viernes, 8 de junio de 2018

La Selectividad del Valencia CF.

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Por si ustedes no lo saben, en estos días se celebra la Selectividad. Quizá ahora se llame de diferente manera pero, en esencia, es lo mismo. Exámenes a cascoporro en un corto intervalo de tiempo. Como esas 24 horas de futbito que jugabas en verano. A tope, a tope, a tope. Luego ya, si eso, dormiremos. Lo suyo es haberse preparado previamente, tacita a tacita, para que el arreón final del estudio y las pruebas sean más llevaderas. Y en su propia Selectividad se encuentra el Valencia. Solidificando un proyecto, amortizando al máximo este año de adelanto que otorga el salto de ser décimosegundo a ser cuarto y con un entrenador al que se le ve cómodo en el cargo y la ciudad, con ganas de hacer más cosas y sin intenciones de largarse a otro sitio, aunque no le llamen.

Recuerden hace un año por estas fechas. Si pueden. Los rumores no eran gran cosa. De hecho, se gestaba nerviosismo ante los tiros al aire y ninguna pieza en el zurrón. Tan solo la llegada de Marcelino como primera piedra. Y ya saben la leyenda urbana. Que si dijo no al Valencia, que si las excusas con el riego del campo y alguna que otra más. Y ahora, a toro pasado, se puede decir sin rubor que la manera de proceder de Marcelino, Alemany y el resto de implicados fue la correcta. Marcando los pasos. Estudiando poco a poco. Tacita a tacita. Pues servidor intuye que este año la cosa va parecida. Hay refuerzos, como Longoria, que trabajan con celo para reforzar el único punto por el que se puede adelantar, fichar antes que exploten. Por eso entiendo su enfado. El sigilo es fundamental para no despertar otros intereses y, sobre todo, para no subir innecesariamente el precio del fichable. Aunque bien es cierto que el club debe saber usar a los medios para su propio beneficio, lenguas largas existen en todos lados, deportes y sectores. Quizá, poniendo un señuelo, Pablo, tengas a tu garganta profunda.

¿Y cuándo saldrán las notas? Pues bueno, de inmediato con los anuncios y el primer pálpito de la gente. Aunque, como dijo el flamante Ministro de Cultura y Deporte, de fútbol, ni puta idea. Ni nosotros. Así que el caminar de la temporada nos dirá si los que vengan superan a los que se fueron o, por contra, volveremos a la nostalgia de los que ya no están.

Mientras tanto, vayamos sacando parte de esos 45 kilos para ir cuadrando la caja. Empezando por Joao Cancelo, que tendrá que esperar otra oportunidad para poder secar esas lagrimas que soltó en Mestalla una noche de agosto hace casi un año.

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