Hoy me veo en la
obligación de escribir sobre lo que le ha pasado a la familia de Paco
González: un famoso locutor de radio del que se enamora una de sus fans,
y ante la impotencia de ésta de ver al amor de su
vida atado por una familia, la decisión de asesinar a la otra parte del
contrato. Una "Atracción Fatal"
made in Spain sin nada que envidiar a la inquietante película de Michael Douglas y Glenn Close. Lo que estás leyendo no se trata de un
arrebato de oportunismo recurriendo al
treding topic fácil, sino de un caso que me ha tocado especialmente la fibra. Ahora verás por qué.
Paco González es uno de
los periodistas deportivos más importantes de este país; entre otras
cosas el tipo al que nadie oyó cantar en directo el gol que hizo a
España campeona del mundo de fútbol -aunque hayamos
escuchado esa narración mil veces en diferido-, por lo que es partícipe
de un momento de felicidad para muchos. El director del programa Tiempo
de Juego de la COPE (antes de Carrusel Deportivo en la SER) alegra
junto al resto de su equipo las tardes a mucha
gente. Doy fe. Estuve años trabajando sábados y domingos, y cuando su
compañero Pepe Domingo Castaño me decía ‘¡¡Hola, hola!!’ el efecto era
mejor que el de cualquier café.
Soy un enamorado de la
radio. Me iba a dormir muchos días escuchando las historias cotidianas
de los oyentes y la buena música de La Gramola (Joaquín Guzmán),
despertaba riendo con Gomaespuma y La Jungla, permitía
que Rafa Escalada me vendiese sus conservas y por mucho que se las dé
de listo Buenafuente, Bernardo era el que más molaba cuando El Terrat
era un dúo radiofónico. Pese a ser el medio más defenestrado, la radio
sigue siendo mágica, porque existe un vínculo
especial entre los locutores y sus oyentes. ¿La razón? La radio que
escuchas parece que está hecha especialmente para ti. Te acompaña en el
autobús, mientras estudias, mientras trabajas, mientras corres, mientras
te despiertas, mientras duermes, en medio de
un atasco… Y te habla directamente a ti (regla básica en radio: usar la
segunda persona del singular). Es por tanto fácil que al oyente se le
despierte cierto sentido de posesión sobre la persona a la que admira,
porque se abre la intimidad y la confianza.
Piensa que hay aparatos de radio especiales para la ducha. La gente
habla de ‘su’ Carlos Herrera, ‘su’ Iñaki, ‘su’ Monaguillo…
Yo también soy fan de
ciertos locutores, y hubo un momento en el que también sentí la
imperiosa necesidad de conocerlos en persona y de alguna manera
agradecerles los buenos ratos que me hacían pasar. El cariño
que me mostraron desde el principio me llevó incluso a entablar una
especie de amistad con ellos, y me convertí en un asiduo de la emisora
en la que trabajaban: casualmente junto a la misma COPE. Me he tomado
mis cortado-chupitos en los Jerónimos, he estado
a punto de matarme por esas dichosas escaleras, he pasado decenas de
veces junto al estudio de Tiempo de Juego y más de una vez me he cruzado
por allí con el señor González, un tipo a primera vista guapete, con
encanto y con pinta de simpático. Más de una
amiga me lo ha definido como atractivo y sí: lo es. A la vista de los
acontecimientos parece que todo ello ha supuesto un craso error para él.
Veámoslo desde el
siguiente punto de vista: alguien profesional, con éxito en su trabajo,
una buena familia… Además se muestra abierto con sus admiradores hasta
el punto de salir alguna vez a tomar algo con ellos,
por lo que no ha hecho nada malo. Al contrario. ¿Consecuencias? Una
persona perturbada pierde la cabeza del todo y comete una locura que
marcará a esta familia para toda la vida. Esa mujer no podrá volver a
llevar a sus hijos a ningún sitio sin que le tiemblen
las piernas, su cuerpo ha quedado desfigurado de por vida con unas
cicatrices que recordarán a cada momento a su esposo que no puede ser
tan ‘guay’, y más de una noche se despertará sudorosa al verse de nuevo
dentro de ese coche luchando por su vida. Este
señor no podrá tratar a ninguno de sus fans de la manera que lo hacía
antes, e incluso apuesto que se sentirá nervioso haciendo su programa
con público presente en el plató. Sus compañeros empezarán a vigilar
también sus palabras y sus espaldas: a partir de
ahora todos son sospechosos. Siento compasión por esa familia.
Es curioso como un hecho
puntual puede dar la vuelta a la vida de mucha gente. Recordamos lo
frágiles que son nuestras existencias por muy bien cimentadas que estén,
pues un agente externo puede llevarse todo
al traste en dos minutos. El ser humano es increíble, pero capaz
incluso de convertirse en un desastre natural.
Me veía en la obligación de escribir estas líneas porque yo soy fan. Todos lo somos. Ánimo a González y as su famila.
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