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martes, 22 de abril de 2014

Sexo, torrijas y cintas de vídeo.

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Semana Santa. Las primeras vacaciones del año, excepción hecha sí eres un morador de las tierras árabes del califa Rus, y primeros brindis al sol, que ya no es de invierno, sino de la alérgica bonita primavera.
Costaleros y masajes, rompidas y capirotes. Bacalao en arroz, bacalao en migas, bacalao en croquetas y golpes en el pecho, como si de un Matthew McConaughey cualquiera se tratase.
Y mientras unos se enfundan capirortes de penitencia y respeto a aquel que gritó el abandono de su padre, aquí, que somos más dados al Carnal que a la Cuaresma, buscamos nuestro Via Crucis en la ligazón de la salsa, en el boletus y los calçots, en merendarnos nuestra mona de Pascua con huevo duro, mientras enseñamos a los nuevos el 'ací me pica, ací me cou i ací t'esclafe l'ou' y en estas cosas que harán gozar a los gusanos como si fuéramos parte de la carta del Noma. 
Y por las noches haremos lo de siempre, porque nos gusta y porque nos divierte. Y usar su espalda de escritorio, otra vez. Y revisar los cannoli de 'El Padrino', otra vez, y las que hagan falta. Y darnos al dulce vino, palo cortado por ejemplo. Y emborracharnos de todo, hasta de las letras, por si los tambores o las campanas tienen la tentación de tocar por nosotros.
Y nos atreveremos a saludar a nuestras zapatillas de running moderno con sorna y burla, como hacía Travolta a Lamas en Grease tras llevarse a Sandy, mientras doramos las torrijas, pensando que no hay mejor manera de librarse de la tentación que cayendo en ella.
Tambores, desayunos en la cama y vivir en la cocina. Dime que has hecho estas cosas. Cuéntame tu pura vida.

viernes, 23 de agosto de 2013

La ley innata del viento.

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Una racha de viento nos visitó
y al árbol ni una rama se le agitó.
La canción de que el viento se parara
donde nunca pasa nada. 
(Extremoduro. La ley innata.)

Las nubes empezaban a asomarse mientras el viento soplaba intentando ser una calima africana a este lado del Mediterráneo. Sí, ya se que Elmore Leonard decía que no había que empezar una novela hablando del tiempo que hace. Pero esto no es una novela, al menos de momento, y la absurda, estúpida y típica realidad es que ese fue el comienzo.

Del fin.

Porque ambos sabíamos que no iba a ser eterno. Que las charlas arreglando el mundo al calor del vino tinto en días de pantalón viejo, mientras dejamos el reloj en la nevera, no serán lo mismo.
Ni mojarse bajo la lluvia, embriagados de gintonic. Ni corear a viva voz 'Rock & Roll Star' con tu olor a Light Blue, sin Instagram que nos asista, ni perra falta que nos hace. Que para eso ya tenemos a nuestra nariz, para lo bueno y para lo malo ilegal.

Porque nuestra nariz tiene memoria. Nuestro olfato, más bien. Que nos llevará, - en hora punta del suburbano en cualquiera de las frías mañanas que, como las golondrinas, volverán - a las tardes de ayer, con quesos y jereces, oliendo tu sonrisa.
Sonrisa de tu boca. Como nuestra boca. Que también tiene memoria. O nuestro gusto, más bien también. Que nos sirve tanto para reblancecer al más estirado de los críticos, como para comparar los besos que robaré, sin dudarlo, y que serán igual, pero distintos, a los de aquella vez.

Porque el rodar de verdad del balón, nos marca el fin del recreo, aunque nosotros seamos de jugar y besar el escudo de Nunca Jamás. Y aquellas nubes asustadizas, malditas masas de agua, nos indican que es hora de relativizar de verdad, de cumplir aquellas promesas, camufladas en nuestros brindis a la Luna, mientras viajamos a mil ciudades y bodegas solo con descorchar alguna de sus botellas, viajando al centro de sus tierras, como si fuéramos juliosverne de las viñas, laderas y puertos con mar o montaña, con sus barras de bar que nos reciben con los brazos abiertos.

