viernes, 31 de mayo de 2019

Cantera de murciélagos.

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Mañana hace una semana que el Valencia CF es campeón de Copa. Una semana. Imposible de creer. Parece que haya pasado un mes. O más. Con dos, tres o cuatro celebraciones de por medio, unas elecciones y varios rumores de traspasos, con entradas de Instagram que saben a despedida. Y detenciones por amaño de partidos que salpican sin culpa al campeón de Copa y cuarto clasificado de la Liga. Campeones de Copa, hay que decirlo más. Y lo que decía Muchachada Nui antes del "hay que decirlo más", también.

Todavía no he visto el partido repetido. Me apetece hacerlo, por ver si la taquicardia era con motivo o solo por la emoción del momento. En directo, durante los primeros cinco minutos el Anem a patir, unido a Tot el partit va a ser aixina resonaban en mi cabeza, verbalizando en alto las dos percepciones tras no tocar la pelota el equipo de Marcelino y correr tras ella. Luego vino la de Rodrigo. Más lamentos. En un viaje en el tiempo, me trasladaba al minuto noventa y tantos y veía a la grada del Barcelona celebrando un claro 3-0 con dos goles del extraterrestre y las caras llorosas de Lucía, Ximo, Ximet Escobar, Paquito, Jomi, Lobo y todos aquellos que llevaron nuestros corazones en sus gargantas. Volví al presente para sacar un "¡Ooooh!" de admiración al control de Gayá tras el preciso pase de Paulista. Y el Armani de Gameiro a Alba. Y la garganta rota al agitar el balón la red.

Me vino a la cabeza Valdez, Óscar Rubén, al que le atribuyo una frase que cazó un reportero de radio después de marcar temprano un gol al Barcelona en el Luis Casanova. Demasiado pronto. Embotellamiento, con el culo en la cara de Jaume todo el rato. Si me comiera las uñas, ya no tendría. Quedaba el halo de esperanza de las contras, con Guedes, Rodrigo y el letal Gameiro, del que en la afición de Nervión sabían antes que nosotros que es de los buenos. El Barça mordía, a Parejo le dio por congelar la pelota, maltratando nuestro sistema nervioso, vio a su amigo Le Coq que metió balón al desafío de la velocidad de Soler contra Alba, que no deberá comprarse este año más trajes. El Chino levantó la cabeza antes de llegar y después, con el rabillo, radiografío donde iba a ir la pelota para que Rodrigo hiciera las paces con el gol y provocase el éxtasis blanquinegre

0-2 en el descanso. Como en el 99. Pero nadie se atrevía a cantar el Probe Miguel. Hasta el rabo todo es toro. Coutinho no es Juninho ni, por supuesto, Messi es Jose Mari. No conviene excederse demasiado. El palo derecho de Jaume siendo el jugador número 12, el gol de Messi para la estadística personal y sufrimiento de la parroquia. Cualquier saque de banda a favor convertido en una batalla ganada. El sufrimiento de todos, ejemplificado en las hijas de Santi que, con cinco y tres años, alentaban, coordinadas por su madre con un entrañable Fora d'ahi, fora d'ahi! cada vez que los blaugrana se acercaban al término municipal de Almenara convertido en área de campo de fútbol. El recuerdo del santoral de Guedes (me debes 68 pavos, Gonçalo) con las dos ocasiones en el alargue que nos dejaron sin respirar y pensar, otra vez, que un empate en el noventa y tantos sería un final cruel a la temporada del Centenario.

Pero ya saben. No pasó. El Valencia CF campeonó. Y se cerró el círculo, que será perenne. Nosotros fuimos los hijos de las finales del 95 y 99. Las vivimos con pasión por nuevas. Por aquello que nos contaron nuestros padres y tíos de la grandeza de este equipo. Por lo que leímos en las revistas que tenemos de herencia. Por lo que nos cuenta Arias cuando tenemos la suerte de tomar café con uno de los murciélagos del escudo. Esa Copa que la vida le debe a Fernando y que, en cierta manera, ganó desde el micro. Y ahora los hijos son otros. Son los nuestros. Y nuestros padres no están. Y algunos de nuestros tíos no se acuerdan del Valencia CF y esa pasión que tenían, con debates airados en la peluquería y tardes de grada y transistor. Va a ser muy difícil que los nanos cambien de equipo. Por mucho que los de siete años estuviesen jugando con cocinas y coches recordarán aquel día que todos los mayores se juntaron para volver a cantar el Probe Miguel que hace mucho tiempo que no sale. Veinte años, ni más ni menos. Casi nada. Hay cantera.

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