martes, 1 de octubre de 2013

Letristas invitados. Chemi Sánchez.

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Con este tema de ampliar horizontes y ceder rincones de este cachito, la cosa se me está yendo, benditamente, de las manos. La grandeza de los acontecimientos es de tal calibre que no puedo más que esbozar una sonrisa de alegría, quitarle un poco el polvo a las copas y brindar ante la nueva llegada de un miembro, -atención señoras-, viril y masculino. A este señor lo conocí como se conocen a las grandes personas de verdad, en la barra de un bar. Alguien me dijo una vez que en estado etílico, las personas se quitan la careta y se muestran tal y como son realmente, sin posturas ni artificios. No hizo falta celebrar San Patricio a deshoras para saber que el caballero Sánchez es de ley y es uno de los tipos que más sabe y que mejor habla del rock. Por lo menos, de los que yo conozco. Y aprovechando que ha decidido aparcar, espero que momentáneamente, ese lujo underground que era su Chemi Rock Blog y abusando de la ausencia de talento de los cazatalentos de las revistas especializadas, (¿Hola Rolling Stone?), abro el Laprhoaig bueno para presentar, con infinito cariño a Chemi Sánchez


Escribo sin saber escribir y hablo sin saber hablar. Hace meses me tomé un descanso de ambas cosas, pero como los merengues: ‘Si el Sr. Peris llama a mi puerta no le puedo decir que no’. Pese a la que está cayendo, y a que sigue habiendo muy pocas balas para tanto gilipollas, aún creo que el mundo se puede arreglar alrededor de unas cervezas y rodeado por buenas compañías. 
Elijo a mis amigos porque es uno de los pocos privilegios que me ha brindado la vida, y cuando veo todo mal la música me proporciona una salida, que para eso está. Dudo mucho que esté a la altura de esta aventura, pero lo vamos a intentar. Salí un día de Segovia y me perdí entre Atocha y Chueca. 
Me gusta pisar cabezas de gamba apoyado en una barra, una caña bien tirada, un buen riff de guitarra, dejar algo de bote y no saber cómo coño he venido a parar aquí. Música con la que bailar y pelis con las que reír. Mezclemos churras con merinas y veamos qué es lo que sale. Sólo una advertencia: nunca me tomen en serio.


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