Preparemos el champagne, las uvas o las tellinas. La guerra es mañana, prepárate hoy, porque suena música para traicionar.

Feliz año nuevo.

Porque el año empieza en Septiembre.

lunes, 12 de agosto de 2013

Actitudes de Agosto.

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Pues cada uno se solaza como puede. O como le dejan, que pareciendo lo mismo, no lo es. Se puede permitir el poder remolonear en la cama, en el sofá o en la hamaca. Puede comer cuando le marque la gana, que es una manera muy del terreno de hablar del hambre, sin ningún tipo de horario más que el de las tripas. Las sobremesas son maravillosas, con temas variados e intrascendentes, salvo al tercer gintonic, en el que nos ponemos en plan estadistas de puro y oronda tripa y solucionamos en cuatro tragos todos los problemas, desde los de nuestra comunidad de vecinos hasta los millones de los mafiosos de corbata y sobre. Y nos sale el Robespierre de guillotina fácil que llevamos dentro.

Es época de enamorarnos furtivamente de chicas color caoba, de paseos a la luz de la luna, de decirle 'hasta mañana' al Sol con no más ropa que nuestro bañador y la toalla, de licores caseros, anises dulces, de echarte de menos, de muchas muertes de uva cocinada, sin más armas que un sacacorchos, disfrutando de ellas con cada lagrima que corre por las mejillas del cristal de las copas, de bailar como si no hubiera un mañana. De vivir, de sentir. De ponerse de pie y volverse a sentar, porque a los oficios vamos a jugar. De eso, de jugar. De volver a hacerlo.

De volver a disfrutar del chocolate, del acné juvenil, de los buenos días a las doce de la mañana, de las buenas noches a la madrugada, de hacer cara de viernes siendo lunes, de reír y llorar con la cantidad de 'eau de sobac' que circula por el mundo, de grillos y chicharras, de seguir llevando camisa, de carcajadas con Viviendo del cuento y los problemas del primer mundo del Animal Social.

De saber, otra vez, que fue Fredo. De comer helado en seis platos diferentes. De baños en agua fría que ponen el contador a cero. De porros de Tarifa o de más abajo. De refugiarse, nuevamente en brazos de la mujer madura a través de sus páginas.

De todas estas cosas que se pueden hacer en esta época, llamada Agosto, domingo o cualquier día de cualquiera de nuestros años de obra y gracia.

Supongo que poder hacerlo es el secreto.
Seguiremos investigando.

jueves, 18 de julio de 2013

Va a subir la marea.

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Decidí
Aprender a hacerme yo la maleta
para poder vivir.
Hoy lloré
se me habrá metido un poco de arena
eso no es para mí.
Me inventé
mil maneras de perder la cabeza
es más sencillo así.

Ahora que la canícula parece que llega para quedarse, el largo y cálido verano es una sensación, aparte de una buena película. En estos días que, posiblemente, te pongas tibia de cerveza, vino blanco, tinto de verano o con cualquiera de los cócteles que te sirvan en esas barras de Dios o macrojuergas con tiendas de campaña y puestas de sol. Incluso puede que rindas homenaje a Gustavo Adolfo sin saberlo. Y quizá te de por experimentar y coger la sartén por el mango en asuntos de saliva y fluidos corporales con algún zagal o zagala internacional.

Estos días que se convierten un poco en Las Vegas y las licencias para matar suenan menos escandalosas. Ahora que salir, beber y el rollo de siempre no van asociados al posterior estrés y que no vas a diferenciar un lunes de un viernes, ni falta que te hace. Estos momentos en los que pensarás en voz alta aquello de 'esto es vida' más veces de las que piensas, estando errada en todas ellas. 

Los menos afortunados andaremos por aquí, que no es una localización geográfica, sino más bien una actitud, buscando la sombra del olivo. Esperando la avalancha de pies en Instagram con el mismo deseo que tiene el reo en la sala de tortura. Revisando los clásicos otra vez, haciendo oposiciones para ser Gerard Depardieu y llorando por el adiós de Tony Soprano. Y el vino besará mi camisa solo por el placer de brindar.

