viernes, 28 de septiembre de 2018

Trata de arrancarlo, Marce.

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La frase original es de Luis Moya. Si peinan alguna cana, la reconocerán. Ya ven, con las cosas que ha hecho este hombre en los rallies y pasará a la historia popular como el que le gritaba a Carlos Sainz, su piloto y frustrado presidente del Real Madrid, que arrancara el coche, por Dios. 

Y eso supongo que le puede estar diciendo sin verbalizar Uría a Marcelino. Que la cosa tiene marchamo de épica y solo nos hemos pulido seis jornadas de liga. Que ayer por la mañnaa tirabas de clasificación y solo tenían cerapio debajo de la G el Valencia y el Pucela. Hoy, solo el Valencia. Y ya toca. Aunque sea en esa Anoeta que se parece a Atocha. Aunque sea de manera injusta. Porque el fútbol no es justo. Ni la vida, que diablos.

Lo bueno del empate del miércoles es que mañana ya hay partido. No hay motivo para el lamento. El calendario no espera y toca limpiar las cabezas, incidir en los errores y aprender de ellos para mejorar el colectivo. Parece más que obvio que ya saben como jugar a este Valencia lánguido por momentos. Y como atacar. Por fuera, claro. Por la derecha. Pero nadie en el mundo es infalible en su línea de cuatro o de cinco. El que tiene buenos laterales defensivos no son ofensivos y tiene un central que es una patata. Y el que saca pecho de centrales, cojea por fuera. Ante eso solo queda el trabajo de bloque, las coberturas, las ayudas permanentes y compromiso defensivo de los once del campo. Y de los de fuera, de la grada, el mismo compromiso. Está muy bien el raje, el pitido y todo lo demás, pero háganlo cuando el trencilla pite el final. Mientras, a muerte con todos. Hasta con el que le tienen ojeriza. Porque, aunque no lo crean, en este invento el estado de ánimo es muchas veces el plus que decanta la balanza. Miren el Lega del Flaco Pellegrino. En sesenta y ocho segundos le dan la vuelta al actual campeón y la excitación del momento les duró hasta el noventa. Piénsenlo.

Y piensen también que lo extraordinario fue lo del año pasado. Con entrenador nuevo y con muchos de los que quedaron en mitad tabla, los nuevos mostraron una adaptación digna del camaleón, pero en positivo. Kondogbia, Murillo, Guedes, Batsuhayi y algún otro vienen, por diversas cuestiones, con la forma justa. Y esto solo va a remontar con partidos, partidos y partidos. Es difícil, lo sé. Pero conviene sufrir en el silencio. Y por supuesto exigir a Marcelino, Uría y todo su equipo que eleven el ánimo de la tropa, que centren sus esfuerzos en que no decaiga el ánimo, en cortar de raíz cualquier atisbo de tontería que corrompa el habitat del vestuario. Vamos, lo normal en estos casos.

Trata de arrancarlo, Marce. En el Nuevo Atocha, que es esa maravilla que han hecho con Anoeta. El partido más importante del año de momento. Buen escenario.

viernes, 21 de septiembre de 2018

Camarero, hay una mosca en mi Centenario.

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Nos las prometíamos felices en este banquete del Centenario. Entrando por la puerta grande otra vez. Enarbolando el 'Hem tornat' y sacando pecho ante las retenciones y los fichajes en propiedad. Pero este calendario nos agota antes de empezar. Sin carburar, con tics que creíamos olvidados y una ligera sensación de nerviosismo por comparanza con el casi inmaculado curso anterior.
La memoria, ay la memoria. Esa que no permite recordar más allá de la temporada vigente. Ese hedonismo futbolero que se cuece en todas partes. Lo mismo da que sea Mestalla o el Mundial 82 de Catarroja. Lo queremos todo y ya. Sin medida. Y más habiendo vivido el nivel de la temporada pasada. Sin contar con el, importante, matiz que este año ya no tienes el factor sorpresa y que las incógnitas, como Kondogbia o Rodrigo, ya son una certeza. 

Temores pueden existir. El que la plantilla se deje llevar sin una gran competición de selecciones a la vista. La medida tomada al entrenador. Los hilos ocultos que existen en todo ecosistema deportivo. La confabulación en la sombra. Gente en los rincones afilando cuchillos.

Lo importante no es llegar. Es mantenerse. Saber manejar la exigencia de las competiciones. Saber gestionar los momentos de todos y cada uno de los componentes de la plantilla. Sin excepciones. Sin mirar el dorsal ni la historia que pueda haber detrás. La clave es esa, simple y llanamente. Que jueguen los mejores de cada momento. Que se vuelva a ese equipo rocoso. Que esa elogiada gestión de vestuario que nos mojaba la entrepierna sea otra vez la seña de identidad.

