No recuerdo donde, leí que los jóvenes de hoy en día no quieren el calor del funcionariado como profesión para cambiar su tiempo por dinero. Que prefieren emprender. Que visto como está el percal, es casi lo mismo que echarle un par de huevos. Es de admirar esta cuestión ya que, aunque uno no deja de ser un romántico con respecto a la condición humana, hay mucho cobarde repartido a discreción. Pero no cobarde en el sentido de temeroso. Cobarde en el sentido de no ir de frente y buscarte las vueltas, haciendo todo el daño posible, si cabe. El problema de esto es que no los ves venir. Igual te aparecen con la piel de cordero en forma de zapatos de Prada de hace cuatro temporadas y chaqueta lustrosa del excesivo uso y, ante la primera sensación de pena, esta se transforma inmediatamente en asco por la calidad del personaje.
En el mundo de la música hay muchos chaquetillas de este estilo. Gente que se aprovecha del sudor ajeno para el beneficio propio sin emplear una gota de sus poros. Pero, afortunadamente, existen también otros, mayoría, que nos hacen abrazar al ser humano como aspecto genérico con la mayor de las ternuras. Porque con sus pequeñas hazañas, nos convierten un poco mejor a todos.
Supongo que esto sería lo que llevó hace cuatro años a Maricruz y Josan a sacarse de la chistera el Montgorock, un festival sin otra pretensión de sentir la vibración de la música en directo en su pueblo. Y en esas cosas, que ahora los autodenominados "nuevos políticos" denominan participación y autogestión, empezaron a mover hilos y a tener continuos dolores de cabeza para «construir una plataforma de lanzamiento que mole para la música en directo», como dice Maricruz, uno de los miembros de la organización del festival. No conozco ningún proyecto realizado desde la sinceridad del corazón que no despierte una sonrisa en quienes lo disfrutan y lo gestionan. El Nueve Tragos de Andrés Albert o el Kraken Bar de gran Pablo son solo dos ejemplos de lo que quiero decir. Y en ambos me he sentido como en casa. Porque consiguen eso, que sea tu casa.
Y la verdad, con tantos palos en las ruedas, es de agradecer que, en este mayo recién comenzado, todo aquel que se desplace a Xàbia pueda disfrutar de un cartel de lo más apetecible dentro del panorama del rock español. Este Duo Dinámico del rock ha sufrido apagones por las bravas por el conocido método del tirón de cable en la discoteca donde contrataron una de las ediciones o la vanidad política, con palabras barrocas de continente y vacuas de contenido, que les obligaron a suspender la edición del año pasado que se iba a realizar en Dènia, sin tiempo para la reacción, con el consiguiente aluvión de críticas de todo aquel que ve los toros desde la barrera y se permite el lujo de apretar muy fuerte los botones de su smartphone para mostrar su indignación, dando de manera altruista recomendaciones paternalistas adquiridas en su Master de Cuñadismo Gilipollas, con sobresaliente Cum Laude.
Sigo particularmente la evolución de este festival desde que vio la luz. Tengo un vínculo con la zona muy fuerte que me acompañará hasta el fin de los días y cada vez que me viene a la cara el salitre de El Arenal, recuerdo aquellas noches sirviendo copas y debatiendo con holandeses sobre fútbol, cervezas y mujeres a finales de los noventa. Y el nombre me parece acertadísimo. El Montgó, la roca, siempre presente en aquella zona, testigo mudo de nuestros llantos y nuestras sonrisas, de nuestras confesiones y nuestros miedos, de nuestros amores y deseos. Testigo de nuestra vida, en definitiva.
«Solo buscamos que nos gusten y que lleven todos una misma línea. Grupos de alta calidad en directo, tanto consagrados como emergentes», nos responde Maricruz cuando este impertinente hurga sobre la confección de los carteles. Y la verdad es que este año han acertado, más, de pleno. Loquillo, Quique González y Los Zigarros tienen nuevo disco recién estrenado. La M.O.D.A., Arizona Baby, L.A., Rubén Pozo y Muchachito no necesitan presentación. Los Perros del Boogie andan cocinando su próximo bombazo y el Montgó será seguro un gran banco de pruebas. Gran Quivira es uno de esos proyectos fantásticos que salen de la mente de Monty Peiró, rodeada de fantásticos virtuosos y que divide al mundo en quienes han vivido la experiencia de verles y quienes no. Y el movimiento divertido del resto de integrantes del cartel, con Miss Octubre, los alemanes Itchy Poopzkid, La Pulquería, Romero y los bestias de los Sexy Zebras nos aseguran, a priori, un fin de semana de diversión y guitarras al once. Y la apuesta por el rock patrio está fuera de toda duda. Cosa que es de agradecer en estos tiempos que nos toca vivir.
No exento de dificultades, en las que no quieren entrar en detalles, los organizadores hablan de amistades que nunca se perdieron en este camino. ¿Y dinero? La respuesta es obvia. Muchos de los asistentes a la edición de este año son invitados por la organización para compensar el agravio del año anterior, por lo que nutre de más valor cada instante que disfrutarán los asistentes al festival, con dos tipos de entradas, una general y otra buscando más la relajación, si se puede usar esta palabra en un festival de rock, supongo que dirigida a jóvenes de espíritu pero viejos de carnet, como servidor.
En última instancia, le pregunto a Maricruz si las experiencias vividas les han hecho aprender de los errores. «Es un error del que no se puede aprender puesto que entonces dejaríamos de creer en las personas», me sentencia con total aplomo.
Y no se queda nada más. Creer en las personas. Como Maricruz. Como Josan. Que con sus arrestos, nos hacen ver este mundo con una escala de colores más allá del gris y el negro. Y nos adelantan el verano a mayo, que no es el mes de la flores. Es el mes del Montgorock Xàbia Festival.
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