martes, 25 de septiembre de 2012

It's only jazz (but I like it)

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Alguien cantó una vez: 'Con 18 son capaces de llegar al final, ya pasados los 30 han aprendido a esperar...' Aunque el juglar hablaba de las mujeres y sus problemas con ellas, puede valer para eso que los abuelos con boina, bastón y piropo añejo a las mozas que pasan por la puerta del casino del pueblo, nos contaban de las cosas de la edad.

Todo en esta vida tiene, o ha de tener, una evolución. El mantra de Forever Young queda bonito para la fiesta de los 80 a la que irás con kilos de más y pelo de menos. Pero ahí se acaba la historia.

Ejemplo fácil: empezaste el tema de los cubatas con el socorrido Licor 43 con piña y buscando arrimar cebolleta a una titi que mascaba chicle con el pelo apestando a laca y hombreras de NFL. Y ahora bebes gintonic, algún malteado o, simplemente, no bebes, y te pone más la charla de las siete en el café, mientras imaginas la lencería invisible de Agent Provocateur con un tacón bien puesto. O tiras de señoras, directamente.

Y sí, vale, que aquí se habla de rock & roll. ¿Pero hay algo más salvaje que las noches de saxo, contrabajo, humo, polvos marrones y alcohol? No.

Chet Baker, maldita sea. Y la Pfeiffer remoloneando encima del piano.

Las noches de esta semana tienen ese sabor, junto a la puerta de san Pedro. Que no es Ruzafa, pero menos da una piedra, y esta piedra es de agradecer. Se mezclarán, espero, lo divino y lo humano, el swing, el góspel y la madre que los parió.

Moveremos el tobillo, o la pierna entera, mientras seguro que nos vienen a la mente cualquiera de las notas de aquel Nueve Tragos, y nos ensoñamos con casinos, mujeres fatales, La Habana precastrista...

Pues eso, nos hacemos mayores, y ya no sabemos en qué creer.


viernes, 21 de septiembre de 2012

Confesiones en Ruzafa

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Hoy empiezo con una confesión. Ave Maria Purisima…

Tengo mi particular fuente de información, como si de un personaje de una novela de James Ellroy se tratara. Esa fuente es mi garganta profunda, mi confidente, mi persona en la calle, que es donde se cuecen todos los meollos. Me pasa el soplo de las noticias molonas para darle a la tecla en este rincón. Me meto dos copazos, o tres, de Laphroaig y le meto caña al portátil así, en plan Sabina.


Como decía, mi confidente me cuenta cosas incontables, en sus dos significados. Me habla de los ukeleles de las niñas pijas mientras compartimos pastillas de Stevia, que es lo más ‘in’ del momento, con el café o el carajillo. Despierta mi infantil lado goloso a través de los macarons, que se merecen sesión doble de sudor sin duda, y hablamos de barras de bar que valen la pena.

Y yo, que a veces sigo con las alpargatas de careta a tal nivel que hay días que se me olvida que un lunes es mal día para ir de museos, me lo apunto todo en el lado del cerebro donde no se olvida nada para alimentar las páginas de este cuaderno. Y también mi ego, que a uno también le gusta que le digan ‘me encanta como escribes’ alguna pirada tía buena en los baños de señoras, que narices.

Y la pista de hoy es Russafa Escènica.

Está claro que Ruzafa es EL BARRIO por excelencia en Valencia. Vinos, manteles, arte y chupitos de Jägermeister se entremezclan en la madrugada, creando una atmósfera única que debemos disfrutar mientras dure en este, el lugar de moda, alejado de otras faunas tronistas de comida rápida y silicona a cascoporro.

Aunque para gustos, colores.

Pues en Ruzafa se siembra arte, curioso requiebro otoñal justo ahora que en los campos se recoge el arroz (recuerda, amable visitante, aquello de mis alpargatas), con espectáculos intimistas y pequeñas plateas de poco más de veinte espectadores, donde sientes en primera persona la tensión del artista y que son los verdaderos tuits del teatro, por aquello de lo cortos e intensos y muestra del teatro puro. A pelo. Un salvaje polvo teatral.

Y todo con donaciones individuales y patrocinios alejados de los grandes mecenazgos de collares de perlas y vestidos de diseño.

Ya ves. No está mal este lunes septiembre. Donde todo comienza, como dice mi confidente.

martes, 18 de septiembre de 2012

Highway to hell (o Cuero español, que es más castizo)

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Y yo que pensaba que con el final del verano se iba a acabar el/la calor.

Menudo iluso gilipollas ignorante que estoy hecho.

