martes, 7 de agosto de 2012

Maxitweets. Agosto, o el dolce far niente.

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Siempre se pueden mejorar las cosas. Y relativizar las miserias de la vida es mucho más fácil en agosto, teniendo las pelotas en remojo, que hacerlo en noviembre, con traje y corbata nudo Windsor.
Donde va a parar. 
 
Incluso es mejor hasta para conocer a tu suegro.
Ese señor que, en invierno, es recto y tiene tatuada una mirada marcial digna de caudillo hijoputa, en verano, a los calores sofocados de la piscina y asomando la panza arriba del traje de baño, que no bañador, parece que le importe un poco menos que la niña de sus ojos se haya encaprichado de un aprendiz de vividor y se la imagina menos veces cabálgandote en los momentos de movimiento de gutarra y noches de exceso. Y más si debajo del brazo llevas ese vino resultón con el que te dejaste asesorar por la dependienta buenorra en la elección y metes golazo con el champagne de la viuda, que no Delaviuda que, por otra parte, es cava.

Y que narices, ahora es tiempo de cigarrear, que para hacer de hormiga tenemos once meses por delante, menos si los mayas hacen un pleno al quince.

Ahora es tiempo de jurar amor eterno al cardamomo con el canto del cisne al gintonic y pensar en fórmulas para maridar al nuevo rey que se avista, el vodka. Pulir las nuevas técnicas de optimización de los recursos profesionales, con un buen blanco en la mano, o cerveza si no se puede más, reír de los momentos tensos y pensar que no lo fueron tanto, aunque ese día casí nos costó la arritmia.

Ahora toca entrar en debates acerca de la técnica de las nadadoras de sincronizada, enamorarte catódicamente a golpe de zapping, pensar en plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo y reir por solo pensarlo, correr de madrugada, hacer siestas indecentes, de llorar otra vez por Santino, que iba para Don, pero que por su sangre caliente nos dio la oportunidad de tener a Michael, de ciscarnos en las santas madres de Roures y la Liga, que nos meten el vicio del balón a horarios de after-hours y ante los que no podremos hacer nada, solo el pataleo y, como mucho, la baja del fútbol de pago para pasarnos al lado pirata.

Y soñaremos con chiringuitos del mundo al revés, donde la montaña del beber va al Mahoma sediento. Y con una juerga bien parida, con cruzaditas de las que nos gustan porque somos jovenes todavia, aunque nos llamen señor y ya veamos que las veinteañeras cada vez nos hacen menos caso.

Y brindaremos por Teruel, que existe y mucho, porque gracias a esos pueblos del pilón, los jornaleros de la música podrán tener una vuelta al cole mucho más desahogada.

Y le meteremos caña a todo esto con la banda sonora que nos regaló Danny Boyle en la inauguración de los Juegos Olímpicos que, por otra parte, se que tienes dispersada en la discoteca de tu casa, señora.

Sí, es agosto, calor, trajes de baño y tías en bikini amortizando su cirugía.

PD:Para mis anfitrones.

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