Y caerá la noche todos los días, contándole a Catalina que recuerdo tus hombros y tu cuello revoloteando entre sábanas. Y oírte en aquellas rutas que marqué con mis labios en tu espalda en esos días grises que nos recuerdan que estamos vivos. Que poco importa que fueran soñadas o vividas, ya lo dijo Calderón.

Porque eres todas y ninguna. Eres las que se fueron y las que vendrán. Pero tú y yo sabemos que esto, es solo para ti.

Va a subir la marea.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Buena cara para el mes del lunes eterno

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Pues ya llevamos una semana larga del mes con el peor departamento de marketing a su servicio. Normal. Es más fácil vender la mesa y mantel a la brisa del mar y polvos a deshoras, que hacerlo del traje y corbata, mal café y volver a ver el careto a jefes gilipollas y analfabetos que escriben 'distribulle' sin rubor, por poner solo un ejemplo.

Ya han hablado de ello Nada Importa y Sònia Valiente, pero habría que decirle a Merkel, Obama y al tipo de Eurovegas que la Nochevieja fuese el 30 de agosto. Así cantaríamos todos a coro al Dúo Dinámico, Mecano o AC/DC cocidos de champagne en las fiestas de la playa o el monte, dejando el 31 para la resaca y el 1 de septiembre a doblar el lomo, como un hombre de bien.
Pero como, de momento, parece que no va a ser, nos toca tirar de imaginación y buscar pequeños placeres que nos arranquen una sonrisa, un brindis y un mapa del tesoro.

Y aquí entran The Sepionets.

The Sepionets son una banda veterana de gastro-rock, aunque ellos se definen como freak-cover-albuferenc-rock, de Sedaví que pasan por el tamiz del valenciano los clásicos de rock de ayer, hoy y siempre, con letras divertidas que te arrancan una sonrisa. Tienen huevos, metiendo en la casilla de salida a Barón Rojo con un solo un piano, y se atreven con Bonnie Tyler, Bob Sinclair o una delirante narración de una paella dominical y la búsqueda desesperada de azafrán con la música de Plastic Bertrand y su 'Ça plane pour moi'. Tienen callo estos zumbados, en el buen sentido, de la música y se lo pasan teta encima del escenario, trasladando ese buen rollo a quienes se acercan a ver sus conciertos, cosa que es de agradecer, para los tiempos que corren.
Y sí. También arrastran a tías buenas. De esas que están de vuelta de todo y con un culo que merecen un monumento. Vive Dios que es verdad.

Así que, señoras y señores, vivan el mes del eterno lunes con una sonrisa, descubran pequeños placeres y su buen humor se lo agradecerá.

Aunque, si no le gusta ese plan, siempre pueden hacer como Green Day.

Bienvenidos de nuevo.

martes, 7 de agosto de 2012

Maxitweets. Agosto, o el dolce far niente.

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Siempre se pueden mejorar las cosas. Y relativizar las miserias de la vida es mucho más fácil en agosto, teniendo las pelotas en remojo, que hacerlo en noviembre, con traje y corbata nudo Windsor.
Donde va a parar. 
 
Incluso es mejor hasta para conocer a tu suegro.
Ese señor que, en invierno, es recto y tiene tatuada una mirada marcial digna de caudillo hijoputa, en verano, a los calores sofocados de la piscina y asomando la panza arriba del traje de baño, que no bañador, parece que le importe un poco menos que la niña de sus ojos se haya encaprichado de un aprendiz de vividor y se la imagina menos veces cabálgandote en los momentos de movimiento de gutarra y noches de exceso. Y más si debajo del brazo llevas ese vino resultón con el que te dejaste asesorar por la dependienta buenorra en la elección y metes golazo con el champagne de la viuda, que no Delaviuda que, por otra parte, es cava.

Y que narices, ahora es tiempo de cigarrear, que para hacer de hormiga tenemos once meses por delante, menos si los mayas hacen un pleno al quince.

Ahora es tiempo de jurar amor eterno al cardamomo con el canto del cisne al gintonic y pensar en fórmulas para maridar al nuevo rey que se avista, el vodka. Pulir las nuevas técnicas de optimización de los recursos profesionales, con un buen blanco en la mano, o cerveza si no se puede más, reír de los momentos tensos y pensar que no lo fueron tanto, aunque ese día casí nos costó la arritmia.

