viernes, 13 de julio de 2018

El fútbol, en pretemporada, es un estado de ánimo.

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La frase original la dijo Valdano. Creo que por aquello de llegar físicamente un punto más que el rival ante situaciones adversas y el componente emocional del entorno. En la Valencia blanquinegra, o blanca, el estado de ánimo anda por las nubes. Con el equipo ya sudando por Paterna, cuatro fichajes en la pera y negociaciones varias en marcha, la parroquia tacha los días del calendario para sus vacaciones con una sonrisa chota en los labios. King Kond volvió para quedarse, han venido dos jugadores desconocidos para el gran público pero con el sello de aprobación de Longoria y, de momento, la última incorporación es Wass. Que si tú lo miras en frío es un danés que no ha ido al Mundial. Por lo que ya se te puede quedar cara de meme. Pero claro, escuchas a los que saben, lees análisis y buceas en los tuits de Marteen Romà (@RomaMarteen) y te vienes arriba como si estuvieras en el Montgorock una noche de viernes. Pero es que incluso las salidas son tratadas con una claridad y trellat que nos pilla descolocados, por aquello de hacer las cosas como toca. Gonzalo Villar y sus movidas con los representantes, marchando al Elche, pero reteniendo sus derechos económicos, Villalba y una cesión a Soria de esas que te curte al sacarte de la zona de confort. Hasta Anil Murthy, activo a tope en Instagram, se ha abierto cuenta en Twitter. Y contesta y todo.

Vamos, una luna de miel futbolística. Que tienes ganas locas de ir al chiringo de playa y meterle tres meneos al madrileño de turno que saca pecho de su Cristiano y todo aquello. Que esa es otra. Que se ha ido. Y se han inventado cartas de despedida y todo. La posverdad, nano. Que ya los han calado. Que se lo tragan todo. Incluso de reojo, miras a la Selección y te mola que Rubiales haya firmado a Luis Enrique porque sabes que va a picar allá donde tú sabes que pica. Que los mismos de la carta de despedida de Serresiete han entrevistado a Amunike. Sí, es por eso. Por aquello de la canción y ser su padre. Vamos que hay alguno que el agua se la bebe turbia con gustito a regaliz fijo. Si no, no se entiende.

Pues eso, un estado de ánimo. En el fin de semana que se acaba el Mundial, donde se merece una oda aquellas tardes de partidos a las cuatro, los vídeos de la pareja argentina y compartir el debut de España cenando con los amigos de verdad, el fútbol, más bien la pretemporada, de este Valencia que se viene es nuestro estado de ánimo. Y se esperan largas noches de tertulia a la luna de la playa o del monte, verbalizando los sueños, embriagado de ello y sentenciando, mientras le pides otro Old Fashioned a la persona de detrás de la barra, que este puede ser el año del salto del Valencia.

Brindemos por ello. Que para esto sirve el fútbol. Para brindar y soñar.

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