martes, 21 de septiembre de 2021

Montgorock otoñal

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Hay un anuncio de una empresa de telefonía que tiene a un entrenador de verbo fácil y ex alopécico en el que habla que vuelven las cosas pero que la vuelta de verdad es el fútbol. Claro, no vende la publicidad en cuestión el poder llamar a tu gente, sino el poder ver los partidos desde casa, con la nevera cerca y con las pantuflas bien puestas. Pues sin promociones de por medio, es para celebrar y salir a la calle, como cuando acabó la II Guerra Mundial, la vuelta de los conciertos y los festivales en general. En particular, para celebrar y salir a la calle la vuelta del Montgorock.

Pilla a paso cambiado el abrazo con Xàbia y su tierra. Si de normal el calendario invitaba a telonear al verano, en esta edición de 2021, madurada desde 2020, se telonea a este otoño marrón y melancólico del que tanto han vivido los poetas malditos y díscolos, en constante tristeza y tono gris. Y bendito sea el otoño que nos permite aquellos primeros fríos y lluvias a las que cantaba Raimon "Al meu país la pluja no sap ploure", de la que esperamos no sea protagonista en este festival del que se arde con ganas desde dentro hacia afuera, como si de una ronda métrica de chupitos picantes se tratara.
 
Es el Montgorock un festival de los raros. Habrá quien diga que son casi siempre los mismos cabezas de cartel con variaciones en las zonas bajas. Bueno, como un entrenador recién llegado a un club, a veces es mejor no tocar lo que funciona. Aunque también la organización, comandada por Mari Cruz Gisbert y Josan Serrano, ha dado la opción de conocerse ante las masas a bandas que las hubiesen tenidos negras para arrancar, organizando concursos en algunas ediciones para que los que vienen por detrás se muestren y tomen el testigo de esto de aporrear cuerdas con actitud. Pero lo bien cierto es que parece que el producto y el estilo de la gente que se sube arriba de los escenarios está bien definido. El sueño de una pareja que dejaron atrás la supuesta zona de confort en la que vivían para lanzarse a tratar con músicos, managers, proveedores y, porque no decirlo, entusiastas exacerbados por todos los excesos habidos y por haber.
Festival de los raros, les decía. De los que se creen que hay rock sin género. Donde la presencia de las mujeres en el cartel es más que una simple cuota o anécdota. Repasando los carteles de las anteriores ediciones deja a las claras que no ha sido una cuestión de calor a la moda, si se puede frivolizar así ante una cosa tan seria. Siempre hubo rockeras encima del escenario. Otra cosa es que no se vieran lo que merecían por intereses fácticos y fálicos. Escuchen a Monty Peiró en la sección Pioneres de Territori Sonor en la radio de A Punt Mèdia y lo verán. No me hagan caso a mí. Háganselo a Rafa Rodríguez y su Verlanga, que lo cuenta con todo lujo de detalles. Y eso siempre ha de ser lo que toca. Aunque no todos en este país se lo crean y corran en el mes de marzo a contratar músicas.
 
Montgorockers en hibernación se quitan las legañas, buscando sus mejores galas, o las peores, para volver o estrenarse en el festival xabienc. Solo falta que el tiempo acompañe y merezca un brindis. Como todos los festivales, como todas las salas. Por el esfuerzo, por la espera. Y sobre todo, por poder contarlo. Se asemeja a esa normalidad que hace tiempo parece que buscamos, mientras la tierra ruge, como avisando que hay que vivir como se pueda sin pensar mucho en el mañana. Quien sabe, puede que sea el último festival al que asistan y a la vuelta abracen sin disimulo los partidos de fútbol desde casa, con la nevera cerca y las pantuflas bien puestas.

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