martes, 22 de abril de 2014
Sexo, torrijas y cintas de vídeo.
viernes, 23 de agosto de 2013
La ley innata del viento.
y al árbol ni una rama se le agitó.
La canción de que el viento se parara
donde nunca pasa nada.
lunes, 12 de agosto de 2013
Actitudes de Agosto.
jueves, 18 de julio de 2013
Va a subir la marea.
para poder vivir.
Hoy lloré
se me habrá metido un poco de arena
eso no es para mí.
mil maneras de perder la cabeza
es más sencillo así.
Porque eres todas y ninguna. Eres las que se fueron y las que vendrán. Pero tú y yo sabemos que esto, es solo para ti.
sábado, 8 de septiembre de 2012
Buena cara para el mes del lunes eterno
Pues ya llevamos una semana larga del mes con el peor departamento de marketing a su servicio. Normal. Es más fácil vender la mesa y mantel a la brisa del mar y polvos a deshoras, que hacerlo del traje y corbata, mal café y volver a ver el careto a jefes gilipollas y analfabetos que escriben 'distribulle' sin rubor, por poner solo un ejemplo.
Ya han hablado de ello Nada Importa y Sònia Valiente, pero habría que decirle a Merkel, Obama y al tipo de Eurovegas que la Nochevieja fuese el 30 de agosto. Así cantaríamos todos a coro al Dúo Dinámico, Mecano o AC/DC cocidos de champagne en las fiestas de la playa o el monte, dejando el 31 para la resaca y el 1 de septiembre a doblar el lomo, como un hombre de bien.
Pero como, de momento, parece que no va a ser, nos toca tirar de imaginación y buscar pequeños placeres que nos arranquen una sonrisa, un brindis y un mapa del tesoro.
Y aquí entran The Sepionets.
The Sepionets son una banda veterana de gastro-rock, aunque ellos se definen como freak-cover-albuferenc-rock, de Sedaví que pasan por el tamiz del valenciano los clásicos de rock de ayer, hoy y siempre, con letras divertidas que te arrancan una sonrisa. Tienen huevos, metiendo en la casilla de salida a Barón Rojo con un solo un piano, y se atreven con Bonnie Tyler, Bob Sinclair o una delirante narración de una paella dominical y la búsqueda desesperada de azafrán con la música de Plastic Bertrand y su 'Ça plane pour moi'. Tienen callo estos zumbados, en el buen sentido, de la música y se lo pasan teta encima del escenario, trasladando ese buen rollo a quienes se acercan a ver sus conciertos, cosa que es de agradecer, para los tiempos que corren.
Y sí. También arrastran a tías buenas. De esas que están de vuelta de todo y con un culo que merecen un monumento. Vive Dios que es verdad.
Así que, señoras y señores, vivan el mes del eterno lunes con una sonrisa, descubran pequeños placeres y su buen humor se lo agradecerá.
Aunque, si no le gusta ese plan, siempre pueden hacer como Green Day.
Bienvenidos de nuevo.
martes, 7 de agosto de 2012
Maxitweets. Agosto, o el dolce far niente.
domingo, 22 de julio de 2012
Malos tiempos, buenos tiempos.
Gracias a vosotros, nuestras maletas, quien pueda hacerlas, estarán un poco más vacías de alegría y despreocupación. No sabemos si volveremos a ver a nuestros amigos en nuestra tele, porque la habéis secuestrado y mutado de vaca suiza a vaca africana como un cirujano plástico chapucero y ahora que no la queréis, le metéis hachazo y santas pascuas. Vais a darnos más cera para hacernos más complicado el escuchar jazz, rock y todo aquello que nos pone, con el drama que supondrá esto para alimentar las páginas de este rincón. Vais a conseguir que Batman tenga que esperar a tiempos mejores, perdiendo la mano esta vez y no poder ver a la Hathaway hacer miau si no me la ofrecen mal grabada entre refrescos de terraza.
Pero tengo malas noticias, caballeretes. Esto sigue rodando y cerrando alguna puerta se abren muchas ventanas. Viene un hijo de Alex y Natalia, que no escuchará nunca a Justin, la gente se sigue declarando a la luz de la Luna, descubrimos sitios fantásticos como Pandora donde nos dan de comer bien y nos tratan mejor, aún con nuestras borracheras de disfrutones, que es como decir foodies pero en castizo, princesas irán a Graceland a soñar con los movimientos de cadera más famosos de la historia, el humo volverá a las barras de bar cuando estemos solos y nuestras yemas de los dedos seguirán rozando cuerpos de mujer, mientras el Animal Social seguirá rugiendo como nunca, a pesar de las tumbonas de verano. Alena nos enseñará a base de vodka, cambiaremos a Aladdin De Colo por el Pitbull Rafa, a Alba por El Pintita y a ti por cualquiera que me caliente esta noche, aunque me arrepienta cinco minutos después de la petite mort. Y nos espera London, que nos llama a ritmo de The Clash, y Sa Roqueta, y Denia y algún lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme. Y está El Lobo, el Italiano y la rubia Montiel, que tiene nombre de amontillado, y sus guitarras al once. Y que cojones, estás tú y estoy yo, y seguro que como esta lista de cosas que me pasan a mi, tendrás las tuyas propias, robadas y prestadas. Y no nos quitaran las ganas de vivir como si no hubiera un mañana y tratar de no morirnos nunca. Y si así fuera, un placer habernos conocido.
