España, como país, concepto o casa de citas, sabe enterrar a la
gente. Cuando alguien pilla la barca de Caronte todo son buenas
palabras. Aunque no sean verdad. La cancelación de los pecados podríamos
decir. Muy católica esta movida nuestra. Se supone que el dolor de la
pérdida borra todo. Uno puede ser un defraudador a Hacienda que en el
sepelio siempre se hablará de como ayudaba a cruzar la calle a las
personas ancianas. Raras excepciones pueden haber. Bueno, en el ámbito
privado y anónimo seguro que sí. Pero en el público, muy pocas. Y
Michael Robinson ha sido una de las grandes excepciones.
Se
marchó el tipo de la sonrisa perfecta en el descanso de este partido
que nos estamos jugando con la vida. Robinson y Sammy Lee. Todavía los
recuerdo en los cromos. Osasuna fichaba ingleses para perforar aquellas
porterías de El Sadar con esa comba tan característica que hacía la red
colgada del larguero. No era nada habitual por estas tierras el fichar
guiris, en el más amplio sentido de la palabra. Sudámericanos a patadas,
pero hijos de la Gran Bretaña, pocos veías. La historia, ya la saben.
La rodilla que dice basta. La retirada forzosa. Con cierto tufo a putada
médica. La aparición en televisión comentando partidos de Italia 90,
que servidor no recuerda. El tango maradoniano del subcampeón, supongo.
Pero siempre entrará en nuestra memoria como el comentarista de los
partidos del Plus. Ese Plus cruel para los no abonandos, con esas
previas, que ya eran fantásticas, que nos permitían verlo todo hasta el
pitido inicial. Imborrable ese Valencia-Atlético de Madrid, primera
retransmisión de aquel canal codificado.
Y
de la llave del Plus, todo para arriba. El Día Después, primero en
codificado y después en abierto. Con varias parejas de baile. Nacho
Lewin, Lobo Carrasco, Ramos Marco, Josep Pedrerol, Raúl Ruiz y alguno
más que seguro se quedan entre las teclas. Y ese Atocha de maqueta para
explicarnos el fútbol. Y lo que el ojo no ve. Y las mejores jugadas de
la jornada. "Made in Valencia" cuando entraba alguna combinada del
equipo de Hiddink, en plena voragine de la fiebre holandesa traída por
Johan.
Caló
a la afición en Mestalla en su entrevista en el Chester de Risto
Mejide. Cuando jugaba, les decía a los compañeros que era importante aguantar la
primera media hora sin encajar. Se iban a encontrar el campo lleno. Siempre. Daba igual que fuese bien o
mal el Valencia CF. Una vez pasado ese tramo, Mestalla se
iba a cagar en alguien. Podría ser el equipo rival, el árbitro o el
propio equipo local, pero en media hora, movida.
Que
injusto que el último partido comentado por Michael fuese una derrota
de su Liverpool. Justo cuando tenía la victoria casi en el bolsillo. Pero también
tuvo la suerte de narrar dos Copas de Europa reds. La de Benítez y la
última de Klopp. Nos deja infinidad de documentos, reportajes, esa
manera de hablar tapándose la boca y su Informe Robinson. Todos, sin
excepción. Pero, ciñiéndonos al fútbol, aquel reportaje de España en
Sudáfrica.
Quedamos un poco huérfanos a los que amamos comunicar de alguna de las
maneras y, sobre todo, a los que consumimos deporte más allá de bufandas
y cavernas. Y no dejo de pensar en aquel periodista madridista, Miguel
Ángel Díaz, de Defensa Central, demostrando en aquel Chester, lo
generosa que es la profesión de periodista que permite ejercer a mezquinos
incapaces de sustentar cara a cara una verdad, su verdad. Pero sobre
todo, no dejo de pensar en Carlos Martínez, que no ha dicho esta boca es
mía por la afonía del dolor de la marcha de su amigo inglés.
Se
tienen dudas sobre si el fútbol va a ser diferente o no. Yo tengo la
respuesta. Que no les quepa duda que el fútbol y el deporte en general
va a ser diferente a partir de ahora. Porque ya no va a estar Robinson
para contarlo.
He conicido tu blog buscando a Vicente Ahumada, después de leer el magnífico artículo que le hiciste, por curioso entré en tu casa y veo que está muy bien decorada. Tienes un estilo clásico de escribir que engancha, debes animarte a una novela negra, serías muy bueno describiendo a la chica (no se sabe si buena o mala hasta el final) entrando en el despacho del detective...
ResponderEliminarEn fin, que me ha encantado conocerte, y perdona que te tutee, no suelo hacerlo, pero creo que tú lo mereces, inspiras confianza.
Un abrazo.
Bueno, eres del Valencia, nadie es perfecto...
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, eres muy amable. La perfección, dicen, está sobrevalorada.
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