Ahora toca entrar en debates acerca de la técnica de las nadadoras de sincronizada, enamorarte catódicamente a golpe de zapping, pensar en plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo y reir por solo pensarlo, correr de madrugada, hacer siestas indecentes, de llorar otra vez por Santino, que iba para Don, pero que por su sangre caliente nos dio la oportunidad de tener a Michael, de ciscarnos en las santas madres de Roures y la Liga, que nos meten el vicio del balón a horarios de after-hours y ante los que no podremos hacer nada, solo el pataleo y, como mucho, la baja del fútbol de pago para pasarnos al lado pirata.

Y soñaremos con chiringuitos del mundo al revés, donde la montaña del beber va al Mahoma sediento. Y con una juerga bien parida, con cruzaditas de las que nos gustan porque somos jovenes todavia, aunque nos llamen señor y ya veamos que las veinteañeras cada vez nos hacen menos caso.

Y brindaremos por Teruel, que existe y mucho, porque gracias a esos pueblos del pilón, los jornaleros de la música podrán tener una vuelta al cole mucho más desahogada.

Y le meteremos caña a todo esto con la banda sonora que nos regaló Danny Boyle en la inauguración de los Juegos Olímpicos que, por otra parte, se que tienes dispersada en la discoteca de tu casa, señora.

Sí, es agosto, calor, trajes de baño y tías en bikini amortizando su cirugía.

PD:Para mis anfitrones.

domingo, 22 de julio de 2012

Malos tiempos, buenos tiempos.

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Malos tiempos para la lírica, cantaban aquellos. La gente sale a la calle a pedir un poquito de por favor, que el refrán de Dios apretando pero no ahogando va a ser solo una licencia poética, porque los cabrones siguen apretando, estrangulándote (nos) de manera que nuestro color pasa de ser azul pitufo a morado vino crudo. Malditos. Por vuestra culpa, cabrones, igual tenemos parte nosotros también, no podemos estar pendientes con nuestros cinco sentidos del próximo chiringuito dominguero de martes en el que cocernos al vino blanco, balbucearle a la guiri de turno y pensar en que nombre bautizarnos cuando estemos cerca de la Riquelme.
Gracias a vosotros, nuestras maletas, quien pueda hacerlas, estarán un poco más vacías de alegría y despreocupación. No sabemos si volveremos a ver a nuestros amigos en nuestra tele, porque la habéis secuestrado y mutado de vaca suiza a vaca africana como un cirujano plástico chapucero y ahora que no la queréis, le metéis hachazo y santas pascuas. Vais a darnos más cera para hacernos más complicado el escuchar jazz, rock y todo aquello que nos pone, con el drama que supondrá esto para alimentar las páginas de este rincón. Vais a conseguir que Batman tenga que esperar a tiempos mejores, perdiendo la mano esta vez y no poder ver a la Hathaway hacer miau si no me la ofrecen mal grabada entre refrescos de terraza.
Pero tengo malas noticias, caballeretes. Esto sigue rodando y cerrando alguna puerta se abren muchas ventanas. Viene un hijo de Alex y Natalia, que no escuchará nunca a Justin, la gente se sigue declarando a la luz de la Luna, descubrimos sitios fantásticos como Pandora donde nos dan de comer bien y nos tratan mejor, aún con nuestras borracheras de disfrutones, que es como decir foodies pero en castizo, princesas irán a Graceland a soñar con los movimientos de cadera más famosos de la historia, el humo volverá a las barras de bar cuando estemos solos y nuestras yemas de los dedos seguirán rozando cuerpos de mujer, mientras el Animal Social seguirá rugiendo como nunca, a pesar de las tumbonas de verano. Alena nos enseñará a base de vodka, cambiaremos a Aladdin De Colo por el Pitbull Rafa, a Alba por El Pintita y a ti por cualquiera que me caliente esta noche, aunque me arrepienta cinco minutos después de la petite mort. Y nos espera London, que nos llama a ritmo de The Clash, y Sa Roqueta, y Denia y algún lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme. Y está El Lobo, el Italiano y la rubia Montiel, que tiene nombre de amontillado, y sus guitarras al once. Y que cojones, estás tú y estoy yo, y seguro que como esta lista de cosas que me pasan a mi, tendrás las tuyas propias, robadas y prestadas. Y no nos quitaran las ganas de vivir como si no hubiera un mañana y tratar de no morirnos nunca. Y si así fuera, un placer habernos conocido.

