de este artista. 
La cosa se hace esperar un poco, solo lo justo. En el escenario, todo listo, con el micro del cantante vestido con pañuelos al estilo del que usa Steven Tyler. Pienso en cómo estará el artista en estos momentos, ya que en más de una ocasión ha dicho que los nervios previos le hacen subirse por las paredes y ganas de salir corriendo muy lejos. Pregunto en la mesa de sonido la hora prevista y poco más tarde de las diez y media comienza a salir la banda, cerrando el desfile Leiva, vestido con una casaca que bien podía ser el botín de un asalto nocturno al museo del Sargento Pepper. Suenan las notas de Nunca Nadie y las chicas que agolpan las primeras pilas le hacen los coros a la perfección, consiguiendo la mueca canalla del cantante. Le sigue el requiebro futbolero-amoroso de Penalties, y la cosa no decaerá hasta el final del concierto. Está respaldado por un elenco de grandes músicos, y me gusta ver sección de vientos en los conciertos de rock. Ya me pareció un acierto en la gira de Para no ver el final de M-Clan y me sigue pareciéndolo esta noche.
El cantante nos da las gracias por el esfuerzo de sacar una entrada en estos tiempos que corren, lo que arranca los aplausos de la peña, mientras van cayendo los temas del disco en solitario, con algunos de Pereza, como si fuéramos unos animales, que en cualquier parte con un plástico nos vale. No va a ser cosa de destripar el repertorio canción por canción, sería como decirte que al final el asesino es el mayordomo, así que solo te cuento que los momentos altos son muchos, Como lo tienes tú maridada con Hey Jude, por poner un ejemplo, o el rescate de la versión del gran Joaquín, el Bob Dylan español según palabras de Leiva, de El caso de la rubia platino, mientras el Vis a Vis retoma el humedecimiento de aquellas partes que alguna vez fueron, o esperan ser, besadas con cariño. Cesar Pop toma las riendas con Ya no tengo Problemas, aparece como invitada la estrella de los tejados, lo más rocanrol de por aquí, ya sabes, de la que estábamos colgados y la sala se viene abajo. Es un verdadero himno, que me recuerda a muchas gentes del Foro, como no podría ser de otra forma. La banda se retira para solicitar los aplausos para los bises, que arrancan con algunos de la banda, como el bajista, con el torso desnudo desde hace tiempo a lo Red Hot Chilli Peppers, viviendo y gozando los últimos instantes. Despedida con conga rockera al son de Stay with me y sensación que la banda es una banda, pero sobre todo un grupo de amigos que disfrutan cada segundo que pasan en el escenario, cada momento vivido arriba, cada charla con el público, con los susurros a ellas, con los guiños cómplices a ellos. Y nosotros que nos alegramos por estos momentos. Que los vientos si nos traigan estos nudos en la garganta.

jueves, 3 de mayo de 2012

Tom Wolfe, vestir de smoking y Unai Emery

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El estilo. Esa palabra, asociada a ropa, egobloggers, actitud y, últimamente, al deporte. Aunque más concretamente al fútbol y de eso va este post sin ir del todo. También hay libros, tíos interesantes y damas. Así que, cumplidos todos los perfiles, tocará remangarse.
Unas gentes de la tierra de Blasco Ibáñez, allá por el 1919 plantearon juntarse para dar afición a eso de darle coces al cuero de vaca redondeado, imitando a los gentleman ingleses y haciendo más espesa la mancha de aquel deporte llamado balompié. Decidieron vestir con elegancia y se decantaron por el negro y el blanco para uniformarse, pelear noblemente y todas esas gaitas que tanto le gustaban al Barón de Coubertin y sus cinco anillos multicolores.
Luego, ve tú a saber porqué, subieron un nivel al llevar su elegancia y su estilo a un punto más impoluto, dejando el negro para ocasiones especiales y el luto. Podemos fantasear y barnizar de literatura de ficción este post y teclear, sin conocer el rubor, que alguna amante ávida de poder, probando sí su influencia en la cama se podía traspolar a las decisiones del infeliz encaprichado a sus artes de alcoba, le sugirió este cambio, quien sabe si tentada para montar una mercería como negocio del futuro. Vamos, medirse la polla sin tener una idem, para entendernos.

Y con eso andaban los colegas de nuestros antepasados, con delanteras eléctricas al Mundo, labradores internacionales con maletas llenas de comida por si acaso, porteros sentados en el larguero con un par, copa arriba, copa abajo. Campos anegados en el 57, tragedias en la carretera, estrellas de ébano, pasaporte al extranjero y reinados allende los Pirineos. El único Matador y leyenda en la final mundial de los papelitos. Nosotros ya vivimos el añito, sí, solo uno, en el infierno cuando don Alfredo molaba y era un poquito de los nuestros, viviendo independientes la Giralda copera del murciélago del escudo, las lagrimas europeas por duplicado y la recuperación de la alcurnia frente a seres de otra galaxia con lámparas y mesitas como armas de pasión y sentimiento.

Y todo esto vestidos con elegancia, sí, lo repito a sabiendas, molando mucho, incluso manchados de sangre, porque no hay nada que mole más que vestir todo de blanco hasta la copa. Si tienes huevos de vestir como Dios en las pelis, si eres capaz que tu vestidor sea un monocromo de fiesta ibicenca, es que tienes personalidad. Mucha personalidad. Personalidad que rebosa, que sale de los bolsillos, que contagia, que enamora, que seduce, que hace creer a las mujeres que eres el semental deseado. O a los hombres, que para gustos, literatura erótica y flores tiene el campo.

Te mantienes fiel, lo has mamado desde pequeño en casa. Cambias esto solamente para tener la elegancia de las solapas perfectas, pajarita en su sitio y lucir palmito de smoking. Tú, que eres un tío con principios, que cuidas hasta el mínimo detalle y te alteras cuando una puntada del dobladillo se declara en rebeldía.

Y por eso te jode que te cambien el libro de estilo, que el blanco estaba bien y que el smoking es acertar seguro, que lo clásico es lo que te ha hecho triunfar siempre y levantarte con alegría después de una noche acabada en gol. Que los tiempos cambian, dicen, que el gintonic ahora lleva pepino, canela y azafrán, cuando siempre ha sido hielo y poco más. Que además a ti te la sopla porque has sido siempre de escocés con agua. Te jode que el nuevo sastre te dice que se llevan los colores vivos, las solapas maxi, los cuadros y las rayas, las faldas para hombre un día y las chupas de cuero vintage otro. Y te genera dudas, y te obligas a ver El Padrino, a ver a Newman y su leyenda del indomable para reafirmarte que sí, que tú eres clásico, que así has vivido alegre treinta y pico años de los noventa largos que tiene esta moda llamada Valencia Club de Fútbol y que no hay mentalidad ganadora que valga.

Señor sastre, suerte en su nueva colección, aquí intentaremos seguir llevando nuestro smoking. Manteniendo un estilo.