Foto: www.valenciacf.es
Es irresistible comenzar con un clásico de nuestra infancia. ¿Cómo están ustedes? Espero que a estas alturas estén dados de alta en el gimnasio y lleven una estricta dieta a base de piña, superalimentos y todo eso. Servidor seguirá dando cuenta del jamón y todo lo demás, ya se lo advierto.
Bueno, al turrón (perdón). Muchas cosas han pasado desde la última vez que nos citamos en este rincón. La vuelta a La Liga ya queda lejos y la sufrida victoria ante el Eibar parece lejana, aunque con los puntos en el zurrón. Y este fin de semana pueden hacer sesión doble de gimnasio al no haber liga por aquello de la Supercopa de España saudita. Del trofeo corto más importante del mundo, como lo cito su papi Rubiales, mucho se ha escrito ya. Y no merece la pena insistir en el tema por reiterativo.
Por tanto, hagamos tabla rasa y saquemos algunas conclusiones deportivas de la semifinal y lo que viene:
- El Valencia CF no es equipo para amistosos. Vale, era un torneo oficial en el que los de Celades presentaron guerra quince minutos. A partir del gol de córner con despiste global de todos, no hubo nada. Este equipo, históricamente, se ha hecho fuerte por la competitividad en competición. En amistosos, más de cien veces se ha dejado llevar, aunque por la camiseta que se lleva no deberían hacerlo.
- Toque de atención sin consecuencias. Si la caraja se produce en la doméstica o contra Atalanta, nos quedamos calvos del disgusto. Es importante haber vivido este simulacro y los jugadores, cuerpo técnico y todo lo que rodea al club sepan y entiendan que la cuesta de enero no permite medianías. Que hay que poner la intensidad necesaria para seguir la escalada, pausada pero escalada, y asaltar la tercera plaza, a cuatro puntos vista.
- La portería. Eterno debate del fútbol, más viejo que la tiza. Sigo pensando que Jaume fue vital en la Copa. Es un tío valiente, o insensato, y las salidas por arriba cuando se colgaban balones en el Villamarín fueron claves. Así como un portero tiene unas características, otro tiene otras. Todos salen mal parados bajo palos si recordamos que, durante un tiempo largo, el portero de España jugaba en el Valencia. Primero Zubizarreta y después Cañizares. Que el entrenador decida. Ambos aportan cosas y, en situaciones normales, Cillessen debería volver o, en su defecto, apretar los dientes teniendo la Eurocopa en el horizonte. Pero bendito problema el de Celades, del que se beneficiará el grupo.
- Tres centrocampistas. Parece ser que ahora King Kond y Le Coq no pueden jugar juntos porque se tapona la creación de Parejo. O esa es una de las lecturas. Discrepo rotundamente. Es, volviendo a lo anterior, una baja intensidad y un buen planteamiento de Zidane para complicarle las cosas al metrónomo valencianista. Pero si algo tienen tanto Kondogbia como Coquelin es un aceptable manejo de la pelota. Y nunca vi quejarse a un centrocampista ofensivo de tener dos esbirros que le hagan el trabajo sucio de barrer y marcar raya.
- El mercado. Sí, hace falta un lateral derecho. Sí, es complicado ahora en enero encontrar un Réveillère, pero es labor de Jorge López encontrarlo para aportar al grupo. Wass, a quien el big data le marca que no se lesiona con facilidad, lo está jugando todo y Correia sigue sin estar. Y sin jugar. ¿Recuerdan que, cuando llegó Celades, muchos decían que iba a jugar casi por decreto por venir de donde venía? Y Piccini necesitará tiempo para coger forma y ritmo de competición. Quizá la repesca de Jason podría ser una opción tipo parche, para estos meses que quedan, aunque no sea lateral puro. Tocará esperar.
Se viene una cuesta de enero apasionante. De números, de cálculos, de noches europeas, que esperemos sean más de dos. Liga, Copa, vigente campeón y Champions, con un equipo sexto, a pesar de las bajas y que espera la competencia que puedan aportar al grupo Cheryshev, Kondogbia y Guedes como vueltas reales más deseadas. Da pie a pensar en que, como cantaba Simple Minds, we're alive and kicking, vivos y coleando.
Bienvenidos de nuevo. Gracias por estar ahí.
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