martes, 13 de noviembre de 2012

The Newsroom está aquí

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Las cosas claras y el chocolate espeso. Podría poner eso mismo, pero hablando del whisky con agua, pero a la hora que escribo esto no son las cinco, y ya saben eso de la hora para empezar la jarana.
No se si saben, sabéis, que la cuidad del silencio después del fuego final está que lo peta con infinidad de movidas. Puedes ser cualquier tipo y con cualquier inquietud que tienes tu hueco en Valencia. Todas las aficiones tienen cabida en la terreta: teatro, vino, música, arte, cine, comer, mujeres.  Sí, mujeres. No se me pongan mojigatos, que hubo, hay y habrá gente que para ellos es una afición. Pregunten por George Best o Porfirio Rubirosa al señor Google, para botón de muestra.

Es una cuestión de supervivencia, de reciclaje o de vete tú a saber que, pero me da la sensación que la peña se está moviendo como no hacen otros. Del tema de la cocina y su petite révolution ya habla, y muy bien, demonios, el señor Nada Importa en Traveler, aunque lo tachen de provinciano en aquellos lejanos, y a la vez cercanos, 341 kilometros del presunto ombligo de este país.
Pero es que te vas por la rama de la actuación, que parece que está mal desde los tiempos que a Concha Velasco la llamaban Conchita y calentaba a los señores con flores, y ves proyectos frescos e interesantes como el genero de las paradas del Mercado Central. Miniteatro, que revienta la pana, programaciones de teatro en bares de copas, webseries que revientan el molometro, productoras pequeñas pero grandes en ilusión e ideas, performances en la calle y exportaciones del trabajo que van más para arriba, sin necesidad de corredor mediterráneo ni gaitas.

Del vino paso de hablar hasta que no me den Mala Vida y me hagan sentir un personaje del cuadro de Goya.

Pero es que, y aquí es donde quiero llegar después de todo, uno de los sectores donde está todo más jodido que es en el de los periodistas, aquí y en Roma, me desprende una frescura, un 'saca el capote, Manué que vamos a torear' y un 'no pasarán' que me eriza más la piel más que si me cantarán a la oreja cualquier balada alguna de las rockeras sexys de la ciudad. Y no digo nombres para no meterme en jardines.
Los periodistas, decía. Esa pasta especial que tienen, con sus guerras, corresponsalías y noches en vela en redacciones por uno u otro motivo. Uno siempre ha tenido a "Territorio comanche" como una magnifica obra. El libro, claro. De la peli, la argentina que salía y poco más. Y siempre los he idealizado en ese sentido. De mayor quería ser eso. Ahora, que sin ser mayor me acerco bastante, con estar a buenas con el banco y conocer a gente interesante, me conformo. Pero sigo admirando a esos tipos y tipas, que diría aquella ministra.

Y en la tele del ERE, donde lo están pasando mal algunos colegas y amigos, salen programas que nos dan aire, que nos sirven esa última copa con la que nos vamos más felices a casa, aún a sabiendas de lo perra que es la vida. La búsqueda de empleo, paradoja al canto o, aquel en que, con cámara en mano y una temática concreta, comer, la vida en los polígonos o los curanderos, nos acercan a lo que puede pasar en la esquina de al lado. Sí les hubieran dejado hacer más cosas de estas, otro gallo televisivo nos cantaría y el Nou sería una de nuestras primeras opciones.

Pero es que aún hay más. Es que gracias a este invento del demonio llamado Twitter, uno descubre una redacción de información general y económica con ganas, una Plaza que siente, que late y que ruge cada letra y cada tirada de manta. Y que no es más que el reflejo de un director de raza, Sierra, don Cruz. Siempre he pensado que una redacción es como un equipo deportivo, la personalidad del director/entrenador se traslada a la redacción/equipo. Y Sierra me desprende mucho de Aragonés. Y no por la edad, ojo.
Y Cruz Sierra se ha ajustado la taleguilla, se ha santiguado y ha empezado el paseillo con un nuevo proyecto de información deportiva que, a poco que lo haga bien, va a sacar los colores a más de uno que se piensa que el corral es suyo. Dos orejas y rabo desde ya.

Pues eso mismo. Que The Newsroom y los hijos de Ciudadano Kane están en Valencia. Y que gracias, joder.

PD: Con todo el cariño y admiración para todos los periodistas a los que puedan llegar estas líneas y, en especial a los que conozco face to face.

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