Foto: www.valenciacf.es
Llevo toda la semana con una sonrisa en la boca. No me enfado, me muestro diligente, amable e incluso ayudo a señoras a llevar la compra. Hasta doy más propina de lo normal. Puede que lo hayan adivinado. Soy de esos que piensa que con buenos actos, la suerte sonreirá a mi equipo. También creo en los gafes, los contragafes y en rutinas. Nah, no es cierto nada de eso. La única rutina que he seguido en los partidos de fútbol era, cuando el Valencia CF era novato de la Champions, preparar unos bocatas con toda clase de fiambres untando el pan con tomate y aceite de oliva de los que dábamos buena cuenta mi hermano y servidor. A imagen y semejanza de aquellos míticos de El Horno de los Borrachos. Algo bueno dejó en mí aquellas largas noches, por buscar la vertiente positiva.
Este que les escribe es más normal que un martes de febrero. Por eso, el revuelo que se ha montado por unas declaraciones normales de Michel Herrero, de Burjassot y canterano del Valencia CF que ahora juega en el Real Valladolid, me despierta dudas sobre las voluntariedades. Evidentemente, la conjugación del verbo clamar viene del centro. Getafe, a ausencia del Atleti y cor el Floperteam haciendo risa allá donde va en este final de campaña, se ha convertido en la Galia futbolera de las redacciones hooligans y barco de batalla del clicbait. Lo normal es que un canterano de un equipo que es aficionado de ese equipo quiera que las cosas le vayan bien. Como supongo que le pasará a cualquier canterano del Barcelona, del Sevilla o del Manchester United. Y también les digo que espero que Jaume y Gayà hayan intercambiado mensajes con el centrocampista pucelano para decirle, medio en broma medio en serio, que no meta el pie, que se puede joder las vacaciones playeras y que a ver cuando vienes a comerte una paella con nosotros en L'Alter o Casa Carmela, por decir dos lugares de los buenos.
Lo bien cierto es que a estas alturas de carrera no debería sorprender lo más mínimo estas maniobras orquestales en las oscuridad (¡hola Rafa Rodríguez!) de la prensa de allá. El Valencia CF estaba más muerto que vivo y esto de tener muchas opciones de ser el año que viene equipo Champions les fastidia los titulares empapados de los tres equipos de Madrid en la máxima competición continental. No hay más ni menos. Y poca culpa tienen los jugadores azulones y su entrenador. Ellos hacen su trabajo y muy bien, por cierto. El señor que los preside y los que le bailan, interesadamente, el agua ya es otro cantar. Pero ese no juega.
Juegan los de Marcelino, dependiendo de ellos mismos. Noranta minuti que, sin levantar trofeo, es una final. Por lo que significa económicamente. Porque la planificación deportiva del año próximo está congelada dependiendo del resultado del sábado. Si se juega por Europa en jueves, la cosa cambiará. Si el fútbol nos hace del martes o miércoles un sábado hay que seguir arriba. Creo, sinceramente, que la valentía de Alemany en su día con la toma de decisiones merece que se vuelva a trabajar para seguir en la élite europea. Y, de paso, ustedes y yo nos llevamos una jarana al cuerpo. Hagan rituales si creen en ellos, pónganse su amuleto futbolero, si tienen. Y desde la grada del Zorrilla, desde la peña o desde sus casas, ya saben. AMUNT!
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