viernes, 26 de julio de 2019

Las pretemporadas del Colajet

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Tiene toda la razón Paco Gisbert. Las pretemporadas son un tostón. Y sí, eran mejores las de antes. O igual no. Pero idealizamos nuestro pasado y nuestra memoria hace una selección positiva. No teníamos 24 horas de información como ahora. A golpe de tuit. Con mucha paja, a veces. Casi siempre. Buscando clics, seguidores y cualquier otra interacción. La tiranía, ya saben. Una especie de Gran Hermano del balón. Gran novedad en el entrenamiento por parte de una de las estrellas del equipo. Suena bien, pero es tan solo que Rodrigo se ha cambiado el color de las botas. Es un ejemplo, inventado, pero podría pasar. Que eso sea bueno o malo ya depende de ustedes.

La idealización del pasado. El verano. En Siete Aguas. Cuando el Tour era Perico y se veía por la segunda cadena. Don Balón comprado del quiosco. Y un Colajet. De esos que podían tener premio en el palo. Y los reportajes de las pretemporadas. Sota, caballo, rey. Con los fichajes más que claros. Esperando la colección de cromos. Y recuerdos random. El Murcia a la cabeza. Y una foto de Moyano tomando un café. Ya ven. La recordé viendo el Instagram de Zaza grabando el buen ambiente y las bromas entre los compañeros del Torino. Puede que no recuerde que cené hace dos días, pero si recuerdo que una pretemporada el Murcia quería fichar a un marroquí y que, en las negociaciones, para que no se marchará donde los pimientos le ofrecían ser futbolista profesional en su país. Recuerdo esperar con emoción el debut del Valencia y poder escucharlo en la radio con el hype por Sixto por las nubes. Y claro, recuerdo, de otros veranos, el Naranja triangular y aquel partido entre los dos equipos extranjeros en el que apareció Arias por el sector 3-4 y se sentó como uno más a ver el partido. Todavía conservo el autógrafo de ese día en la entrada.

Ahora se sentencia con ligereza. Cuatro pases o cuatro carreras bien dadas y la masa decide si es bueno o no para el equipo. Y al contrario. Un desfallecimiento, una muestra de cansancio o un mal control sentencian, desde el pajarito, al chaval en cuestión. Por lo tanto, servidor se ha propuesto una cosa que, de momento, está cumpliendo. Nada de partidos de pretemporada. Ni un minuto. Nada de leer sentencias desde el sofá. Nada de opiniones de fichajes futuros. Nada de listas de entradas y salidas. Nada de sistemas. Por lo menos, lanzados a los cuatro vientos. Esperaré al Naranja, suspirando de nostalgia por aquellos triangulares donde los brasileños venían a pegar patadas y llevarse la pasta y recordaré a Giner decir un verano que al Valencia CF le falta un extranjero de nombre extraño que ilusione a la afición, teniendo toda la razón del mundo. Y luego trajeron a Toni Lambada, con un hat-trick contra el Celta y varios goles fuera de la cancha.

Sí, eso haré. Quien sabe, igual me miro al espejo y aparece aquel niño con su Don Balón, su Colajet y 100 pesetas en cromos. Les dejo descansar de esta cita semanal hasta mediados de agosto, cuando los días van camino de acortarse y septiembre afila sus cuchillos. Espero volverlos a encontrar.

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