viernes, 23 de marzo de 2018

La UE y el FC, siglas del pasado para el futuro.

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Y ustedes pensaban que se iban a aburrir sin fútbol. Pues anda que no ha sido divertida la semana. Desde el cumpleaños del casi cien, igual no se acuerdan porque andaban entre buñuelos y casales falleros, hasta ayer mismo con la multa de la Unión Europea, el bar ha estado más concurrido que siempre. Y, de por medio, Gayá y su supuesta puesta en el mercado y la supuesta intención del club de renovarlo. Así, todo en uno. Y, claro, los guardianes de la moral, mirando por encima del hombrito. Lo dicho, semana divertida.

Lo bien cierto es que, sin saber mucho de números, la multa de la Unión Europea es un buen pinchazo. Cuando tocan números, recurro a uno de los que más saben, Mario Selma (@VCF_Blog). Cierto es que toca recurrir para intentar alargar al máximo el pago. Pero este recurso ha de servir para ganar tiempo y poder negociar una rebaja del pago si es posible, apelando a la buena voluntad y con ciertas aristas que pueden llevar a buen puerto esta sentada. Supongo y entiendo que el club tendrá esta previsión en cuenta y, desde ya, los juristas duermen con un montón de papeles para buscar la solución más satisfactoria para el Valencia CF, FC o como quiera que se llame el club.

Pero, lo que si estaría bien de verdad, lo que si conseguiría demostrar la definitiva afección de Lim, sus consejeros y la empresa que gestiona el Valencia por el club sería que sacara la libreta de todos y cada uno de los que desde el club firmaron este bunyol financiero y los citara en el juzgado para pedirles responsabilidades. Porque esto es como la corrupción política española. Al de a pie le fastidia que alguien se los lleve crudos, pero más le fastidia que encima se salga de rositas. Y ya, de paso, a Anil deberían facilitarle las grabaciones de los medios para que sepa, en su justa medida, como se las gastan todos, con las luces y las sombras de cada uno y repensar, si el intelecto diplomático le da de sí, si sus actos como presidente son justos o no.

Pero antes de todo esto, vino el debate del nombre. Que si Club de Fútbol, que si Fútbol Club o que si Football Club. Yo he pasado del blanco al negro con todos los matices de grises imaginables. Y me postulo por volver al FC, aunque allá por el 81, este que escribe, siendo un mocoso, se enfadaba con el mundo al ver rotulado en la tele sueca "IFK Goteborg-Valencia FC" cuando era, y es todavía, al revés. Pero creo que saber de donde se viene es un síntoma de respeto con la esencia inicial. Saber quienes son para la historia de este club Montes, Cubells, Encinas, Vicente Peris, Claramunt y los todos los años cuarenta es igual de importante para sentirse orgulloso como lo son ahora las galopadas de Rodrigo, las paradas de Neto o las pausas de Parejo. Y me fastidia que los dirigentes del Valencia del 71 no optaran por volver al nombre antiguo cuando se derogó la orden franquista. Y me enorgullece que, en la dictadura, esperasen hasta el último momento para el cambio de nomenclatura impuesta. Y me da pelusilla que, en esta guerra, comparta trinchera con Vicente Vallés, el inmóvil representante del pequeño accionista. Aunque eso sí, yo por altruismo, él por palco y canapés, mínimo.

Lo bien cierto, como dice mi admirado Vicent Molins, es que el debate es saludable para recordar de donde venimos. Igual que conocer la evolución y revisar donde y como se dieron los saltos de calidad e intentar aprender de los errores del pasado para empezar a construir la historia del futuro con grandes letras. Y que sea Fe-Ce, CF o Cor i Força. Pero que sea motivo de orgullo de la tierra. Y que nadie se ría de él más allá de la familia, que para eso está.

Ah, y por volver un poco al origen y ser romántico al cien por cien, que recuperen las secciones deportivas. Está claro que el baloncesto va por su cuenta y nada necesita, pero rugby, atletismo, balonmano, hockey, fútbol sala y cualquier otra disciplina, como podría ser la pilota deberían tener cobijo bajo este escudo que ya roza su centenario con un futuro deportivo ilusionante y con grandes dudas económicas. Como casi siempre.

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