Jack Nicholson tiene alzheimer.
Después de estas cuatro palabras, ya nada bueno puede venir.
Aunque no esté confirmado.
Pero si ha saltado a los tabloides digitales del artisteo de Jolibud, es porque el río peces trae.
Poca cosa podemos hacer salvo lanzarnos a cualquier videoteca legal a revisar alguna de sus obras. A mí siempre me ha dado pereza ver algunos de sus clásicos. No he visto 'El resplandor'. Y solo algún trozo del metraje de 'Alguien voló sobre el nido del cuco'. Y me la sopla lo que digan los puretas o modernos.
Jack es buen actor. Es incontestable. Incluso haciendo de Joker. Y de hijoputa es sublime. Creo que lo hace como nadie. Como en 'Infiltrados'. O en 'Mejor... imposible', aunque en esta se redime al final. Pero del gran Jack me gusta el personaje, el halo. Sus gafas negras, su primera fila en los Lakers y esa leyenda acerca de que Dios le proporcionó un talento descomunal en la bisectriz de sus piernas. Dos talentos tiene el tío. Tres, si sabe usar el que no es actuar.
Más allá del drama -del que no conviene frivolizar por aquello de no herir sensibilidades, a pesar de poder hablar de ello con conocimiento de causa-, me fascina la pena que siento cuando pienso que Jack no va a recordar esas pequeñas cosas que nos hacen sentirnos vivos de cojones: sus filtreos con Jennifer Lawrence en los Oscar, el seducir a (un montón de) mujeres, las maravillas de Kareem, Magic, Kobe y Pau en el Forum primero y el Staples Center después... Todo eso me da un poco de pena por Jack.
Ojalá yo viva un montón, pero solo para recordar. Recordar tu sonrisa con aquellas primeras y nerviosas cervezas, la manera en que mueves la cucharilla del café cualquier domingo, el olor a tu nuca mientras bailo contigo cuando nadie nos ve y descorcharte bien cuando nadie nos oye. Ojalá sepa siempre recordar el mapa del mar de tu espalda con las islas que conforman tus lunares, porque si no es así, este invento no tiene ningún sentido.
Joder Jack, me has provocado hasta convertirme en un poco moñas.
Menos mal que, de momento, siempre nos quedará el cabrón de Bill Murray.
Recordad, no poseemos nada con certeza excepto nuestro pasado. Salud!!!.
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