viernes, 1 de febrero de 2019

Hacer del martes otro sábado.

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Vaya noche la del martes, ¿eh? Seguro que alguno de ustedes todavía se pone los diez últimos minutos con la narración de Miguel Ángel Román para regocijo valencianí. O los cortes de radio de su emisora favorita para tener el nudo en la garganta como lo tenía Héctor Gómez, por poner un ejemplo. Y tirando de memoria, comparando remontadas y goles en el alargue con las de Osasuna o Madrid. Y esa misma noche, sin poder dormir, mirando Twitter, escuchando la radio o comentando con cualquiera de los enfermos de valencianismo. Hay de aquel que tuvo una epifanía a ritmo de Hendrix y todo. És això el que ens fa grans, supongo.

Este que les escribe hizo prácticamente todo lo del primer párrafo. Era martes, pero el cuerpo pedía viernes. Debía serlo porque el personal estaba muy arriba. Como bien dijo Rafa Lahuerta, era un día de los que resume cien años de historia. «Te pegas un tiro en el pie en el minuto 1 y luego regalas a tu gente 2 minutos finales de locura que ya no podremos olvidar jamás. Mestalla en estado puro», apostillaba acertadamente el autor de "La balada del Bar Torino". Pero la euforia debe guardarse en el cajón. Por una espalda. El espacio entre el éxito y el fracaso es una espalda. Por hacer el trazo gordo. Pero bendito espacio que hizo mal dormir al valencianismo esa noche desde la emoción y la alegría. La suerte también juega. Y el martes era blanquinegra.

Ojalá esta victoria haya embrujado para siempre a muchos nanos que quieran ser para siempre del Valencia. Y recuerden como su primera gran noche la clasificación copera ante el Getafe. Que así, sobre el papel, parece un equipo menor. Y tal vez lo sea, si los comparas con otros más mediáticos. Pero como dijo alguien «En el fútbol no hay enemigo pequeño». Y estos de azul son duros de pelar. Las marcas de arañazos que llevan en su camiseta son todo un simbolismo. Pelean y luchan. Los equipos buenos suelen ser el reflejo del entrenador. Y Bordalás con el Getafe lo ha conseguido. Gustará más o menos, pero estoy seguro que al sur de la Comunidad de Madrid llevan con orgullo todo lo que les está pasando. Los aficionados de a pie, digo. Los que han vivido al Geta desde la Segunda B. Como el Peri. Que en Melilla, durante la mili, allá por 1993, andaba con cánticos de la grada, que decían que tenían un hijo tonto del pueblo de al lado. Mucho, mucho antes de ser equipo de Primera.

De las actitudes de la prensa de allá, poca cosa. Algunos no son más que bufones de la corte. Entretenimiento puro y Duro que no conviene tomar en serio y si reírte, que es el motivo de todo esto. Su escenario soñado era que en semis hubieran dos equipos de allí. Para torpedear al archienemigo, que anda fuerte como un toro. Y el amor al Geta se diluirá cuando juegue contra el que ustedes saben. Y su fútbol orgulloso será marrullero, sucio y de los que merecen deportación. Y Damián será Caín en lugar de Abel. El localismo de boina es lo que tiene. ¿Qué esperan de las cloacas de una ciudad que no era más que un corral de gallinas?

PD: Por cierto, Cheryshev lleva dos partidos a nivel. Ya saben, la medida de la exigencia.

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