Foto: www.valenciacf.es
Hay una canción de Los Rodríguez que se llama 'Copa rota'. Realmente la versión es de Benito de Jesús, pero servidor escuchó primero la versión del grupo de Ariel y compañía. En ella, con la voz desgarrada, Calamaro canta el drama de un corazón roto que solo quiere beber, a pesar de sangrar por la boca al la copa de vino rota de un bocado por la rabia. La versión original es un bolero, pero Los Rodríguez le dan un toque cercano a música fronteriza de la zona donde Trump quiere poner un muro.
Pues oigan, esta canción me recuerda bastante al momento en el que está el Valencia CF. Desasosiego y algún momento de tristeza en las declaraciones de Marcelino. Y ahora puede introducir al libreto de canciones el fado portugués y la ranchera mexicana, vistos los movimientos que se presumen en la ventana de fichajes de enero y las nacionalidades de los implicados. Que bonito concepto, 'ventana de fichajes'. Mucho más bonito que 'mercado de invierno', donde va a parar.
También, por esas analogías de la mente, el titulo evoca a la competición del pasado martes. La Copa del Rey es, para este Valencia que sigue buscando su brújula deportiva, como ser protagonista de un bolero o una copla. Sí te quiero, pero no te quiero. O, como diría Sabina, este Valencia CF daría la vida entera por la Copa, engañándola un rato cada día, es decir, no queriéndola con la boca pequeña.
No quiero decir que el Valencia tenga que mirarse en el espejo de la Juventus, cuyo entrenador dijo en la previa de la Supercopa italiana que el equipo ha de salir a ganar todas las competiciones por ser quien es. Pero tampoco se debe verbalizar públicamente si se infravalora tal o cual competición. No creo que sea necesario tirar de nostalgia, pero supongo que las copas del 79 y del 99 fueron una gozada para el valencianismo. Y esas declaraciones, entendibles por el estado deportivo y tratando, de alguna manera, de liberar presión al equipo y sus técnicos, no han sido de las más acertadas. Ojo, no se trata de pasarse al lado de los ofendidos. Usted, yo, mi tío o su vecino de pase queremos que el Valencia CF lo gane todo en todos los partidos que juega. Hasta el Trofeo Carranza. Pero nuestra pasión a veces choca con la realidad y la gestión de esfuerzos y recursos, donde se precisa tomar más distancia y minimizar riesgos. En breve puede que encuentren encuestas que les pregunten si prefieren ganar la copa o ser cuartos en liga, solo por el mero hecho del beneficio económico que esto último conlleva. Porque el fútbol moderno está montado así.
Aquellos tiempos ya no volverán. Las eliminatorias de copa donde un miércoles era día de fiesta porque ibas al Luis Casanova. Con el bocata debajo del brazo y el lujo de tomar refresco entre semana. Con los mayores del sector 3 y 4, donde ahora está la Curva Nord, repartiendo pasteles y café hecho en casa. Y esa botellita para refrescarlo, que no tenías ni idea de que era pero que permitía al tío Juan sacar un do de pecho en pleno mes de enero con tres botones de la camisa desabrochados ante el enésimo fallo de, digamos, Jon García, por decir uno. Y te acostabas tarde. Y te levantabas somnoliento porque habías dormido poco. pero te daba igual, porque aquel Valencia tuyo, de tu padre, de tu hermano o de tu tío, con muchísimo menos oropel que el de ahora, había pasado la eliminatoria contra, digamos, el Zaragoza. Y cada pequeña victoria, te sacaba un cachito de orgullo hacía afuera.
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