Uno escribe por diversos motivos. Puede ser porque no hagan nada bueno en la tele y, al mismo tiempo, ser fiel a uno mismo. O hacerlo para celebrar la resurrección y posterior muerte de los Beatles. Y en mi caso, porque igual es más barato que ir de clínicas y porque aquí debíera estar la crónica de un concierto. Vale. No queda profesional, lo admito. Pero tampoco pretendía serlo. Al menos por ahora. La profesionalidad está en la promoción del 2010 de la Complutense. Y no con mucha suerte de momento, por cierto. Así que, después de ser el perfecto imitador de Phileas Fogg durante el primer mes del año, me rendí un autohomenaje. Porque yo lo valgo. Como en el anuncio. Y porque nadie me va a bailar el agua. Así que habrá que dejar a Oscar, Laura y ese grupazo que son Garaje Jack para otra ocasión, que será en breve, seguro, porque opciones no faltan. Y eso que saltamos sin red, como dicen ellos. Tocaban en la terreta pero la agenda manda y ya se sabe. Febrero, aparte de tener menos días que el resto de los meses, es el previo a las fallas de marzo y los actos sociales y eventos varios, con pólvora o sin ella, están a la orden del día. Y de la noche.
Inicio oficial de fallas. ¿La excusa? Era lo de menos, pero rendir homenaje a nuestros patrocinadores y amigos era un argumento perfecto para que granadinos repatriados, barraqueros, bellas de sant Pere y sospechosos varios se juntaran alrededor de una mesa y comenzaran a barruntar como, cuando, porque y con quien van a ver con un vaso salir el Sol en el fin de las noches de marzo. Y la realidad superó a la ficción. Voy que ni toco el suelo, y espantao hasta las nubes. Había ganas. Y frío, solventado con el calor del amor en un bar. Protocolario evento salvado con nota. Grandes clásicos de cuando fuimos los mejores o, al menos, cuando fuimos más jóvenes. En menos de lo que pensábamos, el frío no era más que un vago recuerdo y el índice solicitando otra copa era la imagen más habitual de todos los presentes. Retenciones en zonas de exterior y mingitorios. Normal. Humo y charla. Lógico. Al fondo, a la derecha, tras la barra del bar, conversaciones para cambiar el mundo a golpes de whisky. El AVE en el horizonte. Acabaremos en la puerta del Sol el 16. Lo veo. Hasta la ONCE lo ve. Precampaña, con divertidos sobornos alcohólicos y muchas risas. Lo que la amistad ha unido, que no lo separen las ideas. Y no lo harán. Destrozo de las canciones, gracias a ese maldito invento japonés. Lacasitos y almendras garrapiñadas. No preguntes como. Confesiones. Confidencias. Apariciones estelares. Trescientos noventa y un kilómetros solventados con una llamada que dibuja un entorno diferente pero con igual destino, la búsqueda de un lugar para dar de beber al sediento. Se pueden definir de muchas maneras, el camarote de los Hermanos Marx, la taberna del Buda, visite nuestro bar… Hay miles maneras de decirlo, pero mientras me preparo para el paseo y el aperitivo dominical enfundado con las gafas de sol, me quedo con una, tras comprobar que no tengo un tigre en el cuarto de baño. Lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas.
Banda sonora: Viva Las Vegas. Elvis Presley. Pelos de punta. Pereza + Burning. Salir. Extremoduro
TOUCHÉ!!!
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