miércoles, 4 de abril de 2012
Semana Santa de Tronos

viernes, 2 de septiembre de 2011
Maxitweets, despiértame cuando septiembre finalice
miércoles, 10 de agosto de 2011
Maxitweets, 10 agosto 2011
viernes, 13 de agosto de 2010
Mi anuncio de cerveza
Y lo viví. Por fin. Desde hace un par de años, los que no necesitamos dormir para soñar y somos tan estúpidamente románticos que pensamos que, solo con no ser malas personas, al final la vida nos dará una recompensa, cuando llegan los primeros calores del verano queremos escapar a tierras de aquí al lado porque nos han puesto delante de los ojos un paraíso cercano. Lugares con aguas transparentes, días eternos de sol con preciosos finales, brisas suaves, coche histórico como medio de transporte, amores de verano… Demasiado idílico para ser verdad, pensaba, mientras sonreía de camino a casa después de desprenderme metafóricamente de mi corbata de trabajo. Seguro que solo es una perfecta campaña publicitaria bien preparada, seguía con mi soliloquio mental, en el momento en que facturaban mi maleta. Desconectaré, sin dejar que penetre en mí piel nada más que los rayos del sol, me argumentaba a mi mismo, mientras volábamos intentando, de manera inútil, alcanzar al horizonte. Y en esas estaba, convencido de todo, de la estancia, de los planes, de los deseos, cuando la primera brisa de la isla me tumbó los argumentos como cuando te abren la puerta de la habitación donde estás construyendo un castillo de naipes. Lo que en un principio iba a ser menos de seis días, se convirtió en una larga, sobre el papel, estancia de más de diez, con setecientos kilómetros, marcados en el cuentakilómetros de nuestro viejo pero fiable Renault 4, de subidas y bajadas, de búsqueda de calas sin acento teutón, de gastronomía típica y muy rica en emociones, lugares, sabores, olores y pequeños momentos que permanecerán para siempre en mi mochila. Eso sería la versión corta de los hechos, pero los matices, las intrahistorias son las que hacen la aventura especial.
Tener la suerte de contar con unos anfitriones con el corazón más grande que el Estadio Azteca, que se ponen a tu entera disposición y que han sido unos guías perfectos, tanto de playa como de ciudad, es un lujo que no está al alcance de todos. Y si, además, están bendecidos con una niña que es toda luz y simpatía, el placer se multiplica. Poder poner voz a caras familiares que son a la vez personas desconocidas y que te permitan compartir sus pequeños secretos gastronómicos del pa amb oli y sus baños a la luz de la luna insular es toda una bendición. Compartir la preparación, e incluso colaborar, en la preparación del trampó, con sus rebanadas de pan tostado y ese toque justo de ajo es un placer gustativo. Disfrutar de una agradable sobremesa, enlazada con la merienda, con un joven de setenta años cumplidos, con temas tan variados como la albañilería, el pescado, las redes sociales y la gastronomía en un entorno casi virgen del ruido de los tour operadores, y descalzarte porque te sientes como en tu propia casa. Lanzarse desde embarcaderos hacía aguas que reflejan hasta tus más puros pensamientos, una descarga de adrenalina. Vivir uno de los mejores conciertos del verano incluso desde tres días antes y notar entre medias el sudor del rasgueo de un guitarrista sin nombre en los grandes carteles, mientras suenan las notas de los clásicos del rock como noche telonera, un sol en clave de. Pasar de puntillas por los excesos de la luna, reír hasta llorar con el caganer veraniego, versión original en francés sin subtítulos, experimentar con la moda ibicenca, el Guitar Hero, charlar con Jairo Muchachito sin importar el tiempo, tontear y ofrecer la luna a la primera sonrisa correspondida, Valldemossa y su tranquilidad controlada por gatos negros, Santanyi y su paleta de colores azules y marrones, los caracoles con alioli, el número seis, ese invento mallorquín. Y Laia. Su sonrisa, su primera papilla de verduras y su foto-foto-foto.
Todas estas cosas, todos estos sabores, matices, aromas, caricias, besos, abrazos, todo esto me lo llevo de vuelta en mi maleta, rebosante hasta los topes. Tanto, que incluso me costó cerrarla. Podría seguir narrando las historias de estos cortos doce días. Iba para seis, y ahora ya estoy pensando en Cabrera, las Cuevas del Drach, en el titulito, en graparme las cangrejeras a los pies, en saldar pellizcos pendientes, en la Ruta Martiana, en la cámara sumergible. En vosotros. Y en los rizos que seguro le saldrán a Laia y las risas que nos echaremos al conversar con ella.
Igual, sin saberlo, haya vuelto a mis orígenes treinta y pico años después de la llegada de unos humildes recién casados de un pueblecito valenciano en su viaje posterior al ‘si quiero para siempre’, y por eso recibo toda esta energía. Idílica verdad marcada a fuego. Y, sorprendentemente, no he echado de menos estar tras las cortinas de un cine de verano. Gracis.