Solución fácil y, a la vez, difícil. Recuperar al colectivo apelando a las individualidades. Exigir desde dentro la cuota de responsabilidad. Trabajar desde atrás. Va a sonar duro, pero ahora es importante no perder. Construir poco a poco aquella casa que el año pasado nos hinchó el pecho. Porque el futuro del club va a depender mucho de que el nivel deportivo se mantenga para poder conservar las altas inversiones realizadas en este verano. 

Pero apelemos a la tranquilidad. No por gusto. Por estadística. Ejemplos de vecinos: el Real Madrid el verano pasado parecía que iba a arrasar con todo y ya saben que pasó. En la misma ciudad, el Atleti cae en ronda de grupos de Champions y campeona, reforzándose como equipo y como grupo. Más hacía abajo, aquel Sevilla de Sampaoli que era el acierto más grande jamás contado y que acabó como acabó. Pregunten por Pino Montano a ver que les dicen.

De Marcelino y su equipo de trabajo depende. Esta situación, con las circunstancias mal dadas, va a demostrarnos el cuajo de entrenador del asturiano. Servidor no tiene ninguna duda que la cosa va a tener final feliz. Tan solo ha de hacer como los toreros. Ser valiente y arrimarse.

viernes, 14 de septiembre de 2018

Septiembre y Mateu Alemany.

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Espero hayan disfrutado de la tranquila semana. Sin liga en Primera, con partidazos de selecciones y poco más. De hecho, esta misma semana salió el habitual análisis de la plantilla por parte de los cafeteros de Café Mestalla. Aprovechen esta mañana y con el café, por supuesto, lean las reflexiones. Podrán comentar con todo lujo de detalle y conocimiento de causa.

La semana tranquila acaba hoy. Entrenamiento y lista para el partido contra el Betis. Expectación por si Guedes entrará en convocatoria o no. Saber como llegarán los valencianistas triunfadores de España, Rodrigo, Gayá y Soler. Me alegro por Gayá. De Pedreguer. Y valencianista por su abuelo. Me imagino a la familia haciendo kilómetros arriba y abajo de la Comunitat Valenciana para que el chaval jugase en el Valencia y me emociona por simpatía que haya llegado hasta ahí. Y claro, es inevitable comparar en este momento a Gayá con Alcácer. Aunque, en cualquier caso, ojalá el de Torrent haga gritar 'Tor' a la afición del Dortmund muchas veces. A pesar de haber sido mal asesorado, personalmente creo que ese muchacho merece triunfar en este negocio. Que le vaya bien y meta muchos goles, menos cuando se enfrente, directa o indirectamente, al Valencia CF.

Y para animar la espera, hablo Mateu Alemany. A explicar todo lo que se puede explicar en este momento. Y oigan, da la sensación que tiene controlada la cosa esta de los dineros. Las entradas y salidas de jugadores, la operación de Guedes y sus condiciones de pago y las urgencias económicas que parecen cada vez menos. A todas luces, la gestión hasta el día de hoy es impecable. Estábamos en la UVI que decía Lopera y ahora se ha recuperado la competitividad futbolística y revalorizado a la plantilla que juega en Mestalla. Porque la que anda por ahí cedida es otro cantar. Santos intenta asomar la cabeza y Abdennour la tiene bien hundida. Pero esos problemas no son problemas hasta que vuelvan a la disciplina che. Y cuando lleguen, ya se verá.

Da la sensación que en el club no había excesiva tensión por si llegaba una oferta escandalosamente escandalosa por Rodrigo. Tenían hechos los deberes con el gatillo puesto en William José y Aspas. Pero bueno, se han llenado páginas hablando sobre ello. Incluso se ha menospreciado desde donde siempre la calidad de Rodrigo. Igual nos tiene, que diría mi amigo Pepe Martí cuando se burla de los de la capital del Reino. Rodrigo es nuestro killer. Es nuestro delantero moderno y estoy seguro que cualquier club con posibles se planteará, tarde o temprano, abordar su contratación. Porque lo vale. Porque está de dulce. Juega y hace jugar. Y, lo mejor de todo, está plenamente motivado e identificado con este club. Y ese valor es el que realmente se paga y pesa a la hora de las decisiones de marcha de los jugadores.

Calienten en sus bandas. Viene lo bueno. Betis de Setién y Joaquín el artista. Y luego, la musiquita del balón. Con la Juve de Cancelo, Ronaldo y las Copas de Europa.

Septiembre. La corbata a estrenar que cantaban Los Enemigos tendrá que esperar. Vayan a por el pan para los bocatas del descanso, que esto ya huele a grandes noches de exigencia.

viernes, 7 de septiembre de 2018

Saura, Cerveró y el 127 de Roberto.

