Foto: www.valenciacf.com
Y, sin querer, Europa mira a Inglaterra. Todos los equipos de "La mejor liga del mundo" van a ver las finales por televisión. Incluso el Valencia CF, mal que pese. No hace falta que les recuerde lo que pasó ayer. Tienen la prensa en papel o digital para comentar, exponer y aportar sus diferentes puntos de vista sobre el partido. Y pueden leer a este que les escribe en Café Mestalla donde, en las duras y las maduras y junto a otros apasionados, sin más ataduras ni bandera que esa que nos han enseñado a querer en casa, vomitamos varias letras que, en definitiva, es más barato que ir al bar o a cualquier diván.
Verán, lo de ayer, en esencia, no cambia nada. Con 4-0 o 2-4 el domingo tocaba ganar al Alavés. Los estados de ánimo pueden servir para el que está en la grada, en casa o camino de las Baleares. Conforme funciona el deporte profesional, después del partido de ayer el jugador desearía que hoy mismo hubiese revancha para matar a los fantasmas de la derrota. Una victoria, con un sobreesfuerzo propio de una remontada, podría hacer caer al colectivo en una complacencia, en un subconsciente latente en el cual para lograr el objetivo Champions solo hacen falta noventa minutos a cara o cruz. Y ahora hacen falta 180 sin mácula y esperar a que, por ejemplo, el Barcelona sea un elefante y el Getafe una cacharrería, por aquello del dicho. Sigue siendo pronto para hacer análisis global, aunque con alta probabilidad las notas dependerán mucho de conseguir el objetivo económico. Ya saben, jugar en Europa martes y miércoles.
Pero si conviene ir tomando apuntes. Valorar las idoneidades globales. Buscar como mejorar aspectos puntuales para seguir creciendo. Parece que se ha dejado muy atrás las patochadas directivas, con contrataciones extrañas para dirigir el equipo y ahora conviene saber si se quiere, o se puede, dar un paso más. La construcción de este edificio deportivo llamado Valencia CF va, por mucho que algunos opinen lo contrario, por buen camino. Se apostó en su día por una continuidad cuando había argumentos de sobra para poder decantar la balanza y romper por el eslabón más débil. Y hoy se está peleando hasta el final, remontando un pésimo inicio de campaña. Todos quieren ser Klopp y el Liverpool hoy, pero para serlo hay que actuar como hicieron los reds en años anteriores. Aunque cierto es que el Valencia CF no se puede gastar 75 kilos en un central, el modelo podría ser ese, readaptándolo a la realidad económica, social y deportiva del valencianismo. Aunque claro, también pueden ustedes pensar que el camino hasta llegar donde anoche, o Sevilla, no ha sido complicado en exceso. La complicación no está en los nombres de los rivales sino en la batalla que presentan. Si por nombres fuera, sería un paseo en barca para los de siempre, por aquello de la alcurnia histórica. Y ya ven que no. Miren al Barcelona, derrochando a manos llenas el talento de Messi al que van a llorar mucho cuando no esté. Es igual de valioso ganar en Krasnodar en el alargue que al Ebro, porque esos pasos, esos golpes de talento y suerte son los que, al final, te llevan a la meta que te corresponde. Lo demás, milongas.
La vida sigue igual, cantaba aquel. Ganar, ganar y disfrutar son los verbos a conjugar en los tres partidos que quedan. No quedará en nuestros corazones esta semifinal porque solo nos duró 15 minutos. En eso, hemos tenido suerte de ser esta semana del Valencia CF. Ser valencianista es una suerte, pero esta semana, más, si cabe. Peor sería ser del Barcelona tropezando otra vez con la misma piedra. Y muchísimo peor ser del Ajax. Por el dolor. Eso si rompe corazones y marca de por vida.
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