miércoles, 4 de abril de 2012

Semana Santa de Tronos

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La gente llora en la Semana de Pasión. La sequía llama a su puerta, como las vendedoras de Avon, pero ahora no quieren lluvia. Lógico, normal y comprensible. A nadie le gustan las fiestas pasadas por agua, a no ser que sean en esos mastodónticos parques temáticos acuáticos horteras a los que uno ha de ir únicamente una vez en la vida, o no, por aquello de tener información de primera mano. Pero joder, ¿qué queremos sí la mentamos a todas horas en nuestro sabio refranero? Que llueva, que llueva, la vieja está en la cueva. Nunca llueve a gusto de todos. Ha llovido mucho desde entonces. Siempre llueve cuando no hay escuela. Cuando llueve y hace viento, cierra la puerta y estate dentro. Llueve sobre mojado. A mala lluvia, buen paraguas. Llover y cantar, todo es empezar (vale, este es inventado).
Conclusión: estos días toca calarse o estacionar, y visto que se acerca el invierno en su segunda temporada, y siguiendo consejos, a punta de pistola algunos, de asesinos en serie, Don Drapers del terreno y reyes godos varios, salvo invitación irrechazable por parte de alguna gata, a las que tengo menos miedo gracias al Woman Translator, bien mundial donde los haya, ustedes me podrán encontrar en las tierras del Norte, Invernalia concretamente, maldiciendo por no poder ponerle los cuernos al gordo del Rey, colega de Ned Stark, y rindiendo homenaje por supuesta proximidad geográfica a la isla de Jura y sus líquidos elementos. Lo que no quita que todos ustedes y ustedas hagan de sus días de asueto aquello que les plazca, ponerse morados a huesos de santo, torrijas, mistela, panquemados, monas de pascua, tofu o lo que les salga de las amígdalas, mientras los costaleros purgan los pecados del resto, en plan justos por pecadores.
Aunque ya saben, me encanta hablarles de usted, contable audiencia, puede que tenga algún tipo de revelación y se me cruce alguna María Magdalena y la liemos parda con brindis al sol de cócteles de fan de Sony Crocket y resacas con ibuprofeno y alimentos, que no comida.

PD: Por cierto, una cosita. Justo aquí debajo, hay un par de casillas para medir las reacciones. Sí lee esto, pero le da pereza comentar, o simplemente se la suda hacerlo, dele al sí o al no. Así, hace feliz al becario y las novedades que introduce, que se lo curra mucho. A sus pies.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Maxitweets, despiértame cuando septiembre finalice

