jueves, 12 de diciembre de 2024

Valencia canta por Valencia. La música alimenta el alma

blogger widgets

 Valencia canta por valencia

Fue una tarde de emociones. Sin duda. Parece mentira como las cosas más simples te transportan a la felicidad cuando las vuelves a hacer después de haber estado perdidas. Algo tan sencillo como coger de nuevo un tren, pasear por calles donde no hay barro y disfrutar de la música en directo se convierte en una brisa cálida en mitad de un frío invernal. Y la ocasión lo merecía. 'Valencia canta por Valencia' tomó como sede el Teatro Olympia, bajo la organización de Sena Producciones, para cantar, alimentar el alma y trasladar las fuerzas que se habían destinado a pelear contra el barro para vibrar, emocionarse y, como no, recordar.

Colas a la entrada. A pesar de tener el asiento numerado, la gente tenía ganas. O, al menos, esa sensación es la que servidor respiraba. Quiero pensar, me niego a caer en la negatividad, que todos los que compartimos noche en el teatro hemos sido tocados por el agua desbordada de alguna manera u otra. Y si no, da igual. La música, ese elemento esencial en nuestras vidas, como me decía Silvia por teléfono minutos antes de comenzar el concierto, es vida y está presente siempre. Y cuando salen al escenario, por sorpresa al no estar anunciados, Rei Ortolá, junto con Silvia Brasero y sus músicos, violín y contrabajo, la piel toma vida propia y se eriza por el frío calor de escuchar, con esa voz ronca de Rei que tanto me recuerda a la de David Ruiz, de la M.O.D.A., la bella banda sonora de aquellos días que se quedaron tatuados para siempre en nuestra memoria. Son ellos quienes arrancan la primera ovación de las muchas que íbamos a vivir más de 40 días después del día en que todo se rompió.

Es el propio Rei quien presenta a los siguientes en cartel, Santero y los Muchachos que, con la elegancia verbal de Miguel Ángel Escrivá, reparten firmemente ante todo este sindiós gubernativo y sus tres temas, fantásticamente escogidos, para ser la banda sonora de nuestras vivencias, cerrando con Ventura su actuación, dando paso a La Habitación Roja, otro de los momentos álgidos y esperados de la noche. Las letras de Jorge Martí son de las que te llegan bien adentro. Y en estos estados de extrema sensibilidad, versos como 'Sé que parece eterno y que no cambiará, que duele tanto que no se podrá borrar, pero no queda más remedio que pasar por esto una vez más' adquieren un significado majestuoso. Porque hay veces, muchas, que todas las canciones, absolutamente todas, hablan de ti.

En este menú musical de tres platos por chef, sale en escena Carlos Goñi, leyenda de rock español que, acompañado por sus músicos de confianza, nos entrega su hat-trick de canciones de Revólver, con especial protagonismo al saxo de Josvi Muñoz maridado junto con los sentidos rasgueos de guitarra de Goñi, que hacen levantar al público de sus butacas viendo a sus padres correr en busca de El Dorado. El valenciano de adopción daba paso a otra valenciana adpotada y muy querida, Sole Giménez, con el emotivo acompañamiento de Francisco Blanco, del colectivo Sedajazz, afectados directamente por la DANA. Sole aportó la voz reivindicativa y de ánimo entre canción y canción, dejando al descubierto algunas dificultades y puertas cerradas que se encontraron para hacer este evento que tanto se necesitaba, que tan buena causa sustentaba y que se amparó en el teatro gestionado por la familia Fayos, cedido de manera gratuita, así como el trabajo de todos los técnicos y esa gente necesaria que no siempre se ve en los focos.

Y volviendo al rock, nos quedaban dos. Seguridad Social, formados en Benetússer, y Los Zigarros. Casañ y compañía, vestidos de riguroso y elegante negro, atizaron al patio de butacas y plateas con sus más rumberas versiones, acabando con su inmortal 'Chiquilla', no sin antes dedicar 'Quiero tener tu presencia' a todo el personal voluntario que estuvo en los primeros días entre cañas y barro. Cerraban la noche Los Zigarros, Ovidi, Álvaro, Natxo y Adrián metieron tralla con tres de sus melocotonazos. Entre medias, bailo, me levanto de la silla y miro al público. Caras que brillan. Alegría. Mucho móvil para guardar el momento por si la retina y la memoria fallan. Y me gusta. A calzón quitado con los hermanos Tormo y sus dos compinches habituales. Con su '¿Qué demonios hago yo aquí?' llega el cierre final de la velada. ¿Cierre final? No, todavía quedaba una sorpresa. Nadie se iba y los técnicos montaban escenario con atriles y más micros. Algo se venía. Y se vino. 'Dentro de ti', dedicada a Valencia. A esa Valencia dolida. Dañada. Abollada. Sucia y bonita a la vez. Esa Valencia salpicada de barro. De lodo. Odio esa palabra. Lodo. Goñí que cuenta, con un poco de vergüenza y modestia, que cuando escribió esta canción estaba inspirado, cede la canción para todos los músicos, en el escenario, asemejándose a aquel 'We are the world' mítico, pero en clave valenciana.

Ahora sí. Es el final. Y yo, que llevo escrito en la cara mil guerras y una ganada, salgo reconfortado, contento y satisfecho. Menos mal que el anti FOMO funcionó y pude cantar, bailar y abrazar a los amigos. Porque, a veces, solo nos hace falta eso. Un abrazo, algo de beber, hablar, hablar, hablar para no decir nada y música en directo.

1 comentario:

  1. Anónimo19:59

    Abrazar.
    Es maravilloso el artículo, el sentimiento con el que lo describes todo me ha hecho estar allí con mi gente. Gracias a tu artículo yo estaba allí. Gracias.

    ResponderEliminar