Septiembre es para algunos, la inmensa mayoría, el principio del año. Lo asociamos al final del verano, al comienzo del cole, a los nuevos fichajes de la liga, a la vuelta definitiva al gimnasio para quitarnos los excesos estivales y practicar el corpore sano, a los buenos propósitos, a aprender idiomas, o a aquello de plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Es la treintena de días que necesita con más urgencia todo un departamento de publicidad y relaciones públicas para lavar su imagen. Esos mismos genios que ya lo intentan con el lunes, pero que solo lo consiguen en los puentes o días de asuntos propios. Septiembre es tu novia preguntándote por qué no le cogiste el teléfono. Septiembre es un condón roto. En un día de septiembre hace diez años comenzó realmente el siglo XXI y el mundo como lo conocemos ahora. Septiembre es un mes maldito, donde puedes estrenar corbata o dormir hasta que finalice, pero es el mes Cero. Donde todo huele a buenas ideas y mejores propósitos. Es el inicio de esos grandes planes paridos tras una tarde de brisa marina y whisky de importación. Todos querremos ser mejores, más productivos, perfectos conversadores y excelentes amantes, aunque quizá el último de nuestros deseos sea el primero en nuestras preferencias. Y nos miraremos en nuestro particular espejo encantado para que el reflejo sea lo más de todo lo que no somos. Nos esperan once meses para que nuestro agosto vuelva a nuestras vidas de nuevo, con esos planes y esas cuestiones irrelevantes al Sol. Gritaremos, reiremos, soñaremos, alguna vez también lloraremos, maldeciremos. Alguien se irá de nuestro lado, a otra ciudad o para no volver, pero también alguien vendrá con intención de quedarse para siempre. La vida nos cogerá de la pechera y nos zarandeará, nos llevará de bailes sin fin, nos hará latir aceleradamente nuestro corazón, vibraremos con los goles, sean del color que sean, almorzaremos con los sospechosos habituales, conspirando socarronamente contra inútiles, nos enfadaremos por estupideces que en ese momento nos parecerán vitales en importancia. Y todos estos detalles se irán diluyendo en el tiempo, se nos acabarán las ganas de ser perfectos porque las urnas no han cambiado nada y tendremos que hacer de tripas corazón para buscar cualquier motivo que nos empuje a levantarnos por la mañana, esos ojos, esa voz en la radio, esa película que quieres ver o ese grupo que quieres oír tocar. Y vendrán los días en rojo, no los del período, sino los festivos, con brindis vacíos, deseando estar en otro lado y demostrándolo a través del estado de nuestras redes sociales. Descubriremos nuevos maridajes con caldos increíbles, viajaremos al pasado las veces que nos haga falta, se nos caerán mitos eróticos otra vez, estaremos más cerca de saber quien es la madre de los hijos de Ted, soñaremos con los números que nos permitan ir al verano eterno, dormiremos resacas, quemaremos hogueras cuando asome el azahar… No es pesimismo, ni depresión vacacional, es que vengo del futuro y se lo que va a pasar. Pero por eso me encanta. ¡Bienvenido septiembre! ¡Os espero en la barra del bar de siempre tomando lo de siempre!
Resumiendo: Suit up!!!
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