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Septiembre es para algunos, la inmensa mayoría, el principio del año. Lo asociamos al final del verano, al comienzo del cole, a los nuevos fichajes de la liga, a la vuelta definitiva al gimnasio para quitarnos los excesos estivales y practicar el corpore sano, a los buenos propósitos, a aprender idiomas, o a aquello de plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Es la treintena de días que necesita con más urgencia todo un departamento de publicidad y relaciones públicas para lavar su imagen. Esos mismos genios que ya lo intentan con el lunes, pero que solo lo consiguen en los puentes o días de asuntos propios. Septiembre es tu novia preguntándote por qué no le cogiste el teléfono. Septiembre es un condón roto. En un día de septiembre hace diez años comenzó realmente el siglo XXI y el mundo como lo conocemos ahora. Septiembre es un mes maldito, donde puedes estrenar corbata o dormir hasta que finalice, pero es el mes Cero. Donde todo huele a buenas ideas y mejores propósitos. Es el inicio de esos grandes planes paridos tras una tarde de brisa marina y whisky de importación. Todos querremos ser mejores, más productivos, perfectos conversadores y excelentes amantes, aunque quizá el último de nuestros deseos sea el primero en nuestras preferencias. Y nos miraremos en nuestro particular espejo encantado para que el reflejo sea lo más de todo lo que no somos. Nos esperan once meses para que nuestro agosto vuelva a nuestras vidas de nuevo, con esos planes y esas cuestiones irrelevantes al Sol. Gritaremos, reiremos, soñaremos, alguna vez también lloraremos, maldeciremos. Alguien se irá de nuestro lado, a otra ciudad o para no volver, pero también alguien vendrá con intención de quedarse para siempre. La vida nos cogerá de la pechera y nos zarandeará, nos llevará de bailes sin fin, nos hará latir aceleradamente nuestro corazón, vibraremos con los goles, sean del color que sean, almorzaremos con los sospechosos habituales, conspirando socarronamente contra inútiles, nos enfadaremos por estupideces que en ese momento nos parecerán vitales en importancia. Y todos estos detalles se irán diluyendo en el tiempo, se nos acabarán las ganas de ser perfectos porque las urnas no han cambiado nada y tendremos que hacer de tripas corazón para buscar cualquier motivo que nos empuje a levantarnos por la mañana, esos ojos, esa voz en la radio, esa película que quieres ver o ese grupo que quieres oír tocar. Y vendrán los días en rojo, no los del período, sino los festivos, con brindis vacíos, deseando estar en otro lado y demostrándolo a través del estado de nuestras redes sociales. Descubriremos nuevos maridajes con caldos increíbles, viajaremos al pasado las veces que nos haga falta, se nos caerán mitos eróticos otra vez, estaremos más cerca de saber quien es la madre de los hijos de Ted, soñaremos con los números que nos permitan ir al verano eterno, dormiremos resacas, quemaremos hogueras cuando asome el azahar… No es pesimismo, ni depresión vacacional, es que vengo del futuro y se lo que va a pasar. Pero por eso me encanta. ¡Bienvenido septiembre! ¡Os espero en la barra del bar de siempre tomando lo de siempre!

miércoles, 10 de agosto de 2011

Maxitweets, 10 agosto 2011

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Summertime. Eternos días de romper relojes, oír el lenguaje del mar y con la forzosa necesidad de juntar letras y seguir el camino segoviano de don Jose Miguel y su bitácora para no ser menos yo en esto de darle a la tecla en agosto. Los hijos, o los hermanos pequeños, de los que saltaban y se emborrachaban en primera fila con los Sex Pistols y The Clash, han comenzado su particular Braveheart, cambiando las praderas por las calles por no se sabe bien que, pero seguro que la tocada repetitiva de las joyas de la corona, cojones en castellano cervantino, junto con la muerte de algún desgraciado, hizo saltar la chispa. Siempre salta la chispa por eso, alguien la palma y se lía la de dios es cristo desde la I Guerra Mundial, que yo recuerde haber retenido tras estudiarlo. London Calling, sintonía oficial del flautista de Hamelín olímpico, recuperando su sentido original. Twitters revolucionarios, escobas boca arriba, saqueos... Y alguien parecido a Sinead O'Connor haciendo coros reggae en otra parte. El 15-M en versión directa en el mundo del fútbol. Pero nosotros seguiremos navegando, levantando nuestras copas y brindando desde Santander hasta Islantilla, pasando por Madrid, Son Gotleu, Múrcia y la Isla de los Juegos, por poner solo unas escalas en nuestro brindis viajero, que septiembre sigue siendo antipático y su primo noviembre viene con papeletas que nos puedan cargar de razón y toca coger fuerzas a la luz del Lorenzo. Nos vemos pronto, como aquellas oscuras golondrinas del poeta en sus nidos a posar.

