Choque áspero de aspirantes.
Quizá suene a cacofonía, pero no hay casi mejor manera de adjetivar el partido del sábado pasado. Un equipo que ya está más que asentado en el trono noble y otro que aspira a volver a tocar la gloria en partidos de martes y miércoles. Las sensaciones del equipo de Marcelino son buenas, con el mantra del trabajo en equipo. Coberturas, repliegue y olvidarse de los horrores defensivos casi han bastado para tener cinco de nueve y observar el futuro con la esperanza de volver a la senda. Mirad si hemos mejorado que en dos partidos en casa, Neto, que ya empieza a sumar puntos, no ha sacado ningún balón de la red. Y si esto no os convence, buscad la pareja de centrales del Olympique de Marsella, la doble A, Aymen y Adil y sus últimas fechorías en la Ligue 1 para ver como nos ha cambiado el cuento en esto de defender.
La geografía de Carlos Soler.
Anda la parroquia habitual empeñada en buscar tres pies al gato con el falso morro torcido por aquello de la posición de partida de Carlos Soler en los dibujos iniciales de Marcelino y su escasa influencia en el juego ofensivo del equipo. Quizá habría que adoctrinar un poco al personal en táctica para que sepan que no se trata de donde partes, sino a donde llegas porque según esa teoría, de trazo gordo, un defensa nunca marcaría goles. La partida de Soler en banda se debe a que tiene unos deberes defensivos en esa zona que, bien hechos por él y por el resto, le permiten al equipo recuperar la pelota y hacer las transiciones en ataque. En ese ataque, la automatización de ciertos movimientos de creación de espacios y aprovechamiento de los mismos produce llegadas desde segunda línea con posibilidades de éxito, como en el Bernabéu. Pero claro, el pescador que solo quiere río revuelto prefiere decir que Pereira tiene un coste de cesión de tres millones y dejar la sospecha latente que Marcelino priorizará el coste económico de un fichaje por el talento igual o superior de un canterano a coste cero.
El derbi.
El hype está tan arriba que hay polémica y bofetadas para ir a la acera de enfrente y ver el derbi del cap i casal, cuando antes solo provocaba hastío, aburrimiento y ninguna chanza sana por tener marchita la ilusión. Ahora no. Con ambos, Valencia y Levante, rascando puntos en casa del campeón, con entrenadores que disponen de crédito solvente por su seriedad, trabajo y capacidad de sacar rendimiento a sus equipos, el sábado, a la hora del vermú, toca disfrutar con alegría y camaradería la previa, pasión el partido y deportividad con el resultado final. El fútbol es una fiesta para la familia y para perpetuar los sentimientos hacía unos colores en varias generaciones y los Puta Valencia y Puta Levante solo trasladan un mensaje erróneo y caduco. Probad a ironizar, competid por ser ingeniosos en el pique, volcad la sátira fallera en las conversaciones de bar o los mensajes de WhatsApp a ese choto, a ese granota. Pero bon rotllo i comboiet, por favor.
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