viernes, 22 de marzo de 2019

Y nos dieron las cien.

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En la ciudad del silencio después del fuego final, donde se vive la vida y un día es un sueño más, hubo Fallas. Con tres ofrendas, las dos de siempre y una de cien años. Ya ven, un 18 de marzo. Locos estos valencianistas. No sé podía haber fundado el club en una época más tranquila. Quizá junio, con los pies al fresco de la Malvarrosa, por ejemplo. Pues no. Los bisabuelos decidieron que marzo, mes bullanguero por excelencia, iba a ser el del nacimiento de un equipo deportivo que hoy es la sociedad más importante de la Comunitat Valenciana.

Y la marcha cívica del día C fue un éxito. A pesar de las verbenas falleras y los excesos. Temor había a que no lo fuese. Recuerdo a mi admirado Rafa Lahuerta prosar modernamente, aka tuitear, mostrando sus miedos a que no fuese un río de gente. Y vaya sí lo fue. A pesar del olor a aceite refrito de las paradas de comida, excepto la de Dennys Canuto, claro. También hubo alguna voz que decía que los actuales futbolistas no iban a estar en los actos por no sé que milonga de viajes contratados previamente. Y allí estaban. En primera fila. O casi. Y ya ven, la leyenda entre las leyendas, el que fue Presidente de Honor y después dejó de serlo, portó la bandera y recibió el calor de la gente. Como Claramunt, Claudio, Sánchez, Saura ¡Saura! y todos aquellos que fueron a mezclarse entre la masa valencianí. Y espero que alguien haya tenido la feliz idea de arrullar a los actuales y hacerles ver que esto es lo que les va a quedar para toda la vida. Los dineros, que decía mi abuela, van y vienen. Pero la experiencia de sentirse querido cuando las piernas ya no vayan solo se consigue dejándose la piel y haciendo feliz a la gente con honradez y sacrificio. Y recordar con cariño a los que no están, como Magriñán, Peral, Puchades y los demás.
Los cien años. Cifra simbólica. Y meritoria. Este club, incluidos aficionados, es la viva imagen del Duelo a garrotazos de Goya. No hay día que no se tenga drama. La última, la de las canciones nacidas al calor del Centenario. Como antes fueron el Club de Fútbol o el Football Club. O el pantalón blanco o el negro. Y oigan, que este club es generoso. Parafraseando a Menotti hablando de Bilardo. El Flaco dijo en su día que el fútbol es tan generoso que evitó que Bilardo se dedicara a la medicina. Pues eso mismo. Navajazos vestidos de culturalidad sin arma blanca.

No hagan caso. O háganlo, si les apetece. La vehemencia en afirmaciones no lleva a nada bueno. Mejor las risas, los troleos blancos y el cachondeo puro y duro. Lo otro, hacer sangre negra sin sentido, al juego de intereses partidistas. Que luego les pasa lo que a aquel, que soltó las burradas en antena, pasando facturas a los que no fueron a bailarle el agua solo por ser, o trabajar, donde lo hace y se ha llevado cachete. Y mientras, Ranieri, de entrenador de las leyendas del Valencia. 

Es fácil, en el Valencia, como en la vida, hay que ir donde uno se sienta cómodo y querido. Todo lo demás milongas y excusas de mal pagador.

Brinden, otra vez, por el Centenario.

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