viernes, 13 de agosto de 2010

Mi anuncio de cerveza

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Y lo viví. Por fin. Desde hace un par de años, los que no necesitamos dormir para soñar y somos tan estúpidamente románticos que pensamos que, solo con no ser malas personas, al final la vida nos dará una recompensa, cuando llegan los primeros calores del verano queremos escapar a tierras de aquí al lado porque nos han puesto delante de los ojos un paraíso cercano. Lugares con aguas transparentes, días eternos de sol con preciosos finales, brisas suaves, coche histórico como medio de transporte, amores de verano… Demasiado idílico para ser verdad, pensaba, mientras sonreía de camino a casa después de desprenderme metafóricamente de mi corbata de trabajo. Seguro que solo es una perfecta campaña publicitaria bien preparada, seguía con mi soliloquio mental, en el momento en que facturaban mi maleta. Desconectaré, sin dejar que penetre en mí piel nada más que los rayos del sol, me argumentaba a mi mismo, mientras volábamos intentando, de manera inútil, alcanzar al horizonte. Y en esas estaba, convencido de todo, de la estancia, de los planes, de los deseos, cuando la primera brisa de la isla me tumbó los argumentos como cuando te abren la puerta de la habitación donde estás construyendo un castillo de naipes. Lo que en un principio iba a ser menos de seis días, se convirtió en una larga, sobre el papel, estancia de más de diez, con setecientos kilómetros, marcados en el cuentakilómetros de nuestro viejo pero fiable Renault 4, de subidas y bajadas, de búsqueda de calas sin acento teutón, de gastronomía típica y muy rica en emociones, lugares, sabores, olores y pequeños momentos que permanecerán para siempre en mi mochila. Eso sería la versión corta de los hechos, pero los matices, las intrahistorias son las que hacen la aventura especial.


Tener la suerte de contar con unos anfitriones con el corazón más grande que el Estadio Azteca, que se ponen a tu entera disposición y que han sido unos guías perfectos, tanto de playa como de ciudad, es un lujo que no está al alcance de todos. Y si, además, están bendecidos con una niña que es toda luz y simpatía, el placer se multiplica. Poder poner voz a caras familiares que son a la vez personas desconocidas y que te permitan compartir sus pequeños secretos gastronómicos del pa amb oli y sus baños a la luz de la luna insular es toda una bendición. Compartir la preparación, e incluso colaborar, en la preparación del trampó, con sus rebanadas de pan tostado y ese toque justo de ajo es un placer gustativo. Disfrutar de una agradable sobremesa, enlazada con la merienda, con un joven de setenta años cumplidos, con temas tan variados como la albañilería, el pescado, las redes sociales y la gastronomía en un entorno casi virgen del ruido de los tour operadores, y descalzarte porque te sientes como en tu propia casa. Lanzarse desde embarcaderos hacía aguas que reflejan hasta tus más puros pensamientos, una descarga de adrenalina. Vivir uno de los mejores conciertos del verano incluso desde tres días antes y notar entre medias el sudor del rasgueo de un guitarrista sin nombre en los grandes carteles, mientras suenan las notas de los clásicos del rock como noche telonera, un sol en clave de. Pasar de puntillas por los excesos de la luna, reír hasta llorar con el caganer veraniego, versión original en francés sin subtítulos, experimentar con la moda ibicenca, el Guitar Hero, charlar con Jairo Muchachito sin importar el tiempo, tontear y ofrecer la luna a la primera sonrisa correspondida, Valldemossa y su tranquilidad controlada por gatos negros, Santanyi y su paleta de colores azules y marrones, los caracoles con alioli, el número seis, ese invento mallorquín. Y Laia. Su sonrisa, su primera papilla de verduras y su foto-foto-foto.

Todas estas cosas, todos estos sabores, matices, aromas, caricias, besos, abrazos, todo esto me lo llevo de vuelta en mi maleta, rebosante hasta los topes. Tanto, que incluso me costó cerrarla. Podría seguir narrando las historias de estos cortos doce días. Iba para seis, y ahora ya estoy pensando en Cabrera, las Cuevas del Drach, en el titulito, en graparme las cangrejeras a los pies, en saldar pellizcos pendientes, en la Ruta Martiana, en la cámara sumergible. En vosotros. Y en los rizos que seguro le saldrán a Laia y las risas que nos echaremos al conversar con ella.


Igual, sin saberlo, haya vuelto a mis orígenes treinta y pico años después de la llegada de unos humildes recién casados de un pueblecito valenciano en su viaje posterior al ‘si quiero para siempre’, y por eso recibo toda esta energía. Idílica verdad marcada a fuego. Y, sorprendentemente, no he echado de menos estar tras las cortinas de un cine de verano. Gracis.