Foto: www.valenciacf.es
Pues Mateu Alemany habló. E hizo lo que todos pensábamos que iba a
hacer. O, por lo menos, lo que servidor pensaba. Es entendible que la
mayoría quiera sangre vistos los antedentes en este mismo año de United y
Real Madrid, por mirarse en un espejo o de Villarreal, Real Sociedad y
Athletic, por mirarse en otro más próximo a la realidad. Y el mensaje
fue claro, Marcelino sigue. Bueno, claro, claro, si quieren tampoco,
porque un poco más de contundencia no hubiese estado mal. Pero confio
que esa contundencia esté más que clara de puertas para adentro.
Es
evidente que el fútbol ha cambiado en todas sus plazas. La inmediatez
de los resultados impera en el mundo de este deporte. Ese reducto que
era Inglaterra, con Fergurson y Wegner como inquilinos casi perpetuos de
los banquillos de United y Arsenal, ha terminado. Probablemente por la
entrada de capital de fuera de las islas en los propios clubes y una
nueva manera de ver este juego que es más negocio que deporte. No sé a
ustedes, pero a mí me sorprendió el cese de Ranieri al año de haber
ganado la liga con el Leicester, que no se entiende de otra forma si no
es por una impaciencia impropia del británico y por pensar,
erróneamente, que todos los días son fiesta. Curiosamente, como muchos
piensan del Valencia, cuando la historia dice justo lo contrario. De ahí
que los festejos molen más cuando se toca chapa.
Quero pensar que el Director General entiende el fútbol de esa otra
manera. La de la pausa, la del tiempo y, sobre todo, la de economizar y
amortizar los gastos. Los más viejos del lugar recordarán las bandadas
de Gil y Gil triturando entrenadores en sus principios y, cuando le
llegó la calma, vete tú a saber si asesorado por alguno de sus hijos,
rascó doblete. La fuerza del club reside en la continuidad, la confianza
y el mirarse a los ojitos cuando vengan mal dadas. Yo lo entiendo
igual, por eso en todas las encuestas que se han hecho en estos días,
por medios de comunicación y particulares, he votado por el NO con
respecto a la pregunta del cese de Marcelino y su equipo.
Espero
que Mateu Alemany se haya sentado con el asturiano y le haya dicho que
tiene el respaldo, cosa obvia, pero que hay preocupación. Que en verano
se entró a todas sus peticiones y, a pesar de todo, el equipo no avanza.
Que no se quieren más excusas de campos helados, lesiones de pilares ni
gaitas. Que vuelva a trabajar como el año pasado, o diferente, y saque
el máximo rendimiento al grupo. Que reconduzca el vestuario sin
distinciones para estar entre los seis primeros de la clasificación. Y
si no lo consigue o no se ve capaz, que se mire en el espejo del Pitu
Abelardo, cuando entrenando al Sporting se marchó por no verse capaz de
salvarlo sin cobrar ninguna clase de finiquito. Lo otro, sería propio de
mal estudiante vacilando a sus padres por sus malas notas.
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