Nuevas cifras. Buenos propósitos, mejores deseos y una aureola de falsa alegría y paz para el mundo. No es algo placentero para aquel que prefiere el gospel, igual que los grandes, a los peces en el río, y más si atronan antes de celebrar el cumpleaños de la Constitución y no se pulsa el off, hasta pasados los caballeros del GPS brillante del oro, incienso y mirra. La adopción de nuevas, y buenas, costumbres me libró de dar besos y abrazos faltos de virtud, por aquello de lo usados que lo están, junto con la palabra edulcorada las noches del 24 y del 31. La primera noche fue por puro placer y la segunda por griposa necesidad, pero me ofertaron un plan alternativo, catódico y casero muy agradable. Sobre todo el 31. Donde antes había traje de gala, carmín en la camisa y una resaca de campeonato ahora había manta, cena ligera, ibuprofeno, una buena copa de brandy y películas clásicas. Bueno, no se si los bailes de pandillero de un joven Travolta con tupé llega a la categoría de clásico para los puristas. Y tampoco tengo claro que compartir birras y bolos con El Nota, con Dylan marcando sus pasos en bata lo sea, pero si lo son las andanzas de Cary Grant, James Manson y Eva Marie Saint por el monte Rushmore en ‘Con la muerte en los talones’ y los zapeados con cantantes de ritmo chicle en las teles generalistas. Y con la mezcla de la droga regulada y la destilación en sangre del brandy, la gran pregunta. ¿Y ahora qué? ¿Seguimos igual o intentamos mejorar? La verdad es que no me ha ido mal este Veintediez. Música en directo, de la buena, viajes, nuevos lazos, paraísos, ensaimadas, muchos brindis, camaradería, sigo con nómina, nueva y mejorada emisora radio de cabecera, tic-tac en mi cabeza… Si, no ha estado mal, y no ha habido bajas en el once inicial ni en el resto de la plantilla, así que podemos darnos por satisfechos. Y encima el uno de enero, con ausencia de efectos secundarios alcohólicos, bastante tenía ya con los gripales, la lectura, la siesta con inverosímiles torsiones de cuello y, de nuevo, la tele de pago con sus programas. Pelos como escarpias, otra vez, con el gol de Iniesta y todo lo que significa, antes, durante y después de la volea, atracos perfectos a casinos, John Belushi haciendo reír a toda América en cada página mientras se muere por dentro entonando la verdadera balada triste de trompeta, dos o tres sms típicos y un par de llamadas repletas de cariño. Vale que quedan cosas pendientes. Torradas, Drach, noches mezcladas con mañanas de marzo, conciertos con el Gran Chemi y el Maestro Cortés, robarle besos a alguna Géminis, pedirle perdón por hacerlo, suplicar que me lo vuelva a dejar hacer y despertar del sueño, las cenizas del padre de Keith en negro sobre blanco, el perfeccionamiento del Bloody Mary, lo nuevo de Igor Paskual, el próximo e inminente pelotazo nacional de Uzzhuaïa, saltar desde donde las casas parecen fichas del Monopoly, perderme con buena compañía en alguna parte de cualquier sitio. No ando falto de tachones en mi lista. La seguiré ampliando, seguro, mientras en mi ipod, lo que algunos llaman cerebro, suena Robe y la filosofía de vida que entona con ‘Salir’. Echamos el cierre a estas primeras cuarenta y ocho horas ganando en el ultimo minuto con un gol en fuera de juego, y solo me viene a la mente aquello de ‘…yo, más humilde soy, y sólo quiero que la ola que surge del último suspiro de un segundo, me transporte mecido hasta el siguiente…’. ¡Feliz Veinteonce!
ole oleee!! espectacular, en tu linea, hemos dejado un buen año, a pesar de que los tiempos estén jodidos, pero VAMOS A MEJORAR LO VIVIDO, si se puede! nuevos discos, nuevos conciertos, volver a veros... SEEEEEEEEEEEEE!!
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