Supongo que el famoso video de la concejal inolvidable dándole a la digitopuntura para su deleite propio y el de su churri pelotero os habrá llegado de alguna forma u otra. Y supongo también que habréis valorado la estética de su anatomía, su cadencia en el ritmo, su expresión facial y su artística capacidad de persuasión. Y supongo que no lo habréis hecho con estas mismas palabras, a no ser que tengáis cerca a vuestra jefa de Recursos Humanos o a la compañera buenorra y os tengáis que morder la lengua como buen miembro de la famiglia y proyecto de hombre de bien.

Y también habrá sido alguna base de tertulia de bar y tapas el top-less de la hermana de Pippa, la casada con el hijo mayor de aquel príncipe que tenía una mujer mojigata y siempre triste pero resultona, pero que prefería a otra un poco más pasa con pinta de directora de internado y que quería ser el tampax o alguna guarrada de esas que solo se decían por teléfono y que ahora se teclean por el WhatsApp, jugándote la vida, la casa y el coche, melón.

Pues nada, todo esto es una cuidada y esmerada estrategia de marketing para calentar nuestros ceniceros con respecto a la serie web que va a calentar, valga la repetición del verbo, el otoño. Ejem, vale, igual los casos de antes son casualidad, pero nos sirven de aperitivo para el estreno de DiscreetHearts.com, serie que va de la mano de un portal de contactos para eso. Sí, ESO que estáis pensando.

El pistoletazo de salida fue en Valencia el pasado viernes. En Ruzafa, donde sí no. Copetín y taconazo para la puesta de largo, con exposición fotográfica y presentación del primer capítulo por parte del dire, Miguel Ángel Font, que también tiene en la rampa de lanzamiento un interesante proyecto de terror llamado Llagas, y que está on fire.

La serie promete y tiene un inicio con una boda, que no es el final, sino el comienzo. Y que bueno, no voy a destripar aquí porque lo suyo es que le des al click y que la cosa esta de la audiencia internetera suba como la espuma, los actores sigan trabajando con el equipo molón y que el champagne y los macarons sean el menú de los desayunos. Y los diamantes, si eso, se los dejamos a Audrey.

Igual lo puedes ver con una mano. Dale pues.

PD: La morenaza de la foto es Sandra Grima, mi segunda actriz favorita de la serie.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Buena cara para el mes del lunes eterno

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Pues ya llevamos una semana larga del mes con el peor departamento de marketing a su servicio. Normal. Es más fácil vender la mesa y mantel a la brisa del mar y polvos a deshoras, que hacerlo del traje y corbata, mal café y volver a ver el careto a jefes gilipollas y analfabetos que escriben 'distribulle' sin rubor, por poner solo un ejemplo.

Ya han hablado de ello Nada Importa y Sònia Valiente, pero habría que decirle a Merkel, Obama y al tipo de Eurovegas que la Nochevieja fuese el 30 de agosto. Así cantaríamos todos a coro al Dúo Dinámico, Mecano o AC/DC cocidos de champagne en las fiestas de la playa o el monte, dejando el 31 para la resaca y el 1 de septiembre a doblar el lomo, como un hombre de bien.
Pero como, de momento, parece que no va a ser, nos toca tirar de imaginación y buscar pequeños placeres que nos arranquen una sonrisa, un brindis y un mapa del tesoro.

Y aquí entran The Sepionets.

The Sepionets son una banda veterana de gastro-rock, aunque ellos se definen como freak-cover-albuferenc-rock, de Sedaví que pasan por el tamiz del valenciano los clásicos de rock de ayer, hoy y siempre, con letras divertidas que te arrancan una sonrisa. Tienen huevos, metiendo en la casilla de salida a Barón Rojo con un solo un piano, y se atreven con Bonnie Tyler, Bob Sinclair o una delirante narración de una paella dominical y la búsqueda desesperada de azafrán con la música de Plastic Bertrand y su 'Ça plane pour moi'. Tienen callo estos zumbados, en el buen sentido, de la música y se lo pasan teta encima del escenario, trasladando ese buen rollo a quienes se acercan a ver sus conciertos, cosa que es de agradecer, para los tiempos que corren.
Y sí. También arrastran a tías buenas. De esas que están de vuelta de todo y con un culo que merecen un monumento. Vive Dios que es verdad.

Así que, señoras y señores, vivan el mes del eterno lunes con una sonrisa, descubran pequeños placeres y su buen humor se lo agradecerá.

Aunque, si no le gusta ese plan, siempre pueden hacer como Green Day.

Bienvenidos de nuevo.