jueves, 15 de mayo de 2025

Madrid

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Creo que nunca una palabra generó tantos sentimientos encontrados. En parte, seguro, por las cosas del balón y cierto ombliguismo político. Todavía resuena en la cabeza que ser un síntoma de poder es decir eso de 'Hablaremos con Madrid'. Madrid, la urbe grande. La urbe de poder. O no. Yo que sé. Aquí no se escribe de política. A no ser que quieran ustedes. Avisen con tiempo, eso sí. Por documentarme un poco. Aquí se viene a hablar de higadillos, de nervio, de errores y, por estadística, de algún acierto. Madrid. La ciudad, dicen, de La Movida. Como si no toda la actividad fresca y rompedora que pasó en Valencia o por tierras gallegas no hubiese sido nada. Madrid. Donde está lo mejor de todo. Sin estar. La mejor paella, de Madrid. El mejor marisco, de Madrid. Eso sí, el agua del grifo es gloria bendita. Salvo para los vendedores de agua embotellada, supongo.

Querer a Madrid es no prejuzgar sin antes haber probado. Como esa frase de cuestionar el camino sin ponerte mis zapatos. La vida nos iría mejor si amásemos a todas las cosas como amamos a Madrid. De lejos, por habladurías de otros, no. De cerca, imposible no hacerlo. Madrid no es un monstruo por mucho que digan los malos embajadores. Por mucho que hagan los becerros con los que nos cruzamos alguna vez. Madrid es Chemi, es Marta, es Iván, es Pepe. Es la suma de personitas que te dicen ven.

Como te quiero, mi Madrid. La que he vivido. No sé cuando ni como, pero volveré a verte. Y si hay música o letras, mejor.

*Texto original del 28 de febrero en La Pelota del Armario, carta de Substack