lunes, 10 de febrero de 2014

Slim Cessna's Auto Club. Wah-Wah, Valencia, 6 febrero 2014.

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Jueves noche y rock es peligro en cualquier idioma. Y si te ofrecen como plan ver a una de las bandas americanas avaladas con un directo demoledor, tanto que dicen que son “la banda ideal para tocar en el bar del fin del mundo”, pues la cosa adquiere color de baile con olor a azufre. Pides confesión por lo que pueda pasar, dejas arreglados todos tus papeles porque sabes que tu pareja de baile cuando suenan Slim Cessna's Auto Club puede ser la parca vestida de Satanico Pandemonium o cualquier otra forma con las que vienen las curvas del infierno.
Como pasaba cuando a un futbolista le preguntaban por Luis Aragonés, nadie habla mal del directo de SCAC. Voces nos llegan de todos los lados con frases tan lapidarías como la anteriormente mencionada. Y por este motivo, irremediablemente, uno no puede evitar pensar en "La teta enroscada" en ese universo tarantiniano de Robert Rodriguez en "Abierto hasta el amanecer". Pero no, estamos en Wah-Wah, otra vez. Y estamos los justos. 'Los jueves vienen los justos y los buenos', me dice la mujer con nombre de estrella. Y tiene razón. No hace falta más.
La banda presenta una alineación de seis elementos, cinco hombres y una enigmática dama. Bueno, para ser justos, cuatro hombres, una dama con misterio y un ente que puede ser capaz en cualquier momento de pedirle a Ana, jefa esa noche de la barrita, algo sangrante desde el otro lado. Y no nos sorprendería los más mínimo que eso fuese lo que pide Jay Munly, una de las voces junto a Slim Cessna, un tipo alto, desgarbado y con la piel convertida casi en pellejo que, en cualquier momento puede soltarte una hostia con una Biblia o invitar a bourbon al mismísimo demonio mientras le habla de tú.
Empiezan el show con un tema contundente de base rítmica, Americadio, que suena bien hasta en la zona del guardarropía de la sala, mientras charlo con Amparito y me confirma que es, en los tres años que lleva trabajando en la sala, uno de los mejores directos que ha visto, recordando la anterior visita de la banda. Lo de Aragonés y tal.
 
Empalman el inicio con otro tema, pero la fuerza vocal del señor Jay, el redentor de almas, al inicio de Cranston, me provoca una mezlca de acongoje y admiración. Si no entran murciélagos por las ventanas, vamos bien. Celébremoslo con un White Label pues.
 
Van cayendo uno por uno los temas preparados en la lista del concierto. Están de gira en nuestro país para presentar su recopilatorio “SCAC 102: An Introduction For Young And Old Europe” y las continuas genuflexiones y el fervor con el que desgarran sus cuerdas vocales me recuerdan a las escuchas de los discos de Nick Curran, con una teatralidad esta de los dos cantantes que ha de ser complemento de las letras y sus temáticas, cosa que espero descubrir, diccionario en mano, para degustarlos más, si cabe.
 
Hay mucha barba en la sala, terreno abonado para que Lord Jack haga, bien, de las suyas. Arriba del escenario, y abajo, corre la cerveza y algo de bourbon que aplaca la sed de los presentes. Son esta banda gente de pocas palabras, tampoco hace falta que nos cuenten nada, y los pocos-pero-buenos brindamos y aullamos con la banda, que controlan los registros del banjo, contrabajo, pedal steal y las mandolinas eléctricas casi como el que respira, como el que peca o como el que folla sin dejarse nada para después, como si no hubiera un mañana, y que nos despiertan los más bajos instintos del buen sexo a mordiscos.
 
Y quizá por ese fervor pecaminoso divino o por el trance que provoca esta música del demonio, se acerca a la barra la segunda mujer que me llama la atención de la parroquia, chicas Wah-Wah aparte. La primera es una joven, quizá no tanto, ataviada con todo el kit del medio oeste, a saber, sombrero vaquero, pechera, botas y manguitos con forma de huesos, que baila y aulla, os juro que aullaba, cada tema y cada vacile del gutarrista dando cera con el cacharro de doble mástil. La segunda, una rubia con unas botas de caña preciosas que se acerca a la barra para cervecear y a la que no me resisto a decirle hola como la araña a la mosca. Brindo con ella, asiento y me despido para el momento final, que debe estar próximo, habida cuenta de la excitación del público y el calorcito interior de servidor, a pesar de los hielos.
 
Vuelve la banda para acabarnos de reventar a golpe de Gretsch y definir que, realmente, esto es rocanrol y dar cera al grito de '¡Aleluya!' con una biblia a grito de gospel, transformado por Chuck Berry, y bailar como en cualquier fiesta del granero no debería ser otra cosa que una regresión a aquellas tierras donde la camisa de franela a cuadros y la barba no es de postura, es de verdad y donde el licor no lleva frutas, colores ni, algunas veces, hielo.

Y como siempre he sido de Luis, una vez vistos estos chicos de Denver, puedo decir ahora yo también que es una de las bandas con el directo más demoledor.

Slim Cessna's Auto Club. Bailar, cantar, beber y sudar. Y sudar, sudar, sudar, sudar, volver a beber y sudar.

PD: Para que te hagas una idea, esta lista fue lo que tocaron los chicos de Denver, descontando tres temas de su último disco, 'Unentitled'




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