viernes, 23 de agosto de 2013

La ley innata del viento.

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Una racha de viento nos visitó
y al árbol ni una rama se le agitó.
La canción de que el viento se parara
donde nunca pasa nada. 
(Extremoduro. La ley innata.)

Las nubes empezaban a asomarse mientras el viento soplaba intentando ser una calima africana a este lado del Mediterráneo. Sí, ya se que Elmore Leonard decía que no había que empezar una novela hablando del tiempo que hace. Pero esto no es una novela, al menos de momento, y la absurda, estúpida y típica realidad es que ese fue el comienzo.

Del fin.

Porque ambos sabíamos que no iba a ser eterno. Que las charlas arreglando el mundo al calor del vino tinto en días de pantalón viejo, mientras dejamos el reloj en la nevera, no serán lo mismo.
Ni mojarse bajo la lluvia, embriagados de gintonic. Ni corear a viva voz 'Rock & Roll Star' con tu olor a Light Blue, sin Instagram que nos asista, ni perra falta que nos hace. Que para eso ya tenemos a nuestra nariz, para lo bueno y para lo malo ilegal.

Porque nuestra nariz tiene memoria. Nuestro olfato, más bien. Que nos llevará, - en hora punta del suburbano en cualquiera de las frías mañanas que, como las golondrinas, volverán - a las tardes de ayer, con quesos y jereces, oliendo tu sonrisa.
Sonrisa de tu boca. Como nuestra boca. Que también tiene memoria. O nuestro gusto, más bien también. Que nos sirve tanto para reblancecer al más estirado de los críticos, como para comparar los besos que robaré, sin dudarlo, y que serán igual, pero distintos, a los de aquella vez.

Porque el rodar de verdad del balón, nos marca el fin del recreo, aunque nosotros seamos de jugar y besar el escudo de Nunca Jamás. Y aquellas nubes asustadizas, malditas masas de agua, nos indican que es hora de relativizar de verdad, de cumplir aquellas promesas, camufladas en nuestros brindis a la Luna, mientras viajamos a mil ciudades y bodegas solo con descorchar alguna de sus botellas, viajando al centro de sus tierras, como si fuéramos juliosverne de las viñas, laderas y puertos con mar o montaña, con sus barras de bar que nos reciben con los brazos abiertos.

Preparemos el champagne, las uvas o las tellinas. La guerra es mañana, prepárate hoy, porque suena música para traicionar.

Feliz año nuevo.

Porque el año empieza en Septiembre.

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