viernes, 2 de noviembre de 2018

Mateu Alemany, delantero centro.

blogger widgets

Hace un par de días, Mateu Alemany se puso frente a los periodistas para tratar el estado de la nación valencianí. Se mostró incisivo, directo y contundente. A veces, incluso hasta con cierto toque de nerviosismo. Parecía un delantero del Valencia actual y uno del año pasado al mismo tiempo. Aunque más lo segundo que lo primero. Pero Alemany demostró ser letal. Sin alardes y con efectividad. Y sin ningún atisbo a la galería, más allá de su imagen de marca, con el nudo de la corbata flojo y el añadido de esa barba que casi todos llevamos con más o menos dignidad. Creo que no encontraremos en Mateu Alemany ninguna concesión a la grada, ningún titular incisivo. Sobre todo en todo aquello que corresponda a la situación deportiva, sea cual sea la que se tenga en el momento que salga a ponerse delante del micro. Sabe perfectamente las palabras que han de usarse en cada situación. Discurso plano para dejar claro que no va a subir el pan. Y la sensación que no va a haber filtraciones de ningún tipo, por el bien del colectivo, o sea, el propio club.

Con la comparecencia del director general se puso en escena la unidad en el discurso con respecto al entrenador. Es tranquilizador para el aficionado racional que sea así. Cualquier otra puesta en escena hubiera resultado inquietante y digna de la parada de rotativas. Pero es correcto que las conclusiones se realicen cuando toca. Y, de paso, nos da cierta medida a los de fuera de como es la hoja de ruta de trabajo en el club. A medio plazo. Con preocupación por el día a día, sí. Pero sin rasgarse las vestiduras. Cabeza en una empresa deportiva donde es complicado no discurrir con el corazón. Entendiendo los condicionantes en la confección de la plantilla. Sus particularidades. Y sus riesgos medidos. Ejemplos en el deporte hay muchos de buenos comienzos que acaban como el Ball de Torrent. Y en el fútbol, ni les cuento. Pero bien es cierto que el nerviosismo es algo que no debe tener un club profesional, como bien dijo Mateu.

Entiendo que esta postura de la empresa deportiva choca diametralmente con otra, la empresa periodística, ávida de titulares a grandes columnas. Y también entiendo que un periodista ha de ser notario de la actualidad y fiscalizar todo aquello que pasa por sus narices. Obligación de la profesión. Y narrar, con sus inputs, aquello que ve, no lo que quiere ver. Y se quiere ya. 

De momento, mala alforja la de Alemany para este viaje. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario