Cuando uno toma una decisión, la toma y la asume hasta sus ultimas consecuencias. Eso sería catalogado por un parte de la población como extremismo, corriente que, si fuese real, eliminaría a los chaqueteros políticos, futboleros y pasajeros del carro que más corre o arrimantes del sol que más calienta. Cuando era más joven, con granos en la cara y callos en las manos, habían dos caminos: dejarte llevar por la radiofórmula con sus éxitos pastel y sus "oh-oh-oh", tomar como biblia Superpop y demás revistas de ese pelaje, con su supercolor y su super (glups!) arco iris, o adentrarte en el camino oscuro de guitarras con solos memorables tocado por tipos con peinados horteras y pantalones más horteras aún, con cantantes que con pañuelos robados a sus madres y grandes bocas, hacían resbaladizo el suelo de las chicas con pelo a lo Eva Nasarre con su manera de coger el micrófono. Decides, o la economía doméstica decide por ti, no llevar los Levi’s y el jersey de punto inglés Privata, para comprarte unas botas con refuerzo de acero en la punta Dr. Martens, camiseta negra, camisa de leñador y greñas de naufrago. Y tu cuarto está lleno de posters de tíos peludos, desconocidos para mucha gente, pero que para ti son apóstoles de tu religión: Sebastian Bach, Vince Neil, Jimmy Page, Slash, Nikki Sixx, Eddie Vedder, Kurt Cobain, Angus Young, James Hetfield, Lars Ullrich, Axl Rose, Rosendo, Robe y muchos más que se quedaron en el camino. Te integras en la tribu de los raros, de los jevis, de los peludos, bebes cerveza o Jack Daniel’s solo, en lugar de Malibú con piña o Licor 43 con naranja y tu música habla de colocones, sexo y rock ‘n roll.
Pero llega un momento en que ya no puedes seguir con la imagen de tus ídolos. Tienes la edad suficiente para saber que el grupo de tus amigos va a ser solo eso, unos amigos tocando, y no vas a vivir de la música, al menos de la música que tu puedas tocar, y te cortas el pelo, rompes tus pantalones y guardas tus camisetas negras para mejores ocasiones. Y decides ocultarte en la multitud, trabajas para ser un hombre de provecho, hecho y derecho sin pelos en el pecho gracias a la fotodepilación y sales del submundo para conquistar, cual caballo de Troya, la superficie. Te apropias de su estilo de vestir sin remedio, e incluso bailas y cantas las canciones que antes detestabas porque, en cierta medida, te recuerdan que una vez fuiste más joven. Pero no te lo crees.
Uno de los dioses ha resucitado. Axl Rose y el nombre que tiene registrado salen al escenario de nuevo. Guns ‘n Roses editarán nuevo disco a finales de noviembre. La verdad, no espero gran cosa de lo que salga. Mi dosis gunner me la da el otrora lead guitar, Slash, con Velvet Revolver. Pero espero que haga latir, aunque sea de nostalgia, los corazones de los que cantamos sus canciones. Quizá sea la vuelta del Mesías, quizá la conquista del mundo musical esté a punto de comenzar, y los buenos seamos nosotros. De todos modos, ya estamos en vuestras casas, diciendo que coche debéis comprar, mientras suena el "I was made for love you" de Kiss o "Hush" de Deep Purple. ¿No me crees? La canción de Kiss vende coches de una escudería de F1, y la de los Purple vende una marca de felino.
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