sábado, 29 de junio de 2013

Los Zigarros. Último jueves de Junio de 2013.

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En la noche del último jueves de Junio, las alternativas de ocio dependían de la tele o el directo. O de ver sudar o sudar uno mismo, si lo prefieren. Ambos planes buenos, respetables. El equipo que toca la pelota como los ángeles o los demonios con reserva en el infierno con plaza en el palco real. 

Y claro, la elección fue ir para abajo. 
Obvio.
No exagero ni un ápice si afirmo que la ciudad esperaba esta noche como el adicto que espera a su camello. 
Con deseo, nervios y salivando. 
Por eso era menester prepararse a conciencia y, tras un afterwork divertido junto al Don, Delia Barral de ARDE Magazine, que lo va a petar a poco que se descuide la audiencia, y una mujer de cuyo nombre no quiero acordarme en esta línea, nos dimos un homenaje en el templo del canalleo aristocrático que nos proporciona Aquarium, rodeados de damas quemadoras de la Visa del marido y liantas en la cola del Consum. Bien alimentados y bebidos por obra y gracia de ese bonito veneno llamado Aurora y con la raya recién pintada, los tacones nos llevan a la sala Wah-Wah.
Hoy es el concierto de Los Zigarros. Rocanrol en la plaza del pueblo.
Decía que habían ganas de ver en concierto a los Tormo y su nuevo proyecto, niña de los ojos de una de las majors de la industria musical, y más después de la traumática fractura - por lo menos, para mí - de una de las bandas que con más cariño viven en mi corazón de rocanrol, Los Perros del Boogie. Y bien sabe San Pedro que no defraudaron. Aún a pesar de los nervios de todos, de actuantes y de espectadores. Lo comento con la camarera más bella del lugar, Izarne, a la que se le comen los demonios por no poder saltar más allá de la barra para bailar y mover sus caderas, aunque todo vaya mal, como decían los de La Elipa. Pero, a pesar de eso, brindo por ellos, los demonios, y su sonrisa, la de Izarne, claro.
Arrancan como debe ser, guitarras al once, actitud y energía, ejemplificada con el brío que Nacho Tamarit le da al bajo. Ya me advierte Belén Riquelme que es un torbellino de energía y arte con las cuatro cuerdas. Y sí, entiendo que haya envidia y es una verdadera fortuna que estés leyendo esto tras compartir noche y tacón con la futura ganadora de cualquiera de los Goya que le ofrezca la academia, pero la ultima noche del mes de Junio tenía el saco de la magia repleto y me tocó a mí. Tú veías piernas de futbolistas, yo veía sonrisas y tragos de Riquelme y Ferrón. Así de bonitas son las noches de verano, y así de bonito es esto de la barra y tacón.
Le dieron cera a todo el disco, casi por orden cronológico, Álvaro haciendo sangrar a las guitarras y Ovidi siendo lo que es, la horma del zapato de la estrella del rock en España. Ponle tu el nombre o piensa en quien quieras, pero así es. Nos obsequiaron con un par de versiones, que no te voy a decir para no joder el invento, pero solo te digo que acortaron las faldas y aumentaron la generosidad de los escotes. Pau Monteagudo, de Uzzuhaïa es testigo de mi afirmación y puede, como espectador, dar buena cuenta de ello. Y sin poder resistirme a que 'Voy a bailar encima de tí' y 'Dispárame' son dos melocotonazos, mostramos paquete con su versión de 'Bailaré sobre tu tumba' y vivimos una fiesta final en casa de Pablo, el Kraken, donde todo el mundo conoce tu nombre y nos pusimos a hablar, hablar y hablar para no decir (casi) nada. Aunque bailáramos hasta el amanecer.
Luego, busqué tu espalda y la recorrí con mis dedos y mis labios. Pero eso es otra historia.
El rocanrol muy bien, gracias. Los Zigarros están en la ciudad.

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