viernes, 5 de octubre de 2018

¡Defensa, defensa!

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Eso gritan en las gradas de los partidos de la NBA cuando toca bajar el culo y apretar para que el contrario no anote. Sabe el aficionado medio de este deporte que defender es la base de todo. Ya ven, casi casi como en el fútbol. En realidad hay dos caminos para ganar esto. Que se asemejan pero no son lo mismo: meter más que el contrario o que no te metan. En aquellas viejas ligas de Atochas, partidos los domingos a las cinco y victorias a dos puntos, el no encajar ya te garantizaba casi el cincuenta por ciento del botín. Ahora con las de tres, la apuesta sube y un meritorio empate en, pongamos un lugar al azar, Old Trafford, te sirve pero luce un poco menos.

Y es que en esas estamos. En la búsqueda de la identidad como equipo. Otra vez. Con pólvora arriba, vistos los curriculos de los recién llegados. Con alcurnia consolidada por los que ya estaban en la misma zona. Y con un teórico mejoramiento del engranaje de la primera y la segunda línea del equipo. Pero no. Arranque complicado, dudas, ausencias con olor a cuerno quemado. Y conjeturas. Muchas. Con cierto asomo de duda cara al entrenador y su equipo. Personalizando errores en el flanco derecho de la defensa de cuatro. Con el punto de apoyo para mover el mundo valencianí, Kondogbia, renqueante. Y cuando King Kond estornuda, el entramado defensivo del Valencia se resfría. 

A la larga, la cuestión es simple. Hacer de verdad lo que tantas veces se dice por el micrófono. Jugar el próximo partido como si fuese el último. Eso garantiza la lucha, la competencia. Y después depende del acierto en las áreas que rasques más o menos. En cualquier momento el Lukaku o Messi de turno te hace un roto de proporciones bíblicas. Quizá con el argentino sea el destino más simple en el noventa por cien de los casos. Pero no extender la alfombra roja es menester. Que Messi tenga que dar dos palos para conseguir su gol, por ejemplo. O que, en esa evolución que ha experimentado el rosarino en su juego, se cortocircuite sus bajadas al centro del campo con ayudas permanentes, con trabajo de vigilancias, con coberturas. Defensa, defensa. Y no solo de la línea de cuatro. Que con correr con la cabeza a veces no basta.

Anoche Marcelino, en una visita a la Agrupación de Peñas, verbalizó las ganas que tiene de ganar al Barcelona. Serán casi las mismas que las que tiene el aficionado de a pie. Hagamos sonar el Jumbotron imaginario de Mestalla con la bocina y gritemos ¡Defensa, defensa! para conseguirlo.

Por las risas y el cachondeo posterior, chicos.

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