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Freno. Pausa. Selecciones. La Nations Cup. El nuevo invento. Nada que opinar. Por eso es ahora un buen momento para intimar ustedes y yo. Para contarles de donde sale el sentimient. Imaginen a un chaval listo de los que aprende a leer antes que casi cualquier cosa. Menudo, pero hábil con la pelota. Pelota que es casi más grande que su cabeza. La verdad es que no recuerdo, ni asocio nada en mi vida sin que ande el Valencia de por medio. Ni el fútbol. Siento no poder decir cuando fue la primera vez que entré en el Luis Casanova. De lo que sí estoy seguro es que no pagué. Recordarán los más viejos del lugar que los niños no pagábamos hasta cierta edad. Luego, mientras me hacía un hombrecito, me sacaron el pase infantil y usaba las primeras filas de los sectores 3 y 4 del Gol Sur como mi patio de recreo. Mirabas arriba a la derecha y buscabas la bandera del Valencia y antes del pitido inicial te montabas tu particular cuento de la lechera con la victoria propia y los empates o derrotas de los que iban por delante. Anotabas el minuto de los goles en el programa de mano que se entregaba en cada partido -que vuelva, por favor- y escuchabas atento a García en Antena 3, y seguro que a Lloret sin saberlo, cantar la quiniela de camino de vuelta a casa en el coche.
Si el partido era sábado por la noche, cenabas antes y bajabas dos pisos bajo de tu casa para, a la hora acordada, marcharte con tus tíos al fútbol. Tu tío, tu padrino, es el que te llevaba. Igual que después hizo con tu hermano, sin ser padrino suyo, ni falta que le hace. Y mientras, en casa, esperaba tu padre que seguía el partido por la radio pero se mantenía despierto a que llegaras para que le hicieses una crónica detallada. Sentado en la cama, le narrabas con detalle las acciones de Arias, Quique, Fernando o el paradón de Sempere. Ya ven, ya tenía interés por contar cosas.

Recuerdo a Saura, que era el galo valencianista en el Mundial 82. Su convocatoria fue el triunfo del valencianismo de campo y pueblo, derrotado por la caída final de Sempere en la lista final, aunque en mi memoria siempre estará como tercer portero del Mundial de Naranjito. Pero Saura y Tendillo fueron los nuestros con la Furia Española. Antes no se llamaba La Roja, ni se ganaba siempre. Recuerdo ver el gol de Saura en la tele. En una cena. En casa mis tíos. Donde nadie prestaba atención al Philips K-12 de color del comedor. Casi nadie. Este moco que les habla flipaba de ver el Casanova en la tele. Lleno. Esperando que nadie le hiciera nada a tu sector. A fin de cuentas los que estaban allí ocupaban las sillas de prestado. En septiembre volveríamos a nuestros asientos, a nuestro sector y debía estar todo perfecto. Así era yo con el Casanova. Incluso hasta me molestaba que jugadores rivales escupieran en el césped, el mejor cuidado de Primera División, escuché alguna vez.

Recuerdo al Valencia llegar a Catarroja. En el 81, cuando el Catarroja todavía jugaba en el viejo campo donde ahora está la Plaça Major. Catarroja, de donde es Arias, Don Ricardo. Recuerdo mis dudas sobre con que equipo ir. Disipadas por mi padre. Primero del Catarroja y después del Valencia. En la grada del viejo campo también recuerdo jugar en los partidos de liga de esa Tercera valenciana con enjundia. Mientras los mayores seguían el partido del Valencia por la radio. Mágicamente coincidía jugar el Catarroja CF de local y el Valencia de visitante y veíamos los cortes imperiales de Melero o las estiradas de Ramírez con el rabillo del ojo, pero gritando como el que más ante cada gol de los blanquiazules contra el Aspense, Olímpic, Cargagente o Onteniente, antes de ser Carcaixent i Ontinyent. El Valencia en Catarroja, les decía. Allí estaba yo, en la grada de siempre. En ese amistoso que fue una fiesta. Y cuando acabó, en la puerta, atándome el zapato con la pose más futbolera que hay para atarse un zapato, rodilla en tierra, Cerveró pasó por allí y me tocó la cabeza. Ni me enteré hasta que mi padre me lo dijo. Luego coincidí con el enfrentándome en los banquillos del fútbol regional y ahí nos dimos la mano, guardándome esta anécdota de chaval para mi memoria. Y Roberto, recién llegado al club y con mucho por recorrer, se marchó sin levantar polvo con su Seat 127, como si tal cosa, sin imaginar como iba a ser su futuro.

Por eso, cualquier cosa que haga este club me parece fantástica. Reinventarse, remodelarse, caer y volverse a levantar. Citar a los argentinos y alegrarse porque hoy juega el puto Valencia. Porque me he estudiado más a Montes, Cubells, Claramunt y Puchades que a la Generación del 27. Y me sigue emocionando que alguien tenga el detalle de plasmar mis pequeñitas aportaciones a este sentiment, como hizo Jose Ricardo March en su silla de enea en Las Provincias.

Saura, Cerveró, uno de nuestros "one club man" y el 127 de Roberto. Un cachito más de mi Centenario particular.